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25 cumbre del clima

Cumbre del Clima en Madrid (I)

 Cabreado como un mono, desde que he visto la fotografía con las portadas de ocho periódicos nacionales (seguro que había más…), compradas por Endesa para lavar su imagen de empresa más contaminante del país. Justo el día que comienza en Madrid, y hasta el 13 de diciembre, la Cumbre del Clima bajo el lema «Tiempo de actuar», elegido por Naciones Unidas. ¡Cómo pueden bajarse los pantalones de manera tan indecente estos medios de (des)información? Yo, desde luego, estoy “en desa” cuerdo con esa sorprendente actuación de la prensa que va a informar de la citada cumbre.

 Entonces, me he acordado de que, hace ya décadas, algunos maestros y algunas maestras, teníamos esa preocupación por lo que estaba sucediendo en el planeta y tratábamos de incorporar a nuestro trabajo una visión preocupante y respetuosa, relacionada con el comportamiento humano hacia la madre Tierra. Tratábamos de que nuestro alumnado conociese las agresiones que se estaban produciendo y que fuera formándose un criterio y una toma de conciencia hacia ese problema que, ya entonces, se vislumbraba como grave… Han pasado casi treinta años y estamos en este punto que tanta preocupación genera. Elaboramos materiales para trabajar en el aula y, concretamente, quienes formábamos parte del Movimiento de Renovación Pedagógica “Aula Libre” publicamos un número doble de la revista (56/57 – enero de 1993), con 64 páginas, con el tema central dedicado a la “Educación Ambiental”, donde se relataban algunas experiencias de trabajo y se ofrecía un amplio repertorio de materiales alternativos para abordar el tema, para generar debate, para investigar…: poesía, imagen, prensa, música y canciones, humor, documentos, publicaciones periódicas y libro y lecturas…Entonces, como ahora, esos temas entraban dentro de la marginalidad, del voluntarismo pedagógico y se ha desaprovechado mucho tiempo para educar a los futuros seres adultos en una base ecológica, en una actitud respetuosa, en un compromiso activo para preservar la única patria que merece la pena: el planeta Tierra, que más que tantas cumbres, lo que necesita son compromisos firmes por parte de los gobiernos, las empresas, la ciencia y las personas, de un cambio de modelo energético y productivo, entre otras cosas. Ojalá se consigan acuerdos verdaderos y compromisos serios, aunque yo personalmente soy muy pesimista al respecto.

 (2 de diciembre de 2019)


Cumbre del Clima en Madrid (II)

Ayer comentaba el número especial de la revista Aula Libre, que editamos en enero de 1993, para tratar de llamar la atención sobre la necesidad de que la educación ambiental entrase en la escuela.

Centrándome en el colegio, en esa época, unas pocas personas nos organizamos como Grupo de Trabajo “Medio Ambiente” y pensamos que una manera de animar a fijar la atención, desarrollar temáticas propias, recoger experiencias, leer, investigar, divulgar, intercambiar etc. sobre temáticas de naturaleza y medio ambiente era crear un boletín periódico (decidimos que fuera trimestral) que fijara el trabajo realizado en las aulas y en el que participaran quienes se sintieran con ganas de afrontar ese pequeño desafío. El boletín se denominaba “AGUAS LIMPIAS” y llevaba por subtítulo “Boletín de la naturaleza y el medio ambiente”. En él tuvieron cabida la poesía, el dibujo, los libros de esa temática, las noticias relacionadas con el medio ambiente en Fraga, los trabajos en el huerto escolar, las aportaciones y visitas al museo escolar, la descripción de la fauna local, las salidas al medio natural, las excursiones de fin de curso si eran a centros de naturaleza o espacios naturales, las exposiciones colectivas de fotografías, libros, trabajos realizados.; los intercambios, el reciclaje, los refranes, los decálogos sobre la naturaleza, un estudio sobre el río Cinca que pasa por la ciudad, consejos sobre alimentación sana, cómo mejorar el entorno urbano, campañas de limpieza, etc., etc.

El número 1 apareció en marzo de 1994 y el número doble 19-20, en junio de 2000. En total, se generó un precioso libro de 258 páginas que es también, leyendo ahora los distintos boletines, una memoria sorprendente de trabajos realizados que encajarían en esa preocupación de llevar a las aulas la vida y la naturaleza; además de algunos contenidos típicamente escolares. La escuela no puede estar al margen de lo que ocurre fuera de ella y debe implicarse en ayudar a consolidar los avances sociales; a dar visibilidad a las problemáticas ambientales y humanas; a tratar de generar en el alumnado criterios propios, capacidad de análisis, conocimiento de lo que pasa en su entorno próximo y en el más alejado, ahora que hay herramientas para acercarnos a él… No quiero hacerme pesado, que ya estoy jubilado, pero esta cumbre del clima me ha devuelto las ganas de escribir para dejar constancia de que hace años intentamos abrir caminos sobre estas problemáticas y dedicamos esfuerzos a concienciar al alumnado y a sus parientes, pues el citado boletín (de 12 o 14 páginas, fundamentalmente) llegaba a todas las familias del centro, a través de sus hijos e hijas. Pero, como ya dije ayer, se ha perdido un tiempo precioso, porque estas prácticas nunca se generalizaron; como ocurre con la creación y mantenimiento de bibliotecas escolares o de fomento verdadero de la lectura; solo quienes estamos plenamente convencidos, nos dedicamos a ello, al margen de las coyunturas (que casi siempre suelen ser poco favorables), en cuerpo y alma. Que tengan buena tarde.

(3 de diciembre de 2019)

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