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¿EL HUERTO ESCOLAR O EL HUERTO DE LOS OLIVOS?

 La verdad es que no había pensado escribir sobre este tema en tiempo de vacaciones, pero la actualidad ha propiciado esta posibilidad. Los días 17 de junio y 6 de julio del corriente, en la sección “Cartas” del diario El Pais, se han publicado dos, relacionadas con el huerto escolar. Ana Ortiz Domínguez, desde La Orotova (Santa Cruz de Tenerife) cuenta la amenaza que se cierne sobre la continuidad del huerto escolar de su colegio (colegio San Agustín), debido a que sobre él quieren ubicar el aula de informática de nueva construcción. A pesar de haber otro espacio apropiado para ello, parece que el empecinamiento y un punto de desprecio a la labor pedagógica de quienes impulsan el huerto escolar, acabarán con él. Es posible, pues, que para Ana sea éste la versión actualizada de aquel “huerto de los olivos” donde se derramarán, al menos, sudor y lágrimas. Yo quiero solidarizarme con Ana y con quienes, con imaginación y entrega a su trabajo hacen de la experiencia escolar del alumnado una aventura emocionante y significativa; un proceso de investigación y sorpresa y se entregan de manera  total, “volcánica” (que para eso hablamos de La Orotava) y comprometida a su trabajo.

 

 Durante el curso escolar 1983-1984 comencé yo a experimentar con el huerto escolar. Aprovechamos un trozo de terreno, fuera del colegio, que nos prestaron para picar la tierra y sembrar, por grupos, algunas semillas, plantar algunas plantas y hacer las mínimas labores de mantenimiento. En años posteriores, conseguí que con la remodelación del patio de recreo se dedicase un espacio pequeño para huerto escolar (evitando que fuera encementado, como pasó con el resto). Durante muchos cursos propicié la siembra y el cultivo de algunos vegetales y, aunque limitados por el espacio, siempre fue un campo de experimentación y de responsabilidad para los chicos y chicas. Muchos de ellos recuerdan la experiencia con agrado. El espacio destinado a ello fue modificándose y acabó vallado para evitar que algunos niños entraran descuidadamente y pisotearán las plantas o para evitar al máximo que algunos balones se alojarán en su interior, a la hora del recreo. Igual que Ana tuve que sufrir manifestaciones despectivas de algún personaje del entorno que dijo aquello de “menos huertos y más matemáticas” (¡qué atrevida es la ignorancia! Y ¡qué mal se lleva el ver que alguien tiene iniciativas y fuerza suficiente para llevarlas adelante!).

 

 En 1994 me di el gusto de publicar “El huerto en la escuela” (ISBN: 84-920066-0-9), el número 3 de la colección “Cuadernos” de Aula Libre. A lo largo de 89 páginas voy contando las experiencias hortícolas desarrolladas en distintos cursos escolares, con diferentes grupos de alumnado: diario del huerto, fichas de trabajo, ilustraciones dibujadas, fotografías de distintos momentos vividos...

Durante varios años conté con la ayuda de padres que vinieron con sus artilugios, “mula mecánica”, motocultor, pequeño tractor... a labrarlo para facilitar las labores posteriores. A Paco Casas, Josep Mora (fallecido en accidente de camión), Manel Sarrau les reservo el mejor de los agradecimientos. Dentro del cole, el conserje Manolo o maestros como Fernando Rabal y Mercè Lloret ayudaron o participaron directamente con su alumnado; otros maestros y maestras se acercaron esporádicamente para ver lo que había o para realizar alguna acción de siembra o plantación.

 Más adelante, mi intención con el tema del huerto escolar, era crear un cuadernillo de actividades que fuera la base del trabajo en el mismo y desde el que pudiéramos abordar de manera eficaz e innovadora los temas de conocimiento del medio de 5º nivel que hablan de plantas y animales. Con esa finalidad fui perfilando las fichas de trabajo hasta publicar en 1999 un “Cuaderno de Educación Medioambiental para el alumnado”, con el título “¿Nos vamos al huerto?” (ISBN: 84-923123-0-0). En el citado cuadernillo, de veinte páginas tamaño Din-A 4, se propone hacer un plano a escala del huerto (dedicado al tipo que reclamaba más matemáticas); una actividad sobre semilleros y semillas; una observación sobre plantas y trasplante; una búsqueda de significados de varias palabras relacionadas; dibujos de los animales que visitan el huerto; un cómic inventado; realización de caricaturas y rimas; recetas de cocina y refranes; juegos con palabras; trabajos con frases hechas; una ficha informativa de un producto vegetal; adivinanzas; un listado de actividades complementarias y optativas; algunas lecturas; una identificación de tareas agrícolas; un espacio de anotaciones de cada día que salimos a trabajar y una valoración final.

 

 Aunque, por diversas razones, en los últimos dos o tres cursos he abandonado esta práctica, no es descabellado pensar que pueda retomarla en el futuro. (Conservo una amplia muestra fotográfica de los trabajos realizados en diversos cursos, de distintos cultivos, de muchos niños y niñas participantes; guardo cuadernos de anotaciones de lo que íbamos haciendo; tengo la convicción de que todo lo que se haga en ese espacio será interesante y leo complacido los pequeños relatos de comunidades escolares que impulsan en los patios de recreo de sus centros, espacios agrícolas en los que los niños y niñas vean nacer y crecer la vida vegetal, algo cada vez más exótico para las nuevas generaciones). El espacio disponible es pequeño, pero suficiente para hacer algunas cosas y realizar algunas observaciones, incluyendo la recolección de malas hierbas que crecen desordenadamente y que podemos secar y observar, así como la captura y observación de pequeños animalillos que por allí deambulan, se alimentan o se refugian. Un huerto escolar puede ser un espacio apropiado para experimentar y observar, para sembrar y cuidar, para el trabajo cooperativo y para el ejercicio de la responsabilidad... Puede ser un espacio pedagógico de gran interés, aunque haya ignorantes (por referirme con suavidad y sin dedicarles tiempo) que lo desprecien o lo menosprecien...

 Y ya dejo el tema reproduciendo las coplillas que escribí para la contraportada del cuaderno citado:

 En el patio del colegio / hay un pedazo de tierra, / que sembramos y cuidamos/ como si fuera una huerta.

 Ponemos en el trabajo / buena dosis de ilusión / y luchamos sin desmayo / contra el viento y el calor.

 Sembramos coles y acelgas / calabazas, girasoles; / rabanetas y judías, / flores de varios colores.

 Cuando las plantas asoman, / los gorriones y estorninos / las visitan con frecuencia; / son incómodos vecinos.

 En nuestro huerto escolar, / cada nueva primavera, / hay una explosión de vida / que brota desde la tierra.  

6 comentarios

Mariano -

Un saludo, Kamile. Yo escribí el "huerto de los olivos" y tú "el huerto de los olvidos"... Me gusta este juego de palabras. Disfruta de tu estancia en Lituania, mujer, que ya tendrás tiempo de estar en Fraga... Un abrazo fuerte y recuerdos.

kamile -

Hola, que tal estais??? Yo muy bien, tengo muchas ganas de volver a Fraga y estar con mis amig@s.
Mariano, yo prefiero el huerto escolar porque el huerto de los olvidos no me acaba de gustar, me explico; en este momento estoy escribiendo en el blog porque nunca olvidare los buenos y malos momentos que pasamos "juntos", dedico algunos minutos para saber como estais... y esque, el huerto del cole es incopiable!!!
Saludos a todos, os mando recuerdos de mi parte.

Fina -

¡ Con lo payeses que somos en Fraga y no tenemos huerto en el cole !!!...

Acabo de hablar con Angel Garí, hemos quedado en Abizanda para agosto...no me lo puedo creer, estoy algo "emocionadilla"...

Ya te contare. Un saludo

mercè -

No habia leído este texto en Fraga, lo hago desde Barcelona y desde aquí, de lejos, todo se ve un poco más objetivamente.
Me parecería muy bien poner de nuevo en marcha el huerto escolar, pero, por favor, que no se responsabilice Mariano (hemos ido muchos sábados por la mañana a regar con nuestros hijos cuando eran pequeños). En algunos centros son los padres/madres quienes se responsabilizan de este apartado (ahí queda como sugerencia).
Feliz verano a todos/as los que se pasean por este blog.

Mariano -

Era mucho más descabellado cuando empecé. Ahora mismo, podríamos encontrar múltiples documentos y muchas experiencias en centros escolares de pequeños pueblos o de ciudades donde la práctica se reconoce como de interés y se potencia desde los ayuntamientos o desde los organismos educativos.
Uno suspende algunas prácticas por supervivencia, porque va cumpliendo años y por otras razones que igual no está bien que las escriba aquí porque pondría a algunos en ridículo.
Hablaremos del tema el año próximo, Nati. Te agradezco mucho que hayas escrito. Las vacaciones van bien, aunque estoy deseando subir por Labuerda que, como ya sabes, es donde percibo una fuerza telúrica necesaria para recomponerme.

nati -

Felices vacaciones----
Me satisface leer que pienses que no es descabellado "volver al huerto". En una reunión del APA, algun@s quisimos saber que pasaba con el huerto, si era muy complicado hacer que funcionara. Se llegó a comentar la posibilidad de que ese espacio pasara a ser zona de patio... Todos estabamos de acuerdo en que conservar el huerto era lo mejor pero... topamos con lo de siempre, ¿quién se hace responsable?
Mis hijos no han conocido "tu huerto" para ellos solo es un trozo de patio vallado por el que intentan colarse alguna vez (para eso son las vallas, no?). Me gustaria que lo vieran tal como fue, creo que ayuda no te faltará. Ya me dirás.
Las vacaciones bién?