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VIVIR SIN BIBLIOTECA ESCOLAR

Trabajo en un colegio que está en obras. En el edificio más antiguo, de los tres de que consta, se está cambiando la cubierta y todas las dependencias que hay debajo han quedado temporalmente inutilizadas. Todo ello está creando una situación de trabajo en precario y una merma de recursos que se lleva como se puede. Pero bueno, no es éste el espacio para reivindicar obras en vacaciones, mayor previsión para disminuir el impacto de las carencias temporales, otra forma de organizarnos, etc.
Llevo diecisiete años (va para dieciocho) impulsando la biblioteca escolar y alguno más pensando y trabajando para “fundarla”. Desde entonces no había vivido una interrupción de este tipo; un periodo (ya casi dos meses) de tiempo tan largo sin poder entrar en ella ni utilizar sus materiales, sus potencialidades. No es posible acceder a ninguno de los libros, ni coger unos cuantos en préstamos par desarrollar un tema; nos está vedada la posibilidad de trabajar con los atlas, con las revistas de divulgación,…; no tenemos conexión a internet ni podemos leer un CDrom… Ayer por la tarde, con el periódico en la mano, les hablaba a los chicos del mar de Aral y del intento de la ONU de regenerarlo y paliar, en parte, la catástrofe ecológica generada por su desecación parcial. Ahí quedó la cosa, ante la imposibilidad de utilizar atlas, enciclopedias u otras fuentes de información, para ampliar nuestros conocimientos o para satisfacer la curiosidad. Lo mismo pasó con el eclipse anular de sol o con los huracanes de este inicio de otoño o con el terremoto de Pakistán. La biblioteca escolar es para mí un recinto necesario donde encuentro los recursos adecuados para ofrecer a chicos y chicas otras vías de trabajo, nuevos puntos de vista, más información, etc. La echo mucho a faltar también como espacio para practicar la lectura en voz alta o de forma personal y silenciosa; para poder echar mano de libros de todo tipo para enseñar, leer, contar; para que cada cual recorra las estanterías mirando, cogiendo, hojeando, dejando o leyendo… Espero con impaciencia el momento en el que de nuevo, ese espacio mágico y crucial para acercarnos a muchos aprendizajes, vuelva a estar abierto y sea posible reanudar la actividad.
Mañana es miércoles y tampoco podremos juntarnos en la biblioteca escolar con las madres cuentacuentos para leer libros que luego serán interpretados ante todos los niños y niñas del colegio. Una pequeña tragedia para mí, sin duda, eso de vivir sin biblioteca escolar…

4 comentarios

Fina -

Vergonzoso, no se me ocurre otro término para explicar nuestra situación. Y parecía que solo era una biblioteca!!, las cosas son más valoradas cuando carecemos de ellas. Un saludo.

j -

Ya se dice por ahí lo de pasar más hambre que un bibliotecario de escuelala edición digital).

Mariano -

Gracias, Serafín. Yo sí me sentí dichoso al notar el calor de la atención de tantos de vosotros un día sábado de un hermoso otoño en Santiago de Compostela.
Tengo auténtica impaciencia por volver a entrar y poder acompañar a los chicos a fisgonear estanterías. Un fuerte abrazo

Serafín -

Fue un placer escucharte en Santiago y poner el alfabeto en orden.
¡Que recuperéis pronto la biblioteca que es tanto como decir el universo!