BARRANCOS, FILOSOFÍA Y ABCDARIO
Decía hoy Mercè que el barranco por el que transitábamos era como una metáfora de la vida: “Hoy hemos elegido el barranco más grande, el más ancho; podríamos pensar que el más cómodo para caminar y resulta que, hasta ahora, es el que nos está resultando más complicado de todos los que recorremos: hay desmontes, un suelo tremendamente irregular, mayor exposición al sol, muchas piedras y acumulaciones de gravas…En la vida, en ocasiones, tomamos las decisiones, aparentemente más fáciles y luego descubrimos con desasosiego que aparecen dificultades y problemas en número muy elevado. Por el contrario, circular por los barrancos estrechos nos ha deparado frecuentemente sorpresas agradables, ensanchamientos inesperados, suelo limpio, ninguna dificultad para caminar, más frescura… Elegir lo difícil, lo alternativo, lo que no parece aconsejable, ofrece un margen de sorpresa que en muchas ocasiones nos resulta atractivo, sorprendentemente amable e interesante. En realidad, en la vida como en los barrancos, casi nada es lo que parece…” Y además dice Mercè que “estos paseos matinales por estos espacios me dan serenidad, me centran para el resto de la jornada…”
¡Vaya, que no esta nada mal, para comenzar el día, esta lección de filosofía!
El caso es que, con todo lo anterior, me he animado y les voy a dedicar el siguiente ABCdario a los barrancos amigos, a esos espacios naturales que nos permiten hollar su suelo con nuestras pisadas y que nos animan cada mañana a levantarnos pronto para recorrerlos, aprovechando ese fresco tan agradable que se irá borrando a medida que avance el día.
Agua: escasa si hace días que no ha llovido y, en muchos tramos, filtrada y desaparecida de la superficie. Protagonista de hermosos reflejos allí donde se embalsa, aunque sea en pequeña cantidad.
Barro: el que encontramos intermitentemente y donde quedan marcadas las huellas de algunos animales que merodearon por allí la noche anterior.
Cabañetas: piñas de pino, en castellano, que se amontonan en algunas curvas del cauce, arrastradas tras la última tormenta.
Dudas: las que se despejan tras cada recodo del camino, tras cada curva del cauce que hace invisible el tramo siguiente, en nuestro afán por remontar estos cortes naturales de las laderas.
Excrementos: frecuentes a lo largo del camino, de aves y de mamíferos, principalmente; su lectura permite conocer quién habita esos parajes.
Fósiles: especialmente pistas fósiles impregnadas en las rocas depositadas en el fondo de los mismos; fáciles de fotografiar.
Gay: arrendajo, ave “avisadora” de nuestra llegada. Guardián del bosque.
Huellas: de distintos animales que recorren también esos parajes o que los tiene como hábitat cotidiano. No sólo las “patadas” en el barro, también plumas, jirones de lana, huesos mondos y lirondos, excrementos…
Imágenes: con las que se llena la retina en cada paseo. La luz, el ángulo con el que miramos, la oportunidad de levantar la vista en un momento determinado, configuran un caleidoscopio rico y variado de imágenes acumuladas.
Jabalíes: nunca vistos, pero frecuentemente presentidos. Las huellas de sus pezuñas alrededor de las balsas pequeñas, los troncos donde se rascan o los “revolcaderos” húmedos son fácilmente visibles y testigos de su presencia nocturna.
Líquenes: abundantes en troncos de árboles y sobre las piedras; algunos de ellos con formas y colores realmente vistosos.
Madera: se encuentran, con frecuencia, fragmentos de madera, pelados, retorcidos, moldeados por el arrastre, con formas zoomorfas curiosas y de interés.
Nadie: es posible compartir camino con otros andadores matinales, pero sólo hasta que iniciamos el desvío del camino principal o carretera. A partir de ahí nunca nos encontramos con nadie.
Obstáculos: los habituales en estos casos: piedras grandes, acumulaciones caóticas, desprendimientos… Todos salvables, por el momento.
Paredes: de aterrazamientos de laderas para ganar tierra de cultivo. Testigos de otra época, de otra forma de entender la vida y de cubrir las necesidades.
Quercus: en referencia –sobre todo- a los robles y encinas (caixigos y carrascas) que crecen a los lados de los cauces y que son del género “quercus”; también la coscoja (coscollo).
Renacuajos: abundantes en las pequeñas balsas del cauce.
Silencio: cuanto más subes, más te alejas de los ruidos, hasta que te paras, te sientas sobre una piedra y sólo oyes tu propia respiración y tus latidos. ¡Maravilloso!
Tomillo: siempre un regalo para el olfato, una vez que lo hemos desgranado entre nuestros dedos.
Umbría: en algunos puntos y, tras la lluvia, una sensación de fresco y de sombra y de poca luz…
Vida: la que se ve y la que se intuye por los restos y las huellas.
Yerbas y flores, jalonando el cauce y poniendo una nota de color y de agradables aromas a buena parte del recorrido.
Zigzaguear: inevitable acción de caminar recorriendo, especialmente, la parte alta de los barrancos, llenos de curvas.
Como es verano, uno tiene tiempo para éstas y otras cosas y sobre todo para vivir con más calma, con más pausa, disfrutando de lo pequeño, de lo que nos rodea, de aquello que no tenemos tiempo de mirar, de lo que el resto del año pasa casi desapercibido por la velocidad a la que nos hace circular la vida.
7 comentarios
Rosa López -
Mariano -
Lo de los ABCdarios se me ha pegado como el sudor a la piel, como el amor al humor y me gusta, de cuando en vez, resolver estos desafíos alfabéticos que tanto gustan a mis amigas y amigos.
Un abrazo y buen verano.
Fina -
Ayer "tus chicas" cuenta-cuentos hicieron su última representación (por ahora)en el centro Atades de Fraga, como siempre: TRIUNFARON..:):)
Un saludo
kamile -
Hasta otra.
José Luis -
Mariano -
Cada mañana que recorremos los barrancos, vemos el cielo reflejado en los charcos.
Cuando olemos el romero se nos arruga la nariz y se nos estira el cuello.
Las hojas del tomillo las picotean los pajarillos; en cambio la del boj dicen que es buena para la voz.
Con las agujas del enebro cose los botones Don Cuervo Negro y con los frutos del endrino hace mermelada el padre armiño...
Si es que no tenemos remedio... Ni en verano nos damos tregua...
"Y me han dicho que en Benidorm han visto en la playa a una Rosa del Nalón". ¿Tú sabes algo? Un abrazo.
Rosa Serdio -
Esto de pensar en voz alta cuando hay tanto silencio es el peligro que tiene. Siempre hay una oreja pegada a un playa en cualquier costa que recibe todo lo que se piensa.
NOTA:El GAY,ese arrendajo esquivo, es el GLAYU que muestra cuando el bosque está en plena forma.Un guardián de los pensamientos que os lleva un beso de colores a Mercedes y a ti. Rosa