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RETROSPECTIVAS

En julio me cuesta más medir los tiempos. Estar de vacaciones; estar un día aquí y otro allá, rompe las rutinas que uno tenía establecidas y resulta más complicado atender las pequeñas obligaciones autoimpuestas: por ejemplo, escribir semanalmente en este blog.

Regresé de Cuenca, como cuento en el post anterior, y escribí con rapidez porque así se lo prometí a los chicos y chicas del máster, pero dejé cosas pendientes, anteriormente vividas, que quiero retomar.

 

1. Entre los días 5 y 12 de julio se celebró en la ciudad de Lleida el 38 Congreso del MCEP (Movimiento Cooperativo de Escuela Popular). Mi amigo Gertrúdix pertenece, desde hace ya unos cuantos años, a esa entidad educativa o movimiento de renovación pedagógica y en esta ocasión era el encargado de organizar el congreso anual en su tierra. Tarea nada fácil que, supongo, habrá resuelto con pericia y profesionalidad. Durante el curso que ha terminado me había contado en alguna ocasión los pasos que iba dando, los problemas que iba encontrando y cómo iba saliendo de algunas situaciones que no pintaban bien. Al final, aunque no hemos podido vernos tras la finalización del citado congreso, seguro que salió todo bien. Me había invitado, en los turnos de presentación de experiencias, a que les contara a los congresistas, algunas cosas relacionadas con la biblioteca escolar. De modo que el día 5 de julio, me acerqué a comer al albergue donde estaban los participantes y, entre 4 y 5 de la tarde, expliqué muy por encima la trayectoria de la biblioteca del colegio, les mostré algunas líneas de trabajo y algunos materiales en papel para que pudieran ver y valorar cómo se materializaban algunas ideas. Lástima que no dispusiéramos de más tiempo para extendernos en algunos aspectos, pero aún así (y a pesar del calor en la sala) fue un tiempo agradable el que pasé con gentes venidas de diversas autonomías que miran la escuela desde ángulos nada convencionales para insuflarle nuevas energías y abordar la faena de cada día con otras metodologías y convencimientos.

 Entre las personas asistentes estaba mi amiga Sacra, venida de la localidad extremeña de Los Santos de Maimona, con quien hemos realizado muchos intercambios de materiales escolares y bibliotecarios, a quien he enviado y de quien he recibido un buen número de cartas manuscritas y a la que por fin conocí en carne mortal… El congreso, en nuestro caso, materializó y propició el encuentro, después de una relación epistolar larga. El último sobre acolchado que me envió Sacra, a primeros de junio, contenía  algunos libros libres troquelados, una “revista de clase” (de nombre Juanito) en la que va recogiendo la vida del aula para ofrecerla al alumnado y a las familias del mismo y diversos materiales de ferias del libro de Sevilla y Badajoz, libros regalados, revistas… Esos sobres que tanta alegría dan cuando se reciben porque uno sabe que dentro no habrá ni facturas, ni avisos de pago, ni anónimas informaciones bursátiles o bancarias… El contenido es siempre una agradable sorpresa, una pequeña fiesta: la carta afectuosa y algunos ejemplos de un trabajo serio, imaginativo e innovador desarrollado en el aula con esfuerzo e ilusión.

 

2. Una mañana de julio, subimos con Daniel hasta los aledaños del Parador Nacional de Monte Perdido. Teníamos la intención de caminar hasta los llanos de La Larri. Estábamos en la ermita de Pineta a las siete y media de la mañana para comenzar la subida. ¡Cómo se nota la edad, amigos! Mi hijo ascendiendo sin sudar una gota y yo parando cada pocos metros y echando agua como una cascada. La verdad es que la ascensión es directa, sin atisbo de zigzagueo y eso la hace más exigente y dificultosa. El camino, por otra parte, es agradable porque transcurre (en sombra) por el corazón de un hayedo con ejemplares realmente espectaculares; también son abundantes los acebos. Llegamos, por fin, a una pista que deben utilizar los ganaderos de la zona para llevar o ir a ver los rebaños de vacas que aprovechan los pastos naturales. Con rapidez, a partir de ese punto, llegamos al inicio del valle de La Larri: un extensión considerable de terreno llano, jalonado por altas montañas y cubierto de hierba fresca y turgente. El valle de origen glaciar finaliza –desde donde nos encontramos- en una monumental y ruidosa cascada de agua espumosa. Oímos y vemos marmotas; disfrutamos de cariñosas estampas de terneras o terneros chupando las ubres de sus madres y recibimos el fresco matinal como un regalo, en un julio tan tremendamente caluroso. Recorremos el valle hasta el fondo y regresamos de nuevo al inicio del mismo. Allí, a la sombra de unas altas matas de boj, damos cuenta de un almuerzo en condiciones para reparar energías, mientras contemplamos el paisaje y nos percatamos de la incesante peregrinación de gente que llega hasta donde nos encontramos y se interna en el valle. Ciento cincuenta fotografías recordarán esta mañana de julio, pasada a los pies de las montañas altas del Pirineo central. Regresamos a Labuerda a comer y por la tarde nos enteramos a través de la televisión de un desgraciado accidente, a muy poca distancia de donde hemos estado, de un grupo de jóvenes que no se habían tomado en serio la montaña, habían contravenido las leyes de la prudencia y el respeto y habían acabado mal: dos muertos y tres heridos... y aún podría haber sido peor.

 

3. Luego llegó la final del Campeonato del Mundo de Fútbol. Y ahí, salimos vencedores, a pesar de las batallas planteadas por algunos combinados nacionales que se asemejaron más a pequeños ejércitos resentidos que a equipos de fútbol, entendiéndose éste como un deporte para jugar y divertirse. Desde hace mucho tiempo, en el fútbol profesional ya no se divierte ni dios y no sé yo si en los equipos de alevines, infantiles, juveniles, etc. no hay ya una tensión excesiva y empiezan a olvidarse esas dos palabras: juego y diversión. He asistido estupefacto a partidos de esas categorías inferiores, acompañando a nuestro hijo y más de una vez he sentido vergüenza ajena, viendo y escuchando algunas cosas dichas por madres y padres de los jugadores.

 El país se ha volcado con ese triunfo, largamente deseado, y tan escurridizo para otras generaciones de jugadores (que sin duda merecieron), que también eran buenos y a los que la fortuna privó de mayores logros. En la mayoría de los deportes, la línea que separa el éxito del fracaso es sumamente delgada y eso lo saben bien los tenistas, los jugadores de balonmano o de baloncesto, los ciclistas, los atletas... Por tanto no deberíamos volvernos locos en situaciones de derrota ni tampoco en las de victoria. A fin de cuentas, uno cuando llega a campeón, lo es hasta el año siguiente en que vuelve a celebrarse otro campeonato. Si ahí no gana, pasa a ser excampeón y ya el reconocimiento se va diluyendo (aunque nadie le podrá quitar los títulos conquistado, evidentemente). La fama, la gloria siempre es efímera y hay que enterrar al campeón de un año para entronizar al del siguiente...

 Del partido de la final, quiero decir que ganó el mejor; que, por una vez, el fútbol hizo justicia con quienes salieron al terreno de juego con intención de jugar y, con gran sufrimiento e intensidad, lograron in extremis llevarse el partido. De paso, es verdad, se llevaron también una colección de patadas de todos los formatos e intensidades. Destacó el golpe en el pecho de un tal De Jonk a Xabi Alonso: una de las entradas más brutales que recuerdo y que fue castigada con una tarjeta amarilla, el mismo castigo que recibió Iniesta por quitarse la camiseta. ¡Alucinante! Yo creo que un tío que propina un golpe como el del centrocampista holandés (un auténtico “jonkazo”) debería ser detenido en el acto y conducido a un tribunal. Nadie se puede creer que con aquella entrada quería llevarse el balón o que fue sin querer... Al margen de esa patada antológica, les dieron a base de bien, durante todo el partido.

Hubiera sido lamentable que la peor Holanda de su historia se proclamara Campeona Mundial; que un honor que no tuvieron las “holandas” del 74 (maravillosa) y del 78 o las más recientes de los Rijkaard, Van Basten, Gulit, Seedorf... lo alcanzara este grupo de futbolistas que (especialmente en la final) convirtieron los partidos en campos de batalla.

 Me alegré especialmente por Vicente Del Bosque. El reto que tenía era extremadamente difícil; sometido a comparaciones injustas, vilipendiado por sus alineaciones; criticado (algo poco habitual) por su predecesor... sólo le quedaba una salida: ganar el mundial. Y lo consiguió... y fue el triunfo de la sencillez, del sosiego, de las buenas maneras, del respeto a los rivales y de la inteligencia (sabiendo leer los partidos y aplicando soluciones adecuadas, eficaces y distintas en cada uno). Por eso finalizo este post con esta cita copiada del periódico, dedicada al amigo Vicente:

 .. Vicente Del Bosque se levanta todos los días a las siete en Potchefstroom, se pone el chándal y baja a desayunar el primero. Luego abre su ordenador portátil, se ciñe las gafas y lee unos diez periódicos, visita los blogs deportivos españoles más populares y repasa los comentarios de los foros con detenimiento.

“¡No leas tanto!”, le dice el director general de la federación, Fernando Hierro, preocupado por las consecuencias emocionales de la vocación de su técnico. Del Bosque lee porque se siente en la obligación de conocer el país que representa y a su gente. Lee porque, además de dirigir a un equipo de fútbol, cree que su deber es representar a España y defender sus intereses.

“En España pasan cosas muy buenas”, dijo después de derrotar a Alemania y colocar a su selección en la final de un Mundial por primera vez en la historia; “el país ha cambiado muchísimo en los últimos 30 años y, como ciudadanos, debemos sentirnos orgullosos de tener tan buenos deportistas entre nosotros”.

 (En El País, 9 de julio de 2010. En el artículo titulado “Presidente Del Bosque”, escrito por Diego Torres desde Johannesburgo)

Y, ahora sí, para finalizar, la recomendación de un libro. Eduardo Galeano es un escritor uruguayo muy particular, muy comprometido y en el libro que nombro a continuación, ofrece apuntes y narraciones cortas relacionadas con el fútbol y algunos de las campeonatos mundiales jugados hasta la fecha: “El fútbol a sol y sombra” de Eduardo Galeano (Siglo XXI editores. Madrid, 2006)

 

6 comentarios

Mariano -

Hola, Mª Ángeles:
Agradezco que hayas escrito y celebro que guardes un buen recuerdo de esas sesiones apresuradas de formación y lamento no poder ponerte cara. Ten por seguro que cuando comience el curso y vuelva a sentir la motivación necesaria "de lo escolar", visitaré ese blog del que me ofreces la dirección, ¡faltaría más!
Curé el catarro, sí y luego he dejado transcurrir el tiempo abandonándome algunos días a la pereza veraniega. Lo estoy pagando ahora, puerto que tenía algunos encargos pendientes y esta semana me he tenido que poner las pilas... Te mando un abrazo fuerte. Ya tendrás noticias mías.

Mª ÁNGELES GARCÍA ALBA -

Hola Mariano, espero que estés mejor de tu catarro, te conocí en los cursos y jornadas sobre Bibliotecas Escolares en Jaén, hace tres años y este mismo curso, en febrero. Tengo que decirte que he aprendido bastante de tu trabajo, te envío la dirección del blog de la Biblioteca Escolar de mi Centro, ya que sería un honor tenerte entre sus visitantes.Saludos cordiales
http://bibliotecaescolarjuanpedro.blogspot.com/

Mariano -

Un abrazo, Sacra y no hay de qué. Tenemos una larga trayectoria de trabajo e intercambio y un afecto construido desde la mutua admiración y las palabras intercambiadas. Eso no se puede desmontar así como así, je, je. Que pases buen verano.

Sacra -

Mariano:
¡Gracias por tus palabras! y esta reseña en el bog.Que un profesional valore el trabajo de otro siempre es importante y gratificante...que sigamos con este intercambio mutuo (del que tanto se aprende y nos da alas para hacer cosas nuevas)
Siempre nos quedará Lleida como lugar de encuentro y reencuentro (de conversación, palabras y afectos).

Mariano -

Pues eso es, Silvia, que el veranito nos lleva por otros senderos y nos anima a otras propuestas o nos inivita a reencontrarnos con fragmentos del pasado... Bueno, tal vez esté bien descansar un poco de estas herramientas y dedicarnos un poco más a la contemplación de la naturaleza y de la vida. Un abrazo

Silvialuz -

Hola Mariano! hace tiempo que no te leo, como dices, las vacaciones trastocan nuestra rutina. Este invierno fuimos a visitar a mis tíos del campo (como el año pasado) con la diferencia que ahora fuimos con mi hijo Rodrigo y Renato, su hijo. Hacía muchos años que él no iba y estuvo maravillado, igual que el pequeño, de la vida sencilla y tranquila, aunque nosotros vivimos en una pequeña ciudad, no dejamos de tener horarios y apurones. "Meacuerdo" de mi infancia y cómo gozaba de las vacaciones en casa de mis abuelos, con todos los quehaceres propios del campo: juntar huevos, trepar a los árboles, andar a caballo, darle de comer a los animales y sobre todo jugar tan libremente como no podíamos hacerlo en la ciudad. En aquellos tiempos vivíamos en Córdoba.
El campo ya no es lo que era, tienen más adelantos (por suerte) pero sigue siendo lindo recorrerlo. Lo único feo fue pasar frío, las casas son heladas, acostumbrados a la calefacción permanente, sentimos mucho esos cambios en los ambientes, pero todo fue bien y volvimos contentos todos a dormir a nuestras camas, que sin duda son las mejores, jaja.
Un abrazote y hasta la próxima.