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LA HOJARASCA OTOÑAL

 Bajo los árboles caducifolios se congregan, cada otoño, todas las hojas que nacieron la pasada primavera. Es un rito de inmolación colectiva de la parte más frágil y cambiante de esos esbeltos seres vivos que causan admiración y nos proporcionan tantos beneficios. Las raíces, el tronco y las ramas van creciendo, en un caso ganando profundidad y en otros, grosor y altura casi ininterrumpidamente, contribuyendo a que el árbol tenga un porte más esbelto y distinguido… Las hojas, en cambio, son apéndices de vida efímera. Ponen una nota de color, visten al árbol en primavera y trabajan denodadamente para fabricar alimento y oxigenar el ambiente, sin saber que su existencia quedará reducida a seis o siete meses, después de los cuales, los designios de la naturaleza y la ley de la gravedad, las irá depositando –tras una lluvia vegetal avivada por el viento y por el tiempo- bajo el esqueleto transparente del árbol o el arbusto en el que nacieron y crecieron.

 

1.- Pasear por el monte, en estos días primeros de diciembre, con una benigna temperatura y con un sol espléndido es, realmente, un ejercicio gozoso. Me gustan especialmente los bosquecillos de robles (el entrañable “caixigo”, en lengua aragonesa), limpios de otros arbustos que conforman un suelo totalmente alfombrado con las hojas caídas: hojas lobuladas, en algunos casos con tintes amarillentos o ya obscurecidas por el incipiente proceso de descomposición. Hay toda un fauna invisible e inaudible que vive en los suelos montesinos, que se refugia debajo de esa capa protectora de hojas y que contribuye, junto con la humedad, a la descomposición gradual de estos restos vegetales que acabarán incorporados al humus del suelo y servirán de alimento, a su vez, a los mismos árboles o arbustos en los que nacieron y se desarrollaron: una aportación extraordinariamente fraternal, pues las hijas alimentan en parte a sus padres, si se me permite este símil.

 

Recorriendo estos días decembrinos, de anochecer temprano, los campos y los montes, uno va poniéndose en contacto con hojarascas diferentes. Cada árbol produce la suya. Por un lado, en los huertos y campos puedes ver la del almendro, la del manzano, peral o melocotonero; incluso la del avellano; también la del nogal o la de la morera… Cerca del río, los chopos ya hace días que soltaron las últimas hojas amarillas y algunas jóvenes hayas, crecidas en latitudes inhabitúales, debido al transporte fluvial de los hayucos, también han desprendido sus coloridas hojas, con tonalidades anaranjadas… En el monte, el roble es el rey de la hojarasca, pero también el rosal silvestre quedó desnudo y lo mismo le pasó al serbal y a los jóvenes arces… Y debajo de las perennes encinas hay una ligera alfombra de las hojas que se van renovando imperceptiblemente; lo mismo que ocurre con las sabinas, los enebros y los pinos… Y en ese humus fértil, cubierto ahora de hojas, está saliendo una cosecha espectacular de setas, en un tiempo poco habitual, pues a estas alturas del año, lo propio es que algunas heladas nocturnas hubieran acelerado todo el proceso descrito y los hongos se hubieran quedado sin pretexto para asomar sus vistosos sombreros que causan tanta admiración y tanto deseo.

Hemos disfrutado recorriendo el monte, armados de cesta y navaja (y, en mi caso, de máquina de fotos), porque hacía muchos años que no se producía una cosecha de robellones tan espectacular (incluidos tamaño, apariencia y sana constitución), así que además de comerlos acompañando variados guisos, es necesario poner algunos en conserva para reencontrarnos con ese sabor a monte con el discurrir del tiempo. Las fotos, por su parte, podrán convertirse en uno o varios bonitos álbumes en ese territorio universal y compartido que ha definido el sorprendente facebook.

 

2.- Otra tipo de hojarasca la forman las hojas de los periódicos que al ser de publicación diaria se acumulan de manera casi imperceptible pero constante. Estas hojas caducan cada día, por lo que hablando de prensa o de hojas de periódicos, estamos en un otoño permanente. Es cierto que se trata de una hojarasca especial porque, aunque haya pasado el tiempo, si revisamos ejemplares antiguos es fácil que encontremos un artículo, una fotografía, una viñeta, un titular que nos llama la atención y que, con el paso del tiempo, ya no recordamos si leímos en su día, pero que ahora tenemos una nueva oportunidad de recortar o de leer.

 

 

2A.- Aprovechando esta circunstancia, quería comentar un par de noticias, de las que he tenido noticia estos días de diciembre, extraídas o rescatadas de esa gran “hojarasca periodística”, aunque en este caso de reciente publicación. Por un lado, una que hace referencia a Víctor Jara, el cantautor chileno que nos dejó hermosas canciones y que pagó con su vida su compromiso inequívoco con la libertad y la justicia. Víctor fue asesinado en 1973 por los sicarios del inefable dictador chileno Pinochet (y con el consentimiento de éste), en las salas lúgubres del Estadio Nacional de Santiago de Chile. La casualidad de que un admirador suyo reconociera su cadáver acribillado y torturado, hizo posible que su viuda Joan Turner pudiera inhumarlo, de manera casi clandestina y en la más absoluta soledad, el 18 de septiembre de 1973, siete días después del golpe.

 

El pasado 4 de junio, la detención de uno de sus posibles asesinos obligó a  exhumar sus restos y proceder a la realización de una nueva autopsia de la que se ha derivado un informe brutal que no quiero pormenorizar, pero que se resume en 44 heridas de entrada y 32 de salida; heridas de bala, se entiende, que acribillaron su cuerpo de manera salvaje. El pasado 5 de diciembre  se celebró el entierro multitudinario de los restos (36 años después de aquel entierro clandestino). Esta vez, su viuda y sus dos hijas estuvieron acompañadas por miles de chilenos que no olvidan el dolor y la rabia, la brutal represión de una dictadura salvaje y consentida (como tantas otras) por las grandes potencias del mundo que, como en otras ocasiones, miraron hacia otro lado. Gervasio Sánchez habla de ello en su serie “Los desastres de la guerra” que publica en el Heraldo de Aragón y aporta un emotivo testimonio: “Durante la dictadura militar algunos autores populares cantaban sus canciones más emblemáticas en los autobuses de línea de Santiago. El silencio siempre era estremecedor y puedo asegurar que nunca escuché quejarse a un solo pasajero en mis múltiples viajes a Chile desde noviembre de 1986. En su tumba siempre se renovaban las flores colocadas por manos anónimas”.

 

Cuando escribo esto, no dejan de acudir a mi mente algunos de sus versos: “Te recuerdo, Amanda, / la calle mojada /corriendo a la fábrica / donde trabajaba Manuel. / La sonrisa ancha, / la lluvia en el pelo, / no importaba nada / ibas a encontrarte con él, / con él, con él…” Y suenan como un presentimiento macabro aquellos otros de su canción “Preguntas por Puerto Montt”, que dicen: “Murió sin saber por qué / le acribillaron el pecho / luchando por el derecho / de un suelo donde vivir.“¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!”, dice en su canción “Estadio Chile”, pocos días antes de su muerte. ¡La muerte!..., que se había llevado ya a Salvador Allende y que, en pocos días visitaría también a Pablo Neruda… ¡La muerte! que dejó un país con cicatrices imposibles de cerrar en mucho tiempo.

 

He recortado esa hoja de periódico (rescatada de la “hojarasca periodística”) y, cuidadosamente doblada, la he depositado dentro del libro “Víctor Jara” escrito por Galvarino Plaza en 1976 y publicado por Ediciones Júcar en Madrid, que compré en Barcelona el 28 de enero de 1978.

 

2B.- La otra noticia se refiere al fallecimiento de Jordi Solé Tura, el pasado 4 de diciembre, enfermo desde hacía ya unos años de alzheimer. Nacido en 1930 en Mollet del Vallés (Barcelona), hijo de una familia de panaderos fue un hombre clave en el proceso de transición política española y uno de los siete padres de la Constitución. Activo militante comunista desde el PSUC (Partido Socialista Unificado de Catalunya), dirigió Radio España Independiente, fundó la formación Bandera Roja y conoció el rigor de las cárceles franquistas. Fue diputado en varias legislaturas y, bajo el Gobierno de Felipe González, fue Ministro de Cultura.

 

Siempre me pareció una persona de verbo inteligente y respetuoso y un hombre de honesta trayectoria política. Leí, en El País, los artículos que escribieron sus compañeros de aventura constitucional: Miquel Roca, Gregorio Peces-Barca y Miguel Herrero y, aunque ya se sabe que cuando uno se muere aumenta de valor para quienes lo recuerdan, no eran palabras desmesuradas ni alabanzas gratuitas.

 

Lo recuerdo especialmente en este post porque, el día 16 de agosto de 1991 compartió unas horas con la gente de Labuerda y de la comarca de Sobrarbe, con motivo de la inauguración de la emisora de Radio Sobrarbe. Hay pues, además, una razón de proximidad, estimulada en mi caso por la contemplación del álbum de fotos que guardo desde aquel día. Resulta que por aquellas fechas –era ya Ministro de Cultura- estaba pasando unas jornadas de descanso en el Parador Nacional de Pineta y los socialistas de la comarca lo invitaron a la citada inauguración, de modo que a media mañana se presentó en Labuerda, donde fue recibido por distintas autoridades y público en general. En la Casa-Escuela, en el segundo piso, se celebraron los parlamentos, el corte de la cinta y las entrevistas en la emisora comarcal. Posteriormente, fue acompañado hasta el primer piso (donde hoy se sitúa la Biblioteca Municipal) para visitar una exposición que habíamos montado, titulada “La escuela del ayer”, recreando un aula de los años sesenta. Le expliqué al Ministro lo que allí había y le invité a sentarse en uno de los pupitres y a escribir en el cuaderno de visitas, con la plumilla y la tinta de tintero de plomo. Puso interés en revisar cuadernos de distintos alumnos y alumnas, álbumes de labores, libros viejos, enciclopedias, estampas religiosas y algunos materiales escolares antiguos: medidas de capacidad, esfera del mundo, mapas murales, etc. Un buen puñado de fotos recogen algunos de esos momentos y ahora que leo los escritos que le recuerdan en vida y lo azarosa que le resultó en los últimos tiempos, privado de su memoria y de la posibilidad de reconocer a los suyos, también recuerdo su visita a Sobrarbe y a Labuerda y le veo en las fotos, con 18 años menos y pienso, una vez más, en lo rápido que pasa el tiempo.

 

Por cierto, la hojarasca, cuando alfombra los suelos de los montes, de los campos, de los huertos… esconde debajo formas de vida, rugosidades del terreno, frutos caídos…que pugnan por hacerse visibles de alguna manera. El tiempo también actúa como la hojarasca y sume en el olvido fragmentos de la vida personal, acontecimientos significativos, personas relevantes… Y luego, buceando en él (me refiero al "tiempo-hojarasca"), es posible que encontremos la forma de revivir aquellas sensaciones, de volver a recordar a personas que fueron importantes, de recuperar vivencias que parecían olvidadas… Porque de la hojarasca que siempre creímos unida a la muerte, en muchas ocasiones, surge la vida. Que tengan un buen mes de diciembre.

 

 

11 comentarios

Mariano -

Hola, Candelas:

A veces, escribir es un acto que pretende contar la belleza de lo que uno ve o la profundidad de lo que uno siente; pero es también un acto de descarga de lo que se va acumulando en la cabeza o en cualquier otra parte del cuerpo, ¡vete a saber! También es una manera eficaz de denunciar lo injusto, lo agresivo, lo intolerable… ¡Y hay tanto…!

Estoy totalmente de acuerdo con tu amigo. El impacto visual de los molinos eólicos es brutal; entre otras cosas, porque no pueden esconderse, sino que se colocan en lo alto de las sierras, por lo que se hacen visibles a kilómetros de distancia, destruyendo los horizontes… La puta rentabilidad económica parece ser el único mandamiento, la última (o la penúltima) religión y, en aras, del concepto de “energía limpia”, se ensucia el paisaje y se siembra la duda: ¿cuántos años de vida tiene un aerogenerador gigantesco? ¿Se ha pensado ya en qué se hará con ellos cuando queden obsoletos? ¿Estarán obligados quienes los “plantaron” a “arrancarlos”, cuando eso suceda? Muchas incógnitas, mientras el paisaje se llena de estos “gigantes”, que seguro tienen su parte oscura aunque nadie nos la quiera contar…

Dices: “Entre la hojarasca encontramos el recuerdo de tiempos de ira”. Una frase fuerte, pero llena de sentido. Hay un apaciguamiento general que permite hacer a los desalmados… Hay que mantener, como dices, la opción de cabrearse y poder dar un grito y plantarse ante lo injusto. No podemos perder esa capacidad.
Un abrazo, amiga.

Mariano -

Hola Isabel y Dani:

Aprovechando, según dice Dani, que sois amigos, os contesto a la vez. Bueno, Dani, me alegra que hayas escrito. Sobre todo porque no es habitual que alguien ¿adolescente? llegue hasta mi blog porque es amigo de una chica que fue alumna mía. Un recorrido curioso, pero para mí, muy agradable. Bueno, gracias también por expresar esa opinión que tienes de mí; espero no defraudarte, si algún día nos conocemos. Que tengas suerte en tus estudios y ya sabes dónde encontrarme.

En cuanto a Isabel, bueno, estoy sorprendido muy gratamente con estas apariciones esporádicas que haces en el blog. Me gusta mucho leer tus comentarios y me ha llamado la atención esa inquietud o deseo que manifiestas de escribir, de querer mejorar tu expresión escrita. Sólo puedo darte dos consejos: para lograr esa mejoría es conveniente leer y también escribir… Y, así, poco a poco, irás mejorando. Creo que recordarás perfectamente que ese era mi mensaje en clase y el blog tenía, entre otras, esa función: invitaros a leer, a reflexionar y a escribir. Por ahí van las cosas. Dale un saludo a Óscar. Lo recuerdo siempre con mucho afecto y deseo que os vaya muy bien, tanto a él como a ti. Gracias por los elogios y por ese recuerdo positivo que tienes de mí. Espero que te ayude en algún momento. A mí me ha servido en ocasiones acordarme de los buenos maestros que tuve para realizar las cosas de una manera determinada o para sacar fuerzas de donde, aparentemente, no había. Saludos a tu madre.

Bueno, para terminar, desearos a los dos que paséis unas buenas navidades y que 2010 os resulte un año saludable. Un abrazo.

Isabel -

¡Hola, Mariano!

Bueno, como ya te puse en el otro comentario, como tú no hay ningún profesor en el mundo, y algún día nos podrías venir a visitar, y a leernos algunos de tus textos, porque cada día son mejores.
A mí me gustaría escribir como tú, pero por lástima no me salen tan bien. Como contigo me gusta desahogarme te tengo que contar una cosa que es muy fuerte, nuestra profe de lengua se corta las uñas de los pies en clase y se pinta las uñas...etc. Las demás profes son muy majas, pero Óscar dice que la de sociales le tiene manía porque ya le ha puesto dos amonestaciones, ja, ja. Desde que no está contigo ha cambiado mucho, ahora no expresa sus sentimientos como antes, porque él y todos te teníamos mucha confianza, y tú en nosotros también y me alegro y espero que la sigas teniendo, porque nosotros contigo no la hemos perdido. Bueno ya no sé qué más decir, me iré pasando de vez en cuando y a menudo por tu blog. Bueno un besazoooo!! y fuertisisisisiisisisisisimooo abrazoo!

Candelas -

Me gusta leer como disfrutas en el bosque. Este finde he ido hasta el mar y me fijaba por el camino en la cantidad de "molinos de viento" que se veían en el paisaje. Hoy, al abrir el correo me he encontrado con un mensaje de un amigo que reproduzco:

"La Casa Azul del Occidente organiza una mesa con el título Los eólicos a debate, el próximo sábado, en el Espacio cultural El Liceo, de Navia, a las 19:30.
El número de torres de todos los parques eólicos, en funcionamiento o en tramitación, en el occidente de Asturias, asciende a 1315 (exagerando un poco, casi una torre por habitante).
Primero, las políticas agrarias devalúan el trabajo agropecuario hasta la extenuación y despueblan el territorio; después vienen las empresas de la energía eólica a aprovecharse de la miseria generada por dichas políticas ofreciendo una mínima compensación por ocupar el territorio previamente devaluado, con la aquiescencia cómplice de los ayuntamientos, que esperan así compensar su insuficiente financiación.
Y todo el proceso de sembrado de eólicos se está produciendo sin participación ciudadana, como si el territorio y el paisaje dependieran exclusivamente de las relaciones contractuales interesadas entre particulares.
En este contexto de desmovilización generalizada se hace más necesario que nunca el debate y la toma de conciencia activa por parte de una población acostumbrada históricamente a sufrir dócilmente y en silencio innumerables injerencias sin su participación y sin su consentimiento.
A esa toma de conciencia pretende contribuir este acto".

Victor Jara forma parte de nuestras vidas porque todavía ponemos pasión cuando cantamos Te recuerdo Amanda o el niño yuntero o ... María, abre la ventana y deja que el sol penetre por todos los rincones de tu casa...
Entre la hojarasca encontramos el recuerdo de tiempos de ira. Me gusta sentir que aún conservo ese ímpetu iracundo que me hace reaccionar ante tantas cosas...
Salud

dani -

Hola, Mariano. Soy un amigo de Isa una alumna de tu pasado curso. Me ha hablado muy bien de ti. Creo que si le has caido tan bien a Isa me deberias de caer igual de bien a mi si alguna vez nos conocemos. Con lo que me ha contado, pienso que deberías seguir enseñando igual a los alumnos que tengas este curso y el siguiente y el siguiente... Saludos y un fuerte abrazo

Mariano -

Hola, Fina:

Pues cuando ya domines con soltura la pronunciación de la palabra CADUCIFOLIO, empieza a ensayar con la contraria: PERENNIFOLIO. ¿Qué te parece? Por cierto, ninguna de las dos palabras tiene nada que ver con los “folios”, pero sí con las hojas…
Víctor Jara fue un víctima más, dentro de los miles de personas que murieron o desaparecieron en aquel país en la década de los setenta del pasado siglo (es decir, anteayer, para que nos entendamos). Sin duda, uno de los capítulos más negros de la historia de Chile. Los relatos que narran las torturas a las que fueron sometidas cientos, miles de personas (para acabar muriendo muchísimas de ellas) estremecen y, como en otros lugares donde se practicó también la referida tortura, los supervivientes lo son con mayúsculas… Es inimaginable la capacidad del ser humano para ser inhumano, salvaje, cruel… con sus semejantes… Y la iglesia bendiciéndolo todo… Saludos.

Mariano -

Hola, Anny:

Estaba seguro que si leías este texto ibas a encontrar referencias bien conocidas; sobre todo en la primera parte. Ya te has paseado muchas veces (más de cien, ¿no?) por los montes de Sobrarbe y conoces bien las sensaciones sonoras, visuales, olfativas, táctiles y gustativas (si probamos las setas o los arañones, las manzanetas de San Juan, “litones”…) que se experimentan cuando se recorren esos espacios naturales.
Es natural que Víctor Jara haya vuelto por unos días a las páginas de los periódicos de muchos países. Su muerte, como la de tantos chilenos, es imposible justificarla, sin asomarse al pozo profundo y desolador de los salvajes de uniforme (los salvapatrias) que se atribuyen esa “misión” y son capaces de llevarla adelante con frialdad y crueldad sin límites. Personalmente, siempre me conmovieron de manera especial los sucesos que ocurrieron en ese país sudamericano y aún siento una profunda tristeza cuando pienso en ese capítulo de su historia (y me resulta insoportable evocar imágenes del dictador asistiendo a misas o comulgando, sin que los jerarcas eclesiásticos de Roma decidieran excomulgarlo, ¡qué vergüenza!). Lo de Jordi Solé Tura fue una coincidencia muy agradable de la que se habla en el número 45 de El Gurrión (un número extra dedicado a la exposición “La escuela del ayer”).
Y sobre la rapidez del paso del tiempo… Yo creo que todo depende de nuestra subjetiva apreciación. Para mí, un día no “dura” lo mismo en Fraga que en Labuerda. Mi percepción del paso del tiempo hace que las referencias que tomo inclinen la balanza hacia la velocidad o hacia el sosiego. En Labuerda noto que el tiempo me cunde más, como si se estiraran las horas y, como consecuencia de ello, el día. Otra cosa es también la distinta sensación que tenemos cuando somos jóvenes y cuando ya somos “bastante” adultos. El paso del tiempo en la niñez y la juventud no preocupa en absoluto, pero luego (será por lo que dices, porque ya nos queda menos) tomamos conciencia de su paso y, generalmente, a pesar de cualquier razón astronómica que indique lo contrario, solemos concluir que el tiempo pasa “a toda hostia”. Saludos, como siempre.

Fina -

Como sacada de un trabalenguas "CADUCIFOLIOS"...contra más la pronuncio más extraña me parece...:)

Tristes historias para la historia, redundancias aparte impresionada me he quedado con el relato de Victor Jara, me sonaba su nombre y sabía que era cantautor chileno pero poco más...¿como se pudo dejar gobernar a cínicos asesinos que mataron sin piedad?

Mariano -

Hola, Nig, celebro haberle importunado tan emotivamente. Iba a decir que yo en el bosque me siento feliz (no sé si, salvando las distancias, como caperucita roja). Es un territorio lleno de ingredientes reconocibles que me hablan, que me interpelan desde su silencio. ¡Una cosa rara, vaya! El caso es que eso, unido al tiempo especial de estos días, el modo de alumbrar el sol de diciembre y la hojarasca cubriendo levemente montones de setas han hecho de estas jornadas festivas, unos días inolvidables. Saludos.

Anny -

Hola Mariano

Cuando lees este texto estás probablemente de regreso en Fraga. Veo que el ambiente Sobrabrense y la comida de setas son muy favorables para la inspiración. He realmente saboreado tu poste con ideas y descripciones tan sensibles, originales y evocadoras. Una bella hoja de tu hojarasca digital blogial ! Las descripciones en la primer parte hacen rememorar un ambiente que conocemos bien de nuestras estancias otoñales en Puyarruego, incluso la búsqueda y el sabor de los robellones –en una tortilla o de otras formas- pero las ideas y la manera de especificar el papel de las hojas y el ciclo de la vida en el bosque las dan una dimención muy valorada. Los textos de tu blog son para mi interesantes porque es una manera más de aprender cosas sobre asuntos o eventos más liados a España o el mundo hispano-americano y de los cuales nunca había oido o leído antes. Pero esta vez, y debe ser por coincidencia, los dos acontecimientos de la hojarasca de los periódicos trataban de gente o sucesos no totalmente desconocidos para mi. La triste historia de la muerte de Victor Jara ha sido publicado también en la prensa belga pero “conocía” la persona de mi curso de español en la que precisamente, la profesera nos hizo leer los versos de Amanda que escribes y nos procuraba información sobre el cantautor chileno. La segunda parte, el recuerdo a Jordi Solé Tura y la visita en Labuerda es interesante también. Qué bien que tenías el honor de mostrar al ministro la exposición sobre la escuela de ayer, en la misma Casa-Escuela en la que tu aprendiste a escribir y leer. En relación con este parte hay dos coincidencias: hace unas semanas he leído el libro “Escuelas El tiempo detenido” que describe muy bien ‘las escuelas de ayer’ en la provincia de Huesca. Y recientamente, al releer algunos números de El Gurrión, también hojeaba por un viejo número de la revista de Sobrarbe “La Comarcal” de primavera de 1994, que tiene como ‘tema central’ un artículo sobre “Radio Sobrarbe, más de dos años de radio comarcal” en el cual mentionan que “su inauguración fue todo un acontecimiento en la comarca al que acudió el entonces Ministro de Cultura, el señor Jordi Solé Tura.”. Es verdad que tenemos la impresión que el tiempo pasa muy rápido (y cada vez más). Pero a veces me pregunto por qué tenemos esta impresión, porque qué es nuestra referencia? Cuando decimos que “el tiempo ha pasado muy lento”? En nuesto juventud el tiempo no existía realmente, el de “el tiempo va muy rápido” no formó parte de nuestro vocabulario. Quizas es porque ahora la comparamos al tiempo “que nos queda”? O porque la vida de un adulto es tan “rutinaria” que da la impresión de pasar tán rápido? Porque en realidad, el tiempo NO va más rápido, al contrario, va más lento. Es que la tierra va girando cada vez más lenta lo que resulta en que los días también lo son, pero como nuestro sistema de tiempo (horas, minutos etc) sigue el mismo, el tiempo va más lento...Un abrazo.

nig -

Muchas gracias. Esta lectura, en una tarde de sol y nubes de un festivo lunes, es un regalo para todos los sentidos.