UN CESTO DE PALABRAS. EN RECUERDO DE JUAN FARIAS
Tomo prestado este título de uno de los libros de Juan Farias, fallecido el pasado 11 de junio y al que ya le hemos dedicado un post en el blog de la biblioteca del colegio
En 2005, mi colaboración escrita para el Diario del Altoaragón, en el especial del día de San Lorenza se titulaba “Las palabras que crecieron conmigo”. Elegí 18 palabras “en aragonés”, ordenadas alfabéticamente, para desempolvar recuerdos de mi infancia. A la invitación de este año, he correspondido con un texto que lleva el mismo título, pero incorpora un (II), como de una segunda entrega. Son menos palabras porque han restringido el espacio, pero tienen la misma intención: pensar en algunas y desgranar los recuerdos que quedaron adheridos a la piel y que se activan cuando se pronuncia o se piensa esa palabra concreta…
En parte, eso es lo que propone Juan Farias en el libro que da título a este post. Sacamos palabras del cesto de los recuerdos y estos se activan prestos y nos regalan un momento de melancolía, una sonrisa abierta, una mueca de tristeza, un sentimiento de felicidad… Y eso mismo les planteé a chicos y chicas de la clase: que pensaran en dos palabras cada uno y que escribieran lo que acudía a su cabeza: una sencilla estrategia de reflexión y escritura, cuyos resultados podemos compartir en este documento colectivo. Ahí va, para dar ejemplo, una de las palabras que he elegido este año para ese trabajo que he comentado y luego las de los chavales:
+ Galabardera. Reconozco, ya de entrada que siempre me gustó la sonoridad de esta palabra, a pesar de nombrar al rosal silvestre y ser, por tanto, un vegetal bien poco amable, lleno de espinas amenazantes. En primavera se cubría de atractivas flores blancas y en otoño, estaba cubierto de unos curiosos frutos rojos, con una denominación también contundente y disuasoria: “tapaculos”. No recuerdo que nadie de nuestro entorno los probara, aunque los cogíamos, los abríamos y echábamos los pelillos que contenían en su interior, por la nuca del amigo descuidado para ver si le picaba la espalda. Más tarde hemos sabido que de los escaramujos (su nombre en castellano) se obtienen riquísimas confituras. ¿Por qué nadie nos sacó de nuestro error?
+ Inés: Teatro. Cuando me dicen “teatro”, siempre me acuerdo de la vergüenza que pasé en tercero, cuando hicimos la obra de teatro. Primero, cuando me levantaron se me veían las bragas y todos se reían y luego, Jorge me iba a dar el beso, me levanté antes de que me lo diera y casi nos chocamos.
Pepinillos. Siempre me acuerdo de que mi prima decía de pequeña: “¡me gustan los pepinillos, como, como, como!” Una vez la grabé y aún tengo la grabación y me gustaría no perderla porque quiero acordarme siempre.
+ Alba: Bici. Siempre que me nombran la palabra “bici”, me acuerdo de cuando mi hermano me la escondió y luego, cuando fuimos a buscarla no recordaba dónde la había dejado, así que me tuvieron que comprar otra.
Mango. Me acuerdo de cuando mi tía me trajo de Guatemala mangos muy dulces para mí y para mi familia. Me gustaría que otra vez que venga, me vuelva a traer esa fruta.
+ Lucía: Globo. Me recuerda a cuando vino al colegio un grupo de animación (payasos) y estaba con mi abuela. En una prueba teníamos que pisar un globo y a mí me daba miedo porque creía que me haría daño.
Chocolate. Me recuerda a cuando voy a Zaragoza. Para desayunar siempre tomamos chocolate con churros y a mí el chocolate me encanta.
+Lili: Abeja. Me acuerdo que cuando era pequeña, un día estaba durmiendo y una abeja se puso en la palma de mi mano. Como me hacía cosquillas, yo apreté, me picó y me hizo bastante daño.
Chocolate. Cuando pienso en esa palabra, me acuerdo que una vez mis padres dejaron encima de la mesa chocolate blanco, negro y con leche. Mi hermano y yo nos comimos todo menos el negro. Mis padres nos riñeron cuando se dieron cuenta y se comieron lo que quedaba mientras nosotros mirábamos.
+ Víctor: Picasso. Cada vez que alguien dice esta palabra, me recuerda el aniversario de mis abuelos. Les regalaron un álbum de fotos y en una de ellas salían muy jóvenes y dijeron: “Esta foto, era en temps de Picasso”…
Puput. (Abubilla, en castellano). Esta palabra me recuerda que mi hermana vive en Velilla de Cinca. El primer día que fui a su casa a dormir, mis abuelos me decían: “sentirás a la puput”, que es un ave que vive por allí y que grita haciendo “pu put, pu put”…
+ Hugo: Diente. Me acuerdo de cuando mi madre me decía “no te dolerá porque yo estaré contigo” y, al final, no me dolió. También añadía mi madre: “tienes suerte de que ahora hayan cambiado las cosas, porque en mi infancia recuerdo el dolor de muelas que teníamos…”
Calendario. Mis abuelos me decían: “en este calendario tendrás que tachar los días que pasan y cuando llegues al día de tu cumpleaños, vendremos hasta tu pueblo para verte”.
+ Ester: Conejo. Cuando eran las fiestas del Pilar de Fraga, venían mis tíos a comer a casa de mis abuelos y mi abuela hacía cada año conejo. Me gustaba mucho. Ahora que ya no está mi abuela, no lo hacen para las fiestas y en esa época siempre recuerdo aquel olor del conejo guisado.
Croqueta. Además de acordarme de las croquetas de comer, me recuerda que, cuando éramos pequeños, Cristian, Alba y yo nos quedábamos a comer en el comedor de la escuela. De doce a una, jugábamos juntos. Un día que no sabíamos qué hacer, nos inventamos el juego de la croqueta. Íbamos por el patio, rodando como croquetas. Aunque al final siempre acabábamos muy sucios, nos lo pasábamos muy bien.
+ Cristian: Escondite. Me acuerdo que cuando fui a Colombia, un día le dije a mi hermano que si jugábamos al escondite. Nada más empezar, mi hermano se dio cuenta que tenía cosas que hacer y se olvidó de mí. Cuando había pasado más de media hora, salí del escondite y le dije: ¡Oye!, pero ¿por qué no me has buscado?... Y me dijo que tenía cosas que hacer…
Parque. Me acuerdo que estaba con mis primos en el parque, jugando al fútbol y de repente vino mi tío corriendo a jugar. Le dije que me guardara las gafas, pero mi tío “fue tan listo” que las puso detrás del palo de la portería. En un momento del partido, chuté, les di a las gafas y las rompí.
+ Camila: Viajar. Esta palabra no me gusta mucho porque me recuerda cuando mi madre se fue a mi país dos meses de vacaciones. Lo pasé muy mal durante unos cuantos días; aunque estaba con mi padre, no era lo mismo.
Sobrina. Esta palabra me produce alegría porque cuando nació mi sobrina estaba muy contenta. Aunque cuando nació ella no pude ir con mis amigas (y había quedado); eso me dio igual porque valió la pena ir a ver a mi sobrina.
+ Xavier: Niño. Cuando un día iba por la cuesta del colegio corriendo, me seguía un niño pequeño. Cuando vi que se cayó, paré de correr y fui a levantarlo. Lo llevé con su madre porque se hizo daño en las rodillas y en las manos. Él estaba todo el rato llorando. Cada vez que oigo esta palabra, me acuerdo de todo esto y me “fijo” en la herida que se hizo.
Enfermedad. Esta palabra me recuerda a cuando estuve en la cama una semana enfermo. Tenía tanta fiebre que no sabía lo que decía y casi no podía comer nada. Me dormía muy rápido y cuando me despertaba, estaba todo sudado.
+ Jorge: Rosquillas. Para mí la palabra “rosquillas” significa algo bueno y que las hacía con cariño mi abuela. A todos nos gustaban las rosquillas que ella hacía, aunque las pusiéramos o no en chocolate. Nunca me olvidaré de esa palabra.
Hermano. Para mí, la palabra hermano significa alguien que cuando está triste, te consuela, te apoya, te da todo lo que necesitas. Un hermano es alguien que siempre lo tendrás en el corazón y nunca te olvidarás de él. Aunque te fastidie o le fastidies, no podrás de dejar de hablarle.
+ Miguel: Teatro. Me acuerdo de un teatro que hicimos en el Palacio Montcada. Nos dijo nuestra monitora que si lo hacíamos bien, nos daría un regalo. Lo hicimos bien y el regalo fue una tarta de “chuches”.
Mochila. Recuerdo que cuando estábamos en cuarto, una niña me rompió las dos cremalleras de la mochila y no me la quiso pagar. Al final, tuvimos que hablar con su madre y ella me la pagó.
+ Biser: Comida. Cuando mi madre hace una comida (que ahora no me acuerdo cómo se llama) me acuerdo de mi abuela que la hacía muy bien y yo comía mucho.
Bicicleta. Cuando veo por la calle a algunos niños con las bicis pequeñas y de color negro, me acuerdo de mi primera bicicleta, que me la compró mi abuelo.
CODA: Sirva este texto colectivo como pequeño homenaje al excelente escritor Juan Farias que usó siempre las palabras precisas, sin florituras ni despilfarros y que siempre logró que fueran las más apropiadas para tocar las emociones, para hablar de lo fundamental. Un abrazo, Juan hasta ese espacio en el que habitan aquellos que no olvidaremos.
7 comentarios
Mariano -
Ana -
Un abrazo muy muy fuerte, Mariano.
Ana Nebreda
alba -
Ha sido interesante hacer esta actividad ya que nunca lo hemos hecho. Me ha parecido curiosa, reflexiva y sorprendente.
Lili -
Inés -
Aunque ahora aún me acuerde de más, como: OPERACIÓN. A los tres años me operaron de peritonitis y aunque casi me muero, me lo pasé muy bien en el hospital con el compañero de habitación y más niños que había por allí.
Me ha gustado ver palabras que a mis compañeros les significan algo, porque algunas son un poco tristes, otras más divertidas, las hay sorprendentes
Inés P.
Mariano -
Un abrazo, maestra.
Sacra -
"Sr. maestro: seas de los que rodeados de niños sientes que la vida aún tiene primavera o de aquellos otros que se saben albaceas del conocimiento, seas humilde o fantástico, gracias por existir, gracias por enseñar al que no sabe, por tu paciencia, por cada niño que se aprende de memoria los colores del arco iris o que coge un libro en sus manos... tú repites que los libros están hechos con lo poco que sabemos, que leer es quizas, la única forma de heredar el conocimiento,algo sin lo cual el héroe no puede ponerse en camino y conseguir la libertad.Y esto empieza a tu lado, de tu mano entre las páginas de un libro...Maestro, gracias por escoger una profesión a la que siempre deberemos tanto y en la que tú, además de no hacerte rico, serás olvidado. Gracias por no tocar a los niños con las manos frías."