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Reseña de "Mujeres", de Andrea Camilleri

“Mujeres” – Andrea Camilleri. Traducción de David Paradela López - Ed. Salamandra. Barcelona, 2015 – 201 páginas.

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Angélica – Antígona – Beatriz – Bianca – Carla – Carmela – Carmen – Desdémona – Desideria – Elvira – Francesca – Helena – Helga – Ilaria – Inés – Ingrid – Juana – Kerstin – Louise – Lulla – María – Marika – Nefertiti – Ninetta – Nunzia – Ofelia – Oriana – Pucci – Quilit – Ramona – Sofía – Teodora – Úrsula – Venus – Winnie – Xenia – Yerma – Yolanda – Zina.

Treinta y nueve nombres de mujer. Treinta y nueve relatos cortos; cada uno, protagonizado por una de ellas. No tienen nada en común; son relatos o más bien, breves retratos, de mujeres que, según el autor, por una u otra razón, han sido importantes en su vida. Hay mujeres soñadas, mitológicas, literarias, de carne y hueso... Camilleri, el padre literario del comisario Montalbano, escribe y presenta esta larga lista, en riguroso orden alfabético para cantar y dejar constancia del rico, variado y sorprendente universo femenino, según su particular concepción y percepción, claro.

Y ya en la primera biografía –la dedicada a Angélica-, el autor nos hace una curiosa confesión, de la que transcribo solamente la primera parte de la misma: “Aprendí a leer con soltura a los seis años. Y desde entonces no he dejado de hacerlo. Mi primera lectura fue una novela de Conrad, La locura de Almayer, tras solicitar y obtener el permiso de mi padre para echar mano a los libros de su biblioteca. Mi padre no era un intelectual, pero tenía una afición especial por las buenas lecturas. Devoré sin orden alguno a Conrad, Melville, Simenon, Chesterton, Maupassant y, entre los italianos, a Alfredo Panzini, Antonio Beltramelli, Massimo Bontempelli...”

Un lector precoz, como Andrea Camilleri, nos invita a sumergirnos en la lectura de estas breves pinceladas femeninas, con un catálogo de relatos de lo más variado. Por ejemplo, llama la atención la frialdad de Desideria, “deseada por todos y que no alimentaba deseo alguno por nada” y que murió cuando parió a su primero y único hijo. Sorprenden las dos Elviras, su abuela materna que dialogaba habitualmente con los objetos o que, sin pelos en la lengua, la víspera de cocer en el horno de leña pan para toda una semana, anunciaba con total desenvoltura: “- Mañana por la mañana voy a fornicar”, aplicando el significado del verbo a su trajín en el horno... y la otra Elvira, su editora, a quien Camilleri consideró siempre como el ejemplo supremo de la mujer siciliana: “reservada, tenaz, determinada, firme en sus convicciones y dispuesta a luchar por ellas, y al mismo tiempo dulcísima, generosa, comprensiva, de una gran sensibilidad”. En el capítulo dedicado a Ingrid, confiesa Andrea Camilleri que “en homenaje a la libertad, la espontaneidad y la pulcritud moral de Ingrid quise que la amiga extranjera de mi comisario Montalbano fuese sueca y se llamase como ella”. Ingrid, estudiante sueca, conoce a Camilleri en Copenhague y, tras las conferencias y ya en la cena le dice la joven y bella muchacha: “-Esta noche, si te apetece, me gustaría pasarla contigo”...Louise es el nombre de una bailarina de primer orden que también participa en algunas películas y de la que el autor escribe: “Preciosa, con un cuerpo admirable, piernas a la vez suaves y nerviosas de bailarina de primera clase, dotada de inteligencia y de una gran personalidad, tenía todos los números para triunfar en el Hollywood del cine mudo”... Cuando nos habla de Marika, nos lleva a los años 40 del pasado siglo hasta su pueblo. El propietario de la cafetería Ruoppolo, para desbancar a la competencia, la cafetería Castiglione que ofrecía unos helados inigualables, hace venir de Trieste a una bella veinteañera, lozana y pelirroja y la puso a servir en su cafetería con una ropa sugerente. Eso hizo que todo el personal masculino se olvidara de los helados “castiglione” y prefiriera los “ruoppolo” (así de fuertes eran las convicciones masculinas), pero la camarera se enamoró de un oficial de marina y dejo el trabajo, por lo que la clientela regreso al primer establecimiento... Tras un periodo de espera, el señor Ruoppolo hizo venir, también desde Trieste, a otra chica de nombre Marika y su cafetería volvió a llenarse. Uno de los clientes, Renzino, que aún no había cumplido los dieciséis años, se enamoró perdidamente de Marika..., y ya el resto queda para los lectores y lectoras del libro. La que acaba llamando Yerma, como la protagonista lorquiana, es presentada por Camilleri de la siguiente manera: “Cuando era pequeño y pasaba largas temporadas en el campo con los abuelos, todos los viernes por la tarde, sin falta, veía aparecer en la alquería a una vieja andrajosa y sucia, vestida enteramente de negro, que venía a pedir limosna...”

Zina es la última mujer retratada. Venía de un país del Este y trabajaba de asistenta de un hombre mayor que estaba durmiendo en un camarote del ferri Nápoles-Palermo. Su historia, aunque tenía menos de treinta años, era la de una mujer, hija de campesinos, que fue violada por su padre y sus dos hermanos y, tras padecer un catálogo amplio de brutalidades y abusos había conseguido dejar atrás a su familia, aunque no le fue mejor para obtener el permiso de entrada en Italia o el de residencia o para encontrar vivienda, trabajo, etc... Una historia continuada de “trueques” en los que su cuerpo era lo único que podía ofrecer... Un último relato que deja el sabor amargo de los abusos que tantas mujeres han sufrido y aún sufren por parte de una sociedad que sigue siendo –a pesar de algunos avances-, prepotente y machista.

Un libro de estas características es complicado de resumir, pero, en todo caso, viene avalado por un escritor curtido y lleno de recursos y, desde luego, merece la pena ser leído. He elegido, al azar, unos pocos relatos para abrir boca, contando solo alguna pincelada.

Sus protagonistas son todas diferentes, con comportamientos y actitudes ante la vida que nos hacen emocionarnos, pensar y admirar. Hay relatos donde prevalece el sentido del humor y otros en los que reina la tragedia; hay mujeres festivas y mujeres de poderosa personalidad; hay un fino erotismo en algunos relatos e historias crudas que nos enojan. Todas juntas forman un atlas femenino rico, variado y muy atractivo. ¡Léanlo!

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