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LECTURAS VERANIEGAS (IV)

El amor de mi vida. Rosa Montero (2011). Alfaguara. 269 páginas

 Íbamos de viaje hacia Barcelona y, de casualidad, escuchamos una entrevista radiofónica realizada a la escritora Rosa Montero. En ella hablaba de su último libro publicado. Un libro especial con el que, con frecuencia, nos obsequian escritores y escritoras. Es aquel en el que hablan no de lo que escriben, sino de lo que leen. Si pensamos, como aseguran muchos de ellos, que antes que escritores son apasionados lectores y lectoras, la cosa es muy razonable.

Ya en la ciudad y, aprovechando que aquellos días de julio era mi cumpleaños, alguien deslizó ese libro entre mis manos. “El amor de mi vida” es el título del mismo y quien me lo regaló sabía que me iba a gustar.

 En 45 “capítulos”, Rosa Montero da noticia de más de un centenar de libros (124): unos los cuenta, analiza y disecciona con más amplitud y otros los nombra con menos intensidad, pero ofrece al final de cada texto la referencia de varios de ellos. El libro por tanto es, además, una especie de guía de buenas lecturas. Yo particularmente me fío de lo que cuenta Rosa Montero y, aunque en literatura como en todo en la vida, cada cual tiene sus gustos, no cabe duda que esos libros nombrados avalados por una lectora como Rosa son una oferta amplia donde escoger.

 Hay dos tipos de textos: unos más largos (sobre obras de Charles Darwin, Joseph Conrad, Gertrude Stein, Leopoldo Alas “Clarín”, Mary W. Shelley, Vladimir Nabokov, Colette, etc.) procedentes de una serie de colaboraciones publicadas en El País Semanal en 1998, llamada “Mundos de papel” y el resto: textos más cortos, de otra serie publicada en Babelia, durante los dos últimos años, con el título de “Lecturas compartidas”. Y hay un texto sobre Carmen Laforet que no pertenece a ninguna de esas dos series. Todo esto lo aclara en el prólogo, la autora. 

 Prólogo en el que se expresa de esta manera, refiriéndose a su perfil como lectora: “Para mí los libros son verdaderos talismanes. Me parece que si tengo algo a mano para leer, puedo ser capaz de aguantar casi todo. Son un antídoto para el dolor, un calmante para la desesperación, un excitante contra el aburrimiento. Nunca me siento sola ni existen horas perdidas cuando puedo sumergirme en algún texto… En fin, no sé vivir sin ellos. Sin los libros…” Y también, desde las primeras páginas asevera: “Siempre me ha dado pena la gente que no lee, y no ya porque sean más incultos, que sin duda lo son; o porque estén más indefensos y sean menos libres, que también, sino, sobre todo, porque viven muchísimo menos. La gran tragedia de los seres humanos es haber venido al mundo llenos de ansias de vivir y estar condenados a una existencia efímera…

Y allí mismo queda ya justificado el título del libro, con esta declaración: “Los libros son la presencia más constante de mi existencia. Mi mayor apoyo. En muchos sentidos, el amor de mi vida”.

 El menú que nos ofrece esta experta y apasionada frecuentadora de  literarios es amplio y variado. “Viaje de un naturalista alrededor del mundo” de Darwin; “Hacia el amanecer” de M. Greenberg; “El mundo se acaba todos los días” de Fernando Marías; “En el poder y en la enfermedad” de David Owen; “La invisible” de Stella Rimington; “Mi nombre es Jamaica” de José Manuel Fajardo; “Claudine en la escuela” de Colette; “Lolita” de Nabokov; “Metrópolis” de Ferenc Karinthy; “El corazón de las tinieblas” de Conrad; “Frankenstein” de Mary  Shelley; “Los encuentros heroicos: seis escenas griegas” de Carlos García Gual; “Los cuentos” de Mavis Gallart; “Carmen Laforet, una mujer en fuga” de Anna Caballé e Isabel Rolón; “Lo que me queda por vivir” de Elvira Lindo; “Las mil y una noches”; Muertos y requetemuertos (sobre la obra de Patricia Highsmith); “Vidas paralelas” de Plutarco; “Música blanca” de Cristina Cerezales… Y un largo etcétera que dejo a tu consideración si te haces con el libro.

 Y resultan sugerentes y aleccionadoras las entradas, los primeros párrafos de sus textos donde, en ocasiones, habla del autor o de la autora revelándonos datos curioso o necesarios para entender quizá mejor cómo escribió aquella obra, qué tormentos personales vivía en aquel momento o qué relación condicionó la escritura…Entradas donde deja contundentes afirmaciones u opiniones sensatas relacionadas con los gustos literarios, la afición lectora o el oficio de escribir.  Veamos algunos primeros párrafos de diferentes capítulos:

 .. “Siempre he pensado que Carlos García Gual es un sabio, uno de los pocos sabios que he conocido personalmente en mi vida”. (Página 202)

 .. “ ‘Me llamo Claudine y vivo en Montigny, donde nací en 1884 y donde, probablemente no moriré’. Así empieza Claudine en la escuela, una novela que fue publicada en Francia en el redondo año de 1900, y que se convirtió en un escándalo, una moda, una fiebre fatal”. (Página 164)

 .. “Creo que una de las pruebas del fracaso de nuestro sistema educativo es el hecho de que la mayoría de los lectores actuales, incluso de los buenísimos lectores, no se han asomado nunca a los clásicos grecolatinos”. (Página 206)

 .. “No todos los clásicos tienen que encantarnos y no todos los libros supuestamente menores son malos. Es más, a veces un libro simplón y comercial nos puede gustar hasta el delirio. Esa es la maravillosa magia de la lectura, que hace que el lector complete de algún modo la obra que lee con su imaginación, su sensibilidad y su circunstancia”. (Página 210)

 .. “Creo que, a estas alturas de mi vida, podría haber confeccionado una pequeña pero apañada biblioteca compuesta por todos los fragmentos de libros que me fui saltando mientras leía, páginas y páginas que me resultaron plúmbeas o inconsistentes y por las que simplemente crucé a paso de carga hasta alcanzar de  nuevo una zona más sustanciosa”. (Página 225)

 .. “Escribir es resistir. Supongo que el hecho mismo de vivir también es una cuestión de resistencia, pero de lo que no cabe duda es de que para escribir, sobre todo para escribir novelas, la tenacidad es más necesaria que el talento…” (Página 254)

 .. “Tengo debilidad por los libros raros. No me refiero a la rareza exquisita, a las primeras ediciones, a las encuadernaciones primorosas y demás libros con pedigrí, sino que hablo de la rareza plebeya, de aquellas obras que, por una razón u otra, se escapan de los cánones convencionales y resultan inclasificables”. (Página 102)

 .. “Este libro empieza con la siguiente frase: ‘El 5 de julio de 1996 mi hija se volvió loca’. Y a partir de ahí comienza el relato de un verano feroz, de un viaje aterrador al corazón de la oscuridad”. (Página 30)

 .. “Dicen que los escritores se pueden dividir entre aquellos cuya vida es más interesante que sus obras y aquellos cuyos textos son más interesantes que sus vidas. Me parece que en el caso de Stella Rimington a mí me gusta el paquete completo”. (Página 52)

 Soy fan incondicional de la Rosa periodista, de sus columnas y páginas publicadas en la prensa y también he leído algunas de sus novelas. Creo que estas reseñas, estos textos dedicados a libros de autoras y autores que se interpusieron en su camino y le causaron sensación, se parecen más a crónicas periodísticas; son ágiles ejercicios literarios donde conocemos algunos entresijos de las obras reseñadas y de sus autores que completan las pinceladas argumentales o las interpretaciones que la autora hace de algunos pasajes. El libro rezuma pasión lectora y una capacidad de relacionar hechos, acontecimientos, libros, autores, etc. de alto nivel.

  Hablando de Las mil y una noches (texto largo y jugoso en información), Rosa hace una propuesta interesante: “No hay emblema más bello y elocuente de la función de la narrativa y de la fantasía que esta historia oriental. De hecho, Sharazad debería ser nombrada la patrona oficial de los escritores, puesto que con su mera palabra, con su voz creativa, es capaz de poner orden al caos y luz a la negrura”.

Este libro de Rosa Montero es una pequeña luz que ayuda a entender algunas lecturas y que resulta ser una interesante guía de descubrimiento y selección de textos para quien quiera seguir sus pasos.

 Y por poner un pero final, a la hora de juntar en el libro textos escritos en diferente tiempo se podían haber evitado no colocar dos de ellos consecutivos con un inicio casi igual:

.. Decía el poeta William Wordsworth que el niño es el padre del hombre…” (primera línea, página 233)

El niño es el padre del hombre, decía Wordsworth” (primera línea, página 237).

P.D.: Mañana comienza un nuevo curso escolar. Después de este tiempo estival de vacaciones, los cuerpos están reparados, las fuerzas recuperadas, la moral alta y el desafío a gran nivel. Intentaremos hacer un trabajo memorable.

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