Algún día tenía que ser. Hoy me apetece escribir y hablar de fútbol. No en vano, anoche, el Liverpool se clasificó una vez más para la final de la Liga de Campeones.
Uno, que anda ya alejado de vivir como un forofo los triunfos de un equipo determinado, disfruta de las aportaciones exquisitas, de las sutilezas que depara este deporte, en el que, como en todo en la vida, hay unos pocos artistas de primer orden. El famoso gol de Messi al Getafe, de hace unas jornadas, fue una obra de arte, no cabe duda. Con rapidez se le comparó con el de Maradona del Mundial de México; se hicieron montajes ingeniosos de imágenes y voz; se proyectaron los dos goles a la vez para poderlos comparar mejor... ¡Bueno, hay algunas diferencias que conviene tener presentes! Maradona marcó el gol en un Mundial de fútbol y, nada menos, que ante la selección de Inglaterra. Messi lo hizo en un partido de la Liga española al Getafe. Diego ya llegó a lo más alto; para sus miles y miles de incondicionales admiradores es DIosEGO Maradona. A Messi le queda mucho por hacer...
Pero volvamos al Liverpool. Su estadio se llama Anfield y a la entrada del estadio una placa recuerda “This is Anfield”. Decía su más legendario entrenador (Bill Shankly) que esa placa “Está ahí para recordar a los nuestros para quién juegan y para recordar a los rivales, contra quién van a jugar”. Dice John Carlin, en artículo publicado en El Pais (11.3.07), tras eliminar el Liverpool al vigente campeón de la Champions:
“Como toda buena religión, el fútbol tiene su Vaticano, su Meca. Se llama Anfield, el estadio del Liverpool. Si alguien lo dudaba antes del partido del martes contra el Barcelona, ya no dudará más. No era necesario estar ahí. Con verlo por televisión era suficiente para entender lo que se vivió allá esa noche. Fue una experiencia trascendental, en el sentido auténtico de la palabra. Uno oía a aquellas 44.000 almas coreando el himno del Liverpool, You´ll never walk alone (Nunca caminarás solo) y sentía una ola de solidaridad con la humanidad, una conexión con el universo, más allá de las banalidades materiales o los problemas familiares”.
En el mismo artículo, comenta Carlin que “los nuevos dueños del Liverpool, un par de multimillonarios norteamericanos bien mayores, presenciaron el partido desde el palco boquiabiertos. Tom Hicks y George Gillet son grandes amantes del deporte. Hicks tiene un equipo de béisbol y otro de hockey sobre hielo. Pero hasta la noche del martes no supieron lo que era el deporte de verdad, la grandeza del fútbol en su máxima expresión. “He visto muchos eventos deportivos en todo el mundo”, dijo Hicks al final del encuentro, “pero nada que se aproximara a esto”. “Nunca en mi vida”, dijo Gillet, “he visto u oído nada como esto”.
Sigue Carlin: “Un par de días después del partido, comentaba un amigo vasco seguidor de la Real Sociedad, que todos los que nos consideramos devotos del fútbol deberíamos hacer una peregrinación a Anfield, al menos una vez en nuestras vidas”.
He recuperado fragmentos de este artículo porque, como decía al principio, el Liverpool dejó anoche sin final a uno de sus máximos rivales en Inglaterra, al todopoderoso Chelsea del multimillonario Abramovich. Anfield estaba hasta la bandera y el público no dejó de cantar en todo el encuentro (y eso que se alargó con media hora de prórroga y siete lanzamientos de penaltis). Al final, cuando ya la clasificación para otra final estaba asegurada y el Liverpool tendrá la posibilidad de luchar por su sexta copa de Europa, todo el estadio seguía en su sitio y miles de gargantas entonaban en la noche “Nunca caminarás solo” (You´ll never walk alone). Fue un momento de felicidad, realmente hermoso; me sentí “Red”, me sentí “Rojo” y deseo que, pase quien pase esta noche (y ojalá lo haga el Manchester) a la final, espero que el Liverpool vuelva a ser Campeón de Europa porque es un auténtico equipo, sin estrellas rutilantes que eclipsen esos otros detalles importantes que, algunas noches, convierten al fútbol en un deporte especial: impredecible, colectivo y solidario, brillante, artístico, fuerte, pasional e incluso romántico... Con lo bien que cantan los aficionados “reds” no me extraña que esa ciudad sea, a la postre, la cuna de los Beatles.
P.D. 1.- Felicidades a Mercè que nació un 2 de mayo (nadie que nazca en un día histórico y revolucionario como éste, es cualquier cosa) y ya que hemos hablado de fútbol, hoy es también el cumpleaños de David Beckham a quien mucha gente conoce y que no les voy a presentar.
P.D. 2.- Hoy ha llegado Daniel de su viaje de estudios por las Canarias. Para redondear el asunto, llevaba puesta (y aún la lleva) una camiseta del Liverpool...
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