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LECTURAS VERANIEGAS (III)

Contemplamos, en muchas ocasiones, con legítima incredulidad las proezas que otros seres humanos realizan: montañeros que ascienden “ochomiles” arriesgando seriamente sus vidas; atletas que recorren kilómetros de desiertos; ciclistas que se atreven  con las tres pruebas grandes en un año… Y nos deslumbra la épica narrativa de los medios de comunicación o los despliegues mediáticos que esas “hazañas” provocan.  Las conquistas deportivas se parecen a las conquistas personales, a esas gentes que levantan imperios económicos o que crean tecnologías nuevas… Unos y otros deben esforzarse al máximo para conseguir sus propósitos, indudablemente. No deberíamos olvidar que todo eso debe ser infinitamente menos duro que la vida cotidiana para millones de personas: perseguidas, expulsadas de su país, refugiadas en países hostiles, sin techo, sin comida, sin mañana, sin futuro, sin esperanza.

 Quiero hablar de dos libros que narran historias personales. El primero cuenta una esforzada aventura emocional y deportiva, narrada por el protagonista y el segundo, refiere un trayecto esforzado de una persona en pos de la dinamización económica de un valle pirenaico. Las dos son historias de esfuerzo y superación, de sueños realizados y como el azar ha juntado los dos libros en un tiempo de lectura, yo también uno ambos resúmenes, para alimentar mínimamente este blog, en tiempo de vacaciones.

 1.- “12.822 Km. De España a China, en bicicleta”. Diego Ballesteros Cucurull. Edición del autor. Barbastro 2011. 544 páginas

 Al terminar de leer la peripecia, el desafío extremo en el que se embarcó Diego Ballesteros en 2008, el lector está realmente emocionado y fatigado. Emocionado porque el deseo, el empeño, la fuerza personal del protagonista fueron capaces de solventar las múltiples dificultades que necesariamente iban a ir apareciendo en un viaje de –nada menos- casi 13.000 kilómetros y en bicicleta y uno no puede más que sentirse emocionadamente solidario con la alegría interior de quien ha conseguido cumplir un sueño. Y fatigado, porque a medida que avanzamos en la lectura, vamos pedaleando con el protagonista, nos angustiamos cuando él siente un bajón anímico o cuando se enfrenta a un inesperado problema (de alojamiento, de comida, de salud, burocrático, etc.). Sufrimos la incertidumbre ante cada reto diario: kilómetros excesivos, problemas de comunicación, estado de las carreteras, calor terrorífico, viento que quema las energías y no hace posible avanzar… Cada etapa es ya un desafío respetable y todas juntas, un desafío colosal.

 A la vez, vamos también alegrándonos de que haya muchas personas anónimas que le van ayudando de manera totalmente desinteresada; gracias a ellas –entre otras cosas- pudo completar su arriesgado propósito. Gentes que lo llevaron a sus casas y le dieron alimentación y alojamiento sin pedir nada a cambio; personas con las que –en muchos casos- escasamente podía comunicarse por señas… Asistimos a momentos de euforia y de ánimo, en los que Diego cree posible aquello que se ha propuesto y a otros muchos momentos en los que cree que no será capaz de conseguirlo. En algunos casos, esas bajadas de ánimo tuvieron que ver con asuntos ajenos a él: averías en su bicicleta y carro; trámites burocráticos que no se resolvían con la celeridad que le hubiera gustado; la fuerza del viento en contra del sentido del desplazamiento que le impedía avanzar de modo acorde con el esfuerzo realizado; diarreas que lo dejaban exhausto…

Es increíble que una hazaña así no sea recompensada con una medalla olímpica especial. ¿Cuántas personas en el mundo se habrán marcado un desafío semejante? y ¿cuántas habrán hecho un esfuerzo tan colosal, trufado de peligros, incertidumbres, malestares…?

 Diego narra su peripecia, etapa por etapa: la etapa 1 (jueves, 1 de mayo de 2008) transcurre entre Zaragoza y Fraga y la 98 (sábado, 23 de agosto de 2008) es la que le lleva desde Shuangtangjian a  Beijing, (Pekín) la capital de China. En total, 12.822 kilómetros y 14 países visitados.

 La narración de este insólito viaje es muy ágil y, aunque es fácil caer en repeticiones farragosas, Diego las evita con cierta maestría. Es un libro que narra una experiencia vital única, pero que está lleno de incertidumbres porque el protagonista no sabe ningún día, cuando sale a pedalear pronto por la mañana, dónde y qué comerá, hasta dónde le llegarán las reservas de agua, si tendrá o no tendrá alguna avería, si el viento le dejará avanzar o le dejará extenuado, si lloverá o no lloverá, si podrá llegar antes de anochecer a algún pueblo o ciudad y si encontrará alojamiento razonable… Esas, enunciadas grosso modo, y otras muchas circunstancias dotan a la narración de un creciente interés. Aunque sabemos el resultado, nos intriga conocer todo lo que tuvo que pasar hasta poder completar su desafío.

 Desde luego, la historia de Diego es la de un luchador, lleno de coraje y decisión, que sabe capear los malos momentos y remontar el estado de ánimo con racionalidad y fuerza interior. El lector se emociona cuando él se ve desbordado por la emoción, se alegra cuando recibe ayudas impagables e inesperadas, se preocupa cuando ve presagios nada favorables o cuando vive situaciones complicadas, tensas y peligrosas…

 Al transcribir lo acontecido en cada etapa, Diego suele añadir un amplio número de datos geográficos, arquitectónicos, medioambientales, culturales, gastronómicos, históricos… que completan perfectamente la descripción de su viaje y sus vivencias personales. Todo ello es un valor añadido en este libro. Al final del mismo, se ofrece una galería de 71 imágenes en color (pp. 513-544) que complementan muy adecuadamente la información anterior. Imaginamos que la selección de las mismas habrá sido complicada por la cantidad de fotos que, según vamos leyendo, intuimos que hizo este profesor barbastrense.

 Tras esa loca aventura, felizmente culminada, Diego Ballesteros se embarcó en otra, dos años después. Componente de un equipo español de cuatro ciclistas, disputaba la Race Across America (5.000 kilómetros uniendo las dos costas de los EEUU). Diego resultó arrollado por un coche, cuando ya se había disputado la mitad de la prueba y, como resultado del accidente, deberá permanecer el resto de su vida en una silla de ruedas. Como dice en el epílogo del libro: “Sufro una lesión medular. Estoy paralizado del pecho a los pies. Solo puedo mover los brazos y la cabeza. Ahora la vida me plantea un reto de enormes dimensiones, una prueba que no sé si superaré, pero a la que pienso enfrentarme con toda la energía que poseo”. Un duro epílogo para un libro testimonial de una gran aventura.

 2.- Un túnel para Don Vicente – Marianne Bernard. Ediciones J.-C. Bihet – Bizanos (Francia) -1991 – 270 páginas

 La autora de este libro lo subtitula como “Relato - Encuesta”. Desde el principio es conveniente decir que la traducción del original da como resultado un texto en castellano con expresiones y giros nada convencionales, en ocasiones de difícil interpretación. Se incluyen también frecuentes errores ortográficos. Salvadas esas inconveniencias de una traducción más que discreta y la ausencia de un corrector de pruebas, el libro puede leerse con curiosidad.

 Cuenta la historia de dos emigrantes sobrarbeses (de la pequela localidad de Sin, en el Valle de La Comuna) que recalan temporalmente en Francia, siendo críos, para ayudar doblemente a la escasa economía familiar; por un lado, con sus modestas aportaciones económicas recibidas en pago de sus servicios y, por otro, con la ausencia diaria de la casa familiar, siendo una boca menos que alimentar.

 Cándida y Vicente se encontrarán en Francia y, tras su matrimonio, instalados en Saint-Lary, trabajarán por construirse un futuro halagüeño y dedicarán esfuerzos también a la mejora de las perspectivas del pueblo. El mayor de sus hijos, Vicente Mir asumirá, tras la prematura muerte de su padre, la “jefatura” del clan familiar e iniciará su andadura como alcalde de Saint-Lary, paralelamente a sus actividades privadas como constructor… El libro, es un recorrido por la vida, los proyectos, las iniciativas y la heterodoxia de este Vicente (hijo de emigrantes montañeses de Sobrarbe), contado por la incondicional Marianne que, sin excederse en la alabanza, sí justifica las actuaciones y las ideas de Vicente y defiende su visión de futuro en todos los proyectos con los que sueña, por los que trabaja, a los que impulsa y, finalmente, materializa. Entre otros: convertir Saint-Lary en un pueblo con futuro, dotándolo de una infraestructura moderna para la práctica del esquí; ampliando la zona esquiable con acuerdos con los alcaldes de pueblos y aldeas próximas; definiendo la marca “Pirineos” para atraer turismo de toda Francia; impulsar la realización del túnel de Bielsa-Aragnouet, junto con las autoridades fronterizas españolas; crear un centro de aguas termales…

 A lo largo de las páginas, hay referencias a la Guerra de España y las consecuencias que tuvo para el Valle de Bielsa. También, de manera tangencial, hay referencias a la 2ª Guerra Mundial…Sesenta fotografías en blanco y negro de ambas vertientes de los Pirineos completan el libro, agrupadas en el denominado “Álbum de familia” (entre las páginas 201 y 250).

Termina el libro con un “Testimonio de Feliciano Larrosa”, quien fue secretario del Ayuntamiento de Bielsa, entre los años 1956 y 1976.

 La portada del libro está ilustrada con un primer plano de un oso, muy difuminado. El primer capítulo se titula “Osos y hombres” y la cita que le precede dice: “Como los osos, los montañeses desde niños tendrán que asumir la lucha por la vida. Esto es la ley de la naturaleza. Los más endebles no resistirán. En eso nadie tiene nada que decir. Ni los hombres ni los osos”.

El libro se lee con facilidad, a pesar de la traducción tan particular, como ya he mencionado, siendo un documento que se refiere a la pequeña o grande historia de la comarca de Sobrarbe. En este caso, en perfecta simbiosis con los territorios pirenaicos franceses con quienes existió tradicionalmente contacto e intercambio. Esta reseña aparecerá en el próximo “gurrión”, en su número 125, que saldrá el próximo mes de noviembre, junto con otra obra que estoy leyendo, bajo el título de “Libros de Sobrarbe”, sección que aparece en muchos números de la revista.

1 comentario

Mariano -

Hace unos días localicé a Diego a través del facebook y le mandé un mensaje interno diciéndole que había leído el libro, que me había gustado cómo contaba las cosas y que me había asombrado ante semejante desafío. Le decía también que había escrito unas impresiones del libro en este blog y le ofrecía el enlace para que pudiera leerlas. Anoche, recién llegado de Bilbao pude leer su respuesta. Estaba contento y emocionado con la lectura y animado con ese nuevo desafío que tiene delante, después del desafortunado atropello (seguramente “desafortunado” sea una palabra demasiado suave para calificar estos sucesos y sus consecuencias). Desde aquí vuelvo a mandarle mucho ánimo y mi admiración.