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Se muestran los artículos pertenecientes a Julio de 2008.

PARTICIPACIÓN EN LA XXII "ESCOLA D´ESTIU" DE LA NOGUERA Y CAPÍTULO V DE CABREOTERAPIA

Hace un rato he regresado de Balaguer. Ayer y hoy por la mañana, he participado, como ponente en la escola d´estiu de esa comarca de Lleida. El curso, compartido con Montserrat Cebrián, llevaba por título “Llegir i escriure, tot un aprenentatge” y, en concreto, mi ponencia: “Jo llegeixo, tu escrius y viceversa”. A lo largo de cuatro horas cada mañana hemos tratado de reflexionar, animar a trabajar y mostrar algunas líneas de actividad, materiales, estrategias, protocolos de actuación…, en torno al fomento de la lectura y de la escritura y en relación al funcionamiento y dinamización de la biblioteca escolar. Las maestras y maestros asistentes, según sus palabras, se han ido contentos y con algunas ideas nuevas para poner en práctica. Yo he regresado contento de una nueva experiencia “formadora”, del comportamiento y de la receptividad de quienes han asistido a este taller.

Hemos hablado de las maletas familiares, entre otras cosas, porque en el colegio donde se desarrollaba la escola d´estiu: CAEP Àngel Guimerà, “copiaron” ya hace años la idea. Hemos comentado, en tono distendido, que sería momento ya de celebrar un PRIMER ENCUENTRO NACIONAL DE USUARIOS DE LAS MALETAS FAMILIARES o como “hostias” las hayan querido llamar en cada pueblo, ya que en estos momentos son muchísimos los centros de enseñanza de casi todas o todas las comunidades autónomas que se han puesto a mandar a casa maletas familiares, mochilas viajeras, maletas viajeras, mochilas familiares, petates andantes, bolsas lectoras, maletas lectoras… Hemos discutido también sobre algunas prácticas de la Admón. Educativa y sobre aspectos de funcionamiento de nuestras respectivas escuelas. Como suele decirse en estos casos, hemos dejado las cosas arregladas, pero seguro que este verano, algún canalla las pone otra vez patas arriba y así las encontraremos cuando en septiembre comience un nuevo curso.

 

Y ya que estábamos con la faena de leer y escribir, hemos aprovechado para generar un nuevo capítulo de esta CABREOTERAPIA sin fronteras que estoy escribiendo. En este caso, son maestras y maestros de la comarca leridana de la Noguera quienes muestran otras cincuenta razones para estar cabreadas y cabreados:

 

  1. No tener tiempo para mis cosas. 2. La gente que no escucha. 3. Los políticos que se gastan el dinero en campañas absurdas, en lugar de invertirlo en las familias que lo necesitan. 4. Cabrearme. 5. Que mi marido no lave los platos. 6. La intolerancia entre compañeros. 7. Hablar muchos a la vez. 8. Los embotellamientos en semáforos y los impacientes gritando. 9. La falta de seriedad a la hora de cumplir las promesas de ayudas económicas a los colegios. 10. Que me exijan algo con mucha prisa. 11. La poca comunicación con personas importantes que pasan por la vida de mis hijos (maestras y maestros, por ejemplo). 12. Tener que hacer cada día la comida. 13. La poca sensibilidad política hacia la escuela. 14. Me indigna muchísimo que me digan lo que en realidad no piensan. 15. Que se metan en mi vida. 16. Que cualquiera pueda opinar sobre mi trabajo o sobre decisiones que hemos tomado. 17. Los que no tienen palabra y no cumplen aquello que han dicho que harían. 18. No poder ir al gimnasio. 19. Tenerme que enfadar. 20. Las arañas porque, además, las veo pero no las puedo matar. 21. Fregar el lavabo. 22. Relacionarme con padres descuidados de sus obligaciones y deberes. 23. No poder acceder a alguna web que te interesa. 24. La cantidad de faltas de ortografía repetidas y sin intención de aprender a hacerlo bien. 25. El desorden. 26. El ruido gratuito, los gritos injustificados. 27. La poca formalidad. 28. La mala educación y desconsideración hacia la gente. 29. La “mandra”, el “tanto me da”… 30. El machismo. 31. La intolerancia. 32. El “antes todo era mejor”. 33. El autoritarismo. 34. La falta de sensibilidad. 35. La falta de respeto cuando alguien hace una propuesta y no se le escucha siquiera. 36. La crítica sistemática. 37. La poca operatividad del Departamento de Educación, tan burocratizado. 38. La escasa valoración de la faena que realiza el profesor o la profesora. 39. Que nos recuerden constantemente las vacaciones que tenemos. 40. La falta de humildad, la prepotencia. 41. La violencia. 42. La hipocresía y la falta de honestidad. 43. La manipulación y los manipuladores, personas realmente peligrosas. 44. Hacer la comida y las faenas de casa. 45. Las mentiras y engaños. 46. Los pasotas. 47. Los ególatras. 48. La falta de atención. 49. La insolidaridad. 50. La indiferencia.

 

Bueno, ésta es una selección amplia de todas las propuestas recogidas hoy por la mañana: una retahíla amplia que, tras su lectura, da para pensar, para analizar y para discutir.

03/07/2008 17:37 gurrion #. sin tema Hay 7 comentarios.

ACTIVIDADES Y DEPORTES DE AVENTURA (I)

El verano siempre es el tiempo de la posibilidad. Si viajas por la comarca de Sobrarbe y observas su naturaleza, con rapidez adivinas las posibilidades que se han abierto con los llamados deportes o actividades de aventura. De tal manera que, en la capital comercial de dicha comarca, proliferan los negocios con ése o con parecidos reclamos. Son actividades que hacen las delicias de los urbanitas: ciudadanos de variada edad y condición que esperan unos días de vacaciones para soltar adrenalina, para vivir con emoción (como si llegar cada día, entre tantos atascos, puntualmente al trabajo no fuera ya emocionante; como si no lo fuera atravesar unos cuantos pasos de cebra, tratando de adivinar si los coches que vienen pararán o no cuando comencemos nuestra travesía; como si no lo fuera la cola de carritos delante de la caja de pagar en la superficie comercial, que va a impedir que lleguemos al colegio a la hora para recoger al hijo o la hija…); urbanitas que quieren ser rurales por unas horas o por unos días.

 

¡Cómo cambian los tiempos! Hay una oferta de deportes de aventura (todos  o casi todos, en la naturaleza, en el mundo rural, por tanto y de nombres ya familiares: puenting, rafting, rapeling…) que, muy pocos, por no decir nadie hubiésemos anticipado hace treinta años. En los años sesenta y setenta del pasado siglo, la aventura más potente era la que protagonizaban cada una de las familias que abandonaban el medio rural -estos pueblos de Sobrarbe por ejemplo- y marchaban con lo puesto a iniciar una nueva vida en Barcelona, Madrid o Zaragoza. ¡Eso sí que era una gran aventura y tenía, con toda seguridad, muy poco de deporte!

 

Por otra parte, quienes nos quedamos, fuimos quemando etapas en nuestra vida e incorporando diversos grados de aventura a nuestro diario devenir. En los años de la infancia, una aventura era embadurnarse con barro las piernas (¿barding?) y mojarse luego en los “basones” del barranco para limpiar aquel barro (no sabíamos entonces que décadas más tarde, los balnearios ofertarían baños de barro o de chocolate y otros productos exóticos); aventura era tratar de pescar en las badinas, con una cesta, las madrillas que subían del Cinca, después de una tormenta veraniega y un crecimiento súbito del caudal del barranco; era aventura “plantar losetas”) (loseting) en el monte y andar mirándolas al atardecer de los otoños, escuchando los quejidos de las ramas de los árboles baqueteadas por el viento o los gritos solitarios de algunos animales “invisibles”. También era una aventura tratar de fumarnos un “cigarro de petiquera” (petiquering), al amparo de la noche y lejos de las miradas de los mayores Y jugar un partido de fútbol los de un barrio contra los del otro para salvaguardar el honor tribal de dos territorios que empezaban o terminaban en mitad del puente por el que la carretera cruzaba el barranco de San Vicente. Era siempre una aventura salir de casa con un bolsillo lleno de chapas, pitos o carpetas y, tras una tarde intensa de juegos, regresar al domicilio familiar habiendo incrementado el número de ellas significativamente o habiendo quedado definitivamente “esparruchados”. Era una aventura descender con el culo arrastro por los “terreros” (terrering) porque podía pillarte el maestro (castigo asegurado) o descubrirte en casa el roto en la culera del pantalón (otro castigo); era una aventura deambular por la glera del Cinca localizando una buena “horquilla de sarguera” para el tirachinas, aventurarse más allá del “kilómetro 4”, acercarse al monte sin compañía, desafiando la temprana oscuridad en algunas estaciones…

 

Y a medida que se cumplían años, cambiaba el perfil de los deportes o actividades de aventura que solíamos practicar. Las exigencias del guión eran otras, ¡vaya! Uno de ellos, especialmente repetido en época de verano podríamos llamarlo “levantamiento de paca” (puede que tuviera poco de aventura, pero mucho de deporte); paca de paja o paca de hierba… subida a pulso al remolque, con horca o sin ella. Lo peor del “paquing” es que tenía un primer momento que podríamos llamar “carguing” y que éste llevaba anexo el “descarguing”; es decir, que cuando llegabas a la era correspondiente, había que descargar el centenar aproximado de cada viaje, y por tanto debías repetir el ejercicio para conseguir meter toda la carga en el pajar correspondiente.

 

 Quienes teníamos en casa vacas de leche, practicábamos el “vaquing” con mucho fundamento. Comenzábamos la jornada con la “limpieza de cuadra”: provistos de horca, pala y carretillo, cargábamos media docena de veces el carretillo con las deposiciones y orines que los lustrosos rumiantes habían ido soltando durante la noche. Cada viaje escalábamos el montón de estiércol y hacíamos equilibrios para vaciarlo en el lugar correspondiente, con el riesgo de salirnos de la estrecha tabla y acabar enfangados en el montón (cosa que sucedía de vez en cuando). Y no debías olvidar que había que repetir el ejercicio por la tarde. Luego había que ordeñar a, pongamos por caso, media docena de gentiles mamíferos rumiantes que, una vez te habías aposentado con el cubo entre tus piernas y bajo sus tetas, podían darte una “bofetada” con la “escobilla” de la parte final de la cola (en ocasiones, convenientemente remojada con los productos de deshecho que cualquier lector imaginará produce una vaca) o una coz al cubo en el que estabas ordeñando y otros muchos efectos especiales. Como pueden ver, ordeñar, (el popular “ordeñing”) además de deporte (antes de la máquina ordeñadora se hacía a mano, con “tecnología digital”) era, realmente, una aventura que se repetía dos veces cada día.

 

Perseguir el agua por las acequias para poder regar el huerto de maíz, el tajo de patatas o los caballones de tomates, pimientos, etc. también era una actividad deportiva, por las veces que había que remontar la acequia para recordar o pedir al “despistado” que te había quitado el agua que, por favor, la dejara correr que estabas tú regando más abajo. Si el tiempo no jugaba a nuestro favor y era necesario regar por la noche (porque por el día, las centrales eléctricas del cauce del río retenían agua en sus procesos de producción energética), especialmente el maíz o algún huerto de alfalfa, la aventura también estaba presente. Noche casi negra, soledad, siluetas fantasmagóricas, ruidos indescifrables, posibilidad en nuestros garbeos de caer dentro de la, casi invisible, acequia o de enfangarnos en la parte regada del huerto cuando andábamos con precisas tareas de comprobación… La huerta ofrecía unas posibilidades  interminables. Además del “rieguing”, ya descrito, estaba el “entrecaving”. Proceso éste en el que armados de una azada debíamos recorrer pacientemente los caballones sembrados o plantados para remover la tierra y arrancar las malas hierbas (que igual que los dolores, brotaban sin haberlas sembrado y con evidente profusión). Los movimientos de subida y bajada de nuestro cuerpo, la tensión de las piernas abiertas y el subir y bajar con fuerza de la azada, convertían la actividad en especialmente gimnástica o deportiva (con poca aventura, eso sí)…

 

No quería agotar el tema y si es necesario, volveremos a él. Quería hacer un repaso por algunas faenas que hacíamos de niños o de adolescentes y jóvenes (en ocasiones, aprovechando las vacaciones, y muchas veces, como premio a aprobar todas las asignaturas del curso de bachillerato correspondiente). Ahora proliferan también los campus, campamentos y colonias, donde grupos de niños y niñas (muchos de ellos sin haber cumplido con sus obligaciones escolares adecuadamente) son entregados por la familias a un grupo de “arriesgados” monitores y monitoras que tratarán de que vivan aventuras pasando un puente, realizando una marcha, bañándose en el río o bajándolo en canoa… Los de mi generación hacíamos cada verano un campamento familiar con las anteriores actividades descritas y otras que han quedado guardadas… ¡Joder, cómo cambian los tiempos! Y, de paso, nos echamos unas veraniegas y refrescantes risas.

11/07/2008 18:26 gurrion #. sin tema Hay 10 comentarios.

ACTIVIDADES Y DEPORTES DE AVENTURA (II)

Lo prometido es deuda y lo insinuado también, así que ahí va la segunda parte de los “viejos deportes de aventura”.

 

El “treping” consistía básicamente en la subida a los árboles. Era un ejercicio de observación, de activación muscular completa (trabajan brazos y piernas) y en algunas ocasiones de riesgo y aventura, puesto que si te sorprendía el tío José en lo alto de su cerecera, a ver por dónde coño bajabas… El objetivo del “treping”, en ocasiones, era el descubrimiento de un nido y la curiosidad por “tocar los huevos” o ver los pajarillos (omitiendo las barbaridades que podíamos hacer con uno u otros). Aún así, nuestros árboles preferidos eran, en verano, los frutales (o pensabais que éramos tontos) y, en invierno el “laitonero”, llamado almez en castellano. Los frutos de este árbol de margen de campo, eran los “laitons” o “laitones” que tenían poca chicha, pero dulce y rica y un hueso esférico en su interior; con él practicábamos el “canuting” (nada que ver con el significado que le daríamos hoy día) y el “ruejing” (de “ruejo”, hueso, en castellano). Para el “canuting” bastaba uno hecho de caña y un bolsillo lleno de laitones: metíamos uno en la boca, “rosigábamos” la chicha y con el canuto lanzábamos el hueso a la nuca, a la cara, a las piernas… del más próximo. El “ruejing” lo reservábamos para la escuela y consistía en colocar unos cuantos “ruejos de laitón” en los asientos abatibles de aquellas viejas mesas “de a dos” para que al sentarnos crujiesen con un ruido muy sugerente, que el maestro premiaba inmediatamente con alguna colleja o cualquier otro castigo de un amplio y variado repertorio. En este repertorio de actividades infantiles que rozaban el deporte y la aventura también habría que señalar los distintos tipos de “paning”. Hoy los zagales casi no comen pan, pero en mi época, nos atizábamos unas tajadas que temblaba el misterio: pan con aceite y azúcar; pan con manteca de cerdo (ahora seríamos perseguidos si aconsejáramos semejante tostada) y azúcar; pan con chocolate; pan con nata de leche y azúcar; pan con vino y azúcar, escanciado directamente del porrón de la cocina… Se merendaba en la calle, por lo que cada cual salía de su casa un minuto después de salir de la escuela, con la tajada correspondiente y mirando de reojo al de al lado para ver de qué era la suya. Desde que se perdió la sanísima costumbre de comer “pan con algo”, la vida ya no es lo que era. En asuntos de comer, el “barzing” era ya la repera. Las “barzas” (zarzas, en fino castellano) crecen en los bordes de los caminos, al lado de las acequias y dan un fruto rico y muy buscado por nosotros: las moras; además de comer moras a finales de verano, comíamos los brotes tiernos de las “barzas” en primavera (¡que ya eran ganas de comer!). Las pelábamos y “pa dentro”. También comíamos almendricos, manzanetas de San Juan, arañones, pétalos de acacia, moras de morera… Aparentemente, argumentos suficientes para pillar una diarrea tras otra, pero no fue el caso. Hoy, sólo fruta de compra, lavada y bien pelada… ¡Joder, cómo cambian los tiempos!

De pequeños, cuando salíamos de la escuela por la tarde, teníamos una faena encomendada: el “cesting”. Emulando a Caperucita roja o a su homónimo masculino, Caperucita rojo, llevábamos la cesta de la merienda al padre y a algún abuelo que estaban demasiado atareados en faena agrícolas y no tenían tiempo de venir a merendar. Como los jornales duraban lo que duraban, no perdonaban la merienda, pero había que llevársela al campo.

 

El tema digital ya lo cultivábamos con mucho entusiasmo y gran contento: “oliving”, “almendring”, “glaning” eran algunas de las actividades que realizábamos con “tecnología digital”. En los dos primeros casos poníamos mantas en el suelo, antes de varear los árboles, pero había que ejercer de cualquier modo el repaso “a uñeta” de la superficie situada bajo cada árbol: “olivera” o “almendrera” para coger todas las que habían caído fuera de la manta, por lo general más pequeña de lo debido… En el caso de los “glans”, frutos de los “caixigos” (robles, en fino castellano), todo se hacía en versión digital, cogiendo los que los vientos de otoño hubieran hecho caer del árbol, generalmente los sábados de otoño por la tarde, puesto que no había escuela. El “glaning” era una actividad muy recomendable para poder acabar haciendo un buen “mondonguing”.

 

 

El “bencejing” tenía su cosa. El más pequeño de la cuadrilla se encargaba de localizar un “basón” de agua en algún barranco próximo para poner los bencejos a remojo. Los bencejos se utilizaban para atar los fajos de hierba o de mies (de garba) y para que el “atador” no sufriese en sus manos el contacto con el áspero esparto, se remojaban para ablandarlos. Luego se sacaban del “basón” y se acercaban al campo o huerta para que los usara la cuadrilla. Como solían ser más largos que alta la criatura encargada de remojarlos, el camino desde el barranco hasta el campo solía ser un pequeño suplicio y solías llegar bastante remojado también, del agua que iban soltando. Claro que peor era coger con las manos las gavillas de trigo o de cebada, salpicadas de unos hermosos cardos, para acercárselas al “atador” de los fajos. El “gavilling” y el “fajing” eran poco recomendables.

 

 Nada como el “zolling”. En todas las casas había uno o más cerdos (y entiéndase bien la frase) que habitaban las zolles, situadas en alguna zona de los corrales. El cerdo, como su nombre indica, no es precisamente un animal limpio de costumbres. Suele hacer sus necesidades en un rincón, eso sí, pero como es muy “meador” convierte su habitáculo en un espacio pringoso y maloliente. Cada pocos días, hacíamos “zolling”, armados de pala y carretillo y “toreando” al animal o a los animales: ¡emocionante! La verdad es que siempre valía la pena, porque cuando llegaba diciembre, el “zolling” daba paso al “mondonguing”: un cerdo entero convertido en jamones, morcillas, tortetas, chorizos, longanizas, botes de conserva… Ya de bien pequeños, los zagales y zagalas ayudábamos en algunas fases, especialmente en la última: prueba y consumo de todo lo anterior.

 

Cada otoño, antes de iniciar las labores de siembra, había que “espardir fiemo” (estiércol, en fino e inodoro castellano) ¡Vaya faena el “esparding”! Primero había que cargar el remolque a golpe de “forca fierro” y luego descargarlo, ya en el campo, en el huerto o en la viña con “a forca reganchada”. ¡Glorioso! Una vez que habías ido dejando en el campo un montón aquí y otro allá, había que volver a coger otra vez la “forca fierro” y proceder al auténtico “esparding”, un ejercicio completo para trabajar la musculatura de los brazos, la del tórax y la de los riñones… Y la de las piernas, que debían aguantar todos los movimientos anteriores.

Uno de los aperos agrícolas más curiosos era el que denominábamos “bigós” o “pugar”; una especie de azada, de dos cuernos. Era el instrumento indicado para picar un huerto, por ejemplo, clavándolo con profundidad. Su manejo requería un esfuerzo nada despreciable y los zagales lo empleábamos poco. Aún así, era recomendable usarlo en el “arranquing” de las patatas. Cuando empezaba el mes de septiembre solía procederse a arrancar las patatas: una faena extraordinariamente adecuada para “fortalecer” los músculos de los riñones y zonas aledañas (por eso la recomiendan tanto los médicos, actualmente, para corregir desviaciones de columna, hernias discales caídas, etc.)

 

El “forqueting” era una actividad más aventurera. La “forqueta” es un palo largo que se utilizaba para tutorar las judías, los bisaltos, a veces las tomateras… Se utilizaba la madera de la sabina, arbusto abundante en los montes de Labuerda, de madera dura que no se pudría fácilmente. Normalmente, se iba con un par de machos al monte, una mañana de otoño o de invierno. Nos llevábamos “trago” y comida e íbamos haciendo las horquetas, “escamalándolas” y atándolas en fajos hasta completar dos buena cargas. Por la tarde regresábamos al pueblo con la cosecha. Luego, avanzada la primavera, se clavarían las “forquetas” con los fines explicados. No hacía falta hacer “forqueting” cada año porque duraban mucho tiempo; luego, cada cierto tiempo se hacían unas cuantas para ir reponiendo…

 

Bueno, y llegados a este punto, y cubierto el compromiso, invito a que quienes lean estas líneas hagan su catálogo particular de deportes de aventura, mirando con descaro a ese tiempo amarillo que fue nuestra infancia. Yo no descarto ni prometo una tercera entrega más adelante.

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P.D. Hoy hace 72 años que una pandilla de salvajes se levantó en armas contra el gobierno legítimo de este país, un gobierno republicano, y comenzó una auténtica "Guerra Incivil". Sean malditos quienes cometieron tantos atropellos y quienes dejaron una herencia de dolor y retraso histórico, que aún padecemos. 

18/07/2008 11:26 gurrion #. sin tema Hay 5 comentarios.

BIBLIOTECA ESCOLAR: CUADERNO DE AVENTURAS BIBLIOTECARIAS

 

Ahora en vacaciones, me siento un rato a mirar los materiales y a reflexionar sobre lo que hemos hecho este curso pasado en una hora semanal de biblioteca con el alumnado del tercer ciclo de Primaria. La idea la habíamos esbozado y compartido con Mercé, el verano pasado y pensábamos que era una buena iniciativa para experimentarla a lo largo de un curso, acotándola a un ciclo. Es cierto que una hora a la semana no da para mucho, pero menos da una piedra. Expuse la idea a los tutores del ciclo y al equipo directivo del centro y todos dieron luz verde. De esta manera, las cuatro clases del tercer ciclo iban a pasar cada semana por la biblioteca escolar.

 

Para mí, asumir esa faena, constituía un reto atractivo porque había que inventarse el contenido o diseñar los caminos por los que íbamos a transitar. No hay nada que me guste más que dedicar esfuerzos y tiempos a pensar en poner en marcha algo nuevo (sea a pequeña o a gran escala); huyo de la repetición y de hacer siempre lo mismo, siempre que puedo.

 

Regalé a cada niño y niña de quinto y sexto un “Cuaderno de aventuras bibliotecarias”. Estaba en blanco; sólo imprimí la portada, la contraportada y una supuesta página 2, de presentación, en la que pretendía llamar la atención sobre los ejes del trabajo: autores, libros, biblioteca y lectura iban a ser las cuatro palabras clave, en principio. A lo largo del curso, el cuaderno recogería algunas de las acciones que pensaba impulsar, algunos de los trabajos desarrollados; en unos casos los chicos escribirían directamente; en otros, pegaríamos recortes, fichas, noticias, textos y poemas…

 

Con el paso de los años, uno descubre que tiene más ideas que tiempo para llevarlas a la práctica en las mejores condiciones; esto último, incluye también y sobre todo, tiempo de reflexión y diseño de los soportes físicos sobre los que vamos a trabajar. Por ejemplo, en este caso, me hubiera gustado contar con el tiempo y el dinero necesario para generar un “cuaderno de lectura y escritura”, en el que, página a página, hubiera sugerencias de actividades destinadas a leer, a reflexionar, a escribir con imaginación, a pegar recortes de prensa, a escribir una cita literaria… Lo tengo en la cabeza esperando tiempos mejores…

 

Volviendo al cuaderno de este año, a lo largo del curso, hemos pegado noticias relacionadas con autoras y autores, con premios literarios que luego hemos leído y comentado; hemos celebrado el Día de la Biblioteca y escribimos algunas coplillas alusivas a la misma; hemos reflejado algunos experimentos de crear retahílas poéticas colectivas, partiendo de las sugerencias de algunos poemas leídos o de títulos de libros; pegamos artículos de prensa y escribimos comentarios sobre los mismos; realizamos una ficha bibliográfica completa y un trabajo de ilustración de una estrofa (equivalente a una contraseña poética); pegamos una lista de opiniones y preguntas que trasladamos al autor de “7 cuentos crudos” y pegamos también las respuestas que nos envía Ricardo Gómez, autor del mencionado libro; anotamos un breve comentario sobre las distintas fiestas del libro que se van sucediendo a lo largo del curso: Día Mundial de la Poesía, Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, Día Mundial del Libro… Pegamos fichas completas de trabajo con poesías; escribimos opiniones personales sobre los cuentacuentos que vemos en la biblioteca, realizados por el Grupo de Madres… Todos los días que hemos ido a la biblioteca, he leído en voz alta un cuento, una historia, un poema, el primer capítulo de un libro, animándoles a seguir por su cuenta; las lecturas han generado interesantes debates; hemos hecho presentaciones de libros y de colecciones concretas (alguna de poesía, por ejemplo); hemos dedicado tiempo a curiosear por el expositor de las novedades y también ha habido tiempo para que cada cual leyera el libro que más le apetecía o para hacer una lectura coral o recitar poemas colectivamente… Resumiendo… Con todo lo anterior, pretendía configurar una clase semanal de lengua-literatura, desde una óptica nueva para los chicos, intentando ofrecer una visión agradable y positiva de la lectura. Los documentos que hemos manejado y que era necesario leer para desentrañar su contenido, nos han propuesto reflexiones, nos han aportado información, nos han sorprendido, nos han cautivado, nos han incitado a intervenir oralmente ante los demás, nos han hecho reír o nos han encogido el corazón… Al final, los chicos y chicas de sexto escribieron en una hoja de papel su personal valoración de estas actividades bibliotecarias. Es imposible transcribir aquí cincuenta textos largos, pero sí algunos detalles:

 

-          Gracias por enseñarnos lo que son los libros. Tendrías que ir a la ESO y hacernos clase”. (Esther)

-          Bueno, que sepas que han sido divertidas las horas contigo, y que el cuaderno lo guardaré para tener algún recuerdo”. (Laura M.)

-          Una de las cosas que más me ha gustado, ha sido cuando Mariano nos ha leído en alto alguna historia; también el rato libre para leer”. (Isabel)

-          A mí me ha parecido una experiencia inolvidable. Han sido preciosos los momentos que he pasado contigo, porque ha sido una experiencia nueva. Gracias, Mariano, por perder una hora semanal de tu tiempo para estar con nosotros”. (Aitor)

-          Me ha parecido bien por un lado y por otro no tan bien. Le doy las gracias a Mariano por prestarnos esta preciada hora a la semana, para descansar y reflexionar”. (Álvaro)

-          Todos los libros me han hecho sentir distintas emociones, rabia, tristeza, felicidad… Yo recomendaría que todos los niños tuvieran la oportunidad de poder hacer esta clase, porque es muy bonita y se aprende mucho de poesía y de libros”. (Cristina)

-          Mariano nos ha dado todo su apoyo y su alegría, pues yo creo que esta clase semanal ha sido muy interesante, y mientras que gozamos de la lectura, alimentamos el cerebro”. (Nerea)

-          La primera vez que entré en esta biblioteca me sentí mal, porque no sabía leer en español y la primera vez que dimos clase, me aburría porque no me enteraba de nada. Pero la tercera vez que dimos clase y que me iba enterando de algo, levantaba la mano, respondía a algunas cosas, me enteraba de las lecturas, comentaba algo… A partir de entonces, me gusta la clase de la biblioteca”. (Sylvianel)

-          He conocido libros que no sabía de qué trataban; he conocido autores que no sabía quiénes eran… También me he enterado de premios de literatura que no sabía que se celebraban. Bajar a la biblioteca me ha gustado mucho; he aprendido cosas que no sabía sobre la literatura”. (Laura P.)

-          Esta hora en la biblioteca, estos viernes, me ha gustado mucho. He conocido autores e historias. Me han gustado los trabajos con poemas. Estos ocho meses en la biblioteca he aprendido cosas que nunca antes sabía”. (Mª Pilar A.)

-          Algunos libros que hemos leído como “7 cuentos crudos” o Rosa Blanca son libros serios y duros, porque no te los puedes imaginar, y a pesar de todo, hay mucha gente en el mundo que vive o ha vivido en esas situaciones”. (Silvia)

-          Estas clases que hemos hecho cada semana han sido apasionantes. Mariano es muy divertido y casi siempre hace bromas. Por mi parte y, seguro que por parte de otros muchos, nos gustaría volver a repetir esta experiencia”. (Sergio)

 

Sirvan estas brevísimas opiniones y valoraciones para ver por dónde han ido nuestras preocupaciones y desvelos. Una de las ideas que mantuve y que quise transmitir es que la lectura no es divertida. La lectura es un ejercicio de interpretación y reflexión que remueve nuestro interior, en muchas ocasiones, de manera dolorosa, triste…al presentarnos una ficción o una realidad que no invitan precisamente a la sonrisa. Parece que todo lo que se anuncia para niños y niñas debe ser divertido. Personalmente estoy hasta el pirulo de la boina de soportar semejante estúpido mensaje. La vida no siempre es divertida; nada es eternamente divertido. Y digo esto -lector, lectora- después de que en las opiniones de los chicos haya salido varias veces esa desaconsejada palabra, empleada con profusión en todas las circunstancias y contextos.

……………………….

 

P.D.: Nací en 1954 y cumplo hoy 54 años, ¡curioso! Este cumpleaños no lo recordaré por nada agradable, sino por el dolor y preocupación viendo a mi padre pasar unos momentos muy críticos, a sus noventa años.

 

21/07/2008 20:48 gurrion #. sin tema Hay 14 comentarios.

FIESTAS PATRONALES

Los veranos y, especialmente el mes de agosto, son tiempos de celebraciones festivas. Las fiestas, en general, tienen un origen pagano; se conmemoraba a la naturaleza que ostentaba un poder asombroso para quienes padecían sus efectos: el rayo, el trueno, la tempestad, el viento violento, el fuego desatado, el huracán, la lluvia torrencial o la nieve copiosa, el mar, la montaña, el volcán, algunos animales… Eran tiempos primitivos, de percepción empírica, de formación de las creencias y los mitos, de convivencia con un variado y pintoresco panteón de dioses… Muchas de aquellas fiestas o celebraciones fueron evolucionando y en un momento determinado se fueron, en una parte del mundo, cristianizando y ya la historia es de todos conocida…

 

Como decía al principio, estos meses de verano son meses de fiestas patronales. Cada pueblo por pequeño que sea, está encomendado a un santo o a una santa y a él o a ella venera cuando celebra su fiesta mayor. Curiosa pervivencia la celebración que se hace de patronos y patronas religiosos en un tiempo en el que parece que hay una crisis evidente de militancia religiosa (será porque fe y fiesta empiezan por la misma consonante). El caso es que en España, cada pueblo tiene su virgen y su patrón (por su puesto, mucho más enrollados que la virgen o el patrón del pueblo de al lado) y si antes se iba a misa, había procesión, se repartía caridad, se celebraban grandes comidas y cenas etc. ahora, a pesar de todo, aún se mantiene cierta parafernalia religiosa, aunque hay otros móviles para mantener la celebración, como son los bailes, la marcha nocturna, el cubateo y derivados, el encuentro o reencuentro con los colegas, unas relaciones sexuales más explícitas, la juerga, etc. Los jóvenes, que siguen siendo quienes van de fiesta en fiesta, agradecen enormemente este calendario veraniego que les permite quedar con los amigos y las amigas casi cada día o los tres del fin de semana en un pueblo diferente; de hecho, hay jóvenes que ya dejaron de venir regularmente al pueblo del que son descendientes, por vía materna o paterna, pero no se pierden el fin de semana de las fiestas mayores (aunque no sean muy devotos del patrón que las auspicia e incluso, aunque no sepan siquiera quién es el citado patrón o patrona).

 

Llegados a este punto, debo advertir que este artículo parece una cosa pero debería ser otra. Yo no me he puesto a escribir sobre fiestas para hacer un mini ensayo sobre las mismas, ni mucho menos. Mi propósito era totalmente “festivo” y jocoso, así que vamos a él.

 

Como he dicho más arriba, las fiestas suelen tener como componentes básicos las comidas, las bebidas, los bailes y las relaciones más o menos íntimas entre personas (sin desmerecer otros actos religiosos, folklóricos, culturales, sociales e incluso políticos); todo ello bajo la mirada atenta del santo patrón o de la santa patrona. Es por ello que lo que yo quería plantear es una letanía rimada, desenfadada y divertida con la que celebrar todo lo anterior. Por tanto, si hablamos de gastronomía, ahí van unas jaculatorias “letaínicas”, celebrando a los patronos:

 

-          San Narciso, ¿cómo va ese guiso?

-          San Cucufate, para mí, sardinas con tomate.

-          Santa Patricia, dos huevos con longaniza.

-          Santa Asunción, de primero, migas; de postre, melón.

-          San Bernardo, ¡Ternera, aunque sea por encargo!

-          Santa Isabel, don manzanas y cuajada con miel.

-          San Indalecio, un poco de pollo, ternera y conejo.

-          San Marcelo, algo de verdura y manitas de cerdo.

-          Santa Teresa, tomate revuelto y algo de conserva.

-          San Pascual, huevos fritos para desayunar.

-          San Francisco Javier, canelones y redondo para comer…

-          Santa Magdalena, unas costillas para la cena.

 

Si nos fijamos en las bebidas, la docena de jaculatorias podría ser ésta, si pensamos en un nuevo panteón de santos y santas, con publicidad subliminal, en algunos casos:

 

-          Santa María del Oso Panda, ponme un vodka con naranja

-          San Detergente Norit, un poquito de gin-tónic.

-          San Marcelino, una copa de cava o “recopa” de vino.

-          San Horno, un vasito de vino de oporto.

-          Santa Bolita de Anís, una botella de “carivín”.

-          Santa María, dos jarritas de sangría.

-          San Domingo de Alcorcón, poncho con melocotón.

-          San Rotulador “Carioca”, un trago que me llene la boca.

-          San Restaurante de Lujo, una copita de hierbas y orujo.

-          San Cava de Freixenet, infusiones de menta o de té.

-          San Lapicero Alpino, otra vez, una copita de vino.

-          Santa Lavadora, un poco de ron con coca-cola.

 

 

Por último, si pensamos en el baile o en unas relaciones personales más íntimas, podemos sugerir lugares y posturas, buscando siempre la sonrisa y el ingenio y con el debido respeto, claro. :

 

-          San Basilio de Morcat, primero por delante y luego por detrás.

-          Santa Alejandra Magna, mejor tumbados en la cama.

-          San Radiador, cuantas más veces mejor.

-          San Frigorífico, corto, pero terrorífico.

-          Santa Brígida de Tella, primero con él y luego con ella.

-          San Perico de los Palotes, primero a saltos y luego a botes.

-          San Ordenador, en el cuarto de la plancha o en el comedor.

-          San Tiago de Compostela, con un candil o a la luz de una vela.

-          San Sebastián, en la cuadra o en el desván.

-          San Vicente de Labuerda, agarrados a una cuerda.

-          San Sebastián de los Reyes, todas las semanas, los martes y jueves.

-          San Turce, en la playa, de noche y sin luces.

 

Bueno, en realidad, esta propuesta es para que quien lea este post pueda escribir sus propias letanías rimadas, empezando con el patrón o la patrona de su pueblo o con aquellos objetos, animales, ideas, etc. que quiera elevar a su particular panteón. Y que nadie me diga que “esto no es serio”. Faltaría más. ¡Claro que no lo es! Lo serio es lo que viene luego, lo que aparece en la Post Data…

…………………………….

 

P.D. Como hablamos de fiestas y de patrones y, de paso, nos acercamos a religiones y dioses, quiero hacerme eco de dos noticias actuales que nos hablan de asuntos oscuros, turbios, indecentes; de gente que en nombre de un dios y de una iglesia agrede y violenta a otras personas. Aporto esta breve información por si a alguien le han parecido frívolas las letanías anteriores, para que aprenda a fijarse en lo importante:

 

- El País (edición europea), 27 de julio de 2008, página 36. Declaraciones de Warren Jeffs (casado con una niña de 12 años), “profeta” de la “Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”: “Las menores deben tener hijos para llenar la tierra de fieles”. En Tejas (USA) se está juzgando a miembros de esta “Iglesia” por esas prácticas de abusos a menores.

 

- El País (edición europea), 28 de julio de 2008, página 26. Titular: “Víctimas para siempre. Decenas de niños fueron violados por curas de colegios católicos de Australia”. Niñas y niños vivieron en sus carnes violaciones y abusos que la iglesia quiso tapar, “comprando el silencio” de quienes se atrevieron a denunciarlos. Una crónica macabra de lo que algunos “representantes de dios en la tierra” han hecho por esos “mundos de dios”. Un capítulo más que engrosa la inacabada Historia Universal de la Infamia.

30/07/2008 11:24 gurrion #. sin tema Hay 5 comentarios.


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