Se muestran los artículos pertenecientes a Mayo de 2011.
Actividad de escritura reflexiva mirando hacia uno mismo. “Efecto espejo”, podríamos decir. Hay mucha naturalidad, grandes verdades y sentido del humor en estas declaraciones que podemos leer a continuación:
.. Tengo 11 años. Desde muy pequeña me ha gustado dibujar y pintar. Soy una chica simpática a la que le gusta estar siempre alegre y feliz. Mis asignaturas favoritas son las matemáticas y la plástica.
En mi tiempo libre me gusta ver la televisión, ir a comprar, estar con mi familia y amigos, dibujar, pintar, leer, hacer manualidades y hacer sudokus. Me considero una chica inteligente, pero no tanto. A mi familia le gusta mucho cómo escribo y cómo dibujo.
De mayor me gustaría ser jefa de una tienda de ropa, pero como sé que no voy a poder serlo me gustaría ser fotógrafa. Me gusta mucho inventarme cuentos e historias. Cuando me leen un libro, me gusta meterme en el papel de los personajes y así vivir los sentimientos que creo que sienten; además, me gusta ponerme en su pellejo.
Yo pienso que una persona es más feliz cuando da lo que le gustaría que le diesen. A mí me gusta hacer cosas con mis propias manos y darlas.
Hay una cosa que me cuesta hacer y es expresarme, pero lo intento. Hay quien piensa que me río mucho y que debería controlarme, hasta mi propia madre lo piensa. Al principio no le daba tanta importancia, porque pensaba que no era para tanto, pero con el tiempo me he dado cuenta de que sí que lo tiene y por eso ahora intento controlarme. Yo, al igual que todas las personas, tengo cosas buenas y malas, ya que no somos perfectos. Está bien que intentemos dar lo mejor de nosotros; por eso yo lo intento (Soy Alba C.)
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.. Yo soy bromista, divertido; a veces inteligente y a veces no. Cuando algo va mal, intento alegrar el ambiente (sólo a veces). Soy responsable. Si no entiendo algo, me quedo pensando un rato en eso. Confío en los demás. En el cole, solo en algunas clases hago bromas y en otras no. Pienso en los demás, no solo en mí mismo. Sé compartir. Soy sincero. Eso sí, cuando no entiendo algo, digo lo que dices tú: - “mamá, ayúdame que no lo entiendo”, y ella viene y me lo explica todo, como una buena madre.
Soy trabajador en algunas cosas, claro; en otras, no tanto. A veces, se me ocurren frases muy bonitas. Si he de contar con mis padres en algo, cuento con ellos. También digo cosas que no tienen mucho sentido, pero yo me troncho, ¡hasta me río de mí mismo! (Jorge es el nombre que eligió mi hermano para mí. Bueno, el dijo la “J” y mis padres pensaron en “Jorge”, la persona que soy ahora…)
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.. Soy una chica un poco alta de estatura. De piel morena, ojos marrones muy oscuros y pelo negro.
Me gusta salir y divertirme con la gente a la que conozco. A veces, si salgo, hago nuevas amistades. Soy un poco complicada a la hora de elegir las cosas. No me gusta, cuando voy con mis amigas, seguir a una porque se cree la más guay. Me gusta ir a lo mío, sin que nadie me diga nada.
Reconozco que cuando alguien me hace algo, me quedo con rabia, aunque hayamos hecho las paces. Si alguien dice algo de mí, me gusta que me lo digan a la cara, porque cuando pienso algo de alguien o tengo curiosidad por saber algo, se lo pregunto, porque no me gusta quedarme con la duda. A la hora de dejarle algo a alguien, se lo dejo porque no hay que ser agarrada ni egoísta; y como dicen mis padres: “hoy por ti y mañana por mi”. (Soy Camila Q.)
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.. Tengo 11 años, aunque cumpliré 12 en el mes de septiembre. Soy de las pequeñas de 1999, pero no la que más…
Mi pelo es castaño y un poco ondulado. Tengo los ojos marrones como el pelo. No soy ni alta ni baja; estoy por el medio. Alguna gente me dice: “¡Pues qué alta que estás!” Y yo pienso: “pues si vierais a unas amigas mías…” Pero no me importa porque las bajas tienen ventajas: siempre te ponen delante. Tengo una hermana mayor que tiene cinco años más que yo; tiene 16 y este año cumplirá los 17, en mayo…
Y para cambiar de tema, voy a seguir hablando de mí. Me gusta patinar; sobre todo, hacer piruetas y bajar cuestas; aunque haciendo una pirueta, llamada “el ángel”, me tuvieron que coser un punto, pero me da igual. Lo sigo haciendo porque me gusta mucho.
También me gusta hacer gimnasia rítmica, aunque no soy muy flexible. El día 14 de mayo tengo que ir a Ballobar a hacer una exhibición y aún no nos sale muy bien. Soy un poco “enfadosa”; sobre todo cuando me hace rabiar mi padre. Me dicen que no sé aguantar las bromas. También soy trabajadora y me gusta llevar bien hechas las cosas; aunque a veces soy muy vaga y me lo dejo todo para el último momento… (Soy Inés P.)
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.. Soy peculiar, al igual que todas las personas; ni los gemelos son del todo iguales… A veces, puedo ser tímido; me gusta divertirme y las películas de humor y de acción; los programas de pruebas y de preguntas, ¡ah!, y los de cachondeo; también algún documental. Me gusta reírme con los chistes graciosos.
Tengo el pelo castaño. No soy muy alto, que digamos. Tengo los ojos de color marrón; tengo los pies pequeños e iguales que los de mi madre.
Me gusta jugar al fútbol y practicar muchos deportes. También me gusta ver los deportes, no solo jugarlos.
Tengo una manía: cuando tengo el pelo largo siempre tengo que hacer cosas raras con él. No tengo mucha memoria y me gusta mucho jugar a la consola. No leo muy a menudo y me gusta en las vacaciones irme por ahí con mis amigos. Me gusta ir a las piscinas y nadar.
La lasaña me chifla, junto con los macarrones. Me gusta picar entre horas y dormir también… (Soy Víctor M.)
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.. Mido un metro y cincuenta y siete centímetros y peso 49 kilogramos. Tengo el pelo castaño. Los ojos los tengo verdes y marrones: es que a mí, en el agua o depende de dónde me encuentre, los ojos me cambian de color. Tengo las piernas alargadas y los pies muy grandes; mi número de pie es el 41-42. Soy moreno y siempre llevo un reloj, menos cuando lo pierdo.
Me encanta el fútbol; juego de lateral. A veces, me gusta hacer reír a la gente. Cuando lo consigo, intento no perjudicar a los demás. Me siento alegre y siempre miro el lado positivo de las cosas. También me gusta compartir las cosas con los demás.
Tengo muchas ideas y sé divertirme solo. Soy una persona solitaria que cuando le pasa algo malo lo afronta y da la cara, aunque me lleve el castigo de mi vida. No soy mentiroso. Tengo un defecto muy grande y es que soy muy sensible. No me gusta ver cómo la gente lo pasa mal. Soy muy creativo y me esfuerzo en que las cosas que hago, me salgan bien. Esta es mi vida y estoy orgulloso de lo que tengo. No me hace falta la ayuda de los demás para tener ideas y ser creativo. Y con esto me despido, con la mejor vida que se puede tener… (Soy Hugo L.)
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La gente que me conoce, sabe cosas buenas y malas de mí. Por ejemplo: secretos, a qué temo, cómo soy o qué carácter tengo.
Una de las cosas que más me gustan es ver la televisión, jugar con mis amigos y mis amigas, el fútbol, reírme y comer. Aunque esté muy flaca, a mí me gusta.
Cuando mi madre estaba embarazada de mí, intentaron que naciera en Lérida, pero yo, al final, acabé naciendo en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, que se llama como mi escuela.
Intento ser buena persona, caer bien a la gente, ser buena estudiante y tener amigos y amigas que me sepan cuidar y sacarme una sonrisa cuando estoy triste.
A veces soy muy pesada, pero es porque me lo paso muy bien. A veces, me pongo nerviosa, pero mis amigas y amigos me saben calmar.
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Soy buen estudiante – Hablo mucho – Me encanta jugar al fútbol y al tenis – Mis colores preferidos son el rojo y el azul – la comida que más me gusta es el bocadillo –Me gusta jugar al ordenador – Me gusta montar en bicicleta – Me porto un poco mal – Soy muy inquieto y travieso – Me gusta estar con mis amigos – Me encanta el deporte – Me gusta coleccionar cosas – Soy un poco inmaduro – Me gusta dormir mucho – Me gusta ver la televisión – Tengo un problema en la vista – La comida que menos me gusta son los champiñones – La estación que más me gusta es el verano – A veces, soy un poco pesado – Sé bastantes cosas de ordenador… (Soy Cristian)
Preservar la memoria, envasar los recuerdos o “enlibrarlos”… Preocupaciones que han existido siempre, porque de todos es sabido que, cuando una persona muere, todo lo que ha pensado, vivido y aprendido desaparece con ella y, en muchas ocasiones, se pierde un libro humano gordo y rico en vivencias.
Hablamos hace unos días, en clase, de retomar la fórmula de Joe Brainard y su “I remember” para que chicos y chicas hicieran un pequeño ejercicio retrospectivo (para ellos, como son unos críos, la cosa no resulta difícil) y en esas estábamos cuando nos enteramos de –posiblemente, entre otras muchas- un par de iniciativas que tenían que ver con la memoria, con el recuerdo y con el Alzehimer, la cruel enfermedad que los destruye sin piedad, vaciando sin compasión la cavidad cerebral de quienes se ven afectados por esa dolencia.
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Por cierto, hemos leído que:
.. Se va a crear un Banco de recuerdos contra el Alzheimer (http://www.bancoderecuerdos.es/). Una iniciativa promovida por la Fundación Reina Doña Sofía para concienciar, a través de una campaña en la que participan los principales grupos de comunicación del país y rostros conocidos del mundo de la música y el deporte, sobre la enfermedad del Alzheimer. La campaña se encuadra dentro de las iniciativas puestas en marcha con motivo del Año Internacional para la Investigación en Alzheimer y Enfermedades Neurodegenerativas: Alzheimer Internacional 2011.
.. Y también que “Cuatro jóvenes de Turín (Italia) han puesto en marcha el "Banco de la Memoria", un proyecto que pretende recopilar en la web las historias y recuerdos de los ancianos. Su objetivo es salvar el patrimonio de sabiduría, experiencia y conocimiento acumulado durante toda una vida y ponerlo a disposición del que los quiera escuchar.
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Por nuestra parte, hemos escrito, una lista colectiva de 100 recuerdos, o “meacuerdos”, que puedes leer a continuación y que han sido escritos por Jorge, Xavi, Camila, Doan, Inés, Eva, Giunay, Lili, Ahmed, Alba, Ester, Biser, Cristian, Hugo, Lucía y Víctor:
“Me acuerdo que en carnavales siempre estaba llorando. Me acuerdo que en verano me pasaba el día en un columpio que tenía. Me acuerdo que cuando me hice el Messenger, no me acordé durante un tiempo de la contraseña. Me acuerdo de cuando mi hermano me escondió la bicicleta y luego no la encontró. Me acuerdo de cuando llevaba dos coletas. Me acuerdo de todas las veces que me he cambiado de casa. Me acuerdo que en 2010 fui de campamentos y conocí a mucha gente. Me acuerdo del verano de 2006: me hice unas trenzas y las llevé todo el verano. Me acuerdo de cuando se escaparon los cerdos de la granja. Me acuerdo de cuando dormía y se me subió un ratón a la nariz. Me acuerdo cuando vino mi abuela a España por primera vez. Me acuerdo del verano pasado en Salou. Me acuerdo cuando bailamos la canción Mediterráneo para fin de curso. Me acuerdo de lo que hice ayer, pero no de lo que haré mañana. Me acuerdo de cuando mi hermana me presentó a su novio. Me acuerdo de cuando reñíamos con las amigas. Me acuerdo, cuando nació mi hermana Fátima, que me quedé dos semanas en casa, sin ir al colegio. Me acuerdo que en Infantil vinieron los padres a explicarnos sus profesiones. Me acuerdo que iba en autobús a la guardería. Me acuerdo de todos los trabajos que he tenido que hacer en el colegio”.
“Me acuerdo cuando hacíamos bodas en el arenero. Me acuerdo que estábamos bailando sevillanas, se rayó la canción y parecía un rap. Me acuerdo que cuando fui a Segovia vi ardillas en un parque. Me acuerdo de comer cuerdas. Me acuerdo de mi primer día en la escuela. Me acuerdo de mi primer PowerPoint. Me acuerdo del primer “chiste” de Mariano. Me acuerdo que rompí un cuadro con el balón. Me acuerdo que cuando mi hermana nació llevaba un vestido blanco con flores. Me acuerdo que de pequeña me comía los ajos crudos de mi abuela. Me acuerdo de las amigas de mi abuela, que siempre me saludan. Me acuerdo de todos los profesores y profesoras que me han ayudado. Me acuerdo de cuando mi padre me contaba cuentos para ir a dormir. Me acuerdo cuando marqué un gol, que era el primero de mi vida, aunque perdí tres a uno”.
“Me acuerdo de cuando mi padre vino a la clase de P.4 a explicar su oficio y se pegaba martillazos en el pie, con las botas de protección. Me acuerdo de cuando hice la comunión con mi mano rota y en mi nueva casa. Me acuerdo de cuando mi tía se casó con mi super tío. Me acuerdo de cuando me sacaron las ruedas traseras de la bicicleta. Me acuerdo cuando me perdí dos veces en la playa. Me acuerdo que antes me gustaban las lentejas. Me acuerdo que lloré el primer día de cole. Me acuerdo que antes creía en los reyes magos. Me acuerdo que una vez comí barro. Me acuerdo que en Colombia tenía un amigo y jugaba con él. Me acuerdo que mi madre me leía cuentos para dormir. Me acuerdo cuando mi abuelo se compró un caballo. Me acuerdo cuando se murió el caballo de mi tío. Me acuerdo que hicimos un trabajo sobre árboles. Me acuerdo cuando hicimos un trabajo sobre poetas. Me acuerdo cuando mi hermana aprendió a andar, pero se caía todo el rato como una borracha o como un payaso. Me acuerdo que mi abuelo me compró una bicicleta”.
“Me acuerdo de cuando vine a España. Me acuerdo cuando me compraron una mochila. Me acuerdo cuando me gustaba el Mallorca. Me acuerdo cuando me pasé al Real Madrid. Me acuerdo de cuando marqué mi primer gol. Me acuerdo que tenía una pelota del Barcelona. Me acuerdo que tenía un ordenador blanco. Me acuerdo que tenía un libro de cocodrilos. Me acuerdo que tenía una chaqueta de Brasil. Me acuerdo que, cuando tenía tres años, me quemé en la pierna gateando. Me acuerdo que, de pequeña, siempre se me perdían todos los pendientes que me regalaban. Me acuerdo que, cuando tenía tres años, me llevé el móvil de mi madre al colegio. Me acuerdo que me gustaba mucho dibujar y en los dibujos, pintar y ponerles muchos colores. Me acuerdo cuando estaba sola en el patio y mis amigas venían a estar conmigo porque era nueva. Me acuerdo que mi hermana y yo nos vestíamos de modelos y nos hacíamos muchas fotos maquilladas”.
“Me acuerdo de cuando llegué al Miguel Servet en el año 2004. Me acuerdo de cuando me tragué un dado del parchís y luego lo cagué. Me acuerdo que tenía un coche de juguete y me tiré por las escaleras. Me acuerdo cuando mi padre me aguantaba encima del perro, como si fuera un caballo. Me acuerdo cuando un día comí ancas de rana en el “chino” de Fraga. Me acuerdo de mi primer viaje en barco; paseamos por el río Ebro y vi muchos peces. Me acuerdo de que a los dos años me operaron de peritonitis. Me acuerdo que un día, andando en una subida, me encontré cien euros. Me acuerdo que siempre, cuando me siento mal, la familia me apoya. Me acuerdo de la cara que puso mi madre cuando se murió mi abuela. Me acuerdo de que cuando era pequeño, comía papel higiénico. Me acuerdo de mis sentimientos cuando veo llorar a alguien. Me acuerdo de cuando hubo un terremoto en Haití. Me acuerdo de cuando mi tía y su familia volvieron a Guatemala. Me acuerdo del gato de una amiga que se llamaba Goma de Borrar. Me acuerdo de cuando aprendí a patinar. Me acuerdo de cuando, de pequeña, me sentaba en un cajón de la cocina”.
“Me acuerdo de cuando mi hermana me cogía en brazos. Me acuerdo de haber ido a un balneario y pasármelo bien con todas las actividades. Me acuerdo de la primera noche que dormí fuera de casa. Me acuerdo que murió un vecino mío. Me acuerdo cuando fui al Gamper a ver al Barça. Me acuerdo que no me gustaba salir a la calle. Me acuerdo de cuando vinimos a España. Me acuerdo cuando me mordió un perro. Me acuerdo que tenía un bici grande. Me acuerdo que me gustaba disfrazarme con mis amigas. Me acuerdo cuando me caí, me rompí el labio y me pusieron cuatro puntos. Me acuerdo de las rosquillas tan buenas que hacía mi abuela. Me acuerdo de que cada mañana veía los Lunnis. Me acuerdo de algunas poesías. Me acuerdo cuando jugaba en el Fraga a fútbol siete y mi equipo perdió los cuatro partidos; todos se pusieron a llorar menos yo porque no me importaba perder o ganar. Me acuerdo de cuando me apunté y de cuando me desapunté a catalán. Me acuerdo de cuando estuve con los jugadores del Real Madrid. Me acuerdo de una vez que me sacaron de voluntaria en una actuación. Me acuerdo cuando mi tío me dio un huevo de oca para enseñar en el colegio. Me acuerdo de cuando acabé este texto y puse FIN”.
Y aquí finaliza esta actividad que nos ha permitido reflexionar un poco y “hacer memoria”, aunque sea del corto espacio vivido hasta la fecha. Ahora disponemos de un material de lectura y reflexión, que podemos utilizar (y que utilizaremos) con diferentes fines: comentario y debate serio o juego humorístico…, ya veremos. En todo caso, tenemos material sensible y lo vamos a aprovechar.
Este mayo reivindicativo que, a algunos, nos llena de esperanza, ha parido un nuevo gurrión que ya deben tener en sus manos las personas que abonan la cuota anual de suscripción, o les llegará en breve. Cuarenta y cuatro páginas componen este ejemplar, cuyo número corresponde al formado por las tres primeras cifras significativas, ordenadas de menor a mayor: 1 2 3 = ¡123!
Hablaba de este mayo reivindicativo, de esa explosión social que quiere llamar la atención de quienes gobiernan o de quienes pretenden gobernar. Una explosión social protagonizada por miles de jóvenes y no tan jóvenes que han tomado las plazas de las ciudades y van recogiendo y articulando algunas necesidades, algunas exigencias, algunas medidas que podrían modificar sustancialmente el futuro, en caso de que puedan salir adelante.
Recientemente, hemos vivido unas elecciones que han puesto sobre la mesa algunos asuntos deplorables: la inclusión en las listas electorales de personas imputadas por diferentes asuntos de corrupción, en varios partidos, sin que estos den muestras de limpiar dichas listas de sospechosos y corruptos, enerva al más pintado, a la vez que muestra cuál es la intención ejemplificadora y regeneradora de los políticos: ninguna. Y este país lo que necesita es precisamente un profundo ejercicio de regeneración, que quienes participan activamente en la vida pública sean ejemplos de honestidad, de vergüenza y de trabajo y no tengamos que soportar actitudes y personajes delincuentes que aprovechan su estancia en las esferas del poder para enriquecerse de manera escandalosa o colocar a su extensa familia en puestos con poco trabajo y menos responsabilidad, pero con buen sueldo. No es de recibo que quienes optan a un puesto de trabajo deban sufrir entrevistas (a veces humillantes), dudosos “castings”, oposiciones feroces y los políticos puedan nombrar a un montón de personas “de su confianza” aunque sean claramente ineptos, pero muy ávidos para tetar de la “vaca estado” o de la “ternera autonomía”. Los partidos políticos se han convertido en agencias de colocación a dedo y eso, en un país con las dificultades económicas, laborales y personales que padece la gente es un agravio que indigna, que nos indigna.
No sabemos cómo acabará todo este movimiento, pero sabemos que el poder establecido, el sistema, los mercaderes no se lo van a poner, no nos lo van a poner fácil. Ojalá se articule alguna alternativa y se siga trabajando para definirla en condiciones y pode hacer frente a lo que tenemos y no nos gusta. Algunos desalojos de plazas, usando la violencia indiscriminada por parte de las fuerzas del ¿orden o del desorden? producen vergüenza y aumentan la indignación y escuchar las palabras de los responsables, hablando de acción mesurada y razonable nos hacen pensar en el escaso juicio y el bajo componente moral de algunos “irresponsables” políticos. Ante una manera pacífica de ocupar los espacios públicos, un comportamiento respetuoso y responsable y una ausencia de provocaciones, la violencia institucional es un acto fascista intolerable. Sabemos que las utopías están para eso, para avanzar y parafraseando a Labordeta, es posible que “habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra con mucha más igualdad…”, aunque no será fácil viendo ya lo que hemos visto desde hace tantos años…
Volviendo a la revista, para mí que soy el afortunado receptor de las colaboraciones desinteresadas de quienes quieren echar una mano para dar vida a cada “gurrión”, es un placer recibirlas y saber que un amplio número de personas se esfuerzan cada trimestre por aportar su grano de arena para que este pequeño milagro sea posible. Es posible que me repita, pero no me importa. Hacer una revista trimestral es cualquier cosa menos fácil. El tiempo pasa muy deprisa y casi no se puede saborear el último número publicado porque ya hay que estar organizando el siguiente. El tiempo necesario para escribir, contestar, recibir, leer y corregir, ilustrar, montar, recoger, distribuir… es importante y aunque algunas de esas funciones se realizan con placer, otras cuestan esfuerzo y uno debe compaginarlo con el trabajo cotidiano que es, ya de por sí, suficientemente complicado como sabe cualquiera que trabaje.
Como la mejor manera de agradecer estas colaboraciones es nombrar a las personas que las han hecho posible, ahí van sus nombres y sus aportaciones. En este número, el 123, vas a encontrar las recomendaciones lectoras de Rosa Pardina; las noticias del Ayuntamiento de Emilio Lanau; los textos frescos y sorprendentes de Luis Buisán; el resumen de un viaje extraordinario por las tierras australes de Francia: archipiélagos de Krozet y Kerguelen e isla de Ámsterdam, a bordo del Marion Dufresne, realizado y contado por Anny Anselin y Luc Vanhercke; el paseo de Victoria trigo por Pineta y Añisclo; el periplo de los Ballabriga o Vallabriga, de la mano de Jesús Cardiel; los rincones de Asín de Broto, dibujados y contados por Paco Sierra; algunas viejas publicaciones de Sobrarbe, reseñadas por quien esto escribe; las próximas caminatas del CAS, contadas por José Mari Lafuerza; un texto indignado de Carmen I. García; el descubrimiento de un espacio geográfico y cultural especial: Sobrepuerto, por Pablo Founaud; la belleza del trepador azul, escrita y fotografiada por Javier Milla; las noticias de amigos y suscriptores; unas reflexiones sobre el teatro y unas consideraciones sobre el azar de Julián Olivera; las ocurrencias involuntarias de Jaime del Olmo; el poema de Jessica Arias; las reflexiones sobre el coleccionismo; un viaje a la aldea ya deshabitada de Muro de Bellos, contado por Joaquín castillo; el dibujo de la iglesia y esconjuradera de San Vicente de Labuerda realizado por Jesús Castiella o el de Ramón Bosch sobre la ermita de San Miguel; los juegos de navaja explicados por José Luis Ara… Y los correos electrónicos recibidos, la Galería de Lectoras y Lectores…Todo junto, formando una propuesta lectora que esperamos sea de vuestro agrado. Un número de la revista que puedes leer en Internet: http://www.elgurrion.com, lugar donde también puedes consultar los índices de todas las revistas (gracias al trabajo realizado por Anny Anselin y por Luc Vanhercke; un trabajo que nos tiene maravillados, por el esfuerzo y la dimensión). Y ya para terminar, os dejo con la presentación del citado número, que abunda un poco en el tema desarrollado en la primera parte de este texto.
Presentación: Cuando salga publicado este número de la revista…
Cuando salga publicado este número de la revista, ya llevará bastantes días de vigencia el movimiento popular de protesta ciudadana, conocido como 15-M y “Democracia real, ya”. Movimiento que ha sorprendido y descolocado a políticos de cualquier bando, a sesudos contertulios que todo lo saben, a periodistas bien informados y al público en general. Era razonable que explotase esa caldera formada por el paro rampante, la falta de salidas profesionales, los problemas de la vivienda, la ausencia de un futuro halagüeño para quienes han dedicado un montón de años de su vida al estudio y la preparación científica y profesional… Asistir con curiosidad, agrado y esperanza a las manifestaciones de protesta y revolución en distintos países del norte de África y de Asia, (y quede claro que no son escenarios comparables) debería de habernos preparado para aceptar que aquí también podría ocurrir algo que pusiese encima de la mesa una situación delicada para unos y, poco menos que insostenible para otros; que aquí también son necesarios cambios de verdad; que sobra palabrería y se necesitan soluciones nuevas para tiempos nuevos.
Cuando salga publicado este número de la revista es muy probable que la indignación haya crecido. Llevamos años escuchando calamidades, insultos, despropósitos, descalificaciones continuas; llevamos años soportando largas listas de cargos públicos acusados de corrupción que torean a la justicia con chulería, dilatando o evitando su entrada en prisión. Personajes que no muestran ningún signo de regeneración moral; ellos que deberían ser los principales ejemplos y los impulsores de la misma. Llevamos años amenazados por unos tipos que –por lo visto- nunca conoceremos: los criminales mercados y los oscuros poderes financieros, que seguro que deben tener rostro y apellidos y padre y madre…, porque son ellos los que nos hacen la vida imposible (o eso nos explican) desde hace tiempo; llevamos años salvando bancos que luego nos hunden a nosotros cobrándonos hasta el saludo y anulando los intereses que deberían pagarnos por dejarles el dinero (tan amables, por cierto, hace poco tiempo), mientras los ciudadanos y ciudadanas se sienten golpeados y hundidos por una cadena de recortes que unos aplican y otros celebran en la sombra…
Ojalá, cuando salga publicado este número de la revista, después de la celebración de una nueva contienda electoral, no se hable de que todos los partidos (como siempre) ganaron las elecciones, sino que, por primera vez, las ganaron los ciudadanos, porque los políticos decidieron de una vez por todas ponerse a trabajar para solucionar sus (los de los ciudadanos, se entiende) problemas… Claro que, eso sería creer en “Utopilandia”, y teniendo lo que tenemos sabemos que será difícil.
De todos modos, cuando salga publicado este número de la revista, quizá estemos en condiciones de sentir que esta primavera ha sido diferente, porque, después de mucho tiempo, es posible que se alumbre algún camino nuevo, se abra una rendija en este muro financiero y mercantil que deshumaniza, que esclaviza, que desespera a tantas personas… Y empiecen a barajarse otras opciones diferentes de organización política, económica y social en las que el centro lo ocupen siempre las personas. Esta indignación ciudadana no es una explosión repentina, es el final de un largo camino de amargura y desesperanza, ante la visión nada edificante de este país.
Y lo que sí está claro es que, cuando salga publicado este número de la revista, quedaremos citados para el mes de agosto. Será entonces cuando regresemos con otro “gurrión”, con otro vuelo. Esperamos que sea para celebrar un tiempo nuevo, presidido por la regeneración moral, la dignidad, el respeto y la honestidad de las personas y de la vida. Salud y buena lectura.
Plantilla basada en http://blogtemplates.noipo.org/
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