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EL PASO DEL TIEMPO Y 62 BIBLIOTELANDIAS

 Comienza la segunda semana de junio y uno contempla el horizonte del tiempo con inquietud. En pocos días, habrá terminado un nuevo curso escolar y todo lo que para mí ha tenido de especial, pasará a formar parte del incierto territorio del recuerdo. A principios de septiembre de 2009 veía ante mí un tiempo largo para trabajar de otro modo, en otras cosas; dedicar tiempo a cuestiones para las que no tienes minutos habitualmente… Bueno, pues todo eso está a punto de acabarse y he seguido sin tener minutos para algunas cosas, aunque como es evidente he podido hacer otras muchas (principalmente las que reflejé en el proyecto de trabajo que debí presentar y que aprobó la Consejería). No es fácil gestionar el tiempo y siempre nos deja, el paso del mismo, con esa sensación de velocidad excesiva, de nuestra incapacidad para poder detenerlo si quiera un instante…

 

Quiero hablar un rato del número 62 de Bibliotelandia que hoy dejaré en la imprenta para convertirlo en boletín impreso y poder repartirlo y regalarlo a las familias del colegio y a las amistades interesadas en estos avatares. Como todas las publicaciones periódicas, la aparición de un nuevo número es un indicador del paso del tiempo. En unos días, como digo estará impreso y colgado (en formato pdf) en alguna página web: la del colegio y la de “macoca”… y entonces, además, podrá ser leído en formato digital. Personalmente creo que se trata de una publicación bastante singular, es posible que ya lo haya dicho otras veces, porque son muy pocas las publicaciones que se hacen, exclusivamente, desde una biblioteca escolar. Eso, por un lado ya es un valor, y por otro, por sus contenidos, ya que trata, con mejor o peor fortuna, de recoger todo lo que genera la biblioteca o lo que ocurre en ella a lo largo del curso. De tal manera que, la lectura de la colección de boletines, viene a contar “la historia de una ilusión”, pues así podríamos denominar a esta aventura que sobrepasa los 22 años.

 

Debo decir también que suelo entretener parte de mi tiempo (de vez en cuando) en releer las publicaciones que impulsé en otro tiempo. Me gusta encontrarme, ya que estamos hablando de Bibliotelandia, con números viejos y echarles un vistazo a los textos y a las noticias. Se trata de un viaje curioso. En un “plis plas” te plantas en 1992 y lees que Dereck Walcott fue galardonado con el Nobel de Literatura o que se celebraba el centenario del nacimiento del poeta César Vallejo… Te colocas en 1993 y lees en el número 18 que “la biblioteca escolar ha recibido una docena de cuentos infantiles enviados por “El Caserío”; cuentos ilustrados por Violeta Denou, la inventora de Teo” y con el número 19 (abril del 93) recuerdas la aparición de cuatro maletas bien decoradas que circularon por la clases del colegio, llenas de libros bonitos para dar a conocer parte de nuestro fondo documental… De un salto, te sitúas en junio del 94 y tu mirada se detiene en las páginas de un ejemplar especial, el número 25, lleno de “Ánimos lectores” que nos enviaron cuarenta personas del deporte, de la política, del espectáculo, de la literatura, con sus fotos dedicadas… O aterrizas en el número 34, de junio del 97 y lees la reseña de “Una bolita de algodón”, el primero de cuatro libritos publicados en el colegio, recogiendo muestras de tradición oral o un pequeño artículo que sintetiza la actividad titulada “El cine y los libros”. Con el número 35 rememoramos una generosa donación de libros que nos hicieron las editoriales De la Torre y Círculo de Lectores o la inauguración de “una biblioteca sin libros” en la Universidad de León (noticia que merecería pasar a la antología del disparate). El número 36 fue un número especial (24 páginas), nacido como consecuencia del cambio de ubicación de la biblioteca, tras diez años de funcionamiento. Un número en el que los alumnos y alumnas sueñan con una biblioteca nueva: “que tuviera el suelo suave como una alfombra”, “con música suavecita y luces de colores”, “que sea más grande y tenga ventanas también más grandes para que entre la luz del sol y no haya que encenderla”, “con sillas y mesas de colores”, “que esté adornada con cosas hechas por nosotros”, “que tenga muchos libros bonitos y que la gente vaya siempre”, “con un apartado de libros para los pequeños y otro para los mayores y que la abran por las tardes”… En el número 39 (marzo de 1999) se nos recuerda la publicación del segundo libro sobre folklore oral, “El patio de mi casa” o la circulación por las aulas de una maleta llena de libros que fomentan la cooperación y la solidaridad; el regalo de una docena de novelas para dultos, publicadas por el Heraldo de Aragón o las opiniones del grupo de chicos y chicas que habías hecho de bibliotecarios: “Para mí ser bibliotecaria era una ilusión. Me divierte atender a los demás y ordenar los libros…”, dice Goretti y Alba recuerda: “Para ser bibliotecaria debes esmerarte mucho en tu trabajo. Personalmente lo que más me ha gustado ha sido ayudar a leer a los pequeños…”

Y así podríamos estar mucho rato leyendo (y en mi caso, recordando) pequeñas notas, apuntes, noticias, reflexiones, reseñas que nos permiten realizar un pequeño viaje en el tiempo y son testigos de lo que hicimos colectivamente. Escribir siempre fue una manera de preservar parte de la vida del olvido y hasta estas modestas publicaciones cumplen esa finalidad, ese propósito.

 

Ahora quiero dejaros con la presentación de este número 62 que, como he comentado, hoy entrará en la imprenta. Será el texto de portada; un texto optimista, pero real, porque en este curso que termina, han pasado todas las cosas a las que se hace referencia. En ese sentido, podríamos decir que ha sido un curso capicúa. El pasado mes de septiembre estuve en Burgos participando en las Terceras Jornadas Provinciales de Bibliotecas Escolares y Lectura y la ponencia que me encargaron para cerrarlas la titulé: “La Biblioteca escolar. Fuente incesante de buenas noticias”. En este enlace la puedes leer completa: http://lecturaburgos.files.wordpress.com/2009/09/ponencia-mariano.pdf

 

 Curiosamente, la portada del número 62 de Bibliotelandia (en vísperas de la finalización del curso) y la última realización de la biblioteca en el mismo, lleva por título: La Biblioteca Escolar. Una fuente inagotable de buenas noticias. Es un repaso por todo lo bueno que ha deparado ese equipamiento cultural y emocional a lo largo de este curso. Quizás, para mí, al estar fuera del día a día de su funcionamiento, pero siendo testigo de casi todo, los acontecimientos los he vivido con una percepción especial. Sea lo que fuere, el caso es que estas cosas es necesario publicitarlas para que, por una vez, sean noticia las buenas noticias… Y este es un caso evidente.

 

La Biblioteca Escolar. Una fuente inagotable de buenas noticias

 

Puede sorprender un titular tan optimista, pero si nos atenemos a la relación de pequeños acontecimientos que pueden ocurrir, darse o vivirse en la biblioteca escolar, es posible que percibamos en su justa medida el significado del título.

Nuestra biblioteca cumple años sin interrupción y gozando de buena salud (en marzo, 22); se nutre de documentos nuevos cada curso escolar; renueva los canales de participación y colaboración de alumnado, profesorado y familias; es lugar de encuentro de los miembros de la comunidad escolar; divulga sus realizaciones en los medios de comunicación escritos y digitales a su alcance; es objeto de observación externa y de estudio de su trayectoria; recibe visitas de diversas personas que sienten curiosidad por conocer sus pasos, sus proyectos, sus actuaciones; realiza constantes intercambios de materiales con diversos colectivos, personas, centros de enseñanza; contesta frecuentes comunicaciones de personas que se interesan por el desarrollo de algunas actividades; presta materiales para exposiciones itinerantes a otros centros; acoge las ideas y el trabajo de un grupo de madres que la ornamentan y le cambian la faz con nuevas propuestas; recibe a todo el alumnado del centro para escuchar las palabras regaladas que les ofrecen el grupo de madres “cuentalibros” o “cuentacuentos”; participa en jornadas, encuentros, cursos… a través de algunas personas que explican las claves para mantener sus propuestas, sus efectos y sus afectos a lo largo del tiempo, colaborando en sesiones de formación del profesorado; anima a grupos de madres de otros centros a acercarse a sus respectivas bibliotecas escolares y colaborar en su funcionamiento… Todo lo anterior, así, someramente expuesto, debe ser motivo de alegría y de expresión del legítimo orgullo por mantener un bien cultural, público y colectivo, tan reconocido, al servicio de la lectura, del estudio, de la realización de pequeñas investigaciones, del encuentro y del intercambio en nuestro colegio. Y dicho lo dicho, ¿tú qué crees?, ¿es o no es una fuente de buenas noticias nuestra biblioteca escolar?

 

Saludos lectores y bibliotecarios para todos y todas, desde este rincón virtual que se renueva con esfuerzo cada poco tiempo.

4 comentarios

Mariano -

Nada, Silvialuz, nada. Tú si que me das envidia… Hemos sufrido a esa pandilla de mediocres muchos años y podría contar cosas desagradables de gente que nunca pronunció una palabra amable ni se interesó por lo que hacíamos, pero que luego hablaba bien ante las autoridades. Hemos vivido todo este tiempo al margen de la hipocresía, centrando las energías en el trabajo y ya hemos recogido muchos frutos y algunos reconocimientos. No me olvido de los cenutrios, de los cabrones que hicieron lo imposible para que nada funcionara, pero que no pudieron con nosotros. Nunca se enfrentaron abiertamente (tenían todas las de perder); su modo de actuar era erosionar manipulando (expertos en eso…). Están olvidados; se fueron y nadie los recuerda…
Todo lo que puedes leer en esa introducción del número 62 de Bibliotelandia es lo que ha ocurrido este año en la biblioteca escolar. Yo estoy doblemente contento porque no he estado en el colegio este curso (aunque les he ayudado puntualmente en varios asuntos, claro) y he visto cómo funcionaba a las mil maravillas. Eso me ha dado mucha tranquilidad y mucha alegría. Un abrazo. Sigue leyendo y expláyate contando lo negro, lo pelotudo porque no debe quedar impune.

Silvialuz -

Hola Mariano!
me da como un poquitín de envidia verte tan animado con la biblioteca, yo, desde que me jubilé, no he pisado una, menos la de la escuela. Es que me ha quedado un regustito amargo y prefiero no recordar, son esos "personajes mediocres" como los llamas, que no hacen nada ni valoran nada, pero ya se me pasará, a fin de mes hará un año de mi alejamiento de la escuela y prefiero enfocarme en leer, coser bolsos (el domingo concurro con ellos a una feria de diseño artesanal)y malcriar a mis nietos cuando los tengo cerca.
Un abrazo cada vez más fríiiooo!

Mariano -

Un abrazo fuerte, Agustina, por ese incondicional apoyo. Tú sabes que también hay una parte oscura y desanimante, protagonizada por próceres mediocres que tratan de minimizar el impacto del trabajo de los demás, con la invisibilidad y el desprecio. Ya lo he insinuado otras veces, pero podría hablar largo y tendido de esa pandilla de personajillos que trabajan por detrás para que las cosas no vayan bien. En nuestro caso toparon con gente que posee fuerza, convicción y ética y por eso no nos hemos bajado del tren que pusimos en marcha, ni pensamos bajarnos, salvo por motivos de fuerza mayor.
Que pases un buen verano, amiga, y si no es en otra parte, al menos por estos territorios virtuales nos iremos viendo de tanto en tanto.

agustina cobos -

¡Qué te voy a decir que no te haya dicho ya!
Pues claro que es una fuente de buenas noticias.
22 años echando agua clara y fresca al resto del mundo, sin una pizca de contaminación.
¡Enhorabuena por un trabajo continuo y bien hecho!
Agustina Cobos (seguidora incondicional desde la Meseta)