Viaje de ida a Albelda y de vuelta a Tamarite
El pasado jueves, festivo en ésta semana denominada por el ingenio popular como “semana de la margarita”, viajamos con Mercè hasta tierras de la Litera. El día prometía porque, después de largas e interminables jornadas de niebla en Fraga, amaneció plácido y soleado. Llegamos a la localidad de Albelda y nos sorprendió el silencio con el que nos recibió y la ausencia casi total de personas por sus calles… Íbamos hasta allí atraídos por algo que habíamos leído hace tiempo en prensa y que confirmamos a través de Internet: la existencia de una red de “aljubs y sies” que podían visitarse y que se habían estudiado y recuperado hace unos años.
De hecho, pudimos leer esta información en una web dedicada a la localidad: “Existe un gran número de aljibes (aljubs) o depósitos para el agua excavados en roca arenisca, entre los que destacan los de la zona de Pedreula, que se remontan a la Edad del Bronce; junto con los silos (sies) o receptáculos para guardar el grano de la cosecha, como las del "Camí Escombrius", de época medieval, que forman parte de su patrimonio artístico. Todos estos elementos se pueden visitar recorriendo la "Ruta d’aljubs i sies", preparada para realizar senderismo o pasear en bicicleta”.
Dimos con ellos y comenzamos la ruta. Su estado de conservación no es el más adecuado para que el personal se anime a visitar estos sorprendentes vestigios del patrimonio etnológico, pero se ve perfectamente su estructura y se adivina su misión. Las formaciones de roca arenisca cedieron hace siglos al trabajo paciente e indesmayable de los habitantes de esta comarca que, ante la escasez de agua, “cortaron” la roca y construyeron estanques que recogían el agua de lluvia. Por otra parte, en un más difícil todavía, horadaron el interior de las pequeñas elevaciones areniscas y arcillosas y crearon auténticas tinajas de piedra, de grandes dimensiones, que sirvieron de silos para guardar el grano de las cosechas. Como he dicho, realmente sorprendente. Uno lamenta que para cerrar las bocas, perfectamente circulares de estas “sies” se haya puesto “tirado” encima de ellas, una especie de “palot” pequeño, de esos que vemos en la base de un montón de ladrillos o de baldosas o de sacos llenos de alguna mercancía… y que manipulan de aquí para allá esos monstruos mecánicos, denominados “toros” y que podemos ver en los almacenes de productos de construcción o de fruta.
No entendemos de rentabilidades turísticas, pero es complicado que, tal como están, pueda invitarse a que se visiten y, por otra parte, es un patrimonio arqueológico y etnográfico muy singular, digno de divulgarse.
Desde hace unos años, Albelda es más conocida por la popular "Festa del Tossino", que suele reunir a miles de personas (en una población de unos 900), un fin de semana del mes de enero y donde los visitantes se ponen tibios de productos derivados del cerdo. Aprovechando ese gentío, podría pensarse en explorar y explotar esa riqueza arqueológica heredada de otros tiempos.
Aún nos topamos con otros puntos de interés en la localidad y hasta ellos nos acercamos para conocerlos un poco mejor: “Dentro de la Villa, destaca la Iglesia Colegiata de Albelda, dedicada a San Vicente, de estilo gótico tardío del siglo XVI, con una única nave cubierta por una bóveda de crucería, capilla entre los contrafuertes y ábside poligonal. Otros monumentos de interés son las ermitas dedicadas a San Roque y San Sebastián. Esta última corona la Villa desde la cima del cerro sonde está enclavada. La ermita de san Roque, se encuentra a dos kilómetros del casco urbano”.
Si hablamos de curiosas coincidencias, éstas tampoco están nada mal. Primero que la iglesia esté dedicada a San Vicente, siendo yo de Labuerda y existiendo al lado mismo de mi pueblo otro núcleo de población llamado San Vicente de Labuerda y en segundo lugar que las dos ermitas de Albelda estén dedicadas a los dos santos que “patronean” las fiestas de Labuerda: Sebastián y Roque. Las dos se hallan bien separadas entre sí, pero con el coche las distancias son cortas. Visitamos la de “Sant Roc”, construida sobre un primer emplazamiento del siglo XVI, en territorio llano, rodeada de campos de cultivo y de bancales de frutales y con fuerte desgaste en sus paredes de piedra arenisca que el viento, la lluvia y los años han erosionado considerablemente y ascendimos por una empinadísima cuesta hasta la de “Sant Sebastià (XVII-XVIII)”, uno de los puntos más elevados del término municipal y desde el que se divisa toda la población.
Y, antes de dejar dicho término, tras la visita a la ermita nombrada de Sant Roc, nos acercamos, utilizando sobre todo la intuición, hasta la “Sabineta”. Sin duda, un árbol singular, una sabina que –según hemos leído- se calcula que debe tener una edad cercana a los 3.000 años (que no sé yo cómo se calculan esas cosas). Incluso se añade que puede ser una de las sabinas más antiguas de Europa. Pues está en medio de un campo de alfalfa, cerca de una línea de aspersores de riego, sin ninguna protección especial… Sin duda, un monumento natural que fotografiamos a nuestro gusto.
Desde allí, cuando la hora de comer empezaba a estar próxima, nos dirigimos a Tamarite, la capital de la comarca de la Litera. Pasamos por la localidad cada vez que viajamos a Figols de Tremp, pero no solemos detenernos, salvo fugazmente a comprar pan y otros productos similares: coca, pastas… en pleno viaje.
Esta vez recorrimos algunas calles de la parte interior de la villa, alrededores de la colegiata, calle Mayor… Toda una zona que contrasta con el paseo central por hallarse en una situación más delicada: casas deshabitadas, algunas en estado casi ruinoso, solares como resultado de derribos, proyectos anunciados de rehabilitación no acometidos… Regresamos al Paseo y buscamos sitio para comer. Y comimos muy bien. Los paseos matinales por Albelda nos abrieron el apetito y el restaurante “El Forn” hizo el resto. Terminada la comida, recorrimos el paseo hasta el monumento a Joaquín Costa para hacer unas fotos del mismo, en este año en el que se celebra el centenario de su fallecimiento.
El caso es que, por estas mismas fechas de 1976, recién terminado el servicio militar, acudí a Huesca, a la -entonces denominada Delegación Provincial de Educación y Ciencia- a pedir destino provisional, y me ofrecieron ir a Sabiñánigo o a Tamarite. Elegí esta última localidad, porque pensé que estaría mejor comunicada con transporte público para poder ir y venir desde Labuerda y me incorporé (creo recordar) el 13 de diciembre de ese año. Permanecí en Tamarite hasta el 30 de junio de 1977. De modo que para mí, Tamarite no es un territorio desconocido, aunque sí es cierto que me cuesta ordenar los recuerdos, porque quedan un poco lejanos. No obstante voy a utilizar esa fórmula de los “meacuerdos” para tratar de componer un puzzle de aquel tiempo.
Me acuerdo que la escuela estaba en dos edificios separados. Me acuerdo que casi todos los días debía caminar de uno al otro para impartir clases o hacer sustituciones. Me acuerdo que era el más joven del colegio, con mis 22 años. Me acuerdo que, como llegué con el curso empezado, mi horario fue siempre provisional y susceptible de ser modificado con las mencionadas sustituciones. Me acuerdo que lo más raro que tenía que hacer era dar clase de religión en 8º de EGB. Me acuerdo que hablábamos de la vida. Me acuerdo que me trataron muy bien en el colegio. Me acuerdo que me hospedaba en la Fonda Amella. Me acuerdo que empecé en una habitación grande, donde pasaba las tardes escribiendo con mi “Olivetti Dora” coplas inventadas, pequeños poemas teñidos de fiebre autonómica y aragonesista. Me acuerdo que aún guardo esas cuartillas escritas con aquella máquina. Me acuerdo que después de las navidades pasé a compartir habitación con el amigo Alberto Pavón que trabajaba en el Banco de Huesca. Me acuerdo que con Alberto íbamos muchas tardes a merendar a Binéfar. Me acuerdo que algunos días después de comer me tumbaba en la cama de la habitación a escuchar música y dos tardes me quedé dormido y me desperté cerca de las cinco. Me acuerdo de algunos maestros y maestras: Mariano, Tomás, Ramón, Modesto, Ana, Puri… Me acuerdo que al año siguiente me escribieron una bonita carta colectiva que aún conservo. Me acuerdo que Tomás y su mujer tenían una librería y yo iba a verlo muchas tardes y charlábamos mucho. Me acuerdo que Tomás era de Bello (Teruel) y me contaba cosas de su pueblo que yo anotaba en diversos papeles. Me acuerdo que años después recibí la noticia del fallecimiento inesperado de Tomás. Me acuerdo que Ramón Monedero, natural de L´Aínsa, me subió un sábado a Labuerda, de propio, con su coche. Me acuerdo que el club de fútbol Tamarite fichó a algunos jugadores con quienes yo había coincidido en el Boscos de Huesca. Me acuerdo que una tarde-noche se presentó en la fonda el Presidente del club y algún directivo más interesados en ficharme porque les habían hablado de mí los antiguos compañeros del Boscos. Me acuerdo que ya entonces había decidido no volver a jugar salvo los partidos de solteros contra casados en las fiestas de mi pueblo y les agradecí el interés, pero mi respuesta fue negativa. Me acuerdo de Ramón, que trabajaba en Extensión Agraria y con el que me fui un fin de semana a Ejea de los Caballeros a celebrar la Fiesta del Agua. Me acuerdo que la fiesta la celebraron bebiendo sobre todo vino y en abundancia. Me acuerdo que por la noche fuimos a cenar conejos a Tauste y de allí a Zaragoza, con un seat 1430 “supermirafiori”, volando literalmente por aquellas carreteras a las tantas de la madrugada. Me acuerdo que iba con otro muchacho detrás y los dos pensábamos que nos íbamos a matar. Me acuerdo que el amigo Ramón desapareció por la noche y no lo volví a ver hasta el día siguiente al mediodía. Me acuerdo que de regreso, paramos en el cuartel de Barbastro a recoger un certificado de haber impartido “Extensión cultural” durante la mili, para canjearlo por un punto en la Delegación de Educación. Me acuerdo que asistimos a varios mítines de partidos políticos, en vísperas de las Elecciones generales de junio de 1977. Me acuerdo del que hizo el PCE en una de las dependencias del colegio: la sala estaba llena de gente y había un ambiente tenso, pero muy expectante. Me acuerdo que fuimos a uno en un cine de Binéfar y no creo que hubiera más de ocho asistentes, para un aforo de más de 300. Me acuerdo que algunas personas con las que tuve relación en aquel tiempo se han borrado involuntaria e irremediablemente de mi memoria. Me acuerdo que el grupo de jotas Alma Literana actuó un par de veces en las fiestas de Labuerda de aquellos años. Me acuerdo que era cuando yo estaba en la Comisión de Fiestas. Me acuerdo que para ir a Barcelona, lo hacía con el tren desde Binéfar. Me acuerdo de las rondas de vinos y tapas con Alberto, Ramón y Miguel Ángel; a veces Ana, María Jesús y Puri, por los tres bares de la localidad: Amella, Joanet y Toro. Me acuerdo de Isabel Tenaille que conducía un programa de éxito al mediodía en TVE...
4 comentarios
Mariano -
José Mª Salas -
Un abrazo
Mariano -
Imaginas bien Eran tiempos en los que no se controlaba el alcohol bebido y el que conducía iba bien servido. Íbamos cinco en el coche y todos se conocían menos yo que acababa de cenar con ellos, venido del otro lado de la comunidad autónoma, y puesto en sus manos por el amigo de Tamarite que se había largado con una antigua novia ¡Jo!, es que ahora lo pienso y me da la risa, pero aquel viaje de ida y vuelta a Zaragoza no creo que se me olvide nunca. Pensaba que no la contábamos aquella noche. Y este día, en Tamarite se me agolparon los recuerdos y he tenido que escribirlos para vaciar un poco la memoria exaltada Cuando llegue ese misterioso y sorpresivo paquete, te avisaré. Un abrazo.
Silvialuz -
Qué lindos recuerdos atesoras! y qué bien los cuentas! En mi mente ya te veo espantado por la velocidad en aquél Seat rumbo a Zaragoza, jaja.
No pierdo las esperanzas de ver las fotos, el "feis" hace esas trampas a veces, otro intento en la vacaciones con más tiempo, quizá. Qué suerte que Mercè te sigue en tus incursiones, supongo que lo habrán pasado muy bien.
Ya partió el paquetito para Labuerda. Adjunto un libro para Anny, espero tengas la gentileza de dárselo cuando la veas. Nos seguimos leyendo, Mariano. Un abrazo