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La Maternidad de Elna. Reseña del libro

La Maternidad de Elna. La historia de la mujer que salvó la vida de 597 niños. Assumpta Montellà. Barcelona, Ara Llibres, 2019. 167 páginas

Quiero hacer una mención especial, antes de hablar del libro. Nuria López y yo nos conocimos en Canovelles, avanzada la década de los setenta del pasado siglo. Coincidimos en el Colegio Público Jacint Verdaguer de la citada población. Ella estudiaba EGB y yo había sido destinado a dicho colegio como maestro. Fui su tutor. En 1981 abandoné Canovelles y recalé en Fraga. Con Nuria mantuvimos contacto un tiempo, a través de la correspondencia. En noviembre de 2018 nos invitaron a Mercè y a mí a un reencuentro con aquellos alumnos y alumnas que ya cumplían cincuenta años de edad. Habían pasado 38 años sin vernos y el reencuentro estuvo cargado de alegría y emotividad. Unos días antes, Nuria me mandó una foto con cartas, postales que yo le había enviado hacía tanto tiempo. Fue sorprendente que las guardara (yo también guardo las suyas, je, je). Después del reencuentro, le he mandado a Nuria algunas revistas y algunas otras publicaciones y el pasado mes de junio (2020) me anunció que había caído un libro en sus manos que le gustaría enviarme... Y así llegamos al libro...

 Cuando lo recibí y abrí el sobre, me encontré con un título y una portada que me dejaron perplejo. Pensé que Nuria se había equivocado, ya que lo que yo leía a bote pronto era que una tal Elna había parido (hay una foto de una mujer y un niño en brazos en la portada); de modo que me fui rápidamente a la contraportada en busca de alguna explicación suplementaria y ya vi que Nuria no se había equivocado y lo que quería compartir conmigo era una historia del final de la guerra incivil que asoló este país y llevó a cientos de miles de republicanos al exilio. Amén de la barbarie desatada en territorio español con los cientos de miles de asesinados, fusilados, bombardeados y ametrallados; la mayoría de ellos, todavía en las inmundas cunetas.

El éxodo republicano hacia Francia fue además de penoso por el doble efecto de perder la guerra y tener que abandonar el país, terrible por el comportamiento indecente de las autoridades francesas que maltrataron a los refugiados encerrándolos -como al ganado- en campos inmundos e insalubres donde el frío, el hambre, las enfermedades, los piojos y el hacinamiento convirtieron la estancia en un auténtico infierno. Los nombres de Argelers, San Cebrià, Barcarés, Arles, Prats de Molló, Gurs, Setfonts... son de triste y durísimo recuerdo para quienes han podido contar sus recuerdos (y, por descontado, para todos aquellos y aquellas que no pudieron hacerlo y sobre quienes cayó la desgracia y la injusticia de tener que vivir aquella horrible experiencia). Pensemos, además que, muchos de los allí encerrados acabaron en brigadas de trabajo esclavo y durísimo y otros fueron conducidos a campos de concentración nazis...

La Maternidad de Elna (en el Rosellón francés o Cataluña Norte) tiene su origen en la Asociación de Ayuda a los Niños en Guerra. Esa asociación se creó en los Países Bajos, al finalizar la Primera Guerra Mundial. Posteriormente, un ingeniero suizo, humanista y defensor de la no violencia (Pierre Cérésole) animó un movimiento ciudadano que terminó en el SCI (Servicio Civil Internacional) que ya intervino, como organización humanitaria. en la España republicana, desde una sección denominada Cartel de Ayuda Suiza a los Niños de la Guerra Civil Española. Hubo otras personas importantes en sortear dificultades y conseguir fondos y materiales para paliar los efectos de la guerra... Y así llegaríamos hasta Elisabeth.

 Elisabeth Eidenbenz era joven, maestra y suiza y es la persona a la que quienes han aportado testimonio directo para confeccionar el libro, agradecen sus enormes esfuerzos para conseguir crear una isla de acogimiento y cuidados para muchas mujeres embarazadas que pudieron salir de los campos y pasar unos días antes del parto, el parto y algunas semanas después recuperándose bien alimentadas y en condiciones higiénicas convenientes. Los relatos de Remei Oliva, de María García y de quien está detrás del seudónimo de Juana Pasqual testimonian aquella situación especial, creada por esa mujer como directora de la Maternidad de Elna y cómo se las arreglaba para conseguir ayudas y para sortear a las autoridades francesas y nazis, cuando la ocupación alemana estranguló ayudas y miraba con lupa si quienes allí ingresaban eran judías. Finalmente, en abril de 1944, los alemanes cerraron definitivamente la maternidad y quienes allí trabajaban buscaron la manera de seguir ayudando en otros frentes a tantas personas como lo necesitaban. Durante cinco años, desde junio del 39 hasta su clausura, la Maternidad de Elna dignificó la vida de casi seiscientas mujeres y otros tantos niños y niñas que pudieron nacer y vivir.

El libro escrito por Assumpta Montellá ha conseguido rescatar un episodio de hondo contenido humanitario; de esos que devuelven la esperanza en la capacidad de hacer el bien, entre algunos seres humanos; los necesarios para contrarrestar a quienes tienen como objetivos la destrucción de infraestructuras, pueblos y ciudades y la tortura, la humillación y la muerte de sus semejantes (de quienes encuentras las diferencias necesarias para justificar su odio inmenso y sus ganas de matar).

La autora también ha podido hablar con algunos de los niños de la Maternidad de Elna: los hijos de aquellas mujeres que no se creían lo que les estaba pasando y agradecían cada día aquella hospitalidad y aquellos cuidados, en medio de tanta destrucción, enfermedades, miseria, frío y desolación. Los testimonios de Rubén Oliva, Felipe Sáez y Pedro Pasqual tienen una enorme carga emotiva que llegó a su cenit el día en el que se le hizo un homenaje a Elisabeth, en 2002, después de sesenta y tres años. Día en el que madres, hijos e hijas pudieron abrazar a su benefactora y disfrutar de un acto colectivo de profunda gratitud, de hondo y sincero agradecimiento.

Se han escrito muchos libros y se escribirán muchos más y todos serán pocos para reconocer los sufrimientos desmedidos que vivieron cientos de miles, millones de personas en éste y en otros conflictos bélicos, en los que quienes resultan más castigados y maltratado son los civiles. Las guerras son la expresión de los peores sentimientos albergados en la parte negra del corazón humano. Para contrarrestar tanta barbarie, aparecen de vez en cuando, personas llenas de compasión y buenos sentimientos que tratan de aminorar los efectos brutales que deben soportar algunos de sus semejantes. La Maternidad de Elna; es decir, las personas que allí trabajaron son un extraordinario ejemplo de lo dicho.

Los lectores de este libro (como de tantos otros sobre temáticas bélicas) navegamos por las páginas con ese doble sentimiento: el horror ante la humillación, la tortura, el sufrimiento y la muerte y la emoción ante quienes destilan toda su compasión, ayuda, compañía y fuerza para que triunfe la vida.

1 comentario

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