Facebook Twitter Google +1     Admin
Este es un espacio para leer y escribir, para reflexionar y opinar; es una ventana abierta, un orificio en el muro. ¡Asómate!

Temas

Enlaces

Archivos

gurrion

Se muestran los artículos pertenecientes a Abril de 2020.

Enciclopedia de la Pandemia y el Confinamiento

Como se acerca el Día Internacional del Libro, me gustaría proponer la edición colectiva de cuatro libros gordos (por lo menos), independientes y complementarios a la vez, sobre la pandemia. Yo lanzo la idea, pero no sé cómo podría llevarse a cabo ni si los libros debieran tener una apariencia analógica o virtual. Lo que sí tengo claro, es que debiera recogerse material escrito e impreso, fotográfico, videográfico, gráfico, sonoro, panfletario, pegatinero... y quedar como memoria de un tiempo convulso que hemos vivido, que estamos viviendo y que aún viviremos...

Llevamos un mes largo confinados y más tiempo aún escuchando noticias sobre ese virus cabrón que nos ha puesto patas arriba. En ese tiempo, ha habido y hay muchas personas que han mostrado un comportamiento ejemplar, casi heroico, en muchos casos y que están en la mente de todos. De todo ello, hemos tenido noticia, se han escrito artículos, se han hecho fotografías, se han filmado pequeños vídeos, se han grabado audios y ha aparecido en diarios, telenoticias... Todo ese ingente material informativo iría a parar al libro de los reconocimientos y agradecimientos, para dejar constancia de la amplitud enorme de la responsabilidad, de la entrega, del riesgo personal por ayudar a los demás, del comportamiento ejemplar de quienes cumplen los requisitos básicos para echar una mano en erradicar o aminorar los efectos de la pandemia.

El segundo libro lo llenaríamos con la imaginación y el sentido del humor de gente anónima o no, que nos arranca sonrisas o carcajadas, sin ocultar una mirada crítica hacia todo lo vivido y a los agentes principales. Ahí cabrían los memes, las viñetas, los textos de tanta gente que ha ido haciendo diarios del confinamiento, con mucho o algo de sentido del humor. Muy necesario para hacer todo más llevadero y que representarían una mirada interpretativa e irónica y, a la vez, un derroche de creatividad de mucha gente que se ha puesto a escribir, cuando no lo hacía habitualmente con tanta intensidad. Parece que este tipo de catástrofes han estimulado la lectura y la escritura...

En el tercer libro, debieran quedar bien registrados los comportamientos deleznables de quienes aprovechan el dolor y la zozobra, que provoca algo tan inesperado y rotundo, para dedicarse a tareas de acoso y derribo al gobierno y que, en lugar de sumar esfuerzos y generar energía positiva, son incapaces de empatizar con quienes sufren los efectos de la pandemia o quienes se entregan en cuerpo y alma a intentar remediarla. Los difusores de mentiras y bulos, noticias tóxicas; los que hacen negocio con la venta de material de protección, los que repudian a vecinos que trabajan en hospitales y no los quieres en su escalera; los que se saltan el confinamiento con chulería; los desmemoriados que no recuerdan lo que hicieron cuando estuvieron gobernando otros desastres o los autores y apoyadores de los recortes bestiales que realizaron en sanidad y educación... ¡Anda que no hay material para este volumen!

Y el cuarto libro estaría dedicado al dolor y la ausencia. Los nombres de quienes han dejado la vida tras el contagio y la enfermedad y el dolor de los familiares que no han podido acompañarlos en los últimos momentos de su vida, que no han podido compartir una última conversación o una última mirada; tomarlos de la mano y transmitirles todo el afecto y el agradecimiento de haber compartido una vida. ¡Qué tristes finales está produciendo esta cruel pandemia! Tristeza de los últimos días de quienes estaban enfermos y presentían próximo el final y de sus familiares, privados del último abrazo.

Libros abiertos para ir añadiendo testimonios e información y que formarían la Enciclopedia de la Pandemia y el Confinamiento. Cualquier lector o lectora de estas líneas, puede añadir volúmenes a la citada enciclopedia con aquellos temas que considere que no están aquí reflejados. Y ahora mismo, cedo todos los derechos, por si alguien quiere llevar adelante este desvarío. ¡Buenas tardes y perdonen las molestias!

14/04/2020 16:22 gurrion #. sin tema No hay comentarios. Comentar.

Etnología y etología del vencejo. Cuaderno de campo

Hace unos días, daba noticia de la llegada primaveral de los vencejos (Apus apus) hasta Fraga. Se veían pocos y volaban alto. Dos semanas después, son multitud y hacen demostraciones increíbles de dominio del espacio aéreo. Desde la terraza puedo ver su vertiginoso y continuo desplazamiento a una velocidad endiablada, realizando piruetas y picados de vértigo. Giran bruscamente un segundo antes de estamparse contra la pared y llevan la misma velocidad en los giros que en los desplazamientos rectilíneos. A veces, vuelan en grupos de varios ejemplares repitiendo un mismo recorrido y parecen la patrulla Águila, por la velocidad y por cómo maniobran... Yo los recuerdo (cuando aún no sabía que se llamaban así y se les denominaba “falciñas” en mi pueblo), que anidaban en agujeros del interior de la torre y que volaban alrededor de ella, siempre a mucha velocidad. En ocasiones, habíamos cogido algún ejemplar en el suelo, ya que, debido a la extrema cortedad de sus patas y el tamaño grande de sus alas, les resulta imposible reemprender el vuelo, salvo que encuentren una piedra a la que subirse, antes de despegar. Hay datos sobre su etología realmente impactantes: Los vencejos pasan la mayor parte de su vida en el aire: comen, duermen y copulan volando (que no sé yo ni cómo ni quien ha podido verlo). Únicamente se posan para poner los huevos, incubarlos y criar a sus polluelos. Permanecen en vuelo ininterrumpido durante nueve meses al año. Y, encima recuerdan donde anidaron el verano anterior y vuelven al mismo sitio... Observo que aparecen por las mañanas y al atardecer y el resto del día se ven volar muy altos, pero no se acercan a los edificios. Yo no consigo explicarme cómo encontraron, en las terrazas del edifico donde vivo, las ranuras para meterse entre la tarima de madera en el techo de la terraza y la superficie -imagino- de hormigón a la que va unida dejando un pequeño hueco. Mi asombro es que pudieran encontrar ese escondite (aparentemente invisible) para nidificar y que cada año lo recuerden y vuelvan... Cuando los veo evolucionar en el aire a esas velocidades, pienso que los diseñadores de aviones de combate se inspiraron en el vuelo de los vencejos para conseguir esa maniobrabilidad de la que hacen gala. Lo del equipamiento con ametralladoras y bombas ya fue cosa suya..., de los diseñadores, quiero decir.


Y, ahora, me voy a la etnología. Cuando yo era pequeño, los únicos vencejos que yo conocía eran una especie de cuerdas bastas de metro y medio aproximadamente, con dos flecos en las puntas (“codas”) que se guardaban atadas en “trecenales” (30 unidades). Éstos, se colocaban colgados en los maderos de los pajares o en cualquier otro edifico anexo a la casa. Cuando llegaba la siega, llevábamos los vencejos al campo correspondiente. Había que remojar “as codas”, normalmente en algún “bason” de agua de un barranco próximo o en algún “ballo” de desagüe de un extremo o el otro de la finca de trabajo. Esa tarea se le encomendaba, normalmente al más pequeño de la peonada (que también acercaba el botijo o el porrón), por lo que la desempeñé en varias campañas de siega. No resultaba nada cómodo caminar desde donde había conseguido remojar “as codas d´os vencejos” (a veces, había que caminar un buen trozo) con el brazo levantado -del que colgaba cada “trecenal”, para no arrastrarlos ni tropezar con ellos y, encima mojados. Luego, una vez ya al lado de las gavillas, te encargabas de ir sacando, vencejo a vencejo, e irlos tendiendo para que el “atador” y quienes acercaban las gavillas, pudieran ir atando los “fajos”. Los vencejos también se empleaban en los huertos para atar los fajos de “prau” o de “alfalz” ... En el caso de la siega, se siguieron utilizando hasta la llegada de las cosechadoras. Esos fueron los vencejos de mi infancia... Los que volaban eran “falciñas” o “falciños”, hasta que supe que también se les llamaba vencejos...

En definitiva, relaciones que uno va haciendo porque tiene tiempo... Salud y buena lectura.

19/04/2020 11:42 gurrion #. sin tema No hay comentarios. Comentar.


Plantilla basada en http://blogtemplates.noipo.org/

Blog creado con Blogia. Esta web utiliza cookies para adaptarse a tus preferencias y analítica web.
Blogia apoya a la Fundación Josep Carreras.

Contrato Coloriuris