No sé ni cómo titularlo
Algo no va bien cuando en un país como este, un grupo de gente –llámense ministras y ministros- ocupan el poder y empiezan a hacer la vida imposible a miles de personas. Y para ello, y desde el principio, se valen de las peores artes imaginadas; empezando por mentir en todo y todos los días… Ejecutan con frialdad y mala baba un antiprograma, que no era el que había publicitado. Empiezan a hacer todo aquello que habían negado, jurado y perjurado que no harían… Si en algún momento dijeron que no a algo; ese algo ha tenido y aún tiene muchísimas posibilidades de ser ejecutado y puesto en vigor… No sé si se había visto algo igual en el pasado. Y, encima, no pasa nada.
La lista de negaciones cumplidas es larga y asombrosa. Me la voy a ahorrar porque es de sobras conocida, pero cada vez que veo la suficiencia con la que dicen o hacen lo contrario de lo que dijeron, siento un golpe en el estómago y una pregunta silenciosa se me queda tallada en el interior: “¿es posible lo que oigo?”
Todo lo anterior, además, se lleva adelante con menosprecio, incluso con alegría… Me sorprendía mucho, a principios de este año las risas frecuentes y alborozadas que se echaban las ministras y ministros cuando entraban o salían de una reunión, donde había tomado algunas crueles decisiones para miles de personas. ¿De qué se reirán éstos y éstas?, pensábamos… Luego ya llegaron a escenificar esa alegría incomprensible en el mismo parlamento, con estruendosas ovaciones cuando recortaban derechos o con gritos de “que se jodan”, dirigidos a los afectados… Realmente vergonzoso. ¿Quién coño los ha votado?, me pregunto cada día, puesto que no se ven manifestaciones de apoyo a esas políticas que echan la culpa a los ciudadanos y protegen a los mangantes que han esquilmado las arcas del estado… (¡Con la de veces que salieron a la calle en el pasado por los motivos más increíbles!) ¿Dónde están los votantes del pp?, me pregunto cada día… ¿Estarán satisfechos de lo que están haciendo esta cuadrilla de golfos apandadores o se estarán arrepintiendo mucho, mucho, de haber contribuido a que tomaran el poder?
Inocente de mí, pensé que con la segunda legislatura del pequeño con bigote, se habría tocado fondo en cuanto a prepotencia, chulería, fomento de los enfrentamientos autonómicos, etc. Resulta que había de venir un tipo –y encima tocayo-, alto con barba, que lo iba a superar, que ni siquiera iba a dar explicaciones en el Parlamento (él que las estuvo pidiendo cada día durante siete años), que no se sabe si está o no está y que, hasta el momento, no ha parado de hacer lo contrario de lo que dijo que haría. Están dejando un país destrozado; abocando a mucha gente a la miseria y exculpando a todos los sinvergüenzas (que son legión) de haber vaciado los bancos, robando a pensionistas y a gentes normales que confiaban en haber colocado sus ahorros en lugar seguro y que –sin saberlo- los colocaron en un infecto sumidero.
En todo este tiempo, además, hemos asistido a una profunda reforma del lenguaje, cargado de eufemismos que quieren disfrazar la realidad. Hay un montón de gente empeñada en no llamar a las cosas por su nombre y en generar confusión, indefinición o, simplemente, “mentir literariamente” (¡ya les gustaría!). En ocasiones, algunas expresiones han creado auténticos “incendios” sociales: recuerden las referencias intermitentes del ministro de justicia a la condición de mujer… Se está criminalizando a colectivos enteros sin causa ni fundamento: “los interinos han entrado a dedo” o “los profesores trabajan poco”; “los sindicatos viven de las subvenciones”, “los parados no quieren volver a trabajar”… ¡Pero, bueno!, ¿y ellos, los políticos, no tiene nada que mejorar? Son los justos, trabajan intensamente, cobran poco, toman decisiones siempre responsables, llenas de “sentido común”…?
Esa criminalización de algunos colectivos lleva debajo la intención de desprestigio social, de conseguir un malestar social hacia ellos, de conseguir –tal vez- que otras personas acaben alegrándose de que estos grupos sean “intervenidos”, en su horario de trabajo, en su contratación, en su sueldo… Una política claramente indecente, de fomentar la división y el enfrentamiento, por parte de unos tipos que deberían trabajar para cohesionar la sociedad y hacerla más justa. Sobre este tema, es muy recomendable leer un artículo reciente aparecido en El País, titulado “La ocupación del lenguaje”.
Yo particularmente estoy harto –y ya lo he expresado en otros medios y por otros conductos- de esta política de menosprecio y enfrentamiento; de este caminar hacia atrás en la mayoría de las conquistas sociales obtenidas tras mucho esfuerzo y mucho tiempo histórico… No nos merecemos esta hornada de ineptos mercaderes de la política, cuya única obsesión es recortar derechos, quitar a quienes menos tienen y enfrentar a la gente… No hay más que verles cómo se expresan, cómo mienten, cómo se ríen hasta de los dramas personales, como se autoexculpan, cómo inculpan a otros…, para descubrir su mezquindad, su miseria moral y su vacío ético… Y esto es lo más grave de todo. Este país está perdiendo los referentes éticos necesarios para avanzar. Con la generalización de la mentira y viendo a gentes que ocupan cargos de “alta irresponsabilidad”, que son premiados por su incompetencia; viendo que un Ministerio, otrora de referencia, se está convirtiendo en un “Misterio sin Educación ni Ciencia”; viendo esa incapacidad ¿biológica? de muchos próceres de reconocer que son malos, que no saben hacerlo, que estamos cada día peor, que vamos por el mal camino, que deberían dimitir y pedir perdón, devolviendo lo que han cobrado desde que empezaron a gestionar este tiempo lleno de desmanes, devastador para miles de personas… ¡Pero nada, ni un solo gesto de duda o arrepentimiento! Se asciende, se trepa sin tener en cuenta ni los méritos ni la capacidad; sin haber demostrado nada más que ser amigo, ser perrito fiel y cumplir a raja tabla lo que dice el concejal, el alcalde, el de la diputación o el ministro… A favores económicos, obediencia ciega y cuando las cosas van mal, la culpa siempre es de otros…
Y los “mass media”, que cada día son “menos” nos entretienen el verano con las aventuras de la abuela Cecilia y su “ecceborjano”, con la tristeza de un futbolista, los errores de una forense para reconocer unos restos quemados, la enfermedad de un etarra… y otros temas similares que distraen la atención y gastan una porción de la dosis personal de solidaridad emocional de la que cada cual dispone. De esa manera, ya no es necesario utilizarla en lo importante: en evitar el desmantelamiento social que, calculadamente, se está llevando a cabo.
No sigo, estoy saturado de malas vibraciones. Cada día, los titulares de las noticias nos hunden un poco más… estamos al borde de algún precipicio… Hay una legión de cabrones que nos empujan para que caigamos en él… Recordando a José Antonio Labordeta, en el mes de su muerte…¡Se podrían ir todos a la mierda!
2 comentarios
Mariano -
Imagino que hoy habrá sido un día memorable, ánimo, fuerza y honor, querida Mamen.
Mamen -
Mañana empiezo la escuela, hemos estado en fiestas jaja ya ves. Me sigue emocionando el primer día. He llevado todo el día un rebullir interno que no veas... Así que pienso que los 'gorrioncicos' estarán igual. Haremos lo posible porque sea un día amable. Buenas noches y un abrazo.