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“Importa, para que los individuos tengan la capacidad de juzgar y opinar por sí mismos, que lean por su cuenta”.
“Una de las mejores formas de leer poesía es hacerlo en voz alta. Es preciso leer toda gran poesía en voz alta, sea a solas o en compañía. Con frecuencia la poesía intenta domesticar al lector para llevarlo a un mundo donde todo lo que mira tiene un aura trascendental. Siempre que sea posible hay que aprenderse los poemas de memoria. Antaño recurso central de la buena enseñanza, con el tiempo la memorización degeneró en repetición de loro y por eso, erróneamente, fue abandonada. A sucesivas lecturas lo más atentas posible de un poema breve que realmente nos ha encontrado debería seguir el recitado en voz baja; entonces habremos hecho nuestro el poema. (Hace años, cuando era un profesor más joven y bastante más paciente que ahora, persuadí a mi clase de poesía victoriana de Yale para que memorizáramos juntos el soberbio monólogo dramático de Tennyson titulado “Ulises”, un poema que se brinda a ser memorizado y a las iluminaciones críticas que la posesión por la memoria puede suscitar).
Sólo en muy contadas ocasiones –momentos raros como el del enamoramiento- la poesía nos ayuda a alcanzar la comunión con los demás; pensar lo contrario es bello idealismo. La marca más frecuente de nuestra condición es la soledad. ¿Cómo poblaremos esa soledad, entonces? La poesía puede ayudarnos a hablar más plena y claramente con nosotros mismos y a oír, como de pasada, esa conversación. Leemos para encontrarnos, y en ese proceso a veces descubrimos que somos más profundos y más extraños de lo que creíamos.
La mejor poesía ejerce sobre nosotros una especie de violencia que la prosa de ficción rara vez intenta conseguir o consigue. Para los románticos, la tarea propia de la poesía estribaba en esto: despertarnos del sueño de muerte con un sobresalto para impulsarnos a un sentido más abundante de la vida. No hay motivo mejor para leer y releer los mejores poemas.
Bloom nombra a sus poetas preferidos: A.E. Housman, William Blake, Walter Savage Landor, Alfred Lord Tennyson, Robert Browning, Walt Whitman, Emily Dickinson, Emily Brontë, William Shakespeare, John Milton, William Wordsworth, Samuel Taylor Coleridge, John Yeats, Shelley… (“Cómo leer y por qué” – Harold Bloom. Barcelona: Anagrama, 2002).
Me ha parecido que podía estar bien hablar de poesía en el primer texto del año. Esta vez lo hago con palabras prestadas.
No es la primera vez que juego, con los chicos y chicas de la clase, partiendo de este comienzo sugerente. Hoy lo hemos hecho con los de quinto (que empiezan a cogerle ya el gustillo al humor, a la poesía, al blog... Hemos estado pensado en el ABCDario y en continuar el inicio de frase del principio, teniendo en cuanta dos cuestiones: - ¿Dónde leemos? - ¿Qué leemos? Las respuestas son para todos los gustos, pero esto es lo que dicen los de quinto A; niños y niña de diez años de corta edad. En total, veintisiete propuestas para los perezosos, para los que nunca encuentran momento o no saben qué leer... Todo, con sentido del humor, como debe ser. PODEMOS LEER... bajo la copa de un Árbol – un libro sobre los prismáticos de Bush – yendo en tren a Córdoba – Debajo de tu balcón – Estudiando en el colegio – Fregando platos – en un campo de Girasoles – comiendo un Helado – Inventando cuentos – tumbados en el Jardín – pelando un Kiwi – un Libro de terciopelo – con Mamá – observando la Naturaleza – delante de un Ñu – en casa de Óscar – comiendo Pasas – mordiendo el bocata de Queso – jugando con Raquel – Sentadas en una silla – Tarareando una canción – comiendo las Uvas – Veraneando en Honolulu – en el avión hacia Washington – para olvidarme de mi eX – con mi compañera Yaiza – viajando en autocar a Zamora.
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P. D.- Copio, seguidamente, las últimas contraseñas poéticas aprendidas. Las dos primeras son de un poeta aragonés llamado Ildefonso Manuel Gil:
- “¡Ay que suplicio de sed, tener el agua tan cerca y no poderla beber!”
- “Afirmación de vida: quizás lo que se calle vale tanto como lo que se diga”
La que les he propuesto para el lunes día 16 es una especie de alineación de poetas, un equipo de once virtuosos y virtuosas de la palabra y del verso:
Pablo NERUDA
Antonio MACHADO – Rafael ALBERTI – Federico G. LORCA
Gloria FUERTES – Vicente ALEIXANDRE – Mª Elena WALLS – Juan Ramón JIMÉNEZ
Miguel HERNÁNDEZ – Rosalía DE CASTRO – Gustavo Adolfo BÉCQUER
A ver si vamos aprendiendo nombres de poetas, como se aprenden con facilidad, nombres de deportistas o de cantantes...
En 2005 se celebraba el “año de la física” y se ha homenajeado a Albert Einstein, un auténtico genio de la ciencia. Einstein, además de un científico extraordinario fue también un abuelo que jugaba con sus nietos. Leímos lo que recordaba su nieta Evelyn Einstein de su abuelo y propusimos escribir lo que “habitaba” en nosotros y nosotras de nuestros abuelos y abuelas: algún recuerdo emocionado, algunos ratos compartidos, una caricia, una historia contada y escuchada… Con todo lo que hemos escrito, hemos hecho un libro colectivo: “Querida abuela, querido abuelo” que hemos editado con los testimonios de todos los niños y niñas de 5º de Primaria, que es un homenaje a todos ellos; un reconocimiento a toda su vida, a la experiencia acumulada y a su recuerdo. A continuación, publicamos una selección de fragmentos:
- Conocí a mi abuela por teléfono. Me dijo que tenía muchas ganas de conocerme y desde ese momento empecé a imaginarme cómo sería. Se me olvidaba deciros que yo estaba en México y ella en España. Me la imaginé bajita, gordita y con gafas. Cuando la conocí era como me la había imaginado. Tiene una cara redondita y unos mofletes muy blanditos. Lo que no pude imaginar fue la dulzura de sus besos y el amor de sus abrazos...
Lupe Pascual
- Un día que me fui a Marruecos fui a ver a mi abuela. A mi abuela le ayudaba; me mandaba a buscar agua al pozo. Tengo muchas fotos con mi abuela. Cuando me fui de Marruecos tenía ganas de llorar...
Younes Aoulad
- Yo vivo en una casa que tiene dos pisos: arriba vivo yo con mi familia y abajo viven mis abuelos paternos. Hace cuatro años se murió mi abuelo Matías y ahora sólo me queda mi abuela María. - Mi abuela se llama María y ahora ya no vive conmigo. Yo recuerdo que por las noches, cuando era más pequeño, siempre me contaba un cuento. También, a veces, historias de terror o fantasía. Pero siempre me decía que durmiese con los angelitos y eso me gustaba mucho...
Algunas veces comemos todos juntos: mis tíos, mis primos y todos nosotros. Cuando mi madre no está, yo me quedo con mi abuela María...
Jesús Ainoza
- Yo conocí a mi abuelo a los seis años. Nos contaba cosas de cuando estuvo en la mili. Me enseñó los tractores que había en el garaje y me dejó montar en un tractor. Dábamos de comer a la tortuga que estaba en nuestro jardín y podábamos los árboles con la ayuda de mi padre. Mi abuelo se llamaba Joaquín... Iván Iván Remón
- Me acuerdo de mi abuelo al que le ayudaba a hacer la faena y por las noches me leía un cuento o nos paseábamos. Con mi abuela le ayudaba a hacer la faena de casa, de compras, me llevaba a las ferietas.
Pascual Doya
- Mi abuela y yo compartimos mucho las cosas. Ella me quiere mucho a mí y a mi hermano Salvador. Siempre me lee cuentos, por ejemplo “Ricitos de oro”, que me gusta mucho a mí y a mi hermano. Un día me contó que yo era muy buenecita y comía mucho, cuando era pequeña...
Maika Arévalo
- Margarita es el nombre de mi abuela. Es una mujer delgada, bonita pero muy fuerte. Tiene el pelo blanco; los ojos son de color marrón; la cara la tiene de color rojo (colorada) y tiene también mucha salud...
Roberta Bianca Mihalut
- Ahora, como mis abuelos viven en el Reino Unido y yo en España, no nos vemos en mucho tiempo. Y cuando fui a Londres el pasado 21 de septiembre, se alegraron mucho de verme. Mis abuelos me quieren mucho y yo a ellos también...
Kamile Valenciaute
Santiago Velandia
- Mis dos abuelos maternos se llaman Antonio y Pilar. Desde que nací, a mi abuelo lo llaman Toño y a mi abuela Pilar. Nunca les llamo yayos ya que ellos no quieren que les llame así, porque los hago parecer más viejos...
Paula Serveto
- No pude conocer a ninguno de mis abuelos, pero sí a mis dos abuelas. La “yaya” de Escanilla (el pueblo de nacimiento de mi madre) se llamaba Rosario y la de Labuerda, la que vivía en casa con mis padres y mis hermanos, se llamaba Petra. Ya hace años que murieron las dos, pero las recuerdo con frecuencia (dicen que las personas seguimos vivas, aunque hayamos muerto, mientras haya quien nos recuerde de vez en cuando y hable de nosotros)...
Mariano Coronas Cabrero
- Mis abuelos por parte de mi padre, se llaman Antonio y Andresa. Mi abuela Andresa murió hace unos años y lo que recuerdo de ella es que siempre me compraba cosas y siempre me hacía enfadar un poco. Mi abuelo Antonio me cuidaba cuando era pequeña porque mis padres iban a trabajar; jugábamos mucho en mi cuarto y en el garaje...
Noelia Ibarz
- Con mi bisabuelo Manuel me llevaba muy bien porque me contaba muchas poesías y muchos refranes. Como yo sólo tenía seis años, me cogía en su falda y me contaba muchas cosas. Me acuerdo de dos de sus refranes: “Año de nieves, año de bienes” y “No por mucho madrugar, amanece más temprano”...
Yaiza González
- Mi abuelo tiene 63 años. Cuando nací, mi abuelo se puso muy contento y decía que yo era muy guapa. Mi abuelo siempre me contaba cuentos y me hacía muchos mimos. Siempre me cuidaba, me llevaba de paseo, etc. porque mis padres trabajaban...
Tiffany Cañas
- El padre de mi madre se llama Joaquín. Es delgado, lleva gafas y tiene 72 años. La madre de mi madre se llama Quima, es delgada, lleva gafas y tiene 60 años. El padre de mi padre se llama Salvador; tiene la tripa gorda y 73 años. La madre de mi padre se llama Ofelia; está recia, lleva gafas y tiene 70 años... Sergio Baúles
- Mi abuela se llama Antonia. Tiene 76 años y es viuda. Ella y yo somos muy amigas, aparte de ser familia. Me enseña a comportarme bien y a depender de mí misma. También me enseñó a hacer tortillas y salchichas de frankfourt... Silvia Plaza
- Mi abuela Asunción siempre tenía preparada una caja de galletas y cuando íbamos a Lleida me la daba.
Mi abuelo Pepe me ponía caramelos dentro de una gallina de mimbre que tenía en el comedor. Cuando llegaba a su casa, lo primero que hacía yo era mirar la gallina...
Guillem A. Sanmartín
- Recuerdo que cuando me iba a dormir, mi abuela me leía un cuento y me daba esos abrazos tan fuertes de cariño.
Recuerdo cuando dábamos largos paseos por la playa de Samil, comiendo helado, mientras veíamos los puestos de ropa que había...
Andrea Sayar
- Mi abuelo Miguel es muy bueno; siempre me da caramelos. Casi nunca se enfada conmigo, aunque me porte mal con él, pero siempre le pido perdón.Desde que yo era pequeño, siempre ha jugado conmigo. Nos hizo columpios en su garaje: una rueda, un balancín, un patinete… y hasta un andador para ponerme dentro cuando no sabía andar.
Álex Cabrera
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