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Se muestran los artículos pertenecientes a Octubre de 2010.

UN MENÚ OTOÑAL, NUTRITIVO Y NOSTÁLGICO

Mi compromiso con el blog se convierte, algunos días, en una pequeña preocupación hasta que encuentro el tema sobre el que escribir, mientras contemplo el discurrir de los días a enorme velocidad. Hoy quería alejarme de la escuela y he resuelto ocuparme de cinco temas que, el azar ha hecho girar en mi cabeza, hasta ponerlos en el papel.

1. El bosque y las setas. El sábado, día 9 de octubre, subimos a Labuerda. Y nada más terminar de comer, nos acercamos al monte con una cesta pequeña a ver si pillábamos alguna seta. Fuimos a nuestro rincón talismán y entre las que cogimos allí y las de los alrededores, llenamos la cesta y tuvimos que utilizar una bolsa para poner las últimas localizadas. Llegados a ese punto, decidimos regresar a casa. La tarde se oscurecía cada vez más y dentro del bosque había poca luz para ver con nitidez a distancia o para intuir que debajo de un abultamiento del humus, seguramente habría un robellón. Nos metimos en zonas de monte casi imposibles de transitar. Por un lado, por la abundante vegetación: sabinas, enebros, pinos, bojes, coscojas…; por otro, por los “cadáveres” de árboles que se desplomaron derrotados por el rayo, por la edad o por las lluvias excesivas que provocaron la caída definitiva, (ya anunciada por la excesiva inclinación con la que crecían en la ladera) y también por una acumulación de hojarasca que convierte el suelo en superficie de falsa consistencia, sólo adivinada cuando pisas encima y se hunde el pie provocando amagos de esguince cada poco rato… Un bosque que si se incendiara ardería como la yesca porque está lleno de combustible vegetal y su accesibilidad es algo complicada. Por el contrario, caminamos también por otra ladera que fue limpiada hace un par de años y que ha dejado un bosque abierto, con visibilidad y a salvo del fuego potencial que pudiera declararse, puesto que aquí habría más posibilidades de atajarlo a tiempo. Los bosques de Sobrarbe, convertidos en muchas partes en espesas selvas, empiezan a mostrarse como cuadros maravillosos, llenos de tonalidades que ningún pintor podrá retratar con exactitud. Este traje otoñal, renovado cada año, les sienta maravillosamente bien y nos regala a quienes los caminamos o contemplamos, estampas cromáticas inolvidables. Y aún irán a más, a lo largo de este mes de octubre.

2. El río Cinca es una de las arterias fluviales que con más caudal alimenta al padre Ebro. Fruto de las lluvias de esa tarde noche y de las del día siguiente, volvía a bajar con majestuosidad. Aprovechamos la mañana del día 10 para caminar por la escollera que discurre al lado del cauce; para pararnos a contemplar los saltos y remolinos que hacía el agua impetuosa y para hacer algunas fotos de toda esa fuerza desatada de la naturaleza. Yo lo he visto bastante más “gordo” en múltiples ocasiones, pero ya daba gozo contemplarlo: con el cauce de lado a lado, lleno de agua. Un río como el Cinca resulta un espectáculo realmente atractivo cuando arrastra un importante caudal de agua. En cambio, verlo con un aporte escuálido da más pena que alegría. El color oscuro de las aguas, la velocidad a la que se desplazan, el suave oleaje que llega a las orillas y algunas aves que lo sobrevuelan… Y el color de las laderas de los montes que, ahora, mueren en sus aguas o las nubes y neblinas que se forman en las alturas, ocultando las cimas de los montes o de los picos altos más lejanos forman una estampa natural muy atractiva. Los ríos son siempre garantía de vida; realizan con frecuencia una renovación o reestructuración del cauce, pues con su fuerza lo cambian de lugar, amontonando gravas en el lugar por donde pasaban y abriendo nuevas rutas de deslizamiento; y siempre nos proponen algunas reflexiones: ¿Cuántos años hace que labraron el cauce y siguen bajando, más o menos, por el mismo sitio, sin interrumpir nunca esa aportación de agua que acabará en el mar? ¿Cuántos ojos lo vieron pasar por estas tierras? ¿Cuántas personas lo vadearon o lo atravesaron con barcas, lo navegaron con navatas?... Y, sobre todo, cuando dejemos este mundo, el Cinca seguirá su discurrir diario, ajeno a los avatares de los seres humanos…

 3. Como la tarde era nefasta, decidimos quedarnos en casa y avanzar al máximo el trabajo de leer para la RED de Selección de Libros Infantiles y Juveniles, en la que estamos involucrados, ya que la próxima reunión en Madrid será los días 18 y 19 de este mes. Subimos de Fraga con una bolsa cargada de libros y nos dimos a la tarea de leerlos y anotar algunos apuntes. La persistente lluvia que cayó toda la tarde y que hizo imposible o, al menos, desaconsejable, volver al monte o salir de casa a pasear, nos facilitó ese trabajo. Y en esas lecturas, uno siempre encuentra algunos títulos y algunas historias que le llaman más la atención. En este caso, me referiré a dos de ellas construidas a partir de hechos reales que nos han parecido significativas y elocuentes de la capacidad de imaginación, de sueño de algunas personas y de las posibilidades reales de hacer algo memorable, precisamente “porque parecía o era imposible”.

Uno de los libros lleva por título “Wangari y los árboles de la paz” y lo ha escrito Jeannette Winter. Cuenta la iniciativa de Wangari Maathai, nacida en una aldea keniata en 1940 y receptora del Premio Nobel de la Paz de 2004. Wangari, como estudiante brillante que era, pudo obtener una beca internacional y estudiar en los Estados Unidos. Terminó sus estudios en la universidad de Nairobi y fue la primera mujer en obtener un doctorado en toda África Oriental. Actualmente es miembro del Parlamento de Kenia. En 1977 comenzó en ese país el Movimiento Verde, plantando nueve pequeños árboles en el patio trasero de su casa. Gracias a su iniciativa y a la expansión de la misma, en 2004, sus miembros (sobre todo mujeres) habían conseguido plantar treinta millones de árboles. “La tierra estaba desnuda. Mi misión fue tratar de vestirla de verde”, ha dicho en alguna ocasión.

 La otra historia se esconde en el libro: “La señora de los libros”, escrito por Heather Henson e ilustrado por David Small. En él se habla de “las bibliotecarias a caballo”, conocidas como “las señoras de los libros” en la zona de los montes Apalaches, en Kentucky (EEUU). El proyecto de la Biblioteca a Caballo se fundó en tiempos del Presidente Franklin D. Roosevelt, en los años treinta del pasado siglo XX. Tenía por finalidad acercar los libros a zonas aisladas donde había pocos colegios y ninguna biblioteca. Cada dos semanas, las bibliotecarias acudían a los lugares habitados, al margen del tiempo que hiciese (en ocasiones infernal y por caminos casi impracticables). Casi todas fueron mujeres, haciendo gala de una resistencia y una entrega extraordinaria. Hoy día aquella extraordinaria iniciativa ha dado paso a los bibliobuses, las bibliotecas ambulantes que siguen acercando libros a quienes los necesitan… El resto tendrás que leerlo en los dos libros comentados…

4. José Antonio Labordeta. No había subido por Labuerda desde que falleció José Antonio y he vuelto a reencontrarme con él de nuevo, a través de varios elementos físicos que guardo en los estantes de mi cuarto de trabajo y lectura. Por ejemplo, algunos de los libros que escribió: “Aragón en la mochila” (1983), dedicado y firmado por él a las 3, 30 de la madrugada (según tengo anotado bajo su firma) del 30 de julio del 83, en la zona de los cuarteles de Boltaña, con motivo de una fiesta de cultura aragonesa en la que había participado. O el “Labordeta” (1977) de José Carlos Mainer, de Ediciones Júcar, donde ya se reproducen un buen número de sus canciones; “Método de lectura” (1980) de Editorial Ayuso: “El mundo era una bola sumida en el silencio, sumida en el olvido, en el lejano llanto de la noches vacías…” O “Diario de náufrago” (1988), de Prensas Universitarias, donde releo el poema dedicado a “un libro”: “Guarda las más bellas notas / del sublime concierto de la vida. / Lo abres, / lo cierras / y toda la plenitud / de un hombre solitario / te acompaña / bajo los árboles dorados / del otoño”. O su “Poemas y canciones” (1982), de Editorial Lumen o “Tierra sin mar” (1995), editado por Xordica, donde podemos leer: “Siempre he tenido envidia de los poetas o escritores que vivían en casas frente al mar o que, en paseos cotidianos, se acercaban hasta él para comprobar su belleza, su inmensidad y su paisaje cambiante y lleno de emoción…

Y he podido escuchar de nuevo, íntegro, el último concierto que dio en Labuerda, el 19 de agosto de 1995: escucharle presentar las canciones y cantar las 17 que ofreció aquella noche. Entre ellas, una que no he encontrado en ninguna de sus grabaciones y que aquella noche me emocionó, porque estaba dedicada a una ciudad europea que estaba sufriendo matanzas y violencia incomprensibles; me refiero a Sarajevo, la capital de Bosnia Herzegovina: “Si Sarajevo cae”, lleva por título… Guardo las grabaciones de sus actuaciones en Labuerda, incluida la de su primer concierto. A ver si consigo que alguien me los pase a CD para “salvarlas” del deterioro…

 5. Miguel Hernández. El día 30 de este mes de octubre se cumplirán cien años de su nacimiento. Me he reencontrado con él, hojeando un ejemplar de la revista “triunfo” (el 639) del 28 de diciembre de 1974. Treinta pesetas valía aquel ejemplar en el quiosco. La portada está dedicada al poeta de Orihuela, con la reproducción en grande del popular dibujo que de él hizo su compañero de cárcel Buero Vallejo. Bajo el retrato podemos leer “Evocación de Miguel Hernández”. En aquel momento, todavía vivía su viuda Josefina Manresa y es a partir de sus vivencias y recuerdos, de los papeles que ella guardaba, como el autor del artículo –José Monleón- redacta el texto-entrevista que acaba siendo, como dice la portada, una evocación del poeta. No voy a incidir en el contenido del artículo (que ocupa siete páginas completas de la revista) y sí fijarme en las fotografías que lo ilustran. Una en la que se ve a Josefina delante de la casa de Cox, donde vivió con Miguel. Otra en la que vemos a Miguel leyendo unas cuartillas dedicadas a su amigo muerto, Ramón Sijé, en la plaza que lleva su nombre. Una imagen de la casa de la calle Arriba, adosada a la montaña, en Orihuela donde el poeta vivió muchos años; Una vieja instantánea en la que se ve a Miguel con sus hermanos Vicente, Encarna y Elvira, siendo niños; otra imagen de la casa de Miguel, donde se ve el granero y un trozo del pequeño huerto de sus versos; el retrato de portada de nuevo y una foto, sentado, con pantalones de pana y sus alpargatas blancas. Un sonriente Miguel, posa en París en 1938 y cierra el artículo una reproducción del programa en el que se anuncia una “comida en honor de nuestro poeta”, organizada por sus compañeros del Penal de Ocaña y que está fechada el 27 de diciembre de 1940. Dice Josefina, en un momento de la entrevista: “Me mantiene el recuerdo de Miguel. Y recibo mucha correspondencia, a la que no siempre contesto. Cosa que me duele, pero que no puedo evitar, pues me cuesta mucho escribir… De Miguel se han dicho cosas muy hermosas. A mí me gusta mucho todo lo que ha escrito Neruda sobre Miguel. Se ve que Neruda también había sufrido mucho…” Recordado y leído Miguel, víctima también del encono brutal que se desató en los sublevados ganadores de aquella terrible Guerra Civil.

 Y así, casi sin querer, este otoño incipiente y lluvioso ha unido al monte y las setas, a la lluvia y al Cinca, a las hojas que caen y a las que se dejan leer en forma de libro y ha abierto, una vez más, las puertas del recuerdo y del reconocimiento; en este caso, personificado en José Antonio Labordeta, recién desaparecido de nuestra geografía física (y más presente si cabe en la emocional) y en Miguel Hernández, de quien hace ya mucho tiempo que paladeamos su herencia hecha palabras.

12/10/2010 10:52 gurrion #. sin tema Hay 17 comentarios.

ALONSO, SUS CUENTOS Y LOS CHICOS DE MI CLASE

Fernando Alonso, el brillante escritor de Literatura Infantil y Juvenil (no el brillante piloto de Fórmula I), lleva muchos años imaginando, escribiendo y publicando obras para niños y niñas. Su currículo es amplio, como amplio es también el reconocimiento recibido.

Hace unas semanas les fui leyendo en voz alta a mis chavales el libro “El faro del viento y otros cuentos”. Formado por ocho cuentos de temática distinta, al ritmo de un cuento diario, el libro nos permitió leer, escuchar, comentar, debatir, valorar... Conjugar, en definitiva, algunos verbos relacionados con la lectura y sus consecuencias.

El libro es una edición de 1981, de Editorial Bruguera, de la colección Historias – Biblioteca Amarilla; colección dirigida por Lolo Rico. El libro en cuestión contiene los siguientes cuentos: “Los zapatos de cristal”, “El muñeco de nieve”, “El viejo tranvía”, “La dragoncita de escamas rosadas”, “Una casa en el tejado”, “El faro del viento”, “La voz de todos” y “Tristes estrellas de tiza”.

 Una niña con aficiones poco “femeninas” resiste los deseos de su madre y consigue liberar sus pies y su vida; Los deseos pueden hacerse realidad, sobre todo cuando se cuenta con la fuerza de un grupo; la iniciativa de la gente puede poner en evidencia las palabras vacías de los políticos y edificar sobre ellas una singular biblioteca; Los dragones inofensivos reivindican su lugar en los sueños, dando una buena lección a los sanguinarios caballeros; la amistad entre niño, gato y gorrión es una reivindicación del valor de la amistad que puede germinar en cualquier contexto; la imaginación y el reciclaje se enfrentar a los intereses económicos de los poderosos hasta desenmascararlos; un pueblo se ve sojuzgado por un individuo, pero la comunidad se unirá y conseguirán expulsar al tiranuelo; una iniciativa nacida en la escuela consigue despejar la contaminación de una ciudad y recuperar el fulgor de las estrellas y la esperanza ... Por ahí, por esos territorios de ficción, reflexión y sorpresa nos conducen los cuentos imaginados por Fernando.

 Completada la lectura, realizadas algunas precisiones y explicaciones, puestas en común reflexiones y puntos de vista, los chicos y chicas de la clase han escrito cartas a Fernando y realizado algunas ilustraciones. A continuación, coloco algunos extractos de la correspondencia generada, para dar idea de los gustos, ideas y reflexiones de este colectivo de gente menuda :

 

.. “Estimado Fernando Alonso: nuestro profesor Mariano Coronas nos ha estado leyendo cuentos tuyos. Aunque no me gusta leer mucho, me gusta que los demás me lean, por eso le agradezco a mi profesor que lo haya hecho. En uno de los cuentos me he dado cuenta que si nos proponemos algo y trabajamos juntos, podremos lograrlo, como los ciudadanos que quisieron quitar la nube de contaminación que no les dejaba ver las estrellas... Espero que sigas escribiendo mucho. Un saludo”. (Alba)

 .. “Hola, estimado Fernando Alonso: Me han gustado todos los cuentos del libro; sinceramente, algunos son un poco tristes, pero luego se arreglan y todos contentos. Especialmente el del viejo tranvía: fue una buena idea convertirlo en biblioteca, ya que no hacía nada allí parado y el de la casa en el tejado también me gustó por esa amistad entre el gato, el gorrión (me hizo gracia que al principio se persiguieran) y el niño que se quejó de ello y logró las paces... Adiós Fernando, que te vaya bien.” (Víctor)

 ..”Hola, Fernando: me ha gustado tu libro. Me ha gustado mucho tu idea de convertir un tranvía en biblioteca y también la de construir molinillos de viento para alejar la nube negra... Yo creo que eres un buen escritor y debes haberte esforzado mucho y tener una imaginación muy grande. Bueno, aquí me despido. Espero que te vaya bien y tengas buena salud”. (Cristian)

 .. “Hola, Fernando: Me han gustado mucho tus cuentos cortos del libro “El faro del viento y otros cuentos”. Me ha gustado mucho “Una casa en el tejado” porque enseña a convivir en un mismo espacio. También habla un poco de convivir “La dragoncita de escamas rosadas”, aunque todo acabe en una guerra final. Me ha hecho “gracia” que los caballeros recordasen la historia como ejemplo de violencia (cuando fueron ellos los que atacaron), mientras que los dragones la recordaban como un ejemplo de romance de amor. Tienes mucho talento e imaginación para inventarte tantos cuentos. Yo también he escrito dos cuentos: uno está en el ordenador y el otro en sucio... Saludos”. (Lucía)

 .. “Estimado Fernando Alonso: durante varios días hemos estado leyendo cuentos tuyos. Quiero decirte que de todos los cuentos me ha gustado algo, porque de cada cuento aprendíamos algo nuevo. “Los zapatos de cristal” estuvo bien porque hablaba de la realidad: a veces la gente se ve obligada a hacer lo que no le gusta hacer... “Una casa en el tejado” también me ha gustado mucho porque los vecinos en la realidad hacen lo mismo... Espero poder leer más libros tuyos. Un saludo.” (Ester)

.. Estimado Fernando: te escribo esta carta porque me ha gustado “Tristes estrellas de tiza”. Estuvo bien que los niños no quisieran contaminar y quitar esa nube de encima del pueblo para poder ver el sol por primera vez. El invento de los molinillos de los niños estuvo muy bien. El cuento del viejo tranvía fue el que más me gustó porque me imaginé cuando el tranvía funcionaba y hacía sonar su campana; luego también me lo imaginé siendo una biblioteca. Creo que eres un escritor excelente. Mariano cada día nos leía uno de tus cuentos. Me ha gustado tu libro, así que adiós”. (Jorge)

 .. Estimado Fernando Alonso: A mí me han parecido muy originales tus cuentos porque no hablan de principitos buenos y de princesitas malas si no de cosas nuevas. Me han gustado varios cuentos: el del muñeco de nieve que hablaba y eso me pareció divertido; “La dragoncita de escamas rosadas” me gustó porque los dragones acaban con los caballeros y no al revés como pasa siempre y “Una casa en el tejado” porque al final el gato y el gorrión acaban llevándose bien por el niño de la casa... Espero que te hayan gustado mis palabra y mis gustos y espero que sigas escribiendo”. (Inés)

.. “Estimado Fernando: Hemos leído unos cuantos cuentos que has escrito. A mí el que más me ha gustado es el de los zapatos de cristal porque la niña le dice a su madre lo que piensa y ella, al mismo tiempo, es libre de hacer lo que más le apetece... A mí antes no me gustaba la lectura, pero ahora con los libros que nos lee Mariano me empieza a gustar mucho. Hasta ahora cuando iba a la librería y le decía a mi madre que me comprara un libro, ella me decía que no porque no me los leía. Ahora he decidido que de regalo de mi cumpleaños me voy a pedir un libro; espero que me compre uno de tus libros porque me gustan los cuentos que escribes y que son de la vida real... Fernando, espero que estés bien. Un saludo”. (Camila)

.. Estimado Fernando: El cuento de la dragoncita de escamas rosadas me ha encantado y también me ha gustado mucho  el cuento del viejo tranvía. Eres muy bueno haciendo cuentos. Espero leer más libros tuyos. Un saludo. (Sakira)

.. Querido Fernando: Hemos leído uno de tus libros de cuentos. A mí, el que más me ha gustado ha sido el del muñeco de nieve porque está lleno de personajes: hay niños, hombres, mujeres, nieve... Es maravilloso habernos encontrado un escritor como tú. Si no porque Mariano nos ha leído en voz alta, no tendríamos tanto interés por la lectura... ¿Cuántos libros de más de un cuento has escrito? Todos los cuentos de este libro tienen un mensaje, que es el de que nunca hay que dejar de imaginar; al menos para mí. Bueno, me despido, que sigas escribiendo...” (Hugo)

.. “Hola, Fernando: hemos leído muchos cuentos tuyos; eran bonitos y muy interesantes. Leímos el último cuento el día 7 de octubre. Los cuentos no eran, como algunos, con princesas y con príncipes. A mí me ha gustado mucho el del muñeco de nieve. Hemos hecho algunos dibujos del cuento que más nos gustó para mandártelos...” (Biser )

.. “Hola, estimado Fernando: hemos estado leyendo los cuentos del libro “El faro del viento y otros cuentos”. Me han gustado el de los zapatos de cristal y el del faro del viento y también los demás. Espero poder leer más libros tuyos... Usted es un escritor muy bueno. Un saludo y adiós” (Lilija)

 .. “Hola, querido Fernando: Durante varios días, el profesor Mariano nos ha ido leyendo los cuentos de tu libro “El faro del viento y otros cuentos”. El que más me ha gustado ha sido “El faro del viento” en el que a Juan le “roban” el invento y lo llevan a una isla desierta, pero consigue volver con otro invento y también el que se titula “Una casa en el tejado”... Espero conocerte algún día para ver cómo te inspiras para escribir tus libros. Un saludo”. (Xavier)

 . “Hola, Fernando: nuestro tutor nos ha estado hablando de ti y nos ha leído uno de tus libros... También te hemos dedicado unos dibujos sobre algunos de tus cuentos. Lo que más me gustaría es que toda la clase nos pudiéramos comunicar contigo (por e-mail, teléfono, blog, cartas...). Hace unos años leí un libro tuyo, que era de mi hermana; ahora estoy leyendo un libro que habla de la juventud...” (Eva)

 .. “Querido Fernando: hemos leído su libro; bueno, lo ha leído Mariano en voz alta y él nos ha explicado el significado de cada cuento... Me gustó el del viejo tranvía y también el del muñeco de nieve. Me gustaría seguir leyendo sus libros. Fin”. (Hamed)

 .. “Hola, estimado Fernando Alonso: aunque yo no creo mucho en la fantasía, algunos cuentos también me han gustado. Por ejemplo, el del muñeco de nieve, me encantó que lo hicieran entre todos los niños. También me gustaron el del viejo tranvía y el de los zapatos de cristal, cuando suelta la niña los peces y tira los zapatos a la trituradora... Un saludo y adiós” (Miguel)

 Llegados a este punto de este texto colectivo, vamos a intentar que le llegue al amigo Fernando y que pueda darnos su opinión. Estoy en Barcelona, la tarde empieza a esfumarse entre las brumas y yo que llevo dos horas tecleando, leyendo y revisando (sumergido también en una bruma post-comida) acabo este post que coleaba hace unos días. Que tengan un final de octubre glorioso.

23/10/2010 17:55 gurrion #. sin tema Hay 11 comentarios.

CENTENARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

1.  El día 30 de octubre de 1910 nacía en Orihuela, Miguel Hernández y

fallecía el día 28 de marzo de 1942, en la enfermería de la prisión de Alicante. Pastor y Poeta fueron sus ocupaciones preferentes. Murió, tres años después de terminar la guerra, en una cárcel. ¡Inadmisible que un hombre que luchó con las palabras como única arma, fuese encarcelado y dejado morir en una lóbrega prisión, enfermo de tuberculosis! Fue aquel un acto de crueldad,  que condena a todos los que intervinieron en el proceso que llevó a ese desenlace y también  acusa a quienes pusieron las condiciones para que tal suceso ocurriese. Miguel nos dejó poemas de fuerza imperecedera, impresos en algunos libros de títulos ya conocido: Perito en lunas; El rayo que no cesa; Viento del pueblo; Cancionero y romancero de ausencias; el hombre acecha… o seleccionados en diversas antologías.

 A lo largo de todo este año, se han realizado multitud de actos, organizados por las más variadas instituciones y colectivos, honrando su memoria. Hoy, cuando se cumple ese Centenario de su nacimiento, aquí en esta página nos ocupamos también de este hombre que perdió su vida por luchar con las palabras para denunciar la injusticia y dignificar al ser humano.

 Es éste, un pequeño homenaje a Miguel, con este acróstico formado con versos de sus poemas, tomados al azar; un juego que, en ocasiones, puede ofrecernos resultados sorprendentes:

Me duele este niño hambriento.

Igual que un clamor inmenso.

Gentes de la hierba mala.

Unidos al agua pura y a los planetas unidos.

En un rincón enmudecen cartas viejas, sobres viejos.

Lanzados de sangre a sangre y de deseo a deseo.

 

He poblado tu vientre de amor y sementera.

Encima de los fusiles y en medio de las batallas.

Rival del sol, porvenir de mis huesos y de mi amor.

No soy de un pueblo de bueyes.

Alegrarás la sombra de mis cejas.

No hay extensión más grande que mi herida.

Desde las trémulas mesas donde se apoya el recuerdo.

Escríbeme a la tierra que yo te escribiré.

Como un Zapato sin pie, como un traje sin hombre.

Y en esta dirección de mi página web, una posibilidad de trabajo en relación con la vida y la obra de Miguel Hernández, en forma de Repertorio Alfabético Documental (RAD): http://macoca.org/repertorios-alfabeticos-1-miguel

  

2. Para completar este post, tomo prestadas unas hermosas y hondas palabras de mi amigo Julián Olivera Martín. Es un texto de evocación y recuerdo y una suerte de homenaje a un poeta que el considera grande, porque grande es Miguel; una grandeza que se acrecienta con el paso del tiempo. Van a continuación las palabras de Julián, escritas con la sensibilidad y la emoción de alguien que las posee a raudales:                                                                                          

RECUERDO DE MIGUEL EN SU CENTENARIO

 Hace muchos años que fui a Orihuela; era un gozo pasear por aquellas callecitas en torno a la catedral. La ciudad desgranaba su ritmo cotidiano, su agitada rutina de cada día; la calle principal vibraba de animación, con el casino, con los bares y comercios, con el puente sobre el Segura. En uno de esos bares, inesperadamente, un verso de oro “compañero del alma, compañero” rompió el murmullo atolondrado del local; busqué emocionado a los paisanos del poeta que así lo recordaban: eran unos jóvenes que tomaban café en el mostrador; quise acercarme, no lo hice y me limité a mirarles con gratitud.

 Estaba en la cuna de un porta único, dulce y áspero, jubiloso y triste: Miguel Hernández. Miguel pastoreaba un rebaño de cabras por estos campos fecundos. Después, recorría la ciudad como repartidor de leche. Era un zagal predestinado. Con sólo estudios primarios, hizo gala muy pronto de una increíble riqueza lingüística, de un prodigioso caudal ideológico. Miguel tenía una capacidad de asimilación fabulosa. Leía con avidez libros y más libros: Gracilazo, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Góngora… Dio enseguida, por ventura, con el único núcleo juvenil oriolano batido por la inquietud y la espiritualidad: el que se reunía en la tahona de los Fenolls, los hermanos Efrén y Carlos.

 Allí iba también quién pronto se convertiría en el primer mentor de Miguel: Ramón Sijé, un muchacho cultivado, universitario, que tuvo con nuestro poeta amistad entrañable. Murió Ramón Sijé muy joven, a los 22 años, y la elegía que Miguel le dedicó en esta triste ocasión es, sin disputa, una de las más bellas y conmovedoras que se hayan escrito en cualquier idioma:

 “Yo quiero ser, llorando, el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma, tan temprano. 

 

A las aladas almas de las rosas

Del almendro de nata te requiero,

Que tenemos que hablar de muchas cosas,

Compañero del alma, compañero.”

 La sombra de Miguel me ha perseguido sin descanso, por esquinas y plazas, en el pretil del puente sobre el Segura, absorto frente al monte que alberga al Seminario. Veo a Miguel en los campos inmediatos, detrás del rebaño de cabras, tocando la siringa pastoril, durmiendo a la intemperie para sentir mejor la voz misteriosa del viento, soñando bajo el limonero, el almendro y la higuera; buscando en el cielo su estrella ensangrentada.

  

 3. Y ya para terminar, he seleccionado el poema “Canción del esposo soldado” para compartirla desde esta página y terminar esta sencilla celebración, este recordatorio, leyendo:

Canción del esposo soldado

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hasta mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos,
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

 

29/10/2010 00:20 gurrion #. sin tema Hay 6 comentarios.


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