ESCUAÍN EN OTOÑO
Escuaín es un enclave casi imposible en la comarca de Sobrarbe: situado allí donde es una osadía imaginar un lugar para vivir. Conocidas son sus posibilidades barranquistas, paisajísticas o de espeleología. A veces se olvida que fue un pueblo habitado (ahora también viven algunas personas), por personas que lucharon a brazo partido contra una naturaleza amiga y adversa a la vez (en todas partes suele ser así, aunque el tanto por ciento de amistad o adversidad sean diferentes).
Empezamos con Mercè el mes de noviembre paseando por los alrededores del núcleo de Escuaín. Vimos sus casas y sus ruinas, los caminos recuperados, los restos de la vida y los alrededores, llenos de colores y tonalidades que estremecen de placer: arces, hayas, chopos, abedules, fresnos, cerezos silvestres… Cascadas majestuosas crecidas al amparo de las últimas lluvias. Mires donde mires te envuelve una sensación de hermosura, de esplendor natural. La gama de colores es variada: rojos, amarillos anarajandos, verdes de distintas tonalidades… alfombras bajo los árboles como consecuencia de la caída de las hojas que incesantemente van planeando hasta el suelo formando una capa descolorida por efecto de las lluvias y del paso del tiempo. La cámara de fotos y los prismáticos van de mano en mano, tratando de contemplar y de atrapar tanta hermosura. El camino de vuelta, cubierto de hojas multicolores, lleno de humedad como consecuencia de las lluvias de los últimos días y adornado con los colores del otoño es un recorrido muy especial, mágico, luminoso (de los árboles encendidos, claro), lo hacemos despacio, parando repetidamente y disparando fotos mientras los arrendajos vuelan delante de nosotros avisando al resto de la fauna de la presencia de dos intrusos. La excursión nos ha servido para cargarnos de energía y de sensaciones agradables y naturales.
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Daniel -
Daniel -