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LA PEÑA MONTAÑESA

Desde hace cuatro años, recibo a mediados de julio una invitación de Antonio Angulo (director del Diario del Altoaragón) para escribir un texto, de entre 2 y 5 folios de extensión, destinado a uno de los cuadernillos especiales de esa edición especial del periódico que hacen para el día de San Lorenzo. El texto que sigue es el que se publicó ayer, día 10 de agosto de 2008, en el Diario del Altoaragón, aunque allí, acompañado de una docena de fotografías. El lector y la lectora de estas líneas sabrán hacerse cargo de la situación e imaginar las instantáneas comentadas más abajo sin tenerlas presentes en este documento.

 

 

EN SOBRARBE, TODAS LAS MIRADAS APUNTAN A LA PEÑA… MONTAÑESA

 

Si hubiera que buscar un símbolo de la comarca de Sobrarbe, una marca de identificación, como se dice ahora, es muy probable que la inmensa mayoría de sus moradores elegirían la Peña Montañesa que, como un barco varado o como una diosa mitológica reclinada, guarda los sueños y hace fuertes a los montañeses de Sobrarbe. Con sus algo más de 2.200 metros se eleva al final de la Sierra Ferrera, como un farallón colgado sobre el valle del Cinca, pero visible desde otras muchas  partes de la comarca.

 Cuando miramos de frente a una gran montaña, tenemos en ocasiones la sensación de que también somos observados por el objeto de nuestra mirada. Esa sensación, probablemente, es la que justifica la complicidad creada entre las personas que habitan un territorio y algunos símbolos pétreos que se alzan altivos dominando el paisaje o sirviendo de intemporal referencia. En el catálogo fotográfico siguiente sobre la Peña Montañesa, se ofrecen algunos apuntes de la magia que destila, de su imperturbable rostro, de su imponente figura... mojada por la reciente lluvia, iluminada por el sol, casi tapada por las nubes o por la niebla, cubierta de nieve... y vista desde distintos puntos de nuestra comarca.

 

1. Empezamos nuestro recorrido por Labuerda. La torre de la iglesia, desde hace mucho tiempo, ha sido objeto de admiración por parte de quienes atraviesan nuestro pueblo. Recuerdo, de niño y de joven, con qué frecuencia paraban coches en la carretera, de los que salía una persona armada con una cámara para fotografiarla. En todas las fotos, la imponente torre salía beneficiada del telón de fondo, de la imagen de la Peña en la que se recortaba. La gente de Labuerda miramos a diario a la Peña, como una referencia constante, con una actitud de admiración y saludo.

 

2. Desde el ojo principal, el que permite la entrada, a la exconjuradera de San Vicente de Labuerda, una tarde de verano, contemplamos perfectamente la Peña Montañesa, coronada por nubes que no parecen amenazadoras. Algunas de las tormentas que, según la leyenda, se exconjuraron desde este lugar, es probable que bajaran de la Peña, amenazando los cultivos aterrazados de San Vicente. Quien diseñó este original templete supo orientarlo a la perfección para poder captar con nuestra mirada esta instantánea tan bien enmarcada.

 

3. Desde El Pueyo de Araguás, la Peña Montañesa se ve en primerísimo plano. Da la sensación de que sus estructuras calcáreas se van dulcificando y metamorfoseando en fértiles tierras de monte o de cultivo, a medida que se acercan a los pies del pueblo. Desde El Pueyo, la Peña se ve en todo su esplendor. En realidad, si la Peña Montañesa convenimos que es un colosal escenario, la gente de El Pueyo de Araguás ocupa una de las primeras filas del patio de butacas.

 

4. Subidos a la torre de “la catedral del Sobrarbe” (la espectacular iglesia de Santa Eulalia de Olsón) nos asomamos por el campanario y allá a lo lejos, en el horizonte, vemos recortarse de nuevo la Peña Montañesa. El día es soleado y la visión sin obstáculos llega con total nitidez. Cuando recorres Sobrarbe hacia el sur y te internas en el territorio del Viello Sobrarbe, no piensas que, después de subir y bajar cuestas, atravesar barrancos, tomar curvas a derecha y a izquierda, llegará un momento en el que se hará visible nuestra emblemática montaña y resultará hermoso disfrutar desde el campanario de una imagen tan lejana y próxima a la vez.

 

5. Un año, tuvieron que llegar los primeros días del mes de abril para que la Peña Montañesa cubriese la franja más alta de un manto blanco, nevado. Enmarcada entre dos jóvenes cajigos de la Plana de Labuerda, nuestro monumento pétreo adquiere una presencia majestuosa, con su cresta momentáneamente encanecida, con un penacho colocado allí por unas nieves tardías.

 

6. De una atalaya a otra. Abizanda es, sin duda, una atalaya privilegiada, desde la que mirar; especialmente cuando dirigimos nuestra mirada hacia el norte. Desde las cercanías de su torre legendaria, enfocamos la cámara hacia otra torre pétrea que vigila a los moradores de la comarca. La Peña coquetea con las nubes, que se esparcen por el cielo, una tarde de agosto en la que no acaba de formarse la tormenta, pero que nos regala una singular belleza.

 

7. Bestué guarda todavía uno de los aterrazamientos de laderas más espectaculares de la comarca, a pesar de que la mayor parte de los estrechos bancales dejaron ya de cultivarse por falta de gente, por falta de manos. Desde el camino a la montaña de Sesa, la peña cambia totalmente de fisonomía; es un pedrusco caído verticalmente en un mar de montes y una duda en el caminante venido del sur, que suele preguntarse: ¿dónde está la Peña Montañesa?...

 

8. Camino de Mirabal, un milagro cultivado donde parece imposible que nadie pudiera imaginar la domesticación de la naturaleza, la Peña Montañesa, enmarcada con este retorcido y viejo tronco de encina (de carrasca sobrarbesa), vuelve a tener la apariencia de pared imponente, de fortín inexpugnable, de castillo medieval en cuya cima se guarda un preciado tesoro o resulta ser la morada de un invisible dragón o el amargo hogar de una princesa cautiva...

 

9. El pantano de Mediano es el espejo en el que se mira la Peña Montañesa. Es el único lugar en el que ella, coqueta, algunos días de cielo transparente y aguas quietas, ve su rostro reflejado. El azul del agua remansada es continuación de las paredes azuladas del gigante de piedra que observa silenciosamente todo lo que ocurre en su entorno, que vigila el devenir de los sobrarbenses y su lucha diaria por la supervivencia, desde tiempo inmemorial...

 

10. Cuando subas a Puértolas, no olvides detenerte un rato y volver la vista atrás para contemplar la sinuosa serpiente de agua en que se convierte el Cinca. Desde lo alto, la Peña Montañesa es testigo mudo del sonoro descenso de las aguas que saludan a los distintos pueblos por los que el Cinca transcurre.

 

11. El núcleo de Escanilla, en primer término, abre esta panorámica del Pirineo Central. La Peña Montañesa está ahí delante, pero detrás de ella se extienden, en otro nivel superior, las imponentes Treserols y las Tres Marías; una barrera de crestas nevadas que nos separan o nos unen a Francia. La nieve es la esperanza del agua y, por tanto, la esperanza de la vida.

 

12. Y con esta imagen, pongo hoy punto final a este “homenaje” a la Peña Montañesa. El recorrido ha sido “circular”. Empezamos en Labuerda y terminamos en el citado pueblo (no en vano, es el mío). La instantánea final es una vista “semiclandestina”, de esta compañera omnipresente y cambiante. La he tomado desde mi lugar de trabajo, desde el sitio en el que estoy tecleando estas líneas y otras destinadas a distintas publicaciones. Es realmente un privilegio, estar sentado trabajando y encontrarse, al levantar la mirada con esta panorámica de la montaña más emblemática de Sobrarbe.

Cuando a un sobrarbés o a una sobrarbesa, vengan por donde vengan de viaje, se les hace visible la silueta de la Peña Montañesa, saben que han llegado a su casa, que aquello es territorio conocido y que estarán a salvo, protegidos por la altivez y la magia de la montaña, porque:

 

La Peña Montañesa

es un pétreo gigante

que protege y que vigila

a las gentes de Sobrarbe.

 

 

2 comentarios

Mariano -

Hola, Ainoa:

Me parece bien tu propuesta, así el primer día ya tenemos solucionado el tema. Un abrazo. Nos vemos pronto.

AINOA RIVAS -

La Peña Montañesa

es un pétreo gigante

que protege y que vigila

a las gentes de Sobrarbe

Es una de las contraseñas que podriamos hacer en el colegio.