Recuerdos del último viaje a Cuenca, pasando por Madrid
Un año más, en el mes de julio, acudí a la ciudad de Cuenca. Viajé el día 10 hacia esa ciudad castellano-manchega y regresé el día 12. El motivo de mi viaje era similar al de ocasiones anteriores. La gente del CEPLI (Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil) y la UCLM (Universidad de Castilla-La Mancha) organizan un Máster en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil y entre el listado de profesores/as para impartirlo cuentan conmigo desde la quinta edición del mismo. Ponen a mi disposición una mañana entera: cuatro horas + un descanso de media hora para que organice un taller que viene a titularse: “Acciones para intervenir en bibliotecas escolares e infantiles (I y II)”. El Máster se cursa en dos años y éste era el segundo de la VI edición.
Confieso que voy a Cuenca con mucho gusto. En primer lugar, porque el equipo anfitrión te recibe siempre con los brazos abiertos y te acompaña todo el tiempo que permaneces en la ciudad, si así lo necesitas: Pedro Cerrillo, César Sánchez, Santiago Yubero, Sandra Sánchez, Cristina Cañamares… son todo amabilidad y vienen realizando una labor desde el CEPLI para quitarse el sombrero. No hay más que ver la biblioteca que poseen en un anexo de la de la Universidad, las actividades que organizan y las publicaciones que vienen realizando desde hace muchos años; sin duda ninguna, un grupo de referencia obligada en el estudio y la difusión de la LIJ en España. En segundo lugar porque no tengo que pedir permisos oficiales ni realizar un “viaje-expres” para no perder pocas clases o minimizar mi ausencia en el colegio, al celebrarse estas actividades en el mes de julio. En tercer lugar porque me encuentro muy cómodo desarrollando un taller basado en la propia experiencia y que cuenta con la aprobación y el beneplácito de quienes asisten a él (según me dicen en directo y manifiestan luego en las valoraciones del curso, las personas asistentes). Y podría seguir dando razones…
En julio de 1999 estuvimos en Cuenca los cuatro de familia. Entonces visitamos también la Ciudad encantada y recorrimos todo el entorno antiguo de la ciudad. La siguiente visita fue en julio de 2007, con Mercè. En ese año participaba yo en los Cursos de Verano de la Universidad de Castilla-La Mancha y de esos días pasados en la ciudad tenemos unos recuerdos inmejorables; especialmente de una cena a ocho con Carmen Utanda y Ángel Luis; Antonio G. Teijeiro y Susi; Juan Mata y Andrea y Mercè y yo… Cena y larga sobremesa y muchas y celebradas coincidencias. Coincidencia, al día siguiente con Gemma Lluch, con quien nos veríamos más adelante en Baeza (también con el amigo Antonio G.T.) en las Jornadas de Edelvives… A veces me encuentro con algunas fotos que nos hicimos esos días y siempre sonrío placenteramente cuando evoco aquellos momentos y aquellas buenas compañías.
En 2009 participé en el “Curso de Experto en Promoción y Animación lectoras”, organizado por el CEPLI y FETE-UGT, en la sede de la UCLM, con una ponencia que me permitía explicar –una vez más- parte de la trayectoria de trabajo realizado en la biblioteca escolar del CEIP Miguel Servet de Fraga, junto con un listado de propuestas de trabajo creativo desde el aula. Todo ello ilustrado con algunos documentos electrónicos, pero sobre todo con muchos documentos en papel que iban de mano en mano, que eran fotografiados o anotados y que suelen causar siempre sorpresa e impresión. Eso es, al menos, lo que dicen buena parte de las personas asistentes a estas sesiones formativas, año tras año.
Volviendo al principio... Este año, además, el viaje presentaba una novedad: el trayecto entre Madrid y Cuenca iba a hacerlo en AVE, empleando 53 minutos… Acostumbrado a tomar un autobús o a coger un tren regional y emplear en cualquiera de las dos opciones más de dos horas de tiempo, a lo que había que unir el cambio de estación, esto parecía irreal. De modo que saliendo a la una del mediodía de Lérida, a las cuatro y media estaba ya en el hotel de Cuenca, ¡genial, sin duda! Tras un rato de descanso, tomé el autobús urbano que pasaba por delante del hotel y me subí directamente a la Plaza de la catedral. Me encanta pasear por la calle que baja del castillo y por las callejuelas que rodean la Plaza, que bajan hasta las casas colgantes, asomándome en unos casos a la hoz del Júcar y en otros a la del Huécar. Y me gusta fotografiar portaladas nobles, escudos nobiliarios, llamadores y clavos de hiero forjado, fachadas coloreadas de casas… Al día siguiente, el día 11, después de comer en el restaurante de siempre, a la orilla del Júcar, me acercaron a la habitación del hotel a descansar y, en cuanto bajó un poco el sol, tomé de nuevo el autobús y vuelta a la catedral… Paseo ya de despedida ¿hasta 2014?, pues para ese año coincidirá de nuevo (si la crisis no se lo lleva por delante) el segundo año del VII Máster… En la cena del primer día nos juntamos Pedro, Santiago y Sandra (por parte del CEPLI) y Montserrat del Amo que conserva todavía una envidiable vitalidad. En la del segundo día, Pedro y César (por el CEPLI) más Elvira Novell y Ernesto Rodríguez…
Al día siguiente -12 de julio- iniciaba el viaje de vuelta, pero todavía tuve tiempo de acercarme a la Universidad y visitar, en compañía de Pedro, la biblioteca del CEPLI; visitarla y quedarme asombrado de los fondos que tienen y del espacio disponible para leer o investigar.
Dejé Cuenca y en un suspiro estaba en Madrid. Opté –con el sugerimiento telefónico de Mercé- por acercarme al Museo del Prado. ¿Dónde iba a estar mejor acompañado y más fresco, con el día caluroso que estaba haciendo en la capital? Mucha gente en el interior, pero pude pasear y mirar sin problemas. Había una exposición titulada “El último Rafael”, pero me dirigí pronto a las salas de Goya y de Velázquez y pude volver a contemplar los fusilamientos, las majas, las meninas… Volver a sentir una emoción especial al estar frente a frente con algunas obras maestras de la pintura universal… Y Rubens, Murillo, El Greco, Rembrandt, Van Dyck, El Bosco, Brueghel, Tiziano, Durero… ¡Menuda selección mundial! Y también pude contemplar la Gioconda madrileña que justamente ese día regresaba al museo después de la restauración o de alguna exposición a la que había sido prestada. Antes de salir me di una vuelta por la tienda del museo para comprar algunos marcapáginas con reproducciones de obras y un libro de Walter Benjamín: “Infancia en Berlín hacia el mil novecientos”, que tan buenos ratos de lectura me ha proporcionado, pues Benjamín vierte en esas páginas recuerdos infantiles (como el título indica) y, frecuentemente, esos recuerdos se refieren a libros, novelas, lecturas, incluso uno de los pequeños capítulos lleva el sorprendente título de “Biblioteca escolar”.
Tomé un taxi para dirigirme al penúltimo destino de ese día. No era otro que el domicilio de Julián Olivera. Después de casi dos años y medio de intercambio regular y abundante de correspondencia, tenía la posibilidad de acudir a conocer a mi amigo Julián, en carne mortal y así felicitarlo por su reciente 89 cumpleaños. Se llevó una gran alegría; estaba nervioso y emocionado. Hablaba sin parar y me llevaba del comedor a la habitación donde lee y escribe numerosas cartas con una caligrafía muy personal y esmerada (como las que me envía a mí). Y aunque para pasear por la calle usa un bastón, en casa no lo cogió en ningún momento, para ir y venir de un sitio a otro…Y allí estuve más de dos horas charlando y sobre todo escuchando los relatos que Julián iba haciendo e hilando, sobre personas de Sobrarbe o de otras comarcas, sobre aventuras montañeras, sobre política actual, sobre asuntos culturales, sobre la República… Tomamos un refresco y unos pastelitos junto con su esposa Julia que también anda con la salud quebrada pero a la que le parece bien todo lo que hace Julián. Por cierto, con rapidez me hizo notar que en su nombre –Julián- está también el de su mujer –Julia- y lo dijo con una sonrisa especial, mirándole a ella. Nos hicimos unas fotos y trató de llamar por teléfono (pero no pudimos comunicar) a Joaquina Dorado, una amiga gallega, luchadora contra el franquismo (con 94 años cumplidos) a quien yo conocí esta pasada primavera en Barcelona. Allí, en su domicilio barcelonés, nos hicimos una foto que envié a Julián en su día y que tiene colocada –tal como me enseñó- en lugar distinguido. Y, para completarla cuestión, una copia de esa foto con Julián está ya en poder de Joaquina que también (según me ha dicho en su última tarjeta postal) la tiene colocada en lugar preferente. Para mí, fue cerrar un ciclo: Julián me habló en algunas de sus cartas iniciales de Liberto Sarrau (nacido en Fraga y fallecido hace unos años), compañero de Joaquina Dorado; ambos libertarios y luchadores antifranquistas. Conocí a Joaquina el pasado mes de abril y me faltaba conocer a Julián. En éste y en otro blog, ya hablé de “Las cartas de Julián” (http://gurrion.blogia.com/2010/061001-las-cartas-de-julian.php) y también de Liberto y Joaquina (http://macoca.org/liberto-sarrau-royes-y-joaquina)
Regresaba en el tren, camino de Lérida, y me sentía feliz ese día de julio porque había podido conocer y abrazar a mi más prolífico corresponsal postal. Cuando llegué, por fin a Fraga (último destino del día), abracé también a Mercé y a Daniel que me estaban esperando.
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Mariano -
María Paz Sarmiento -