SREBRENICA
Hoy se cumplen diez años de la caída de Srebrenica, que precedió a la matanza más grave cometida en suelo europeo desde el final de la II Guerra Mundial. Más de 8.000 musulmanes, la mayoría hombres de entre 16 y 60 años, fueron asesinados en siete días, del 12 al 19 de julio de 1995, por las tropas serbobosnias de un general sanguinario (que todavía no ha sido capturado y enviado a la justicia), de nombre Ratko Mladic.
Leer hoy los testimonios de algunos supervivientes es adentrarse en el pozo más oscuro y profundo de la maldad humana. Maldad que no conoce límites y que convierte a algunos representantes de la especie humana en seres abominables, capaces de urdir las mayores atrocidades para provocar y prolongar el sufrimiento de sus congéneres. Los países europeos civilizados miraron para otro lado y tienen una alta cuota de responsabilidad en que la ciudad de Srebrenica haya entrado en ese catálogo infame de ciudades devastadas por el odio y el instinto asesino de algunos seres llamados humanos, pero que son una vergüenza para la humanidad.
Sólo quería recordar esa fecha, para contribuir a que no caiga en el olvido, e invitar a que lean el periódico estos días, para rememorar un acontecimiento triste que no debería volver a repetirse.
No obstante, sabemos que no todas las vidas valen lo mismo. Por ejemplo, ¿alguien sabe cuántos iraquíes han muerto desde que se produjo la invasión del país por tropas de la coalición? O ¿cuántos han muerto desde que se decretó el famoso final de la guerra? Por aquí contamos a nuestros muertos con detalle, pero en otras partes, los bombardeos, los atentados, las explosiones, producen decenas de muertos, día tras día y escuchamos el dato con rostro imperturbable, acostumbrados a la cuota diaria de destrucción y de muerte, como si fuera algo inevitable y normal. Pensar en todas estas cosas sólo me produce asco y vergüenza.
Leer hoy los testimonios de algunos supervivientes es adentrarse en el pozo más oscuro y profundo de la maldad humana. Maldad que no conoce límites y que convierte a algunos representantes de la especie humana en seres abominables, capaces de urdir las mayores atrocidades para provocar y prolongar el sufrimiento de sus congéneres. Los países europeos civilizados miraron para otro lado y tienen una alta cuota de responsabilidad en que la ciudad de Srebrenica haya entrado en ese catálogo infame de ciudades devastadas por el odio y el instinto asesino de algunos seres llamados humanos, pero que son una vergüenza para la humanidad.
Sólo quería recordar esa fecha, para contribuir a que no caiga en el olvido, e invitar a que lean el periódico estos días, para rememorar un acontecimiento triste que no debería volver a repetirse.
No obstante, sabemos que no todas las vidas valen lo mismo. Por ejemplo, ¿alguien sabe cuántos iraquíes han muerto desde que se produjo la invasión del país por tropas de la coalición? O ¿cuántos han muerto desde que se decretó el famoso final de la guerra? Por aquí contamos a nuestros muertos con detalle, pero en otras partes, los bombardeos, los atentados, las explosiones, producen decenas de muertos, día tras día y escuchamos el dato con rostro imperturbable, acostumbrados a la cuota diaria de destrucción y de muerte, como si fuera algo inevitable y normal. Pensar en todas estas cosas sólo me produce asco y vergüenza.
4 comentarios
Juan Carlos vesalio -
Gracias
Daniel -
Mariano -
Acabo de llegar de Barcelona, por donde hemos pasado un par de días, tras venir de la playa y voy (vamos) camino de Labuerda. Mañana recogeré ejemplares del número 82 de Aula Libre en la imprenta, para enviarlos a todos los suscriptores y suscriptoras. En ese ejemplar hay un artículo de 11 páginas en las que hablo de la experiencia de este blog y publico cinco textos, junto con los comentarios pertinentes, aparecidos en el bolg.
Me gustaría tener tu dirección postal para mandarte alguna cosa este verano. He puesto mi correo electrónico para que me mandes un correo y me la hagas llegar.
Te mando un fuerte abrazo, junto con dos deseos: que pases un verano muy agradable y que te vaya todo muy bien.
Daniel -