DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL
Ayer se celebró el Día Internacional del Libro Infantil. Para conmemorarlo se ha elegido desde hace tiempo la fecha del nacimiento de Hans Christian Andersen, escritor danés, que hubiera cumplido ayer 200 años.
En clase ya hace días que hemos hablado de ello: hemos comentado algunos rasgos biográficos, hemos leído varios de sus cuentos y hemos dibujado algunos pasajes de uno de sus cuentos, el Soldadito de Plomo. Con esos dibujos hemos hecho una pequeña exposición en el cole.
Andersen escuchó narraciones tradicionales y las reescribió y también escribió muchos cuentos originales, muchas veces, como expresión de sus experiencias vitales: su fealdad manifiesta, sus amores frustrados, sus miedos…
En el cuento “El traje nuevo del Emperador” nos muestra una versión curiosa del engaño y la mentira y del servilismo que rodea al poder. Creo que es un cuento muy actual y que, sin traje de por medio, lo podemos contemplar con frecuencia a nuestro alrededor. Cuando el poder se ejerce para perpetuarse y para beneficiar a unos cuantos, es fácil que ese grupo de aduladores no vea ni propague los excesos de quien lo ejerce. Por miedo a pasar por tontos o por estúpidos o por miedo a perder las prebendas de las que gozan asienten a todas las ocurrencias del jefe. Por no desairarle no le sugieren: “oye, que igual las cosas no son así, que igual estás equivocado…”, cierran sus ojos y tampoco se preocupan mucho por aquellas personas que ven las cosas de otro modo y que son “atropelladas” por el “mandamás”. En la alta política y en la menos alta y cotidiana, encontramos “emperadores” del tres al cuarto que muestran sus desnudeces bajo un traje invisible confeccionado con despotismo, autosuficiencia y desprecio, esperando que alguna voz inocente les diga que sencillamente se han quedado con el culo al aire. Abran bien los ojos y descubrirán a esos “emperadores” actuales que, o bien nunca leyeron el cuento o son incapaces de aprender de los errores del pasado, aunque su denuncia venga de la, poco reconocida, Literatura Infantil.
Y volviendo al principio, no está demás, releer algunos de los cuentos de Andersen: “El patito feo”, “La princesa y el guisante”, “La reina de las nieves”, “El soldadito de plomo”, “La cerillera”, “Pulgarcita”, “La sirenita”, “El ruiseñor”, “La sombra y otros cuentos”… pues en esas historias laten las pulsiones más básicas que mueven el mundo: los sentimientos y las emociones; la materia básica de la que estamos hechas las personas.
En clase ya hace días que hemos hablado de ello: hemos comentado algunos rasgos biográficos, hemos leído varios de sus cuentos y hemos dibujado algunos pasajes de uno de sus cuentos, el Soldadito de Plomo. Con esos dibujos hemos hecho una pequeña exposición en el cole.
Andersen escuchó narraciones tradicionales y las reescribió y también escribió muchos cuentos originales, muchas veces, como expresión de sus experiencias vitales: su fealdad manifiesta, sus amores frustrados, sus miedos…
En el cuento “El traje nuevo del Emperador” nos muestra una versión curiosa del engaño y la mentira y del servilismo que rodea al poder. Creo que es un cuento muy actual y que, sin traje de por medio, lo podemos contemplar con frecuencia a nuestro alrededor. Cuando el poder se ejerce para perpetuarse y para beneficiar a unos cuantos, es fácil que ese grupo de aduladores no vea ni propague los excesos de quien lo ejerce. Por miedo a pasar por tontos o por estúpidos o por miedo a perder las prebendas de las que gozan asienten a todas las ocurrencias del jefe. Por no desairarle no le sugieren: “oye, que igual las cosas no son así, que igual estás equivocado…”, cierran sus ojos y tampoco se preocupan mucho por aquellas personas que ven las cosas de otro modo y que son “atropelladas” por el “mandamás”. En la alta política y en la menos alta y cotidiana, encontramos “emperadores” del tres al cuarto que muestran sus desnudeces bajo un traje invisible confeccionado con despotismo, autosuficiencia y desprecio, esperando que alguna voz inocente les diga que sencillamente se han quedado con el culo al aire. Abran bien los ojos y descubrirán a esos “emperadores” actuales que, o bien nunca leyeron el cuento o son incapaces de aprender de los errores del pasado, aunque su denuncia venga de la, poco reconocida, Literatura Infantil.
Y volviendo al principio, no está demás, releer algunos de los cuentos de Andersen: “El patito feo”, “La princesa y el guisante”, “La reina de las nieves”, “El soldadito de plomo”, “La cerillera”, “Pulgarcita”, “La sirenita”, “El ruiseñor”, “La sombra y otros cuentos”… pues en esas historias laten las pulsiones más básicas que mueven el mundo: los sentimientos y las emociones; la materia básica de la que estamos hechas las personas.
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JAVI SIMON -