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Se muestran los artículos pertenecientes a Mayo de 2014.

Semana santa: días de fiesta

Las pasadas vacaciones de semana santa, las dividimos en tres bloques temporales: el primero lo pasamos en Barcelona; para el segundo, subimos a Labuerda y, finalmente en el tercero, bajamos a Sevilla.

 1. Es un enorme placer visitar Barcelona de vez en cuando: recorrer sus calles, caminar por alguno de sus barrios, mercados, plazas céntricas, acercarse al mar, visitar algunas exposiciones... Viví cuatro años en la ciudad. Eran otros tiempos y yo tenía otra edad (en realidad, menos de la mitad de la que tengo). Barcelona sigue siendo una ciudad cosmopolita, llena de posibilidades estéticas, con mucha gente en las calles y plazas y con múltiples focos de atención para un visitante esporádico.

Uno de los cambios más significativos que he visto en Barcelona, desde aquella época de mediados y finales de los setenta, ha sido la recuperación de su litoral marítimo. Definitivamente, se ha abierto al mar de una manera esplendorosa y hoy día, una multitud de personas camina, pasea, corre, se sienta, charla, mira, hace fotos... a la orilla del mar. La climatología de la ciudad ayuda mucho a esta fiesta ciudadana.

 En esta ocasión, aprovechamos una tarde de nuestra estancia, para acercamos hasta el recinto del CaixaForum con el fin de visitar dos exposiciones. La primera estaba dedicada a la arquitectura de “Le Corbusier. Un atlas de paisajes modernos”. Le Corbusier (en realidad, Charles-Edouard Jeanneret) nació en la localidad suiza de La Chaux-de-Fonds en 1887 y murió a orillas del Mediterráneo, en 1965. Fue arquitecto, urbanista, pintor, diseñador de mobiliario, escritor, editor y fotógrafo y cineasta aficionado. Asombraba la fuerza y la libertad poco convencional de sus ideas. (Puede verse hasta el 11 de mayo).

  La segunda exposición se titulaba “Mediterráneo. Del mito a la razón” y reunía 165 obras griegas y latinas: estatuas, relieves, cerámicas, frescos, mosaicos y joyas, procedentes de museos europeos. “Del próximo Oriente a Egipto y de allí a Grecia y más tarde a Roma, el Mediterráneo fue la vía de comunicación de creencias, ideas, conocimientos y formas culturales, cuya influencia se extiende hasta hoy”, podemos leer en el políptico editado. Esta exposición tenía un catálogo editado con fotografías de lo expuesto y los textos que las acompañaban. No son baratos estos catálogos, pero me gusta comprarlo para poder “volver a ver” la exposición con más tranquilidad. (Puede verse hasta el 15 de junio)

 2. De Barcelona, viajamos a Labuerda, que como contraste no está nada mal. De una populosa ciudad a un minúsculo pueblo de una comarca pirenaica: Sobrarbe. Subimos con Mercè e hicimos una parada en El Grado. Nos acercamos hasta un espacio nuevo, denominado “El molino de Chuaquín”, construido en memoria del que fuera alcalde de  dicho pueblo: Joaquín Paricio. Como el edificio no estaba abierto, no pudimos ver lo que se anuncia en un cartel respecto de su contenido. Sí dimos una vuelta por una especie de parque en el que encontramos paneles grandes con fotografías que recrean viejos oficios, hoy ya casi desparecidos, unos y olvidados, otros. Al lado de los paneles grandes, otros pequeñitos explican algunas peculiaridades de dichos oficios. Hago fotos y pienso que podría ser un lugar interesante para parar, cuando bajamos de las excursiones que hacemos con los chicos de la escuela a Sobrarbe.

 En Labuerda, como ya he contado en otras ocasiones, tengo uno de mis nidos. En el “viejo granero convertido en joven salón

(http://gurrion.blogia.com/2013/082601-el-viejo-granero-y-el-joven-salon.php)

me aposento y el tiempo pasa a otra velocidad. Ordeno los últimos materiales que he subido conmigo (en una “bolsa verde” de la que tengo que hablar un día) y luego ya mis tentáculos culturales se extienden por el recinto y fijan su atención en distintos armarios, en diferentes materiales que voy cogiendo, abriendo, ojeando, leyendo, guardando de nuevo... ¡Tengo tantos libros por leer; otros por releer!, ¡tantas revistas, periódicos, recortes, dossieres variados; colecciones, cajas llenas de objetos...! El día de viernes santo, viajamos hasta el valle del Ara, con Ana y Daniel. Teníamos intención de ir a comer con la familia de Sarvisé, pero antes nos acercamos a Bujaruelo. Sin duda, uno de nuestro rincones favoritos. Aunque ya sabíamos que habría mucha gente, por ser la fecha que era, empezamos a preocuparnos al pasar por Torla y ver la cola interminable de gente que estaba esperando para sacar billetes para los autobuses que debían llevarles a la pradera de Ordesa. Efectivamente, cuando llegamos a Bujaruelo, había ya coches a montones y “grupos vacacionales” típicos de estas fechas festivas, formados por 10, 12, 14, 16... personas.

 Hicimos el recorrido de siempre, tomando abundante fotos. El Ara bajaba con el deshielo incorporado; con un mayenco turbio y arrollador; espectacular en algunos tramos, como ya habíamos visto al subir, en el puente cercano al camping de Fenés. Los picos de los alrededores estaban cubiertos de nieve; hacía un día bueno, pero había que llevar al lado una prenda de abrigo para protegerse del viento. Nos sentamos a la orilla; echamos un bocado; nos mojamos las manos y seguimos haciendo fotos. Sólo faltaba un verde más intenso y brillante en la hierba, “quemada” todavía por la nieve invernal. Regresamos al cabo de hora y media al lugar donde habíamos dejado el coche y salimos del atasco antes de que se produjese: solo había un carril de entrada y salida, como consecuencia del aparcamiento de coches por los dos lados de la carretera. Realmente excesivo. Paramos en Broto a hacer unas fotos y tomar un refresco y llegamos a Sarvisé para comer. Tras la sobremesa, un paseo por los llanos de Sarvisé, jalonados por grupos de vacas y terneros pastando, praderas verdes, nogales con hojas...; paisaje idílico para el turista; paisaje lleno de trabajo y dificultades para el lugareño, como siempre.

 3. Este año, las vacaciones de semana santa se vieron incrementadas en dos días, debido a las coincidencias. Dos días después de haberlas terminado, se celebraba del día de San Jorge –fiesta autonómica-. La autoridad educativa colocó un día de fiesta entre el 21 y el 23 de abril y, por tanto, ya no regresamos al tajo hasta el jueves. Un mes antes, se había recibido en el colegio un e-mail desde Sevilla, preguntando por mí. Querían que participase como ponente en las III Jornadas Provinciales de Bibliotecas Escolares de Sevilla. Mi ponencia debía ser “conferenciada” el día 23, entre las 17:30 y las 19:30 horas. Acepté, solicité permiso oficial y nos fuimos a Sevilla. En 1998, en el mes de mayo, viajamos con Mercè a esa ciudad por primera vez. Había organizado el Ayuntamiento sevillano las Séptimas Jornadas de Bibliotecas Escolares y me habían invitado a participar contando el trabajo que veníamos desarrollando en el colegio. La ponencia se desarrolló en un barrio algo degradado de la capital (según nos explicaron), cuyo nombre no recuerdo, en un edificio público, conocido popularmente como “El Esqueleto”, cuyo nombre da idea del tiempo que tardaron en terminarlo. Posteriormente, he vuelto a Sevilla en otras ocasiones, siempre con motivo de participar en eventos bibliotecarios o relacionados con la escuela y la enseñanza.

 Volviendo al viaje reciente, tuvimos la oportunidad de encontrarnos, la noche de nuestra llegada, con Álex y su madre María Jesús, que vinieron a buscarnos a la estación de Santa Justa y nos acompañaron a tomar una cervecita cerca del hotel. Álex y María Jesús son ya como de la familia. El día 22 nos dedicamos a hacer turismo por lugares emblemáticos de la ciudad: el Guadalquivir, Triana, Torre del Oro, Giralda y alrededores... Por la tarde-noche nos encontramos con Maribel Vidaller (a quien hacía muchos años que no veíamos) así como con Carmen Moya quien –y aquí viene una de las “casualidades” asombrosas de la vida-, está precisamente en el mismo colegio que Maribel. Carmen estaba en un CEP hace unos años y fue una de las que me acompañó una de las veces que reclamaron mi presencia en la capital andaluza, como he explicado. Pasamos una muy agradable velada charlando y recordando. Con Maribel tuvimos frecuente y estrecha relación en sus años por la zona del Bajo Cinca, por ser compañera en Aula Libre, aunque luego la vida nos ha llevado por caminos divergentes que siempre acaban convergiendo; no hay más que verlo, je, je. Esa tarde, nos contaron, habían celebrado en su colegio el primer cumpleaños de su biblioteca escolar y estaban muy ilusionadas con la implicación de las familias en su funcionamiento.

 El día 23 por la tarde, en el pabellón Fujitsu de la antigua expo se inauguraban las Jornadas y debía exponer yo mi aportación. Los actos se retrasaron porque el político de turno llegó media hora tarde. Estábamos todos y todas los que teníamos que estar. Solo faltaba el único que era totalmente prescindible, pero condicionó el desarrollo de la tarde. No dijo nada relevante y se largó nada más terminar el acto siguiente, protagonizado por alumnos, conmemorando el Día del Libro (una “perfomance” que estuvo muy bien). A continuación, Mª Luisa Granados me presentó al auditorio y desde las seis y diez de la tarde hasta las ocho menos cuarto, traté de animar al respetable, señalándoles algunos caminos de dinamización de la biblioteca escolar. Había llevado mi maleta viajera y bibliotecaria, pero no hubo tiempo material para que, quienes quisieran, pudieran bajar de los altos graderíos y pudieran ver y tocar los materiales de manera directa. Aún ahora, cuando pienso en ello, me viene ese gusto agridulce de no sentirme del todo satisfecho con lo que hice, por falta de tiempo.

 Hacia las nueve nos reunimos con un grupo de maestras y maestros del colegio Aljarafe

(http://gurrion.blogia.com/2008/090401-he-vuelto-del-sur-i-.php).

Los “bauticé”, hace ya seis años como CRAP (Comité de Recepción y Acompañamiento al Ponente) y son un tipos y unas tipas geniales. Allí estaban, para acompañarnos a tomar unas cervezas y degustar unas tapas, en la noche sevillana. Antonia, José María, Charo, Águeda, Juan, Cristina... tenían que trabajar al día siguiente (el día que nosotros regresábamos a Fraga), pero no faltaron a la cita. Estuve en su colegio los días 2 y 3 de septiembre de 2008 (y esa noche hicimos memoria de ello y aún comentaban que, como ya se han jubilado unos cuantos, que debería volver para reafirmar aspectos de escritura y lectura entre los nuevos...) y me sentí tan acogido y bien tratado que no me los quito de la cabeza y, cada vez que he bajado a Sevilla, aviso a Antonio y ella ya se encarga de poner en funcionamiento al CRAP. Es un lujo tenerlos ahí.

 Cuando regresas de un viaje así, lo haces con un cúmulo de sensaciones positivas y reafirmándote en que, las personas comunes, somos grandes; tenemos una enorme capacidad de relacionarnos, de animarnos unos a otros, de hacer más llevadera la vida y tenemos en común y compartimos la mayor parte de lo que somos, hacemos y pensamos y que las diferencias son menores en cantidad y, seguramente, en calidad, que las cosas que nos unen... Porque lo cotidiano se articula en torno a ejes primarios: dormir, comer, trabajar, relacionarnos, pensar y amar... En la conjugación adecuada de esos seis verbos generales (cuya lista podríamos ampliar, sin duda) tiene lugar el hecho de vivir.

 Hace unos años, un texto descriptivo de este estilo lo escribía al día siguiente de haberse producido los hechos. El caso es que los años no pasan porque sí y uno se torna más perezoso para algunas cosas o necesita un tiempo añadido hasta encontrarle sentido a escribir. Solo entonces, las palabras fluyen a la vez que acuden los pensamientos-recuerdo a la mente... Las vacaciones de semana santa parecían ya olvidadas, pero este texto lo va a impedir, je, je.

03/05/2014 21:15 gurrion #. sin tema Hay 2 comentarios.

Unos días en Figols de Tremp y algunas visitas turísticas

Hemos estado en Figols de Tremp pasando la mayor parte del puente del uno de mayo que para nosotros siempre es también el del dos de mayo (porque es el cumpleaños de Mercè). Ese día dos, pronto por la mañana, cuando me levanté, bajé al huerto y corté dos rosas para Mercé (de un par de rosales que, muy probablemente, plantó su padre hace años), para que cuando se levantara a desayunar las encontrara en un pequeño recipiente con agua: perfumando y saludando la mañana “cumpleañera”, je,je.

 Subimos el día 1, desde Fraga, y realizamos un viaje con paradas en lugares donde no habíamos estado. Cuando repites un recorrido con cierta frecuencia, como nos pasa a nosotros, ves carteles con nombres de pueblos que se hallan a dos o tres o cinco kilómetros de la carretera general y un día te apetece desviarte para conocerlos. Es lo que hicimos este día y lo que hemos ido haciendo en múltiples ocasiones, tanto al subir como al bajar.

 Primero visitamos el pueblo de Baells. Nos llamó la atención un edificio grandioso, aunque con señales de haberse iniciado una restauración no concluida del todo. Una vecina nos informó que era el Palacio de la Marquesa, del que se había restaurado un salón en la planta baja que utiliza el pueblo para realizar algún acto solemne o una comida popular... En la plazoleta que hay delante, se mecían, al compás del viento, unos cuantos rosales, llenos de preciosas rosas de variados colores que me entretuve en fotografiar. La Iglesia es un bello edificio barroco del siglo XVII, cuyo interior no podemos visitar porque solo se abre los días festivos a la hora de la misa. En lo alto de la torre, una cigüeña trajina en el nido y crotorea todo el rato que permanecemos en el pueblo. Las calles de Baells culebrean por el montículo sobre el que se asienta el pueblo y algunos involuntarios miradores ofrecen vistas notables sobre los alrededores: campos de cereal, bosquecillos, setos... que en esta época de primavera nos devuelven una gama de verdes preciosos y brillantes... Recordamos este pueblo, cuando pasamos cerca de él, en otoño, porque tiene una irregular y nutrida formación de chopos que en octubre de cada año, ofrecen una hermosa imagen de “árboles encendidos”.

 Poco después de regresar a la carretera, encontramos el desvío de Nachá. Nos llamó la atención, la primera vez que pasamos por esta carretera para acceder a Figols, el nombre del pueblo y la pintada añadida, debajo del mismo: “NACHA pop”, como aquel grupo musical de los ochenta... La gente siempre está “a la que salta”. Como en el anterior, observamos algunas casas arregladas y nadie por la calle. Una señora mayor trata de enhebrar una aguja y se ha acercado a la gran ventana delantera de su casa para que la luz le permita ser más efectiva. Es una imagen curiosa, vista desde fuera, como la vemos nosotros, casi a su mismo nivel, pues nos hallamos sobre una calle pendiente que sube hacia la iglesia. Ésta es de estilo románico, con modificaciones posteriores, algunas difíciles de entender. La puerta más antigua y adornada se ha quedado “colgada” literalmente, como si fuera un enorme ventanal, por alguna modificación –no sabemos si muy reciente- del entorno de la iglesia. Exteriormente, cuando llegas al complejo iglesia-torre, visto desde el ábside, se observan distintas fases de construcción del conjunto eclesiástico que, restaurado, ofrece una imagen de interés.

A la entrada del pueblo hay un crucero moderno, dedicado a San Antonio, con hornacina acristalada y ramo de olivo en la parte superior.

 Regresamos de nuevo a la vía principal y continuamos viaje, hasta que vislumbramos el desvío de Caladrones (3 Kilómetros). Siempre que pasamos por ese punto kilométrico, comentamos que ¡vaya nombre le pusieron al pueblo! Y ¡vaya carga con la que sus habitantes han tenido y tienen que apechugar! Entramos por una calle estrecha y desembocamos en una plazoleta. Nos extraña no ver la torre de la iglesia, así que nos dirigimos al cementerio, porque hemos vislumbrado una capilla que podría ser interesante. Entramos en el recinto cuidado del cementerio, nos dirigimos hacia la capilla pero no es posible acceder a ella ni verla con detalle. Tomo algunas fotos de una banda de buitres que se elevan en aquellos momentos y vuelan en círculo por encima de nuestras cabezas. Cuando regresamos hacia el coche, vemos que se asoma en la parte alta del pueblo la parte superior de una pequeña torre. Subimos al coche, salimos del pueblo y tomamos una carretera que, creemos nos acercará a la parte superior del pueblo. Fotografiamos allí un cartel metálico con el nombre de CALADRONES, medio tumbado sobre una pared. Vemos varias puertas de corrales y de huertos con “llaves” de madera, como las que podemos encontrar en pueblos de Sobrarbe, que llaman nuestra atención, así como unos bancos de madera, muy rústicos, pero muy sólidos, colocados en diferentes rincones del pueblo y que invitan al descanso y la contemplación. Todo ellos están fechados en el año 2000, lo que indica que fueron fruto de una estrategia diseñada para esas fechas. Fotografío una golondrina que posa pacientemente sobre un cable de la luz, tan negro como ella y unas formaciones delirios que encuentro a la salida del pueblo y que presentan un aspecto florecido, inmejorable.

 Regresamos de nuevo a la carretera y ya no nos detenemos hasta Viacamp. La parada obligada es para comer en el restaurante que hay al lado de la carretera y que hoy, presenta un aspecto inmejorable: está lleno. ¡Buena señal! Comemos ensalada, macarrones a la boloñesa, pollo a la brasa y longaniza a la brasa: dos primeros y dos segundos que compartimos y así degustamos cuatro platos y terminamos con dos tartas: una de queso y otra de tiramisú... ¡Hay que cuidarse! Cuando nos decidimos a salir, necesitamos tomar un rato el aire para que la comida haga asiento, antes de continuar viaje. Son más de las cuatro de la tarde y aún no hemos llegado al límite autonómico entre Aragón y Cataluña...

 Cuando montamos en el coche, lo hacemos para no parar ya hasta nuestro destino. Después de unos quince kilómetros de curvas, no podemos continuar sin detenemos en el mirador que hay bajo la torre de Montllobá (la Torre de Figols, también llamada). Es como un enorme balcón por el que te asomas a la Conca de Tremp. El cielo está lleno de nubes sueltas con tonalidades variadas y formas curiosas; hay luz y el espectáculo visual es realmente sugerente. Hago unas cuantas fotos que luego disfrutaremos descargadas en el ordenador. Hace un viento poco agradable (y donde estamos, nos golpea con fuerza), así que cumplido ese rito de observación paisajística, bajamos el puerto y entramos en Figols y en la casa, en la que las dos últimas veces que hemos venido hasta aquí, no nos hemos quedado a dormir porque la climatología de este pasado invierno lo desaconsejaba.

 Como decía, hace un día soleado, con una luz maravillosa que convierte los sembrados en lienzos ondulantes por efecto del viento; mares verdes, con olas que recorren a gran velocidad toda la extensión de los campos, mientras las golondrinas realizan vuelos en picado, rozando levemente las espigas (o tal vez no lleguen a rozarlas..., pero esa impresión dan). Al final de la tarde, se produce un fenómeno curioso en los cielos. Las nubes de por la mañana, han sido moldeadas por el viento constante de todo el día; ha ido puliendo sus bordes y parecen enormes ballenas navegando los cielos (Me acuerdo de mi amiga gallega María Jesús Fernández que si las viera, seguro que estaría de acuerdo conmigo).

 Me repetiré, pero este silencio... Escuchar nítidamente el canto alborotado de una bandada de abejarucos que sobrevuelan la casa, se posan en un cable eléctrico y acaban despegando todos a la vez, perdiéndose en la lejanía... Sentir a lo lejos, el tableteo intermitente de un pájaro carpintero (un día, hace un tiempo, pudimos observarlo con los prismáticos)... Ver, cada día a eso de la una, una bandada de buitres silenciosos que vuelan describiendo grandes círculos, que ascienden, y descienden finalmente a los aledaños del basurero comarcal (sin duda, la instalación menos glamurosa de este entorno magnífico)... Son sensaciones y vivencias inhabituales en otras geografías (sobre todo en las urbanas). Sentados en la terraza, en silencio, mirándonos o mirando las nubes o el horizonte de la Conca, solo se escuchan los sonidos de la naturaleza: el viento golpeando las ramas de los árboles o silbando, furioso, una ininteligible melodía; el batir de las alas de algunas aves que nos sobrevuelan; el canto interminable de diversos pájaros: unos próximos, otros lejanos... Y, muy de vez en cuando, una voz humana que dice algo a otra persona allá a lo lejos ...

 Dentro de la casa, paso buenos ratos en la pequeña biblioteca que hemos montado en una antigua alcoba, iluminada ahora por dos ventanas y una puerta de salida a la terraza. La carencia de libros en la infancia, muy posiblemente, ha hecho que toda mi vida de adulto haya estado vinculada a los libros. En esta pequeña biblioteca hay libros y revistas, colocados en estantes sólidos que voy ordenando, reordenando, cogiendo, abriendo, mirando, leyendo, ... Estos días, he subido la “bolsa verde” llena de títulos (algunos los compré, como el pasado año, en el mercadillo solidario del colegio y proceden del expurgo que hicimos de los viejos ejemplares de la biblioteca escolar), por lo que he estado colocando y remodelando la organización de los mismos. Cualquiera que venga por estos pagos, podrá encontrar material de lectura para varias horas o para varios días, pues la oferta es amplia y variada. Rodeado de libros que es como decir, rodeado de infinitas posibilidades; de múltiples aventuras por vivir; de muchos autores y autoras dispuestos a entablar una amplia conversación conmigo; de felices reencuentros con personajes e historias ya conocidas... me encuentro feliz y las horas pasan a ritmo lento y en plenitud, pues alterno esas estancias con los paseos, las conversaciones, la preparación de comidas... con Mercè. Me he subido el ordenador portátil: ese que tengo para descargar fotos y para escribir y voy terminando algunos artículos para el número 135 de El Gurrión que tiene que salir durante este mes de mayo y también voy escribiendo estos textos para el blog que tanto me gusta.

 Es sábado por la tarde y aunque aquí se está “de cine”, regresamos a Fraga pues tenemos allí algunas faenas pendientes... Finalmente, ya es martes, cuando consigo darle alguna forma inteligible a este desvarío viajero y lo dejo publicado en este blog que hace tanto tiempo que me acompaña. 

06/05/2014 23:37 gurrion #. sin tema Hay 2 comentarios.


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