Postales de agosto III
Postales de agosto. 10. La ronda
Hoy, día 15 de agosto, se ha celebrado la Ronda de la bandeja (A ronda d´a bandeja); en realidad, cuando escribo esta postal, todavía se está celebrando, pues es un acontecimiento que empieza a las 11 de la mañana y acaba alrededor de las cinco de la tarde... Un grupo de músicos, con más o menos experiencia, acompaña al cantador-repentista que, en la puerta de cada casa, improvisa una copla metiendo en ella el nombre de la casa, el nombre o los apellidos de las personas e, incluso, alguna situación curiosa relacionada con ellos. Acordeones, saxos, violines, guitarras, en número superior a la docena, acompañan –como decía- al cantador. Los vecinos obsequian a la ronda y acompañantes con un porrón y unas bandejas de productos dulces o salados… De unos años a esta parte, ha variado esa costumbre y varias casa se unen y colocan su ofrecimiento gastronómico sobre una o dos mesas para que la gente, una vez interpretadas las jotas, pueda degustar las delicias que se sacan (siempre con gran éxito, a juzgar por cómo quedan los platos y las mesas… ¡Completamente vacíos!) Es frecuente ver al grupo de músicos y cantador en la puerta siguiente cantando, acompañados por un exiguo grupo de personas, mientras la mayoría sigue en la puerta anterior concentrados en terminar el contenido de platos y bandejas. Habría que estudiar esto, antes de que la Ronda de la Bandeja de Labuerda se convierta en punto de cita, no para escuchar la música de la rondalla o las habilidades compositivas del jotero, sino en una Ronda Gastronómica, donde puedes comer gratis y variado… Je, je, pero sigue la fiesta…
Postales de agosto. 11. Relajación.
Después de cuatro días de fiesta, lo que una persona de nuestra edad necesita no es un relajante muscular, sino un relajante mental: o una cura de silencio o algún efecto sonoro lejos de la estridencia (una especie de melodía amable, sugerente…) Aquí en Labuerda, no hemos encontrado nada tan relajante como sentarnos a las orillas del Cinca, mirar y escuchar el interminable discurrir del agua… Ayer tarde, sin ir más lejos, tomamos esa opción, una vez más y gozado de ese fluir melodioso del agua, que te envuelve y relaja el ánimo y el pensamiento… Hablaba también del silencio, imposible de conseguir en días de fiesta, pero muy accesible en determinadas circunstancias. Por ejemplo, anteanoche, una vez que finalizó la cena popular (unos 275 cenensales) y el bingo posterior, con mesas y sillas recogidas, empezó a llover… En principio, parecía que aquello no iría a más, pero la lluvia se puso pesada y perseveró hasta que retiró a la mayoría de los allí presentes hasta sus casas y silenció la famosa “disco-quieta”: ese invento diabólico que permanece toda la noche en el mismo sitio (no entiendo quién fue el melón que la llamó “disco-móvil” si no cambia de ubicación así esté sonando diez, quince o veinte horas…) Desde casa, una vez ocurrido todo lo anterior, se percibía un intenso silencio que –de tan agradable y deseado- nos supo a gloria. El agua del río y el silencio, los mejores relajantes naturales, cuando el ruido y la tensión obstaculizan la claridad de pensamiento y los niveles de ánimo…
Postales de agosto. 12. Labordeta
Hoy hace cuarenta años que José Antonio Labordeta dio su primer recital de canciones en Labuerda y en Sobrarbe. Lo hemos recordado en el número 140 de El Gurrión, escribiendo sobre aquel evento. En el año 2000 publiqué el número 5 de una pequeña colección de libritos en aragonés, con el título “Labordeta y Abuerda” (la colección se llamaba “O fogaril” y quedó momentáneamente cerrada con siete títulos diferentes). El librito en cuestión, como todos los de la colección tiene un prólogo en prosa y el resto de las páginas en verso; está ilustrado con ocho fotografías en blanco y negro.
Volviendo al número 5, empezaba así:
“Añada setenta y zinco,
agosto dimpués d´a fiesta;
plega ta o nuestro lugar
José Antonio Labordeta.
Fa diyas que corre a boz
qu´ixo pue trayer problemas;
se mermura, s´escazila,
unos dizen, atros cuentan…”
Han pasado los años con rapidez. Labordeta nos dejó hace un tiempo; mucho más tiempo hace que nos dejó también mi amigo José Mari Pardina, artífice de que aquella actuación tuviese lugar; y también nos han ido dejando otras muchas personas que agradecieron aquella primera actuación, que disfrutaron con ella, que sintieron que era un acto de valentía (aunque con el paso del tiempo, pueda parecernos algo menor)…
Cuando recordamos pequeños o grandes acontecimientos del pasado, se agolpan en nuestra mente las ausencias: los rostros difuminados de quienes nos acompañaron en nuestro periplo vital. Valga pues, el recuerdo de esta efeméride para tenerlos presentes. Labordeta se ha convertido ya en un santo laico (y no solo en Aragón), de modo que lo honraremos, rezando como él nos enseñó; quiero decir, mandando a la mierda a todos los sinvergüenzas que pueblan la política, la empresa, los bancos y este país en general. ¡Salud que no falte, que de lo demás nos sobra!!
Postales de agosto. 13. Viejos árboles
Árbol sombra. Árbol casa.
Árbol agua. Árbol abrazo.
Árbol aire. Árbol nido.
Árbol remo y árbol barco.
Árbol cuna y ataúd.
Árbol puente. Árbol cayado.
Árbol lluvia. Árbol arte.
Árbol vigía. Árbol descanso.
Árbol pájaro. Árbol aire.
Árbol monte y árbol campo…
Y aún podríamos alargar la lista…, de todo lo que un árbol nos suministra, nos ofrece, nos regala. Cada árbol viejo es una escultura natural única e irrepetible, que ha sido forjada por la tierra, el sol, el viento, el agua y el tiempo.
Hay personas que nos asombramos ante la majestuosidad de un viejo ejemplar solitario o de una arboleda con muchos años en sus raíces y sus copas. Sentimos que son testigos mudos del paso del tiempo, que los ha moldeado de una manera especial… Y si cada una de esas esculturas vivientes han necesitado decenas de años para adquirir esa forma y ese tamaño imponente, deberíamos pensárnoslo mucho antes de acabar con su vida, antes de cortarlos, porque harán falta otros tantos años para que el nuevo plantón llegue a ser como el que pretendemos o acabamos de cortar. En Fraga, al gobierno municipal que fue desalojado de la alcaldía en las pasadas elecciones, no le importó nada cortar todos los pinos de unos cincuenta años que había donde se han construido instalaciones deportivas y que parecía razonable que se hubieran dejado como estaban porque no da la sensación de que molestaran para nada, todo lo contrario. La misma suerte han corrido los plataneros de la pista en la que se va a construir un aparcamiento… Y aquellos tipos que ya no están en el ayuntamiento, han dejado también esta herencia: un perfil claramente arboricida; un desprecio considerable hacia los árboles y hacia las personas que apostaban y pedían el indulto… Realmente lamentable lo que pasa en este país: hay personas que desprecian la herencia vegetal que han dejado algunas personas que vivieron antes y no les importa actuar en contra de lo que sería razonable: la conservación de quienes nos ofrecen tanto a cambio de tan poco, los viejos árboles que deberían seguir entre nosotros...
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