¿Muros u horizontes?
Sobre el tema que nos ocupa estos días..., ¿qué preferís?
Si lo que preferís es construir muros, ahí tenéis uno. Os lo ofrezco gratis para que toméis medidas o toméis nota. Es muy sólido. Si embestís contra él, está garantizado que se abrirán vuestras duras cabezotas de descerebrados y a todos los que conduzcáis en esa dirección, les pasará lo mismo: se golpearán con el muro y sus cabezas irán perdiendo masa cerebral (contenido que se supone que debe rellenar ese voluminoso apéndice que tenéis/tienen encima del cuello), porque, ahora mismo, vuestras palabras y vuestros actos, son un muro infranqueable para miles de personas, que no se merecen tanta cerrazón, tanta mediocridad y tanta chulería. Hay muros que permiten la apertura de alguna puerta, pero eso solo puede pasar cuando hay grietas y éste que habéis construido no las tiene, porque no dejáis que nada ni nadie las abra…
Hay, en cambio, otras imágenes que augurarían un tiempo distinto en el que, expuesta cada postura, una negociación civilizada podría poner sobre la mesa las obligaciones, las aspiraciones, los sueños, los compromisos, las leyes por las que regirnos, el futuro… y ¡ni una bandera! ¡Ni un himno! Los palos de las banderas y la letra de los himnos no suelen ser símbolos de concordia. Las banderas jamás han servido para unir a los pueblos ni a las gentes, sino para delimitar el territorio al que unos pertenecen y otros no… Ese sería un escenario con horizontes esperanzadores, en el que la luz de la inteligencia y la razón diluirían la oscuridad y podrían abrirse nuevos caminos al entendimiento, al diálogo, sin violencia… Está bastante claro que no hemos aprendido gran cosa de los conflictos que nos han precedido y eso nos condena a seguir repitiendo los mismos errores que solo nos van a traer dolor y fracturas; heridas que tardarán en cicatrizar y que deberían tener el tratamiento de consecuencias indeseables. Parece mentira que, a estas alturas no haya una gran mesa o varias más pequeñas, rodeadas de sillas y personas sentadas mirándose a los ojos y hablando con inteligencia y respeto.
La ausencia de todo ello es un fracaso colectivo.
(Las imágenes que ilustran este texto son un impenetrable muro de piedra y una línea de horizonte con un sol que lo ilumina)
5 de octubre de 2017
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