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Por tierras del norte

Durante los días 13, 14, 15, 16 y 17 de diciembre, voy y vengo de Fraga a Santander. Viajo en transporte público y, como curiosidad, hago este itinerario para el viaje de ida:

Fraga-Lleida, en coche particular con mi hijo Daniel. Lleida-Bilbao, en tren Alvia, tras algo más de cinco horas de viaje. Una vez en Bilbao, tomo el metro para acercarme hasta la estación de autobuses y allí, cojo un autobús que me deja en Santander, tras otra hora y media.

El de vuelta es parecido: autobús de Santander a Bilbao; allí me recoge Blanca y me lleva hasta Aranguren. Tras un día y medio de viajes y actividad, el autobús me va a dejar de nuevo en Bilbao; cojo el metro para ir de la estación de autobuses a la de tren y con éste hasta Lleida, donde me recoge de nuevo Daniel para llevarme a Fraga. Entre unas cosas y otras, siete horas de ida y otras tantas de vuelta (esperas aparte). El tiempo, nada raro estando en las fechas que estamos, ha sido de invierno: lluvia casi constante y nieblas descendiendo las laderas de los montes. Solamente, el día 15 vimos el sol y pudimos disfrutar de un paseo por la orilla del mar Cantábrico: una auténtica delicia para la gente del interior, como yo.

 1. UNA MAÑANA EN LA UNIVERSIDAD. Viajo hasta Santander, invitado por Carmen Álvarez, a dar una charla (o dos) a sus alumnos y alumnas de 4º curso de Magisterio. Finalmente, estoy dos horas con cada grupo, en dos aulas diferentes de la Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria (UC). Les cuento y les muestro materiales de trabajo y les propongo a cada grupo dos pequeños ejercicios de escritura para hacer uno o varios “desplegables” colectivos, que pienso mandar a su profesora para que disponga. La experiencia es muy agradable. Los chicos y chicas acuden en buen número y escuchan con atención y preguntan. Los días siguientes me dice Carmen que habían manifestado que les gustó mucho mi intervención y que podía volver cuando quisiera... Al margen de otras cuestiones, creo que sí estaría bien que se multiplicara la presencia de maestros y maestras en estas aulas; de aquellos que hicieron acciones relevantes cuando estaban en activo y que pueden transmitir a los futuros maestros y a las futuras maestras, ilusión, inteligencia, innovación... En realidad, la asignatura que les daba Carmen tenía que ver con esta última palabra: “Investigación e Innovación Educativa”.

En uno de los grupos, les comenté –utilizando el tamiz del sentido del humor- que este año, mi mayor contribución a la innovación había sido pasar de la gastronomía de las palabras a la de los alimentos. Mientras he trabajado en la escuela, “compraba” palabras en el diccionario, las tomaba prestadas de los libros, las seleccionaba, las mezclaba, las amasaba, las ponía a cocer (a veces, las colocaba en la nevera de mis cuadernos de apuntes), las degustaba en silencio o en voz alta y las daba a probar en forma de textos, poemas, juegos... Ahora, una vez retirado, cojo unos calabacines y hago una crema; mezclo varias verduras con arroz y hago ¡un arroz de verduras, claro!; con la pulpa de la calabaza hago cabello de ángel y con la del membrillo, carne de idem; hago mermeladas con las moras de los campos o con las manzanas y los tomates... Trabajo con distintos ingredientes pero produzco igualmente alimentos: antes me ocupaba de alimentar el cerebro y moldear la sensibilidad y ahora, alimento el cuerpo y trabajo los sabores... ¡Si esto no es innovación...!, je, je.

 2. LA REVISTA PEONZA. El número 110 de la revista de Literatura Infantil y Juvenil –PEONZA- editada en Santander, por el colectivo del mismo nombre, ya está distribuyéndose. Se trata de un número especial, de 244 páginas (un libro gordo, evidentemente), que se ocupa de un tema especial y que lleva por título: “La vuelta al mundo en 90 novelas gráficas”. Un excelente trabajo en el que, además de las personas que forman el colectivo, han participado amigos y amigas que han ayudado en las reseñas de las novelas escogidas. Además de países de todos conocidos, estos originales “peonzos”, han seleccionado novelas gráficas cuyas historias transcurren en países no convencionales: País de Nunca Jamás, País de las maravillas, Ártico, Antártida, Ciudad, Barrio, Paraíso, Gulag, Utopía, etc. Si te apetece saber más, puedes ponerte en contacto con ellos en la Asociación Cultural Peonza. Apartado de Correos 2170 – 39080 Santander. Acompaño esta breve información con la portada y una doble página (espacio reservado a cada novela gráfica), para que se vea cómo se ha estructurado el interior de la revista/libro. Este viaje que estoy narrando, por capítulos, me ha permitido charlar largo y tendido con uno de los principales puntales de Peonza: José Luis Polanco y también, un rato, con otro de sus componentes: Diego Gutiérrez del Valle. Todavía no la había recibido por correo, antes de empezar este viaje, pero como he venido a parar a la casa del “peonzo-jefe”, pues ya he podido hacerme con un ejemplar

Y además, como se suele decir, “me cabe el honor” de participar en este número con una de las reseñas, concretamente la que aparece en las páginas 38 y 39. Se trata de la novela gráfica, referida a la Antartida y de título Endurance (nombre del barco con el que Ernest Shackleton y sus hombres trataron de llegar y cruzar luego el continente helado y de cómo un fracaso se convirtió en uno de los mayores éxitos de supervivencia de la historia de las aventuras al límite).

 3. EL MAR CANTÁBRICO. Estos días pasados, he podido acercarme a las orillas del Cantábrico y disfrutar de una visión del mar embravecido; de olas poderosas (pero mucho más suaves que las que azotaban una semana antes las costas cántabras, según me contaban mis amigas y amigos), cabalgando hacia los acantilados o hacia las pequeñas playas y rompiendo con fuerza mientras teñían el mar con una blanquísima espuma. 

Para quienes vivimos en el interior, el mar siempre es un sueño; cuando, por fin, podemos acercarnos a él, nos maravilla su fuerza, el ruido de las olas, la inmensidad, su poder de evocación, de seducción y de destrucción, su movimiento constante, sus colores cambiantes... 

Hace poco me conmovió el título y el contenido de un libro que relata una pequeña parte de la corta vida de un maestro catalán en tierra de Burgos (Bañuelos de Bureba): “Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar”. Yo, que he dejado de ser maestro en activo hace muy poco, también acompañé a varios grupos de alumnos y alumnas, al finalizar 6º de Primaria, a ver el mar Cantábrico. Para algunos de ellos, también fue la primera vez que lo veían o que pasaban unos días seguidos a su vera... Aquí pongo unas fotos de dos parajes cántabros y cantábricos: La Maruca y Arnía. Hasta ellos llegué acompañado de Carmen, en un caso y de José Luis y Chus en el otro. (19 de diciembre)

  4. POR TIERRAS DE BURGOS. El día 16 estamos en Aranguren, población de Bizcaia, donde vive Blanca. Nos levantamos pronto –a las siete de la mañana- y a las ocho montamos en el coche y nos dirigimos hacia su lugar de trabajo, cruzando el límite autonómico para introducirnos en Castilla-León y, más concretamente, en la provincia de Burgos, como anuncia el título de este párrafo.

 Me dice Blanca Sanz que el Valle de Mena (en la provincia de Burgos y limítrofe con otras varias autonomías), goza de un paisaje espectacular. Yo me fío de Blanca y lamento que el día que paso en Villasana de Mena, no pueda apreciarlo, debido a la lluvia continua y a la niebla que desciende desde las alturas por las laderas y que invisibiliza todos los horizontes posibles. Pronto por la mañana, llegamos al pueblecito de Siones. El objetivo es visitar la escuela fundada en el siglo XIX por Don Lucas Aguirre y Juárez “para niñas y adultas pobres”. Tras varios intentos por localizar la casa y la persona que guarda la llave, lo conseguimos... El aula se conserva tal cual y es una lástima que no se haya intervenido para detener su deterioro y asegurar su “supervivencia” como lugar de la memoria. En todo caso, uno no espera encontrar un aula de esas características en un pueblo tan pequeño y la visita se convierte en un inesperado y emocionante regalo matinal.

 En el cole de Blanca (CEIP “Ntra. Sra. de las Altices”) encuentro dos ideas preciosas: por un lado, el método de “La palabra vinculada”, unido al concepto y desarrollo de su práctica con las “Jóvenes Personas Libro” y, por otro, la instalación en el patio de un área pequeña denominada “El árbol de la escucha”, bajo cuyas ramas y sombra caben actividades de expresión oral pluridireccionales...

 Por la tarde, a partir de las cuatro y media (hora a la que finalizan las clases) tiene lugar la sesión de formación que dura hasta las siete... Pedro Sarmiento ha venido para explicar el proyecto LÓVA, sobre la introducción de la ópera en las aulas (La Ópera como Vehículo de Aprendizaje) y eso hace. A continuación me toca a mí hablar y mostrar los materiales que he llevado hasta allí, fruto del trabajo en el aula y en (o desde) la biblioteca escolar. Los asistentes son maestros y maestras del cole de Villasana, de Espinosa, de Villarcayo o profesorado del instituto de Villasana... Todo transcurre con normalidad y nadie se va de la sesión hasta la finalización de la misma.

 En el viaje de vuelta, paramos a conocer y admirar una parte del casco histórico de Balmaseda: el Ayuntamiento, la iglesia, el puente medieval sobre el caudaloso río Cadagua... Una jornada completa, con una compañía excepcional. Llegamos cansados a casa para conocer al perrito Oto que las hijas de Blanca acarician y sostienen en brazos como si fuera un bebé (en realidad sí es un bebé de perro, claro). Estamos cansados, porque la jornada ha sido larga y densa, pero uno siente que ha pasado, que ha vivido un día memorable.

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