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En nuestra hora semanal de biblioteca, he ido leyendo a los chicos y chicas de 5º y 6º, algunos cuentos del libro de Ricardo Gómez: "7 cuentos crudos". Creo que Ricardo ha escrito sobre temáticas diversas con determinación y honestidad. Las narraciones que contiene este libro –esos siete cuentos crudos- son muy adecuados para ser leídos en voz alta y comentados luego con los potenciales oyentes; en mi caso niñas y niños de quinto y de sexto de Primaria. Tras las lecturas, he recogido algunas opiniones y algunas preguntas que vamos a trasladar al autor. Los chicos y chicas sienten curiosidad por conocer su opinión, en relación a aspectos diversos. Dejo ya la introducción (probablemente innecesaria) y doy la palabra a los chavales:
- “Me han parecido bonitos porque no terminan con felicidad, como casi todos los libros que he leído” (Ariadna)
- “A mí me han hecho reflexionar todos los que nos ha leído Mariano: El cartero de Bagdad, El perro de Goya en Beirut, El fantasma del capitán Cook…” (Inés)
- “Me han gustado mucho los cuentos del libro 7 Cuentos crudos, sobre todo el del cocodrilo y el fantasma del capitán Cook. Me imagino que te habrá costado mucho escribirlos…” (Emilia)
- “Estos cuentos que has escrito hacen pensar. Yo siempre, cuando leo un libro, me hace pensar. A mí me gustaría también escribir estos cuentos” (Ani)
- "El del cartero de Bagdad me provocó tristeza, sobre todo cuando llegaba a las casas y la gente había desaparecido, muerto o se habían marchado. El perro de Goya es triste y a la vez alegre, porque el perro, al sentir donde caería la bomba, alejó a los niños de la plaza". (Joan)
- “Me gustan mucho tus cuentos. Son muy reales y tristes. Son preciosos. Todos los que hemos leído me han parecido estupendos y el que más pena, emoción y “sorprendencia” me ha producido ha sido el perro de Goya” (Andrea)
- “Yo creo que para inspirarte y escribir este libro, sólo tuviste que encender la tele, ver las noticias y pensar en las cosas malas que pasan en el mundo” (Anabel)
- “El cuento El perro de Goya en Beirut me gustó porque el perro, jugando, fue capaz de salvar a unos niños. El del cocodrilo también me gustó porque explicas cosas que pasan en la realidad, pero de una manera que se entiende mejor. Según explica el fantasma del capitán Cook, el infierno del mar no parece tan malo, aunque, por otra parte, los blancos hemos hecho algunas cosas malas para los negros u otras personas…” (Carmina)
- “Me gustan mucho tus cuentos, aunque sean de lugares con guerras, con tristeza; son reales. El más emocionante ha sido El perro de Goya en Beirut” (Sabrina)
- “Yo creo que todo el libro es muy bueno. No me explico cómo se le han ocurrido a Ricardo todos estos cuentos, algunos fantásticos y otros reales porque el cartero de Bagdad sí que existe…” (Óscar B.)
- “Estos cuentos que hasta ahora hemos leído creo que son para hacernos ver que la vida no es en todos los sitios igual”. (Marc)
- “Yo creo que es un libro que nos hace reflexionar, como con el cuento de Mamá, cómprame un cocodrilo, que después de su lectura comprendí que muchos niños, a veces, somos muy caprichosos y los padres, por no oírnos nos compran lo que pedimos…” (Alba)
- “Este libro me ha resultado muy interesante. Te hace ver la vida de otra manera. Recuerdo El cartero de Bagdad sobre una persona que cada día arriesgaba su vida por llevar las cartas a las personas que esperaban recibirlas” (Julen)
- “A mi este libro me ha parecido muy interesante porque trata diferentes temas, como la guerra, la muerte,… Ricardo Gómez es muy buen escritor y seguro que si lo conociese me caería muy bien”. (Javier)
- “Me gustaría que Ricardo escriba muchos más libros y que Mariano Coronas nos los vaya leyendo”. (José Ramón)
- “Los cuentos que has escrito me han parecido muy interesantes para que nos demos cuenta que en otros países no tiene algunas cosas que nosotros sí tenemos…” (Ainoha J.)
- “Me gustó El perro de Goya en Beirut porque nos dejaba impacientes por ver qué pasaba a la hora exacta…El cartero de Bagdad nos muestra a una persona que quiere seguir haciendo su profesión aunque haya bombas y algunas personas no estén para recibir las cartas… Mamá, cómprame un cocodrilo nos enseña que no tenemos que comprar todo lo que se nos ocurra y todo lo que es “popular”, sino lo necesario…” (Ainoa R.)
- “Me gustó mucho el relato del cocodrilo cuando Mariano nos lo leyó en voz alta. Después, entre todos lo explicamos y lo comparamos con tener un coche…” (Pablo)
Después de estas breves opiniones aquí expresadas, le vamos a trasladar algunas preguntas que nos hemos ido haciendo, tras la lectura. Esperamos que, si puede, nos conteste a algunas de ellas, porque responder a todas igual le lleva más tiempo que inventar un nuevo relato:
¿Por qué te fijaste en el cuadro del perro de Goya para hacer un cuento actual? ¿Cuándo te interesaste por la literatura? ¿Por qué varios de los cuentos que has escrito son tristes? ¿Qué es lo que sientes cuando escribes? ¿Escribes para que pensemos? ¿Escribes en silencio? ¿Qué te gusta más, leer o escribir? ¿Cuánto tiempo te costó escribir este libro? ¿Te gusta ser escritor? ¿Dónde va el fantasma del capitán Cook después de los 500 años condenado a vivir en el infierno marino? ¿Te gustaría ir al infierno del mar? ¿Por qué no revelas el nombre del personaje con el que habla el fantasma del capitán Cook? ¿Por qué no has publicado cada cuento por separado, en lugar de ponerlos todos en el mismo libro? ¿Alguno de estos relatos lo has vivido, visto o sentido? ¿Por qué has seleccionado estos temas? ¿De dónde sacaste la idea del cocodrilo; es porque de pequeño tú también querías uno?
Las mañanas de los dos primeros sábados de marzo hemos estado, como el pasado curso, trabajando con grupos de alumnos y alumnas de Magisterio en la Facultad de Educación de Zaragoza. Hablo en plural porque esta agradable experiencia la hemos compartido dos maestros: el amigo Gertrudix y yo mismo, atendiendo a la llamada de tres profesoras universitarias: Begoña, Juana y Carmen. Bueno y no me olvido del amigo Pepe L., como maestro de apoyo, la víspera de cada sesión y al término de cada una de ellas.
El año pasado, a comienzos de mayo, hicimos también dos sesiones de talleres en dos sábados consecutivos. Como ya dije entonces, la experiencia fue rica e interesante (creemos que también para quienes acudieron, por los comentarios que hicieron –algunos de ellos en el mismo blog- y por lo que nos manifestaron al final de las sesiones y a las profesoras en cuestión). En esta ocasión todo transcurrió con normalidad y dio la sensación de que también hubo entendimiento entre nuestra oferta y planteamientos y las aspiraciones de chicos y chicas asistentes. Probablemente podríamos haberlo hecho mejor, pero, en una hora y media, tampoco hay tiempo para hacer grandes cosas.
Para que lectores y lectoras entiendan, cada sábado Sebastián y un servidor preparábamos materiales para desarrollar un taller. En el primer sábado de marzo (día 1), Gertrudix se ocupó de la Correspondencia escolar y todas las ramificaciones que genera y Mariano trabajó, con un cuadernillo preparado para ese día, el uso de la prensa en el aula como un recurso de indudable potencial pedagógico. De 9, 30 a 11 de la mañana cada uno realizaba el taller con un grupo diferente y de 11, 30 a 13 horas, repetíamos el taller con el grupo al que había “entretenido” el compañero.
El día 8 de marzo (segundo sábado), con el mismo horario, y con similares grupos (formados por entre 20 y 30 chicos y chicas cada uno, los mismos que en el sábado anterior) desarrollábamos otros dos talleres diferentes: Sebastián proponía actividades de cálculo vivo y otras que tenían que ver directamente con el estudio del medio natural: fichas de animales y de vegetales del entorno. En mi caso, les repartí un segundo cuadernillo, con el nombre de “Cuaderno de lectura y escritura”, en el que ofrecía algunas posibilidades de abordar estos asuntos de una manera creativa y, hasta cierto punto, sorprendente. También veíamos el papel de las nuevas tecnologías en el asunto, mostrándoles el blog personal y cómo lo utilizo con el alumnado. Y así, “grosso modo”, queda explicada nuestra presencia en la Universidad. Lógicamente, a medida que realizábamos algunas de las actividades propuestas o se explicaban otras que, por falta de tiempo, no podríamos ni siquiera comenzar abordábamos otros temas de discusión y debate. Tratamos de trasladarles también parte de nuestra experiencia y visión de en qué punto están las escuelas y bajarlos un poco al terreno de la realidad, hablándoles de la escuela real (bastante distinta de la que puede describirse en los libros)… Bueno, es posible que en 2009 repitamos presencia, con nuevas promociones. Desde nuestra “militancia educativa” consideramos estos encuentros muy útiles para ofrecer un suave baño, un pequeño remojón, de experiencia y realismo a los chicos que están empezando, no con el fin de disuadirlos sino de animarlos a definir –cuando trabajen en un cole- una línea pedagógica con personalidad, en la que el niño se encuentre justamente en el centro de todos los esfuerzos. Tanto Sebastián como yo agradecemos a Begoña, Juana y Carmen, sus atenciones y su interés por ofrecernos esta posibilidad de acercarnos a la Universidad; y al medio centenar de chicos y chicas asistentes, el respeto y la buena acogida que hicieron de nuestros planteamientos y explicaciones. Será un placer volver a colaborar en esa tarea, si así nos lo demandan.
P.D.
1.- En los últimos tiempos y, especialmente, tras el informe PISA, hay que ver cómo se han puesto las administraciones educativas promoviendo planes de lectura en los centros… Los que venimos creyendo desde siempre que la lectura es una herramienta imprescindible y su dominio una competencia irrenunciable, no sabemos si ponernos a reír o echarnos a llorar. Casi todo lo que se institucionaliza y empieza a tener carácter de excepcionalidad (por su tratamiento, por la consideración que se le da, etc.) suele acabar mal. Las bibliotecas escolares y el fomento de la lectura y la escritura deberían, a estas alturas, tener un acomodo y un desarrollo normal y natural, frente a quienes para mantener no sé qué privilegios, quieren encumbrarlas como algo extraordinario y excepcional… ¡Lo extraordinario es que a estas alturas no estén consolidadas las primeras y arrastremos un déficit significativo en lo demás! Pase lo que pase, las únicas maestras y los únicos maestros que podrán hacer una labor real en pro de todo ello serán aquellas y aquellos que crean en las potencialidades de la biblioteca escolar y que la tengan en cuenta en sus planteamientos y desarrollos metodológicos; y quienes sean lectoras y lectores convencidos de que es mejor ofrecer libros que imponerlos y leer en voz alta mejor que predicar a gritos las virtudes de la lectura… (¡Que ya me canso de hablar de este tema!) Y aún así, sólo conseguiremos motivar a algunos y algunas, pero ahí no se acaba el mundo…
2.- Y hablando de lecturas, ayer se celebraron elecciones en todo el país. Las lecturas que cada partido hizo de los resultados obtenidos no dejó de ser graciosa, en algunos casos. Por ejemplo, el Partido Perdedor, no reconoció en ningún momento haber perdido (cuestión extraordinariamente evidente); de hecho valoró muy positivamente los resultados… Me quedé flipando… Aquí en Aragón también PAReció que algunos no entendían de qué iba el asunto y sin obtener nada lo celebraban como un éxito. Son ejemplos de cómo la “lectura” es una palabra que hay que rescatar de las garras de quienes quieren pervertir su significado.
Ayer, 14 de marzo de 2008, se cumplieron VEINTE AÑOS de la apertura de la biblioteca escolar del CEIP Miguel Servet de Fraga al alumnado para la lectura, la consulta y el préstamo. Esto que hoy podría parecer un hecho cotidiano (y es triste que aún no lo sea), en la década de los ochenta era excepcional. De hecho, a la mayoría, la existencia de Bibliotecas Escolares les importaba un pimiento, puesto que ni siquiera las bibliotecas municipales estaban generalizadas ni consolidadas.
En nuestro colegio, algunas maestras y maestros tuvimos el convencimiento de que era necesaria y, cuando encontramos un espacio libre, lo acomodamos para ello. Ese momento llegó con la construcción de un aulario que venía a sustituir a algunos barracones infames, (también llamados “granja”, por los usos que habían tenido en el pasado). En la planta baja del edificio, había una habitación de 20 metros cuadrados que sólo tenía ventanas elevadas que ofrecían poca iluminación natural, pero no había otra cosa y fue allí donde quedó fundada la primera biblioteca escolar del centro. Como carecíamos de dinero y de mobiliario, pedimos al Ayuntamiento que nos cediera las viejas estanterías de la Biblioteca Municipal (que se había remodelado por aquellas fechas, ocupando las dependencias actuales del Palacio Montcada). Una brigada municipal instaló las viejas estanterías en dos paredes de la sala destinada a biblioteca y comenzaron a recibir los libros que, hasta ese momento, habíamos ido almacenando: una donación de la Dirección Provincial, unos pocos ejemplares de los que había en el colegio y aportaciones de algunas bibliotecas de aula, para empezar.
Compramos libro de registro y ficheros para ir haciendo fichas de los libros. Cada libro que entraba recibía un tratamiento completo: se registraba en el libro con un número correlativo; se le hacía una ficha de autor y otra de título; se le colocaba un sobre en el interior con una ficha de préstamo en el mismo. En el lomo del libro se ponía un gomet de color (como indicación de edad lectora) y una pegatina con el tejuelo. Terminado ese proceso, el libro se colocaba en la sección correspondiente para ser prestado.
El curso siguiente al de la apertura, comenzamos ya con nuestras actividades de dinamización y hasta hoy, no hemos parado. Y todo ello, sin proyecto pedagógico especial, sin dinero, sin apoyo generalizado..., pero con una gran determinación e ilusión en crear un equipamiento estable que mejorara las posibilidades lectoras del alumnado y la oferta educativa del centro.
Hay una gran cantidad de documentos interesantes de todo este tiempo: cuadernos con resúmenes de las reuniones del Seminario de Biblioteca, materiales elaborados, todos los boletines periódicos, artículos-memoria de cada actividad publicados en algunos medios, correspondencia con otros centros, organismos que se ocupaban de la lectura y las bibliotecas, etc. Todo lo que se guarda se puede consultar y va muy bien para refrescar la memoria individual y colectiva porque, curiosamente, en todos estos procesos, aparecen luego quienes dicen que ellos también estaban allí, confundiendo el verbo estar con el verbo parecer...
Diez años después de su “fundación” pudimos trasladarla a otra dependencia del colegio, más grande, más iluminada; un lugar mucho más acorde con lo que debía ser una biblioteca escolar, aunque lejos aún de lo que debería ser un espacio moderno con separación de ambientes de trabajo, con dotación multimedia... En la nueva ubicación, la biblioteca siguió creciendo y vivió la incorporación de las madres (también algún padre), como personas involucradas en una parte de su funcionamiento. En estos últimos años el trabajo en la biblioteca escolar se ha visto recompensado de muchas maneras: hay un reconocimiento externo a nuestras aportaciones que ayuda mucho a sostenernos: un ejemplo podríamos verlo en los textos del número 50 de Bibliotelandia; en las consultas y cartas que recibimos para pedirnos materiales o para pedirnos consejo o para agradecernos lo que hemos enviado generosamente. En 2004 recibimos una mención honorífica en los Premios Nacionales de Innovación Educativa y en 2006 recibimos el Primer Premio Nacional de Buenas Prácticas... La biblioteca escolar programa todos los años actividades de dinamización, aunque la principal es que está siempre abierta, actualizada y dispuesta para albergar a cualquier grupo clase que quiera acudir a trabajar con los materiales que allí hay depositados.
La biblioteca escolar es un equipamiento estable que funciona por sí solo. El mejor activo puede que lo constituyan la veintena de chicas y chicos de sexto de Primaria que, cada curso escolar, voluntariamente, se ocupan de atender cada día a quienes acuden a formalizar préstamos o devoluciones de libros y a ordenar los estantes y a cuidar los libros. La gente del Seminario de Biblioteca y Literatura Infantil seguimos, año a año, insuflando energía y proponiendo nuevos retos para que no pierda dinamismo y mantenga su efecto sorpresa, pero lo que querríamos es que cada persona, de las que formamos la comunidad escolar, sintiéramos que es patrimonio de todos, porque un patrimonio debería ser motivo de orgullo, de conocimiento, de divulgación, de uso y de cuidado. Seguiremos empujando...
VEINTE AÑOS. VEINTE SUEÑOS. VEINTE CURSOS. VEINTE VUELOS.
P.D. Hoy comienzan las vacaciones de semana santa; unas tempranísimas vacaciones que han dejado un mini-trimestre y que anuncian un “maxitercer trimestre”, ajenas a la racionalidad y sustentadas en viejos calendarios religiosos que no tendrían que marcar la forma de organizarnos socialmente. El lunes, algunos niños y niñas serán llevados, de nuevo, a algunos colegios, a “disfrutar” de las colonias escolares... Otra vez se quedarán “sin vacaciones”, de aquellas de vaguear, andar por la calle y cambiar de geografía... Cada vez estamos peor...
Hace días que no escribo, y es que las vacaciones me han llevado más lejos de lo habitual y no he tocado el ordenador. Quería dedicar el texto de hoy a las colecciones, al coleccionismo. Sobre todo al coleccionismo barato, a ese que consiste en juntar, guardar, ordenar, intercambiar, ... elementos u objetos de poco o nulo valor material, pero que vistos en grandes cantidades provocan admiración y animan a seguir con el entretenimiento.
Desde hace unos años, se celebran abundantes ferias, encuentros, “trobadas”... en diferentes lugares de la geografía española, con el propósito de que las personas que acudan a estos eventos puedan, no sólo admirar las colecciones que algunos tienen de determinadas cosas, sino con el propósito de que puedan comprar soportes o piezas de colección y puedan cambiar aquellos elementos repetidos por otros que no posean. Es también una forma de viajar, de encontrarse, de aprender, de interrelacionarse...
En mi caso concreto, desde niño, guardaba ya algunas cosas: paquetes de tabaco vacíos, cajas de cerillas, chapas de bebidas, sellos usados, cromos que salían en las tabletas de chocolate o en chicles, etc... Algunas de esas incipientes colecciones desaparecieron con el tiempo, tras unas obras realizadas en la casa familiar o acabaron en manos de otras personas con otros propósitos, en un momento de “guardia baja” (y bien que lo he lamentado, en algún caso). Desde que me dediqué a la enseñanza, he seguido guardando todavía más cosas porque siempre me pareció que podía sacarles algún partido pedagógico: fósiles, periódicos, materiales con líquenes, artículos de prensa, viñetas humorísticas, fotografías de calendarios grandes, libros de juegos tradicionales..., junto a otros elementos más normales par un coleccionista y de los que ya hablaremos. Una de las colecciones (variada y dedicada a elementos de la naturaleza), la convertí ya hace años en “Museo escolar”; algún día hablaré de ello.
Actualmente, en la revista El Gurrión hay una sección fija que se titula “Y tú..., ¿qué coleccionas?”, en la que una persona muestra y habla de su colección. En la dirección: http://www.elgurrion.es puede el lector consultar los últimos números de la revista y acceder a esas páginas, si tiene curiosidad. La Red es hoy día un lugar lleno de webs en las que los coleccionistas muestran las piezas de sus colecciones e, incluso, en algunos casos, ofrecen las que tienen repetidas para poder intercambiarlas. Si quieres ver una página curiosa, que pasa revista a muchos coleccionistas, aquí tienes esta dirección: http://www.procoleccionismo.blogspot.com/ LO demás corre de tu cuenta. Escribe en un buscador una palabra y verás aparecer ante tus ojos miles de páginas que te ofrecen multitud de piezas para la contemplación, el aprendizaje o la nostalgia.
Bueno, y en el cole, ¿qué? Pues a eso iba. Este curso comenté con los chavales que podríamos ir colocando en nuestro expositor acristalado (una pequeña joya que tenemos en el pasillo, al lado de la puerta de entrada del aula) diferentes elementos de distintas colecciones, para ofrecerlas a las miradas de quienes pasan por ese pasillo (todos los grupos que van a la sala de informática o a la de música); es decir, las colocamos para que fueran vistas por la mayor parte de las personas del colegio. El expositor está colocado perpendicularmente a la paredes del pasillo y tiene dos caras de un metro cuadrado de superficie, donde caben suficientes elementos para dar idea del atractivo que puede tener coleccionar determinados elementos. Desde entonces, siempre hay dos colecciones distintas (una por cada cara) que se van cambiando cada dos o tres semanas, de manera alternativa. Hasta el momento, hemos expuesto fotografías de aulas escolares de diferentes partes del mundo obtenidas en los medios de comunicación, hojas de árboles plastificadas, etiquetas de prendas de vestir, chapas de bebidas, llaveros, posavasos, sobres de azúcar, marcapáginas... Y las previsiones para el futuro y hasta el final de curso, son continuar exponiendo: marcapáginas troquelados, pegatinas, postales, pins, sellos, etiquetas de frutas, viñetas humorísticas, periódicos de distintos países, calendarios de bolsillo, banderines, etiquetas de productos alimenticios... (Por citar aquellos elementos que pueden colocarse fácilmente en el espacio de exposición de que disponemos).
El coleccionismo, creo yo, puede despertar hábitos de aprecio y de orden por las cosas en quien lo practica; en nuestro caso, ofrece la posibilidad de realizar exposiciones colectivas y, de algún modo, cooperativas; puede ser un estímulo para relacionarse, negociar, intercambiar y también una manera de estimular las ganas de conocer y, por tanto, de realizar búsquedas en libros en páginas web... En algunos casos, los objetos recogidos y guardados nos han permitido jugar con expresiones en inglés o diseñar nuevos materiales para nuestro uso, leer la procedencia geográfica, escribir algún texto con aquella motivación, comentar eslóganes incorporados ...
Aunque algunos objetos no tengan aparente valor material, cuando ves reunidos algunos cientos o miles de ellos, adecuadamente clasificados, sientes que estás ante un patrimonio construido con esfuerzo y dedicación, no exento de belleza y, tal vez, irrepetible. Por todo ello, me pareció hace tiempo y me sigue pareciendo interesante animar a chicos y chicas a que se aficionen a guardar, a coleccionar algún elemento que les llame la atención. Por eso, desde hace muchos años regalo periódicamente, a mis chicos y chicas, marcapáginas: principalmente para recordarles el nexo que tienen con los libros y la lectura, pero también para que inicien una colección, sepan organizarlos y guardarlos convenientemente.
Plantilla basada en http://blogtemplates.noipo.org/
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