Todos los nombres
“Todos los nombres”. Casi 1.500 páginas. Un extraordinario trabajo de memoria y reparación ante el olvido sistemático, el desprecio miserable que este país ha ejercido hacia los miles de víctimas de la brutal represión franquista y sus familiares. Voy leyendo y se apodera de mí un enorme sentimiento de desolación, ante tanta barbarie... Como dicen y escriben sus autores Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal (admirable vuestro trabajo):
“Es, como se advierte, la justicia al revés, los rebeldes procesan a los leales al Gobierno legítimo por el delito de rebelión”.
Delaciones, acusaciones sin ninguna prueba, venganzas, aprovechamiento de la situación para desposeer de propiedades al “reo” o para “hacerle pagar” un viejo y mínimo conflicto de lindes... Lo peor de la condición humana puesta al servicio de tribunales sumarios para cercenar la vida de unas personas y comprometer el futuro de sus familiares... Y todo con la bendición del clero (que tenía muy claro a quién debía bendecir, sin atisbo de compasión)...
“Los documentos de la Causa General redactados por los secretarios de los pueblos y abonados por informes de la Guardia Civil, el jefe de la Falange, el alcalde la localidad y los párrocos, así como confesiones de familiares de las víctimas a causa de la violencia revolucionaria, constituyen un fértil y arbitrario sistema legalizado para la denuncia sin pruebas y la consumación de inquinas domésticas o locales, así como un caudal de información que releja los retorcidos usos de una justicia perversa y vengativa”, escriben sus autores en la introducción.
Las tapias del cementerio de Huesca, fueron “testigo” de las descargas que acabaron con la vida de decenas de encausados, a los que la justicia militar atribuía delitos, generalmente, de “adhesión a la rebelión”, con algunos agravantes, por ejemplo, el de “perversidad”... Los fiscales solían pedir la pena de muerte y los defensores, conmutación de la misma por cadena perpetua u otras penas menores... En la mayor parte de los casos, el tribunal sentenciaba de acuerdo con el ministerio público y el acusado terminaba donde hemos comenzado este párrafo: fusilado, al amanecer o al atardecer, en las tapias del cementerio.
Salvando las distancias, me viene a la mente la obra de Svetlana Alexiévich: “Últimos testigos”, sobre las brutalidades nazis en Ucrania. No importan la latitud ni la longitud meridiana; la brutalidad ha adquirido y adquiere todas las formas imaginables con el objetivo de eliminar personas...
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Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca 1936-1945). Tomos I y II – Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal. Editan los autores. Huesca. Primera edición, 2016
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