Se muestran los artículos pertenecientes a Marzo de 2020.
.. Tal vez el viejo romero
no entienda de estaciones
y a comienzos de febrero
ha decidido echar flores.
O tal vez, su estrategia
es otra bien diferente:
con su vigor y sus flores
está desafiando a la muerte,
la muerte de la hojarasca
que se descuelga en invierno,
desnudando a los árboles
y alfombrando bien los suelos.
En todo caso, el romero
pone ese toque de gracia
de ver flores en febrero
sin temor a las heladas.
(3 de febrero de 2020)
.. 1917. Hace un rato, hemos venido de Boltaña de ver la peli 1917. Cansados todavía de avanzar con los dos protagonistas por trincheras y descampados, de esquivar balazos y explosiones… No te deja respirar y andas con el susto en el cuerpo la mayor parte de la misma. Todo lo que he leído sobre la Primera Guerra Mundial es que fue una brutal carnicería de hombres y animales de carga. Una guerra devastadora en el que millones de jóvenes fueron al matadero. De hecho, el argumento de 1917 es evitar una carnicería anulando un ataque de los aliados que serán emboscados por los alemanes... Dos soldados son escogidos para llevar a pie, por entre trincheras y terreno descubierto, una orden por escrito para anular ese plan de ataque y salvar muchas vidas… Hay algunas situaciones de película un tanto extremas… El héroe sobrevive sorteando momentos altamente complicados…, cosas del cine, claro. ¡Putas guerras! Ojalá sirva para que algunos de los miles de personas que la han visto y la vayan a ver se conviertan en pacíficos ciudadanos y vean y entiendan la brutalidad de las guerras. (9.02.2020)
.. Huellas en la arena…
Me acerco a la orilla del Cinca,
a un remanso transparente;
y veo, mirando hacia arriba
que está desapareciendo la nieve…
No es un buen augurio
este calor de febrero
que seca los sembrados
y agota los acuíferos;
que deja a los ríos
con caudales pequeños
y a los picos altos
con reducidos neveros…
…
Camino buscando
algunos areneros
que la última riada
depositó con esmero.
También me interesan
-para mi experimento-
los lechos de barro
que aún estén tiernos.
Los observo con cuidado
y en ellos encuentro
huellas sorprendentes
de animales diversos.
Así se hicieron icnitas
en tiempos pretéritos:
se rellenaban las huellas
con materiales ligeros;
y con otros materiales
quedaban cubiertos;
el tiempo y la geología
hicieron el resto.
Después de un buen rato,
de la glera me alejo
y al Cinca sonoro
lo escucho de lejos.
Miraré las fotos en casa
y escribiré algún texto,
o tal vez un poema,
contándoos esto…
(10 de febrero de 2020)
.. Relectura de “84, Charing Cross Road”, de Helene Hanff. Anagrama, 2002
Escritora en Nueva York que descubre la librería londinense del título y a la que hace frecuentes pedidos. Entre los trabajadores de la librería y Helene surge una inesperada amistad. El libro es un conjunto de cartas que van y vienen, con afecto y humor y libros pedidos, libros conseguidos… Sin duda, una pequeña historia sobre la lectura, los libros y las librerías y la relación personal establecida entre los libreros londinenses y la cliente neoyorquina. Me entero ahora que el libro terminó en obra de teatro y en película. Ésta estaba protagonizada por Anne Bancroft y Anthony Hopkins…
“Cada primavera hago una limpieza general de mis libros y me deshago de los que ya no volveré a leer, de la misma manera que me desprendo de las ropas que no pienso ponerme ya más. A todo el mundo le extraña esta forma de proceder. Mis amigos son muy peculiares en cuestión de libros. Leen todos los best sellers que caen en sus manos, devorándolos lo más rápidamente posible…, y saltándose montones de párrafos según creo. Pero luego JAMÁS releen nada, con lo que al cabo de un año no recuerdan ni una palabra de lo que leyeron. Sin embargo, se escandalizan de que yo arroje un libro a la basura o lo regale. Según entienden ellos la cosa, compras un libro, lo lees, lo colocas en la estantería y jamás vuelves a abrirlo en toda tu vida. ¡PERO NUNCA LO TIRAS! ¡JAMÁS DE LOS JAMASES SI ESTÁ ENCUADERNADO EN TAPA DURA” Pero… ¿por qué no? Personalmente creo que no hay nada menos sacrosanto que un mal libro e incluso un libro mediocre” (Páginas 75-76) (10 de febrero de 2020)
.. Pasan las grullas… Volvíamos del paseo, hoy sin cámara de fotos y al llegar a la plaza, un ruido familiar nos ha hecho mirar al cielo… He salido zumbando a buscar la cámara, pero iban a una alta velocidad de crucero y ya las he pillado lejos… Imagino que pasarán Treserols sin problemas. Ahí queda el testimonio. A las 13:45 han sobrevolado Labuerda. A ver si mañana hay más suerte, je, je.
Vuelven las grullas...Habrán encontrado los puertos de Sobrarbe poco amigables y a la media hora de verlas pasar hacia arriba, las hemos visto darse la vuelta... Esto de estar de guardia ante los cambios de la naturaleza en mi pueblo es de un estrés... Estaba comiendo, he oído el gru gru y he vuelto a salir zumbando... je, je. (12 de febrero de 2020)
.. Chamineras. Ayer, sábado, por la mañana, estuvimos visitando la exposición de fotografías de chamineras de Sobrarbe que se ha instalado en la tienda de FotoEnric, en el Segoñé de Fraga. Les agradezco a María Jesús y a María que hayan cedido la pared expositiva de su negocio para ofrecer una pequeña muestra de arquitectura tradicional de Sobrarbe: la parte abierta del tejado de las casas “por ande fuyiban o fumo y os cuentos”. Ana me ha hecho este mini póster tan aparente y añado este poema dedicado a las viejas chamineras, publicado en el número 80 de El Gurrión, en agosto del año 2000. Buenos días de domingo. (16 de febrero de 2020)
.. Antonio Machado Ruiz. El 22 de febrero de 1939, en Colliure, Francia, fallecía Don Antonio Machado Ruiz. Hoy hace 81 años.
La muerte de Machado en el exilio, en la indigencia y perseguido por los fascistas solo puede entristecernos como país, incapaz de cuidar a sus hijos más preclaros, a quienes contribuyeron con su herencia de palabras a dejar mensajes universales… Don Antonio, luz y faro de la poesía, que no pudo ni morir en paz en el país que lo vio nacer…
Lo recordamos desde El Gurrión, con una foto de su tumba en el cementerio de Colliure y un ejemplar de la revista sobre la misma, rindiéndole sentido homenaje. (22.02.2020)
Trilogía del frío o trilogía del muchacho: “Entre cielo y tierra” (189 páginas) “La tristeza de los ángeles” (316 páginas) y “El corazón del hombre” (382 páginas). Su autor: Jón Kalman Stefánsson. Publicados por Salamandra.
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“Esto sucedió durante los años en que seguramente aún estábamos vivos. Mes de marzo, un mundo blanco de nieve...” Así comienza el primer libro.
Respondiendo a la sugerencia que recibí de mi amiga Silvia Luz de Luca, desde la Patagonia argentina, me centré la primera semana del confinamiento en la lectura de esta trilogía islandesa. El hecho de haber viajado con mi familia a ese país nórdico, hace dos veranos, aumentó mi curiosidad.
Todo transcurre, hace poco más de un siglo, en un poblado de pescadores de los fiordos occidentales de Islandia... El protagonista es “el muchacho”, quien queda consternado por la muerte de Bardur, su amigo, al olvidar éste la chaqueta que debería protegerle del viento gélido, pescando en alta mar, por quedarse absorto leyendo El paraíso perdido de Milton; mantiene relaciones complejas con Geirprúdur, una mujer de fuerte carácter, y realiza un viaje peligroso con Jens, el cartero que casi les cuesta la vida...
... Y me sumergí en una aventura de vendavales, nevadas, acantilados, fiordos, mares de hielo; tormentas brutales, bacalao (mucho bacalo), pescadores ahogados, casas de turba, vidas precarias, relaciones sexuales, alcohol, botes de remos o barcos con velas, comportamientos primitivos... Pero también en una narración poética, en la importancia de las palabras e incluso en la fuerza de las cartas manuscritas que pueden cambiar el rumbo de unas vidas... Y leyendo y, sobre todo, una vez concluido el tercer libro, veo al muchacho como una suerte de Jim Hawkins o un joven Ulises que vive una odisea plagada de peligros en su viaje por la vida. Un viaje emocional y físico que comprende aventuras de las que sale ileso, pero pagando un alto precio de amigos que mueren, de observación de la pobreza y la precariedad de la vida, de situaciones límite que lo ponen al borde de la muerte en varias ocasiones y ante un previsible y desfavorable desenlace final... El autor articula una narración usando un lenguaje cuidado, poético en muchas ocasiones, lleno de reflexiones filosóficas sobre la vida y sobre la muerte; sobre el uso y significado de las palabras que decimos o callamos; sobre el valor de la poesía y de los libros (presentes en todos los hogares, por humildes que fueran). Para que todo eso tenga sentido, coloca a los personajes en situaciones difíciles, en las que la generosidad, la compasión, la determinación personal, el criterio propio, la empatía..., pueden resolver momentos durísimos o salvar algunas vidas, aunque el precio que se pague no ahorre amputaciones, desesperación e incluso la muerte... El alcohol causa estragos en la vida de quienes lo ingieren con desmesura y eso genera violencia en las relaciones de pareja o en el comportamiento en general...
Hay mujeres valientes que se enfrentan a las convenciones de ese tiempo (finales del siglo XIX), como Helga y Geirprúdur enfrentada ésta a los poderosos de Lugar que no soportan su independencia; quien decide revelarse contra el maltrato de su marido, como Salvör, y quemar su granja con él -borracho- dentro, después de la última briutal paliza y huyendo con sus hijos pequeños, buscándose la vida. Hay personas como Andrea, a quien la recepción de una carta que le envía el muchacho le hace dejar la vida que llevaba al lado del pescador de corazón seco: Pétur y abandonarlo tratando de emprender otro camino y acabando en la casa de turba de Bjarni que quedó viudo y vive con su madre impedida y cuatro hijos pequeños. Hay viejos lobos de mar, como el capitán Kolbeinn que tenía una biblioteca de más de cuatrocientos libros, pero se quedó ciego y vive con amargura sus últimos tiempos, aunque el muchacho le lee por las noches de vez en cuando...Hay gentes como los caciques de Lugar (que así se llama el pueblo grande de pescadores): Fridrick o su hermano Tryggvi, ayudados por otros (Sigridur, el médico o el reverendo Porvaldur, algo atormentado con el sexo) que no están dispuestos a que nadie se salga de las normas tradicionales, aquellas que relegan a la mujer a tener que casarse, estar en casa y siempre a las órdenes y bajo la autoridad de su marido... Y hay muchos más personajes que se harán familiares con la lectura: Rakel y Oddur a quienes conseguirá unir el muchacho escribiendo una carta firmada por el segundo y dirigida a Rakel... Jens, el cartero, un hombretón que vive con su padre anciano y con una hermana que, en su inocente minusvalía, lo adora y que finalmente acudirá en busca de la nombrada Salvör para empezar otra vida. Ragnheideur, la orgullosa hija del cacique Fridrik, que viajará a Copenhague y con quien el muchacho vivirá un episodio final... Snorri y su modesta tienda que no puede competir con el colmado de Tryggvi o Skúli y su periódico “La Voluntad del Pueblo”, al que miran con recelo los poderosos...Y la chica del pelo rojo, madre soltera de una niña de tres años, con quien sueña el muchacho: Álfheidur...
Unos libros que invitan a una lectura tranquila para saborear su poética, su filosofía; invitan a detenerse y releer frases, párrafos, sentencias que merecen reflexión. Unos libros que, leídos en este mes de marzo tan desafortunado, destilan algo del frío islandés del que van sobradas sus páginas y se le mete a uno dentro.
El autor (Reikiavich, 1963) fue pescador en su juventud y estudió Literatura, pero no terminó la carrera. Se ocupó de una biblioteca municipal durante unos años para después dedicarse a escribir a tiempo completo.
Y los tres libros, como ya he insinuado con anterioridad, están llenos de citas que invitan a la reflexión, sin duda. He elegido unas cuantas, de las muchas que podrían dar de si para conversar en un fórum sobre los tres libros o sobre cualquiera de ellos.
Del primer libro:
.. “Los habitantes de este valle solo ven fragmentos de cielo. Sus horizontes son las montañas y los sueños”. (Pág. 80)
.. “La poesía es como el mar, un lugar profundo y oscuro, pero también azul y portentosamente bello, donde habitan muchos peces y criaturas de toda clase, no siempre buenas” (p.169)
.. “A lo mejor, el infierno de un ciego es una biblioteca...” (p.172)
.. “Quizá el objetivo del relato fuera resucitar a Bardur de entre los difuntos, penetrar en el reino de la muerte armado con palabras. Las palabras tienen el poder de los trols y la capacidad de derrocar a los dioses, pueden salvar vidas y destruirlas, Las palabras son las flechas, Las balas de rifle, las aves mitológicas que persiguen a los héroes, las palabras son los peces primitivos que descubren un secreto espantoso en las profundidades, son una red tan extensa que puede atrapar el mundo y abrazar el cielo, pero a veces no son nada, apenas unos harapos cubiertos de hielo, viejas fortalezas que la muerte y la desdicha destruyen sin esfuerzo”. (Pág. 176)
Del segundo libro:
.. El hombre se muere si le quitan el pan, pero si no tiene sueños se marchita”. (Pág. 23)
.. ¿Para qué sirve la literatura si no tienen el poder de cambiar el destino? Hay libros que son entretenidos pero que no remueven nada en las personas. Luego existen otros que te hacen dudar, que te dan esperanza, que amplían tu mundo y te enseñan lo que es el vértigo, Ciertos libros son esenciales, otros solo un divertimento”, dice el narrador (Pág. 26)
.. “Sin embargo, las palabras son una de las pocas cosas que tenemos a mano cuando todo parece habernos traicionado. Y tampoco olvides nunca algo que nadie entiende: que las palabras más insignificantes y las más inimaginables pueden, de un modo inesperado, soportar un peso enorme y alentar la vida para salvarla de los precipicios más vertiginosos”. (Pág. 37)
.. “Algunas palabras parecen soportar el poder demoledor del tiempo, es tan extraño, no se erosionan, probablemente queden un poco deslucidas, pero siguen ahí y conservan vidas desaparecidas hace mucho tiempo, conservan los latidos de corazones desaparecidos, el eco de las voces de niños desaparecidos, son los guardianes de antiguos besos. Algunas palabras son conchas en el tiempo, y dentro de ellas quizá esté tu recuerdo...”, le escribe el muchacho a Andrea (pág. 76).
.. “La muerte no trae consigo ningún consuelo, y en el caso de que este fuera posible, sucedería a lo largo de la vida. Sin embargo, nada hay tan mal valorado como la vida. Maldices los lunes, el mal tiempo, a los vecinos, maldice los martes, el trabajo, el invierno, pero todo desaparecerá en una fracción de segundo. Toda esa abundancia quedará reducida a nada y será reemplazada por las miserias de la muerte”. (Pág 121)
.. “Al ser humano le resulta muy saludable maldecir, es casi tan sano como rezar, y a veces más provechoso”. (pág. 283
Del tercer libro:
.. “La vida, como dice un libro clásico, se reduce a encontrar a otra persona con la que pasar los días y a prolongar luego esa coincidencia... Ya nacemos solos y morimos solos, resulta agotador vivir solo también” (Pág. 23)
.. “Los sueños son la luz que ilumina al hombre, la claridad que lo rodea como una aureola; en su ausencia sólo hay tinieblas.” (Pág. 69)
.. “Quien nunca ríe se transforma en piedra con el tiempo”. (Pág. 116)
Gisli, uno de los personajes del libro, hermano disidente de los nombrados más arriba como caciques de Lugar, director de la escuela, escritor y poeta, hombre culto aunque muy aficionado a la bebida dice: “Esta nación nunca será nada, dice en voz alta dirigiéndose a sí mismo, a la luz y a su bastón, si no está dispuesta a priorizar la educación frente a la pesca, ni a creer en el poder del espíritu... Cree más en las manos que en el pensamiento, en el trabajo que en el espíritu y eso no le permite tener la paciencia necesaria para emprender grandes tareas”. (Pág. 139)
.. “Uno puede saber más que nadie, saber de la vida, ser capaz de describirla con palabras poderosas y de discernir causas y consecuencias, y no tener la menor idea de cómo conducir su propia existencia en el día a día”. (Pág. 144)
.. “Cada mañana se levanta un poco antes de las seis y estira el brazo para agarrar un libro, son poemas que lee en lo que tarda en abandonar el mundo de los sueños para entrar en la fragilidad del alba, uniendo así con un poema día y noche, sueño y vigilia, sin duda no hay mejor forma de despertar para el hombre”. (Pág. 157)
.. “Pero es agradable recibir una carta, saber que alguien se interesa tanto por ti como para tomarse el tiempo de sentarse y de escribir unas palabras, pensando en ti mientras redacta su misiva. Recibir una carta es señal de que existes, de que hay en ti más luz que tinieblas”. (Pág. 159)
.. “El muchacho le habló de Bjarni, ese hombre pausado e inquebrantable, de expresión un poco triste, le dijo que leía, que su padre había entrado en una casa en llamas para salvar algunos libros, esa gente tiene sueños, su corazón no es un pájaro muerto, ni tampoco un pedazo de bacalao seco”. (Pág. 254)
“Pocas cosas cuentan tanto como recibir una carta. En las cartas habita una forma de proximidad, son capaces de abolir la distancia y son una compañía preciosa y duradera para el ser humano, pues siguen proporcionándole calor mucho tiempo después de haber sido leídas”. (Pág. 312)
.. O como está escrito en alguna parte: “El poder convierte a veces al hombre en un ser demoníaco, por eso los seres humanos pueden ser la peor plaga que existe sobre la tierra”. (Pág. 318)
“¿Dónde comienza la vida y dónde cesa la muerte, sino en un beso?” (última línea de la última página del tercer libro)
25 de marzo de 2020. Fiesta de Escanilla
Ya sé que no es algo que ocurra con frecuencia...
Esta mañana he estado hablando con mis últimas zapatillas. Las iba a colocar dentro del armario de mi mesilla de noche, después de haber pasado por la lavadora anteayer... Son unas “Columbia” que compré en una tienda outlet de Escalona, antes de viajar a París el pasado otoño... Tienen un nombre curioso. Me recuerdan, por un lado, las fiestas de Labuerda de mi niñez, cuando venían a tocar los músicos de la orquesta estadillana “Jaz Columbia” y, por otra parte, los viajes del transbordador Columbia que empezaron en 1981 y cuya vida útil terminó llevándose por delante a siete astronautas que lo tripulaban el 1 de febrero de 2003 al desintegrarse pocos segundos después del despegue. También he oído hablar de la Universidad de Columbia, sita en Nueva York, en la que se graduaron gentes como Paul Auster y Barack Obama, además de otros presidentes gringos y demás personalidades. Ya veis que esto daría para un monólogo largo...
Les digo que llevan el nombre de la empresa que las diseñó y las fabrica (aunque es muy probable que hayan sido fabricadas en algún país alejado de aquel en el que se fundó la compañía, debido a la deslocalización empresarial tan de moda). La empresa en cuestión es la Columbia Sportswear Company, radicada en Estados Unidos que fabrica y distribuye ropa deportiva y que se fundó en 1938.
Sentado en la cama, con las zapatillas a mi lado y mirándolas fijamente, hago un repaso por su currículum, que también es una parte del mío. El caso es que tengo un asomo de pena en esa situación, al verlas paradas desde hace ya muchos días. Les digo que estuvieron en París (a donde llegaron en un TGV); que pisaron el asfalto de la República francesa, que entraron en el Louvre, cruzaron varios puentes del Sena, caminaron por la Plaza del Ayuntamiento y soportaron mi plantón mientras contemplaba cómo había quedado Notre Dame. Subieron a ritmo cansino por las escaleras de caracol del Arco de Triunfo y más tarde, recorrieron la distancia hasta el Arco de la Defense. Descansaron en el barco que navegaba por el Sena, pero antes habían caminado rodeando la Torre Eiffel y habían subido las cuestas de Le Sacre Coeur. Les digo que estuvieron en el Centro Pompidou y en el Museo de Orsay, en contacto con arte de vanguardia y con obras maestras de muchas épocas diferentes... No me alargo más con la experiencia parisina, aunque quedan muchos lugares por citar, para no cansarlas ni cansaros...
Mis zapatillas Columbia siguieron sumando kilómetros, unas veces por asfalto, otras por tierra y piedras; por caminos y montes o por suelo encementado. Les recuerdo los paseos diarios por diferentes enclaves de Labuerda: escollera del Cinca, carretera de San Vicente, caminos de la huerta, montes mirando setas... De tanto pasar por los mismos sitios, seguro que reconocen los caminos “sin mirar”, incluso han tropezado más de una vez en la misma piedra, en la misma raíz levantada de un viejo caixigo o en un tocón demasiado alto... Les recuerdo que, en ocasiones, han viajado cómodamente en coche hasta el lugar donde íbamos a comenzar la caminata, en distintos lugares de Sobrarbe... Viajaron a Zaragoza y pisaron la orilla izquierda del Ebro, entre tierra y hierba; cruzaron puentes e incluso llegaron a algunos centros de la cultura como el CaixaForum o el Paraninfo universitario para asistir, silenciosamente, a la visita de varias exposiciones...
Han paseado por Figols de Tremp y algunos otros enclaves del Pallars Jussá. Me acompañaron hasta la Vall Fosca y caminamos juntos hasta el campamento Flamisell donde estuve yo en 1972 a lo largo de quince días. Fue un momento de intimidad, compartiendo recuerdos... Ese día, visitamos otros lugares del valle que ha excavado el río del mismo nombre... También estuvieron conmigo en la Terreta, una subcomarca del Pallars, y llegaron y llegamos juntos al pueblo de Sapeira, de donde proceden algunos de los ancestros de Mercè... Reconoceríais, les digo, sin problemas, las calles de Fraga, incluido el itinerario seguido para llegar al casco viejo. Me acompañasteis a la inauguración de una exposición fotográfica en el Palacio Montcada. Antes también os llevé conmigo cuando vimos la que habían montado en el espacio FotoEnric sobre “Chamineras de Sobrarbe”, con fotos que fui haciendo a lo largo del tiempo...
Vuestro último servicio, antes del parón, fue acompañarme a la ciudad portuguesa de Oporto y, por tanto, viajar en avión. Vuestro primer viaje en avión, por cierto, je, je., les digo. Caminamos kilómetros y kilómetros cada día y cuando llegaba al hotel, ¡cómo agradecíais que os liberara de mis pies y os dejara tomar aliento un buen rato! En ocasiones, zapatillas y pies estabais tan exhaustas que hacíamos algún trayecto en los viejos y encantadores tranvías porteños. Así y todo, recorrimos ambas orillas del Duero y respirabais descansando cuando hacíamos el recorrido por medio del río en barca. Ya tenéis dos ríos navegados en vuestro CV: el Sena parisino y el Douro portugués. Me acompañasteis a la librería Lello e Irmao, al café Majestic o a la Casa Portuguesa del Pastel de Bacalhau... En los tres casos, fueron momentos de descanso para vosotras -zapatillas que ahora miro- y para mis pies, pues permanecimos sentados recuperando energías o realizando mínimos desplazamientos... Cruzamos uno de los puentes de hierro, el de Luiz I, por las dos pasarelas para peatones, de ida y de vuelta, asomándonos al río y al espectacular atardecer que nos regaló el horizonte...
Y ahora, un momento antes de cerraros dentro del armario de mi mesilla de noche, siento algo de tristeza porque ya llevamos más de una semana sin que ni vosotras ni yo hayamos pisado la calle. Además, las noticias que nos llegan no son muy alentadoras, por lo que va a pasar mucho tiempo hasta que podamos andar las calles y los caminos juntos, descubriendo rincones y geografías. ¡Zapatillas Columbia, no os olvidaré nunca! Y en cuanto abran la veda de caminar, saldremos juntos y recuperaremos viejas sensaciones... Y, diciendo esto, cierro el pestillo de la mesita y sumerjo a mis zapatillas en la más completa oscuridad... Así es la vida de las cosas y las relaciones de cariño que establecemos con algunas de ellas...
Plantilla basada en http://blogtemplates.noipo.org/
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