20 AÑOS DE BIBLIOTECA ESCOLAR
Ayer, 14 de marzo de 2008, se cumplieron VEINTE AÑOS de la apertura de la biblioteca escolar del CEIP Miguel Servet de Fraga al alumnado para la lectura, la consulta y el préstamo. Esto que hoy podría parecer un hecho cotidiano (y es triste que aún no lo sea), en la década de los ochenta era excepcional. De hecho, a la mayoría, la existencia de Bibliotecas Escolares les importaba un pimiento, puesto que ni siquiera las bibliotecas municipales estaban generalizadas ni consolidadas.
En nuestro colegio, algunas maestras y maestros tuvimos el convencimiento de que era necesaria y, cuando encontramos un espacio libre, lo acomodamos para ello. Ese momento llegó con la construcción de un aulario que venía a sustituir a algunos barracones infames, (también llamados “granja”, por los usos que habían tenido en el pasado). En la planta baja del edificio, había una habitación de 20 metros cuadrados que sólo tenía ventanas elevadas que ofrecían poca iluminación natural, pero no había otra cosa y fue allí donde quedó fundada la primera biblioteca escolar del centro. Como carecíamos de dinero y de mobiliario, pedimos al Ayuntamiento que nos cediera las viejas estanterías de la Biblioteca Municipal (que se había remodelado por aquellas fechas, ocupando las dependencias actuales del Palacio Montcada). Una brigada municipal instaló las viejas estanterías en dos paredes de la sala destinada a biblioteca y comenzaron a recibir los libros que, hasta ese momento, habíamos ido almacenando: una donación de la Dirección Provincial, unos pocos ejemplares de los que había en el colegio y aportaciones de algunas bibliotecas de aula, para empezar.
Compramos libro de registro y ficheros para ir haciendo fichas de los libros. Cada libro que entraba recibía un tratamiento completo: se registraba en el libro con un número correlativo; se le hacía una ficha de autor y otra de título; se le colocaba un sobre en el interior con una ficha de préstamo en el mismo. En el lomo del libro se ponía un gomet de color (como indicación de edad lectora) y una pegatina con el tejuelo. Terminado ese proceso, el libro se colocaba en la sección correspondiente para ser prestado.
El curso siguiente al de la apertura, comenzamos ya con nuestras actividades de dinamización y hasta hoy, no hemos parado. Y todo ello, sin proyecto pedagógico especial, sin dinero, sin apoyo generalizado..., pero con una gran determinación e ilusión en crear un equipamiento estable que mejorara las posibilidades lectoras del alumnado y la oferta educativa del centro.
Hay una gran cantidad de documentos interesantes de todo este tiempo: cuadernos con resúmenes de las reuniones del Seminario de Biblioteca, materiales elaborados, todos los boletines periódicos, artículos-memoria de cada actividad publicados en algunos medios, correspondencia con otros centros, organismos que se ocupaban de la lectura y las bibliotecas, etc. Todo lo que se guarda se puede consultar y va muy bien para refrescar la memoria individual y colectiva porque, curiosamente, en todos estos procesos, aparecen luego quienes dicen que ellos también estaban allí, confundiendo el verbo estar con el verbo parecer...
Diez años después de su “fundación” pudimos trasladarla a otra dependencia del colegio, más grande, más iluminada; un lugar mucho más acorde con lo que debía ser una biblioteca escolar, aunque lejos aún de lo que debería ser un espacio moderno con separación de ambientes de trabajo, con dotación multimedia... En la nueva ubicación, la biblioteca siguió creciendo y vivió la incorporación de las madres (también algún padre), como personas involucradas en una parte de su funcionamiento. En estos últimos años el trabajo en la biblioteca escolar se ha visto recompensado de muchas maneras: hay un reconocimiento externo a nuestras aportaciones que ayuda mucho a sostenernos: un ejemplo podríamos verlo en los textos del número 50 de Bibliotelandia; en las consultas y cartas que recibimos para pedirnos materiales o para pedirnos consejo o para agradecernos lo que hemos enviado generosamente. En 2004 recibimos una mención honorífica en los Premios Nacionales de Innovación Educativa y en 2006 recibimos el Primer Premio Nacional de Buenas Prácticas... La biblioteca escolar programa todos los años actividades de dinamización, aunque la principal es que está siempre abierta, actualizada y dispuesta para albergar a cualquier grupo clase que quiera acudir a trabajar con los materiales que allí hay depositados.
La biblioteca escolar es un equipamiento estable que funciona por sí solo. El mejor activo puede que lo constituyan la veintena de chicas y chicos de sexto de Primaria que, cada curso escolar, voluntariamente, se ocupan de atender cada día a quienes acuden a formalizar préstamos o devoluciones de libros y a ordenar los estantes y a cuidar los libros. La gente del Seminario de Biblioteca y Literatura Infantil seguimos, año a año, insuflando energía y proponiendo nuevos retos para que no pierda dinamismo y mantenga su efecto sorpresa, pero lo que querríamos es que cada persona, de las que formamos la comunidad escolar, sintiéramos que es patrimonio de todos, porque un patrimonio debería ser motivo de orgullo, de conocimiento, de divulgación, de uso y de cuidado. Seguiremos empujando...
VEINTE AÑOS. VEINTE SUEÑOS. VEINTE CURSOS. VEINTE VUELOS.
P.D. Hoy comienzan las vacaciones de semana santa; unas tempranísimas vacaciones que han dejado un mini-trimestre y que anuncian un “maxitercer trimestre”, ajenas a la racionalidad y sustentadas en viejos calendarios religiosos que no tendrían que marcar la forma de organizarnos socialmente. El lunes, algunos niños y niñas serán llevados, de nuevo, a algunos colegios, a “disfrutar” de las colonias escolares... Otra vez se quedarán “sin vacaciones”, de aquellas de vaguear, andar por la calle y cambiar de geografía... Cada vez estamos peor...
7 comentarios
Mariano -
Gracias, Antonio.
José Luis Sampedro -
"Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.
Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos."
Mariano -
Damián -
Fraga he leído en tu blog "gurrión" que el pasado día 14 se cumplieron 20
años de la biblioteca de tu cole. Pues mi más sincera enhorabuena. No
te deseo otros veinte, porque imagino que preferirás dedicarte al
huerto en unos años, pero sí que la biblioteca funcione como lo ha
hecho.
Fina -
MUCHAS FELICIDADES MARIANO, estos años los ha cumplido (sobretodo)gracias a tí.
José Luis -
Un abrazo.
merce -