EL RÍO ARA EN BUJARUELO
Uno de los regalos más hermosos que nos ofrece a diario la naturaleza es el de los ríos limpios, de agua fresca y transparente que nos invitan a mirar, a sentarnos en la orilla, a escuchar el eterno ronroneo de sus aguas salvando minúsculos desniveles o sorprendentes cascadas. El río Ara, importante afluente del Cinca, es el mejor ejemplo de ello, en el valle de Bujaruelo. El Ara es un río sin presas, sin domesticar. Durante muchos años pendió sobre él la espada de Damocles del pantano de Jánovas (descartado al fin, tras una trágica expropiación, precedida y seguida de muchos atropellos, y una lucha ciudadana en contra del mismo). Hoy día, el río Ara es un río del Pirineo aragonés, de la comarca de Sobrarbe que fluye sin interrupción desde su nacimiento hasta su desembocadura. Uno de los tramos más hermosos del río Ara lo constituyen los algo más de siete kilómetros de recorrido por el valle de Bujaruelo.
Hoy hemos pasado el día por esos territorios. Hemos caminado por ambas orillas y hemos hecho muchas fotografías del agua, de las montañas circundantes, de la vegetación exuberante y diversa, de las piedras graníticas “con nervios”, de los líquenes de las piedras, de los árboles y arbustos con frutos (ya casi otoñales): serbales, rosales silvestres, tejos, espino albar, enebros, pudios, pinos, abetos, … Bujaruelo es posible que venga de boj (buxo, en aragonés, buxaruelo) porque es un arbusto muy crecido y extraordinariamente abundante en todo el valle. No sabíamos donde mirar pues las propuestas cromáticas se nos amontonaban; la luz del sol también acompañaba, filtrado por nubes intermitentes confería al paisaje tonalidades muy atractivas. Mercè no se cansaba de repetir que en estos parajes siente algo especial, que “cuando tengo que pensar en un paisaje relajante, agradable, especialmente hermoso, siempre pienso en Bujaruelo”. Yo también siento un aprecio especial por este valle y Ana y Daniel, con quien hemos paseado por estos lugares desde que eran pequeños han disfrutado igualmente.
Hoy, a pesar de estar a finales de agosto, había bastante gente paseando, sentada a orillas del río y, por supuesto, en la zona del mesón y el puente medieval; incluso podían verse gentes con estética-rambo: traje mimetizado, pañuelo en la cabeza, tatuajes; también gente con chancletas… Es urgente un centro de orientación para asesorar al personal sobre cómo acudir a la montaña sin hacer el gilipuertas…¡Qué se le va a hacer! No puede ser todo perfecto. Hemos bajado a comer al restaurante del camping de Fenés; un lugar muy recomendable para reponer fuerzas en un ambiente agradable y en un recinto acogedor: comida casera, servicio familiar y precio razonable.
Tras la comida hemos caminado un par de kilómetros, río abajo, por la orilla izquierda del Ara, por un camino sombrío, jalonado por ejemplares de abetos de impresionante envergadura y de una vegetación espesa y abundante; a nuestra derecha, siempre el fluir ruidoso y rápido del Ara, rompiéndose en espumas blancas al chocar con cada piedra, con cada roca gigantesca que encuentra en el cauce.
Disfrutando de este entorno privilegiado, me he acordado de la tragedia gallega con los incendios forestales. Hay que ser un descerebrado, un canalla y una bestia inmunda (con perdón de todos los animales a quienes llamamos bestias) para darle fuego al monte, para propiciar que ejemplares de árboles con decenas de años o más que centenarios se consuman en unos minutos. Una de las imágenes que, personalmente, Más me hieren en verano son aquellas que muestran montes ardiendo. No lo puedo remediar; siento una rabia infinita y un desprecio total hacia quienes han podido encender deliberadamente el monte. Nunca he visto una escultura tan perfecta como un gran árbol y en un bosque nunca hay dos esculturas iguales. Los montes, los bosques deberían ser patrimonio de la Humanidad. Los árboles son uno de los legados más hermosos que podemos ofrecer a nuestros descendientes, a las generaciones futuras, que tienen todo el derecho a saborear sus frutos y a refugiarse en su sombra.
6 comentarios
VICTORIA TRIGO -
inde -
Mariano -
Eva R. -
En cuanto al monte es cierto que van muchos domingeros a la montaña y en bastantes casos cometen graves imprudencias, precisamente hoy en la prensa contaban 6 muertos en Pirineos este verano, seguro que mas de uno iba con zapatillas...
Pues nada, feliz fin de verano y un fuerte abrazo a todos y todas
Por cierto Mariano tengo chapas para Daniel, de varios paises: Guatemala, Honduras, Belice y Mexico, ya te las pasaré.
Mariano -
Saludos También
Fina -
Pero que quieres, para la gente como yo, que vamos a la montaña un día cada dos años, ¿crees que tenemos calcero adecuado para toda la familia?, pues no, te calzas unas xanclas, les pones a tus hijos unas deportivas, y ala, que para un rato, los pies lo aguantan todo...jajaja.... si total los crios solo quieren pasar el rato en el fria agua del rio mojándose los pies y tirando piedrecillas. Claro que para una larga caminata fastidias los pies, pero como vamos con niños (que nunca quieren andar) y solo vas a pasar el día a la montaña ¿como vas a pasártelo subiendo y bajando?.
Así que intenta comprender los motivos que tenemos los "gilipuertas" a la hora de mal calzarnos, no es por ignorancia es por no tener o no poder ponerte calcero adecuado.
Un saludo