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Se muestran los artículos pertenecientes a Febrero de 2012.

La palabra amenazada

No conocía a Ivonne Bordelois hasta que estas pasadas navidades recibí un regalo, en forma de libro, desde Argentina. Me lo enviaba SilviaLuz de Luca, con quien hemos desarrollado una estrecha relación epistolar, bloggera y “feisbusera”. El pasado otoño se malogró la primera posibilidad e conocernos en carne mortal. Silvia anduvo de viaje por Europa y llegó a España, pero finalmente, no pudimos encontrarnos, de modo que esa posibilidad sigue en pie y algún día será…

 El libro que me envió Silvia no venía solo; lo acompañaba otro de temática flamenca (pero no sobre el flamenco español, sino sobre la tierra de Flandes), destinado a nuestra amiga común: Anny Anselin. Anny vive en Gante (Bélgica) y allí pudieron conocerse las dos, en ese viaje que he nombrado con anterioridad. Como Anny tiene casa cerca de Labuerda, en Puyarruego; estas pasadas navidades pude hacerle entrega del libro referido.

El caso es que mi regalo se titula “La palabra amenazada”. Es un libro de apenas 140 páginas, dividido en 12 capítulos; un ensayo militante de la poeta, ensayista y lingüista argentina, Ivonne Bordelois (Licenciada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; realizó estudios literarios y lingüísticos en La Sorbona; se doctoró en lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachussets, teniendo como director de tesis a Noam Chomsky. Dio clase en en Instituto Iberoamericano de la Universidad de Utrech (Holanda); disfrutó de una Beca Guggenheim…) Mujer de sólida formación y ensayista reconocida: su ensayo titulado El país que nos habla recibió el Premio La Nación-Sudamericana.

 Este post de hoy –que tanto he tardado en dar a luz, desde el anterior- va a tener poco de mí y mucho del libro del que estoy hablando. Es una reflexión muy lúcida sobre las palabras, sobre la lengua, sobre la poesía… Ese secuestro que algunos han hecho de las mismas o esa manipulación de su significado. De modo que copiaré algunos fragmentos que me han gustado especialmente y que “marcan tendencia”, indicándonos hacia dónde apunta la serena, pero contundente reflexión que en los distintos capítulos ofrece la profesora Bordelois, quien, por cierto, recuerda: “mis mejores profesores de castellano no fueron los que desempeñaron esa asignatura, sino aquellos que daban a la comunicación verbal con los alumnos ese fervor, esa gracia y esa vivacidad que nos hace amar el lenguaje, por encima de todo. Recuerdo a Margarita Oría, estupenda profesora de matemáticas, que siempre interrumpía sus clases en un momento dado para conversar, simplemente, con nosotros. Eran lecciones de claridad, de intimidad, de juventud, de comunicación. Y aprendíamos matemáticas mejor, a través de una experiencia de lenguaje refrescante y vitalizadota”.

 Aunque las reflexiones que contiene el libro suelen estar ejemplificadas con vivencias de su país –Argentina-, es indudable que pueden generalizarse sin más problemas a otros países del mundo, incluido el nuestro, puesto que las lenguas, las palabras y la comunicación sufren en todas partes las mismas agresiones, parecidos conflictos, iguales perversiones.

Hay una teoría antropológica que dice que accedemos a la humanidad, desde los simios, cuando la postura erecta nos permite desarrollar la maravillosa complejidad de las cuerdas vocales y abre el acceso a la palabra. Quiere decir que nuestro cuerpo está destinado en última instancia al lenguaje: si todo lo inmenso y complejo y deslumbrante y agobiador que nos ocurre no llega a canalizarse y culminar en la palabra, desembocamos necesariamente en la violencia, porque de algún modo lo no expresado crea una presión tal que no puede encauzarse de otra manera. El desprecio y la humillación de la palabra, la ignorancia de la palabra, el silenciamiento y la poda de la palabra, la violencia de la palabra desfigurada en grito, en insulto o en cliché, es la puerta mejor abierta al golpe, la cuchillada o la bomba.

Cuando en los colegios, los patios de recreo son selva de alaridos, blasfemias e insultos, cuando los maestros y profesores no saben o no pueden repartir desde su persona, su gesto y su actitud ese silencio activo y persuasivo donde la palabra encuentra su arranque más profundo y viviente, entonces la educación retrocede en un vano ejercicio formal que reparte diplomas sin alimentar a nadie: otra burocracia más al servicio de la barbarie. Cuando en los medios la propaganda impiadosa nos perfora los oídos y los programas llamados de entretenimiento se vuelven en realidad programas de ensordecimiento, descubrimos que el sistema imperante nos quiere confundidos, nos necesita aturdidos para comprar lo superfluo y ostentoso, para comer chatarra, para adiestrarnos en el descenso de nuestra autoestima, para demoler nuestra capacidad crítica y creativa y sobre todo y ante todo para votar a quien no debemos…”

 Ivonne es ensayista y poeta y su discurso sobre la poesía es digno de ser atendido: “Hay algo particularmente hermoso y natural en la poesía que nace del lenguaje porque el lenguaje nunca se acaba; no hay que salir a buscar o a comprar sus elementos, como lo debe hacer el escultor o el pintor con sus materiales… Y uno de los rasgos más peculiares de la poesía es que, a diferencia de los objetos de la ciencia, que son definidos y definibles rigurosamente, nadie puede definirla a ciencia cierta… Y la poesía debe pasar obligatoriamente por la catarsis del silencio, sobre todo del silencio lector. Antes de escribir un poema, debiéramos asomarnos a escuchar aquellos cien poemas que bordearon o dijeron lo que, acaso sin saberlo, repetiremos defectuosamente. La poesía empieza con la escucha humilde y purificadora, no con explosiones prematuras de un narcisismo mal contenido. Antes de decirnos a nosotros mismos nos han dicho Isaías, Sófocles, Shakespeare, García Lorca, Baudelaire… Personalmente siento que la poesía es aquello que rompe los límites de lo indecible y cambia nuestra lengua, transformándonos a nosotros con ella…

 Sus opiniones, en muchos pasajes son realmente contundentes y señala a quienes entorpecen determinadas prácticas o a quienes cayeron rendidos ante los avances modernos como si fueran la panacea que todo lo cura…: “Muchos de nuestros estudiantes han aprendido inglés por su afán de aprender canciones inglesas y está bien que así sea –aunque mejor aún sería, por cierto, que comprendieran a fondo el sentido de las palabras que cantan, lo cual no siempre es el caso-. Lo malo es que los docentes deserten su vocación de enseñantes y se nieguen a abrir los ojos y los oídos de sus alumnos a las páginas más hermosas de nuestra poesía en lengua española, que es música por sí sola. Los mismos que dicen que los niños no deben aprender de memoria y han desterrado la enseñanza de la poesía en las escuelas –en primer lugar, porque son incapaces de enseñarla- son los que imaginan que la memoria es una propiedad de la computadora, sin entender que la computadora es sólo una simulación de la maravillosa memoria humana. Son los mercaderes de la electrónica y también los empresarios de las fúnebres pompas del lenguaje, los enterradores oficiales del verbo. Hay que denunciarlos, hay que hostigarlos, hay que reemplazarlos. Hay que rescatar la poesía, nuestra espléndida poesía, de las mazmorras a las que la somete una mal llamada cultura sin imaginación y sin amor. Hay que reimplantarla no sólo en los programas escolares sino en los medios masivos de comunicación y en la mente y el corazón de todos los hispanohablantes”.

 En otro momento, podemos leer: “¿Y se puede ser más obtuso que aquellos que impiden, por razones de didáctica actual, el encuentro de los chicos con estas palabras milagrosas? La poesía está allí diciendo: ´Dejen que los chicos se acerquen a mí´, y los celadores del orden global y electrónico, los mismos que distribuyen pornografía a destajo por Internet, no se lo permiten.Una tecnología que impulsa a desplazar toda memoria al depósito de una computadora y destierra el aprendizaje verbal en la superficie de la tierra civilizada es una tecnología que se ensaña con nuestra conciencia lingüística, con sus poderes y placeres, para reemplazarla por el muchas veces vulnerable poderío de la máquina. Alienación de la memoria, esclavitud del mercado computacional: el deslumbramiento y entusiasmo por el innegable proceso que los ´ordenadores´ representan oculta muchas veces la violencia depredadora de esta empresa que no casualmente se acompaña de medidas pedagógicas pretendidamente progresistas, destinadas a recluir y cegar los manantiales del verbo a lo largo y lo ancho de todo el planeta… Parece imposible, en verdad, que los mismos chicos que aprenden sin esfuerzo letras de rock se nieguen ea retener poemas –adecuadamente presentados- de Enrique Banchs, Jorge Luis Borges, María Elena Walsh o Juan Gelman –los nombres que yo escogería para comenzar-, pero por supuesto hay muchos otros…”

 Citas que nos ofrecen otros puntos de vista y otros enfoques desde los que mirar y analizar… Y como el post se alarga y se trataba de ofrecer solamente algunas reflexiones para abrir boca, anoto seguidamente el párrafo final del libro: “… Puede parecer una utopía inocente, una ingenuidad elitista profesar la salvación por la palabra. Mucho más, por cierto, es necesario. En verdad, el lenguaje no nos es suficiente, pero nos es necesario; la palabra sola no puede salvarnos, pero no nos podemos salvar sin la palabra. La derrota de la palabra implica una ceguera letal, un leso crimen de humanidad, un craso fracaso que necesitamos conjurar por todos los medios a nuestro alcance para no descender al infierno que nos proponen nuestro enemigos. Y en el combate con las tinieblas, el hecho de que la luz, la inteligencia, la alegría y el pan de la palabra estén con nosotros, que la veneración por el misterio y la vida de la palabra esté con nosotros, no será ciertamente una de nuestras menores ventajas”.

 Si tienes oportunidad, hazte con un ejemplar de este libro. Es muy apropiado para leer y releer de vez en cuando y, como ya te he dicho y creo haber ejemplificado, contiene reflexiones inteligentes y pone a pensar al lector o a la lectora; en ese sentido, su lectura te abrirá nuevos horizontes en los que pensar y pondrá a prueba tus propias convicciones… (Libros del Zorzal, Buenos Aires – 2005)

08/02/2012 12:58 gurrion #. sin tema Hay 4 comentarios.

LA PALABRA MANUSCRITA

Es incuestionable que nuestros buzones particulares se sienten ávidos de recibir algún sobre con letra manuscrita. Dejando de lado esa personificación, esa figura literaria, una mayoría de dueños y dueñas de los referidos buzones ya ni recuerdan cuándo fue la última vez que recogieron en el interior un sobre, dirigido a sus personas, escrito a mano.

 Hace tiempo que se anuncia la muerte de la carta manuscrita, pero quienes practicamos desde siempre esa posibilidad comunicativa, seguimos “erre que erre” deslizando nuestros pensamientos y nuestros dedos -armados de pluma o bolígrafo- por el folio en blanco o de color, rayado o cuadriculado.

 Hay algo de ritual amable, afectivo y creativo en el hecho de escribir a mano. Uno piensa en la persona a la que va a escribir, la trae del libro-puzzle de la memoria hasta la portada de la misma; recuerda la última vez que hablaron, la última vez que se escribieron… Tiene delante la última carta recibida, que acaba de releer y hace una prospección de lo que le quiere contar. Contesta interiormente a algunos interrogantes: ¿por qué ha elegido ese día y esa hora para escribirle?, ¿qué hecho o suceso ha motivado esa preparación que acabará en una carta personal?, ¿qué estado de ánimo le ha llevado a tomar esa decisión de escribir?... Si la relación con el destinatario o la destinataria de esas reflexiones previas es larga y frecuente o breve y reciente, el repaso mental por encuentros, charlas, comunicaciones por diversos medios tendrá distinto calado, pero será el humus, el terreno abonado sobre el que se construirá el texto que está a punto de iniciarse.

 Escribir a mano es dibujar letras, que forman palabras y frases, que transmiten todo aquello que queremos comunicar y cada línea, cada párrafo, cada folio se convierte en una obra única, y muy probablemente irrepetible.

 Además, cuando escribimos para que alguien nos lea, tenemos un plus motivacional que nos hace escribir con más claridad, ordenar mejor nuestras ideas, ser más claros en la exposición…, con la finalidad legítima de generar un documento que se entienda perfectamente, que seduzca y contente al receptor de nuestros pensamientos y de nuestros afectos.

 Desde pequeño escribí cartas a embajadas, a editoriales y revistas… buscando que me fueran enviados folletos, libritos, revistas, etc. Desde pequeño asumí en mi casa el responder las cartas familiares que recibían mis padres, las felicitaciones navideñas… También les vi escribir a ellos, tanto a mi padre como a mi madre, cartas a los parientes u otras que tenían otros objetivos. Desde pequeño les escribí frecuentemente cuando estaba interno… Y aquellas cartas que escribía y aquellas respuestas que recibía hablaban de la vida, de lo cotidiano en una situación alejada del hogar familiar y eran un consuelo y una recomposición del ánimo. Y fueron frecuentes y encendidas las cartas de amor de la juventud, aquellas que ayudaban a minimizar la distancia y las ausencias repetidas. Escribí muchas cartas a la prensa, en un tiempo en el que, aquello que me soliviantaba era canalizado y asimilado mejor, tras la descarga de escribirlo y verlo publicado… Y he seguido escribiendo hasta la actualidad: cartas reflexivas, cartas emocionadas, cartas que acompañan regalos editoriales… Y aún encuentro algunos corresponsales que también sienten esa necesidad y que también se emocionan escribiendo y recibiendo textos manuscritos Y también escribo (y mucho) correos electrónicos desde hace años y plasmo mis reflexiones en distintos blogs, sin hacer ascos –ni mucho menos- a las herramientas comunicativas que la tecnología ha puesto en nuestras manos.

 Y no nos conformamos con escribir nosotros. Quienes estamos conviviendo con las criaturas en edad escolar, animamos a éstos a escribir. Y procuramos que la correspondencia escolar sea una actividad que les dé la posibilidad de practicar ese intercambio, más o menos personal en este caso, con otros chicos y chicas de similar edad que viven a muchos kilómetros de distancia. A lo largo de los años, han sido muchos los intercambios escolares realizados, a través de la correspondencia: Santander, Mallorca, Lleida, Asturias, Valencia, Managua, Badajoz… Nuestras cartas han viajado acompañando dibujos, trabajos, revistas, cuentos, poesías… y el cartero o la cartera trajo de vuelta nuevas cartas llenas de noticias, acompañadas también de los mismos ingredientes que ya he señalado. Y también usamos las nuevas tecnologías en ese proceso de intercomunicación, pero no abandonamos lo manuscrito…

 Es frecuente que alguien que recibe una carta manuscrita, se alegre enormemente (después de estar meses recibiendo solamente propaganda comercial, cartas con facturas del teléfono, el agua, la luz, el gas, las basuras o la contribución…) Y lo exprese de manera muy efusiva: “¡No sabes qué alegría me llevé al ver el sobre manuscrito y, al abrirlo, encontrarme con tu carta…!” Por eso, no deberíamos abandonar esta práctica, porque tiene indudables efectos afectivos y anímicos. Por eso, en las escuelas, deberíamos insistir en practicar el arte de escribir a mano con finalidades concretas que permitan aumentar notablemente la motivación de chicos y chicas… A veces, esas experiencias calan hondo y tienen unos efectos terapéuticos insondables, pero objetivamente  recomendables…

 Para terminar, aporto este texto que me envió, por e-mail, mi amiga SilviaLuz, desde la Patagonia argentina. Un texto, cuya lectura ha motivado estas reflexiones previas (algo confusas, creo yo), pero que os aclarará perfectamente Guillermo Jaim Etcheverry, autor del texto siguiente, titulado: “Escrito a mano”. Jaime es educador y ensayista.

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 “¿Cuánto hace que no experimentamos el placer de recibir una carta manuscrita en letra cursiva? La caligrafía es una habilidad humana en rápida extinción, porque ya casi no se enseña en las escuelas.

 En Inglaterra se vuelve a usar la estilográfica para que los estudiantes aprendan la grafía. En Francia también se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, pero allí el problema reside en que ya no la dominan ni los maestros.

 Aunque el mundo adulto no está aún preparado para recibir las nuevas inteligencias de los niños producto de la tecnología, la pérdida de la habilidad de la escritura cursiva explica trastornos del aprendizaje que advierten los maestros e inciden en el desempeño escolar.

 En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en palabras.

 Por su parte, el escribir en letra de imprenta implica escindir lo que se piensa en letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su respiración.

 Si bien ya resulta claro que las computadoras son un apéndice de nuestro ser, hay que advertir que favorecen un pensamiento binario, mientras que la escritura a mano es rica, diversa, individual, y nos diferencia a unos de otros.

 Habría que educar a los niños desde la infancia en comprender que la escritura responde a su voz interior y representa un ejercicio irrenunciable. Los sistemas de escritura deberían convivir, precisamente por esa calidad que tiene la grafía de ser un lenguaje del alma que hace únicas a las personas. Su abandono convierte al mensaje en frío, casi descarnado, en oposición a la escritura cursiva, que es vehículo y fuente de emociones al revelar la personalidad, el estado de ánimo.

 Posiblemente sea esto lo que los jóvenes temen, y optan por esconderse en la homogeneización que posibilita el recurrir a la letra de imprenta. Porque, como lo destaca Umberto Eco, que interviene activamente en este debate, la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que la computadora no sugiere.

 En todo caso, la resistencia que ofrecen la pluma y el papel impone una lentitud reflexiva.

 Como en tantos otros aspectos de la sociedad actual, surge aquí la centralidad del tiempo. Un artículo reciente en la revista Time, titulado: Duelo por la muerte de la escritura a mano, señala que es ése un arte perdido, ya que, aunque los chicos lo aprenden con placer porque lo consideran un rito de pasaje, "nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rápidamente posible”. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la artesanía por la eficiencia.

 La escritura cursiva parece condenada a seguir el camino del latín: “dentro de un tiempo, no la podremos leer”. Abriendo una tímida ventana a la individualidad, aún firmamos a mano. Por poco tiempo...”   

20/02/2012 19:52 gurrion #. sin tema Hay 2 comentarios.


CCV (Ciudadanía con la Conciencia Violentada)

 Podría ser el nombre de un grupo de facebook o un grupo ciudadano que ha decidido realizar protestas en la calle cierto día de la semana o el embrión de un nuevo partido… Creo que hay una parte de la ciudadanía, de la sociedad civil que se halla en esa situación, de un tiempo a esta parte. Situación motivada por un encadenamiento (parece que interminable o infinito) de noticias negativas, de decisiones crueles y contra natura, de intervenciones públicas excedidas, de declaraciones retrógradas, de comportamientos inexplicables…

Asistimos a un desfile de acontecimientos noticiosos que turban el ánimo, que nos dejan sin aliento, que nos golpean el estómago, que nos dejan un amargo sabor de boca y que, muchas veces, nos sumen en la desesperanza.

 1. Algunos ciudadanos no entendemos la condena tremenda al juez Garzón; a un juez que se ha enfrentado a casos y a tramas que han puesto en jaque nuestra salud democrática y que, de manera tremenda y escandalosa se le aplica un castigo inmenso, para una persona reconocida internacionalmente, por enfrentarse a la trama gürteliana y que también se le sienta en el banquillo por intentar aclarar los crímenes del franquismo. Un ciudadano de a pie “no contaminado” difícilmente puede entender que se juzgue antes (y se condene de manera contundente) al juez que a los presuntos delincuentes a quienes perseguía…

 2.- Estamos en tiempo de consagración de la mentira. Ésta se ha hecho tan habitual que se miente sin tapujos, a la vista de todos y, además, se televisa; y el “presunto mentiroso” ni parpadea cuando los medios de comunicación confrontan lo que dijo con lo que dice. Se afirma categóricamente que subir los impuestos es una medida contraproducente con la generación de empleo; a los pocos meses, se suben los impuestos, ¡y encima se saca pecho! Se dice que de ninguna manera se va a abaratar el despido a los trabajadores y a los pocos meses, una reforma laboral se carga conquistas que necesitaron cien años para lograrse y consolidarse. Se miente desde altas instancias de la política, lo que legitima todas las mentiras que los “modestos ciudadanos” quieran proferir…

 3.- Conocemos a diario tramas destapadas sobre políticos, empresarios, etc. que se han enriquecido contraviniendo las normas legales y malversando dineros públicos… Y hablamos de millones de euros… La acción de la policía y la justicia debería ir encaminada, en primer y fundamental lugar, a recuperar el dinero; a que quienes son acusados y se demuestra que hicieron lo que se les imputa devuelvan toda la pasta. Menos cárcel de lujo (que cuesta dinero al contribuyente) y que devuelvan lo que robaron. Las leyes deberían facilitar la expropiación de todos los bienes y también estar por encima de las tramas inventadas para hacer desaparecer los dineros ajenos, cayendo en manos de testaferros, familiares, etc.

 4.- A los ciudadanos de a pie que sobrevivimos con sueldos razonables o bajos; en todo caso, con lo que se nos paga con una nómina. Que utilizamos el dinero conseguido con nuestro trabajo para pagar la vivienda y las necesidades básicas que el vivir diario lleva consigo; que pagamos los gastos de la educación de nuestros hijos, una vez que han abandonado la escuela pública (por terminar allí sus estudios), que poseemos un coche para desplazarnos… no podemos entender que se nos abofetee moralmente cada vez que nos enteramos que un sinvergüenza ha escondido en un paraíso fiscal millones robados al erario público. ¿Por qué los estados no se ponen de acuerdo para eliminar ese tipo de espacios opacos a la justicia y la investigación, refugio de dineros robados por dictadores, traficantes de todo pelaje, políticos corruptos, empresarios sin escrúpulos y raleas parecidas?

 5.- Uno de los escándalos que más duele es la inversión de dineros públicos en obras de infraestructuras innecesarias que, encima, están mal proyectadas o peor ejecutadas y que, en cualquier caso no son utilizadas. El caso del exceso de aeropuertos, muchos de los cuales es posible que no lleguen a utilizarse nunca es sangrante. Los niveles de estupidez han llegado al cenit. “¡Cómo no vamos a tener un aeropuerto en mi pueblo si lo tiene en el de al lado…!” Con razonamientos de ese calibre, “pues nosotros más o también”, se han enterrado millones y millones, de dineros públicos. Primero fueron las modestas marquesinas de autobuses (incluso en los pueblos en los que ya no pasaban ni paraban). Subimos el nivel y nos fuimos a los pabellones polideportivos; hubo un considerable número de piscinas climatizadas; llegaron los palacios de congresos y finalmente los aeropuertos… ¡Qué escalada!

 6.- Lo de los bancos es difícil de digerir. Cuando piensas en la secuencia de los hechos o la escuchas contar de nuevo, te deja sin palabras. Animaron con enorme alegría al personal a formalizar hipotecas para comprar piso, casa, coche y demás accesorios, quitándoles cualquier preocupación a las personas… Les ofrecieron el paraíso financiero y cuando todo se fue al garete no se sintieron responsables de nada. Toda la culpa era de los usuarios de los productos bancarios (hace tiempo que estas entidades ofrecen “productos”)… Y al poco tiempo, supimos y sabemos que el Gobierno inyectó millones y millones a cajas y bancos para sanearlos y conocimos que los sueldos de quienes estaban en la cúspide del poder bancario, responsables en un gran número de casos de haber arruinado al banco y a sus clientes, tenían unos sueldos millonarios y recibían unas indemnizaciones escandalosas (por haberse cargado la entidad)… Bueno, uno escuchaba eso y no sabía qué arma comprarse para ir a por ellos (perdonen esta evidente exageración). Y alguna expresidenta de una Caja arruinada aún anda litigando con la justicia porque quiere cobrar lo que ella se aprobó como sueldo y como jubilación “por un trabajo tan bien hecho”. ¡Increíble, intolerable, inaudito!

 7.- Cada vez que un obispo a autoridad religiosa similar se sienta delante de un micrófono y se pone a opinar de todo lo inimaginable, se siente una enorme vergüenza. Quienes seríamos incapaces de condenar nada que desconociéramos; ellos, con una supuesta “autoridad” que nadie sabe de dónde la sacan, pontifican sobre la tierra y el cielo. ¿Qué coño saben del matrimonio si nunca se han casado? ¿Qué saben de relaciones sexuales si se supone que no han catado hembra porque hicieron voto de castidad? Denuncian el adoctrinamiento de la Educación para la Ciudadanía quienes no han hecho otra cosa que adoctrinar desde todos los lugares posibles y en todas las épocas. Que hablen a sus fieles desde los púlpitos, pero al resto “que no nos salven”, que no nos importan sus opiniones. Y luego se aprovechan de la vaca-estado ordeñándola con ansias. Reciben, incomprensiblemente millones de euros para financiar su “obras y milagros”, tiene potestades impensables en asuntos educativos: nombran sus profesores de religión, aunque los paga el estado y se apuntan a todas las “concertaciones” posibles, que garantizan dinero para pagar sueldos, mientras piensan, regodeándose: “Tú pagas y yo organizo y gobierno como me da la gana”. ¿Qué niveles de  ética y moralidad gastan? Y eso que estamos en un país –dice-, aconfesional, ¿qué querrá decir eso?

8.- ¿Es necesario reprimir manifestaciones reivindicativas con esa brutalidad que hemos visto estos días pasados en Valencia? Tras un primer día de cargas desaforadas, tildando a los estudiantes de “enemigos”, entre otras lindezas, surgen las protestas por todos lados y los mandos no se disculpan, sino que ofrecen vagas explicaciones… Pero ya no vuelve a producirse ese nivel de represión, señal evidente de que se extralimitaron de largo el primer día, aunque no quieran reconocerlo directamente. Hace unos años, quienes salían  a la calle eran los que ahora gobiernan con los obispos y los curas, casi cada sábado montaban una manifa-fiestuki (¡que ya tuvo narices la cosa!) Nunca salieron los antidisturbios a disolverlos, ni a darle porrazos en la cabeza o en el culo a monseñor… El objetivo es únicamente, sembrar el miedo, porque las personas que tienen miedo se encuentran paralizadas y desactivadas para la reivindicación.

 9.- Los desmanes urbanísticos españoles constituyen hoy día uno de los museos del horror, al aire libre, que más hectáreas ocupa en Europa. Entendamos por desmanes las construcciones ilegales en tantos lugares de nuestras costas y de espacios naturales protegidos del interior; las famosas y desiertas plataformas logísticas y toda la cantidad de urbanizaciones que han quedado a mitad o solo se han iniciado o solamente se ha urbanizado el suelo (y allí, rodeadas de la nada vemos calles, aceras, papeleras, farolas, pasos de peatones… que jalonan rectángulos grandes donde crecen hierbas, zarzas y donde cagan los perros que llevan a pasear sus amos). ¡Menuda herencia, consumida por el paso del tiempo, convertida ya en chatarra oxidada…! Sólo el sol y el viento; la niebla, a veces, acompañan a estos “desiertos urbanísticos” que quedarán ahí como testigos de un tiempo de vergüenza, donde se especuló con todo lo especulable y que al final dejó un rastro de pobreza instalado en la vida y los horizontes de miles de personas…

 Y, como no quiero que esto sea un decálogo, ahí lo dejo. Otro día, retomaremos –tal vez- este tema y seguiremos hablando de otros rincones de suciedad. Todo lo anterior, creo, genera una sensación de impotencia y una agresión evidente a nuestra conciencia. Son los antiejemplos, las conductas reprobables, la muestra de que muchos tipos fueron operados de escrúpulos antes de nacer y su vida no tiene otro fin que enriquecerse sin trabajar, estafando, robando, corrompiéndose… Sin miedo a infringir las leyes necesarias, a saltar las barreras que acotan algunas prácticas delictivas o deshonestas, a sobornar a quien sea necesario con el único fin del enriquecimiento ilegítimo, que les permite acceder a una vida que por la vía de la legalidad y el trabajo nunca podrían alcanzar… Desde luego, no tiene ninguna intención de seguir los preceptos que algunos aprendimos de nuestros padres: ser trabajadores, ser honrados y vivir con honestidad… ¡Cabrones!

27/02/2012 22:52 gurrion #. sin tema Hay 6 comentarios.


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