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Se muestran los artículos pertenecientes a Agosto de 2009.

LATIDOS VERANIEGOS (III): COSAS DE NIÑAS Y DE NIÑOS (con algo de humor)

Durante el curso escolar, mi oficio me permite estar trabajando todo el día con chicos y chicas. Como me gusta mi oficio, disfruto con el trabajo, aunque uno viva ratos de todo, como les ocurre a otras personas en sus trabajos respectivos. En cambio, cuando estoy de vacaciones, prefiero dedicarme a otras cosas y lo que menos me apetece es ver niños y niñas pululando a mi alrededor. Ya cumplí mi parte en “la tarea universal de la reproducción de la especie” y contribuí a la cría y educación de una parejita.

 

Los chicos son geniales, como lo fuimos todos a esa edad, y con evidente rapidez e imaginación, convierten en parque temático un trozo de tierra, una sala de espera o el vagón de un tren, dando rienda suelta a un amplio repertorio de saltos, carreras, ruidos, gritos…Es inevitable, pero algunos progenitores asisten al espectáculo de sus cachorros con absoluta complacencia (y parece que esperan que el resto estemos encantados de que sus vástagos nos alegren la mañana o nos distraigan del sopor vespertino) y ni se les pasa por la cabeza comentarles que están en un espacio público y que quizá molesten algo a otras personas que no tienen nada que ver con la decisión de procrear que ellos tomaron un día. A veces, se espera de estos adultos tan pasivos un poco más de control y algún gesto condescendiente con el personal ajeno, que estamos compartiendo el mismo espacio, a la fuerza. Lean esto, en todo caso, filtrado con algo de sentido del humor, así lo digerirán mucho mejor:

 

.. Barcelona. 10:30 horas de un día cualquiera de finales de julio. Nos encontramos sentados en la terraza de un bar desayunando, a la sombra. A esa hora de la mañana, escuchamos con nitidez el canto alegre de varias cigarras, pegadas a los troncos de los arbolitos del seto próximo. Comentamos la cuestión, pues resulta curioso, en plena Diagonal de la ciudad, escuchar el canto monocorde de estos insectos que uno siempre relaciona con el tronco de una almendrera o de cualquier otro árbol de un campo de Sobrarbe.

Hago un alto en el bocadillo de jamón para  echar el contenido del sobre de azúcar en el café con leche y, mientras estoy revolviendo la mezcla para lograr una adecuada disolución, ¡zas, se acaba la bucólica tranquilidad alimentada por el canto de las cigarras!, observo la aproximación de una cordada de criaturas de tamaño variable. Espero verlos pasar por delante, pero, justamente se detienen en un triángulo de piedras grandes que alberga también dos palmeras urbanas de porte majestuoso, a dos metros de donde nos encontramos. Son 22 tipos pequeños; la mitad no han llegado al metro de altura que son conducidos por un joven y dos “jóvenas”, presuntos monitores de la cordada. Han decidido parar allí para pedir al camarero que les saque un café, antes de terminar la excursión en un parque próximo. Los chavales se desprenden de sus mochilas costilleras y comienzan a explorar el territorio. Descubren en seguida que difícilmente van a encontrar otro terreno más abonado y gratis para la aventura, así que se dedican (los más pequeños y las más pequeñas) a saltar de piedra en piedra haciendo equilibrios, yendo y viniendo sin parar, atravesando el triángulo de todas las maneras posibles: la hipotenusa, los dos catetos y el área interior… Y yo pensando en voz alta, “¿no habrá en todo Barcelona otro sitio para aparcar un rato a veinte críos, que no sea delante del bar donde yo estoy desayunando?”  Y nos echamos unas risas…

 

.. Aeropuerto de Menorca. 19 horas de un día cualquiera de julio. Estamos en la sala de espera contemplando en el panel informativo que el vuelo hacia Barcelona sufrirá un pequeño retraso. A la derecha de donde nos hemos aposentado se halla un clan familiar, formado por abuelos, madre y dos criaturas: niña y niño, junto a otra madre que lleva otra niña. El silencio se rompe (en realidad, se hace añicos) con la idea, que no sé quien lanza, de jugar a canciones con palmadas. La niña con la madre, cada niña con su madre, la niña con la otra niña, las dos niñas con las dos madres… con un amplio repertorio temático, refrescado de vez en cuando por la abuela que le va sugiriendo a la nieta nuevos títulos y que ella acompaña con la voz, para luego tomar el relevo de la madre, cuando ésta (¿cansada?) hace como que va a preguntar algo y se aleja del recreo. El abuelo sonríe pero no participa directamente en los juegos. El clan hace bastante bulla, pero ahí estamos. Llaman para embarcar y yo comento: “estos, seguro que nos tocan al lado”, pero ¡joder, en un avión hay 30 filas de asientos!, mal será que… Una vez arriba, comprobamos con “enorme placer y mucho contento” que, efectivamente, detrás de nuestra fila –la 16- están nuestros amigos “palmeros”, en la 17. Menos mal que los aviones tienen eso…, que quien más quien menos, anda preocupado por si tiene o no salvavidas debajo del asiento (¿se habrá salvado alguna vez alguien con el salvavidas de un avión?, pregunto) o pensando si bajará o no la máscara antigás en caso de despresurización (máscara que dicen que está donde está, pero que nunca vemos) o mirando fijamente a la azafata o al azafato que interpretan una vez más, con gráciles movimientos, el texto que oímos por megafonía. Esas preocupaciones disuaden de otras cosas y sólo escuchamos el llanto cabreado del chico que no había dicho nada en tierra, pero que quiere ir en la ventanilla y no en el asiento del medio. Su madre le explica que en el viaje de ida ya ocupó ese asiento “privilegiado” y que ahora le toca a su hermana, la de las canciones.

 

.. Estación de Sants, Barcelona. 19:30 horas de un día cualquiera del mes de julio. Esperamos la orden para poder acceder a los andenes a tomar un Avant. Pasan por delante de nosotros, a toda velocidad, dos tipos menudos, con mochila a la espalda, conduciendo ruidosas e imaginarias motos, ante la mirada complacida de sus dos progenitores que arrastran un carrito de estación repleto de maletas y bolsas. Los progenitores en cuestión no parecen nada preocupados por pedirles a sus cachorros que disminuyan la velocidad o aminoren el exceso de decibelios. Hay un momento en que el más pequeño cae de bruces en el suelo y hace amago de llorar, pero se contiene; y arranca de nuevo “con un par”.

Llega por fin el momento de bajar a los andenes y uno, que en estas cosas, tiene toda la suerte que le falta cuando juega a la lotería o rellena alguna quiniela, piensa: “¡Joder, no creo que vayan también en nuestro vagón!”, aunque algo sospecha porque, de momento, van en el mismo tren… Miramos los billetes, coche 1. La familia de cuatro camina delante: pasamos el coche 4, el coche 3, el coche 2 y ellos siguen adelante. ¡Bingo! Allí los tenemos, como compañeros de viaje. Arranca el tren y, tras algunos tonteos, el padre desactiva a la pareja llevándosela al vagón donde hay un pequeño bar cerrado. ¡Gracias, progenitor!, porque los últimos 20 minutos, una vez regresan a nuestro vagón, se los pasa la parejita de enanos corriendo el vagón de un lado para otro, con los motores encendidos, o cabalgando cual vaqueros intrépidos en imaginarios caballos, mientras a los demás se nos va encendiendo la sangre…

 

.. Labuerda. Bar de la Plaza. 23:00 horas de un día de finales de julio. En el restaurante del establecimiento está cenando “Bernardo”, personaje entrañable de ese programa de humor, llamado “Cámara café”, el medio novio de la inclasificable y divertida Mari Carmen. Unas cuantas niñas que están “veraneando” en Labuerda, junto con las que viven aquí todo el año, andan como locuelas, con libreta y bolígrafo en mano, pidiéndole que les firme algún autógrafo. Estoy con mi amigo Enrique, tomándonos un chupito en la barra del bar. Las zagalillas pasan y traspasan por delante, hasta que abordo a una de ellas y le pregunto. Me explica que le ha firmado Bernardo dos autógrafos con dedicatoria. Yo, entonces, le digo, “si piensas hacerte una colección, casi mejor que yo mismo te firme otro”… “Y tú, ¿quién eres?”, me pregunta cargada de razón. “Yo soy el Ayudante del Alcalde del pueblo, una persona importante y necesaria”. Tras un segundo de razonable titubeo, me dice “bueno, vale, fírmame”, y me acerca su libreta con una página en blanco. “¿Cómo te llamas?”, le pregunto. “María”, me responde. Y allí le escribo, más sorprendido que ella un rápido “Para María, con cariño, del Ayudante del Alcalde”. A continuación le sugiero que le pase la libreta a mi amigo el Alcalde que tiene que improvisar también dedicatoria. Tras la firma, ella cierra la libreta y se va más contenta que unas pascuas a contar a sus amigas que ya tiene dos autógrafos más en su recién comenzada colección…

 

Bueno, sólo quería escribir un texto algo desenfadado a favor de los niños, claro. Si no hubiera niñas y niños ¿qué haríamos las maestras y maestros; las pediatras y los pediatros; las escritoras y los escritores de literatura infantil; las monitoras y monitores de tiempo libre; las catequistas y los catequistas; los diseñadores y diseñadoras de trajes de primera comunión; las tiendas de ropa especialmente dedicada al público infantil; los fabricantes de columpios y parques infantiles; las payasas y los payasos; los vendedores de triciclos o de cochecitos para bebés; los fabricantes de colonias para menudos; los que fabrican chupetes y sonajeros, las Asociaciones de Padres y Madres… y otros gremios menos presentables de los que no voy a hablar, además de un largo etcétera de personas y oficios que sólo tienen sentido, pensando en ese publico infantil? Pues eso, feliz verano, con o sin niños.

02/08/2009 19:40 gurrion #. sin tema Hay 9 comentarios.

LATIDOS VERANIEGOS (IV): Vamos a llamarles casualidades

Con frecuencia, uno tiene pensamientos, se encuentra con personas, escucha noticias, le hacen comentarios, lee escritos, etc. que tienen una curiosa relación con su propia vida: se produce un encuentro con aquella persona en la que pensaste fugazmente justo un día antes; cae en tus manos, de manera casual, un libro que trata ese tema que últimamente te ronda la cabeza; escuchas en las noticias algo de lo que has estado hablando, precisamente, hace poco rato con unos amigos; abres distraídamente un periódico viejo que ibas a tirar y encuentras un artículo extenso con un tema de mucho interés personal que no viste ni leíste cuando compraste el diario; viajas a otra ciudad y te encuentras con uno de tu pueblo al que no ves nunca ni cuando los dos estáis en el pueblo... A veces, se habla de telepatía, de premonición, “vamos a llamarles casualidades”, para no entrar en “honduras”.

El caso es que el pasado 6 de agosto compré dos periódicos: El País y Público y, en sus páginas, descubrí algunas de esas sorprendentes casualidades o coincidencias, que motivaron este texto:

 

1.. El País, jueves 6 de agosto de 2009. Contraportada. Dice Silvia Sesé (editora española de Millennium) que a Stieg Larsson lo descubrió en Internet.

Hoy, 6 de agosto hemos viajado desde Labuerda (mi pueblo de nacimiento) hasta Figols de Tremp (donde vivió su infancia Mercè, aunque nació en Tremp, porque había hospital). Al pasar por L´Aínsa, hemos parado un momento a comprar la prensa diaria: un ejemplar de El País, edición Cataluña y otro del diario Público, edición nacional. Al llegar a Figols y una vez descargado el coche y colocado las cosas en su sitio, empiezo a leer El País, como suelo hacer, por la última página y me encuentro ese titular: “A Larsson lo descubrí en Internet”.

En julio leí el segundo y el tercer libro de la trilogía de Millennium (había leído anteriormente el primero). Ya expliqué en el blog http://www.nosotrasleemos.bitacoras.com que, globalmente, me han gustado los tres libros, aunque el segundo algo menos; de cualquier modo, me interesa todo lo que salga escrito sobre este periodista y escritor (que nació el mismo año que yo) y que murió sin poder saborear el éxito de sus novelas.

Bueno, pues la casualidad global es que en la contraportada de El País, hablan de Stieg Larsson y de sus novelas; que quien habla de ello es Silvia Sesé (¡qué apellido tan sobrarbés!, he pensado nada más leer el titular), que resulta que Silvia nació en 1965 en Tremp “porque había hospital”,  pero que se siente de Lafortunada, el pueblo de su familia, en Huesca”. Y, justo hoy, nosotros estamos en Figols (a unos 10 kilómetros de Tremp, donde nació Mercè) y venimos de Labuerda (donde nací yo y que está a poco más de 10 kilómetros de Lafortunada). Total que he guardado el recorte en la carpeta de “vamos a llamarles casualidades, aunque también podríamos llamarles coincidencias”

 

2.. Mercedes Cebrián escribe su columna en Público,  edición del 6 de agosto de 2009, titulada “El mejor de los búnkeres”. Copio algunos párrafos de la misma:

En esta ocasión elevaré un canto a las bibliotecas, un rosario de elogios a un lugar en el que, en esta época, se está mejor que en ningún sitio. (…) Si en verano permanecemos en la ciudad, no puedo visualizar muchos sitios mejores para un momento de ocio solitario diurno en el marco del paisaje urbano.

Pero mi filia hacia las bibliotecas no viene únicamente a través de la fascinación borgiana que supone tener al alcance cientos de libros y revistas, sino sobre todo gracias al elemento más destacable en esta clase de recintos: el silencio, un bien que, no dentro de mucho, se venderá envasado y a precios demenciales. (…)”

Termina la columna afirmando: “En muy pocos lugares es posible permanecer hoy en cierta armonía junto a otros seres humanos sin la urgente necesidad de hablar. Y además, se está fresquito”.

La columna la ha leído Mercè y me ha recomendado que la leyera. Los dos hemos hablado muchas veces del valor del silencio; algo que, como dice la autora (casualidad que se llame Mercedes también) es un bien cada día más difícil de disfrutar. En nuestro caso, lo buscamos conscientemente y lo encontramos, en su estado más puro, en dos sitios con frecuencia: en las excursiones que hacemos por el monte, donde sólo lo quiebran lejanos ruidos sin identificar o sonidos más próximos y agradables: cantos y gritos de pájaros o el sonido del viento azotando las copas de los árboles; y en la casa familiar de Figols de Tremp, alejada del resto de la pequeña aldea y donde es posible distinguir con nitidez el ruido del aleteo de las aves que sobrevuelan la terraza, el canto de las cigarras o de los grillos… Pero hay otra cosa que me gustaría incorporar a este comentario: es importante que en una pareja o en una familia, el silencio se integre como un estado natural positivo; es decir, que podamos estar callados y juntos: leyendo, pensado, escribiendo, sin que eso suponga contrariedad alguna.

Desde luego, estoy totalmente de acuerdo con Mercedes (y también con Mercè, en casi todo): me encanta el silencio de las bibliotecas y además, en su interior, siento siempre esa “fascinación borgiana” de estar acompañado de tantas posibilidades. Mis experiencias más repetidas, en ese sentido, se han producido en la biblioteca escolar del colegio público donde trabajo y en la biblioteca pública de mi pueblo; dos bibliotecas de las que soy orgulloso co-fundador, mantenedor y dinamizador voluntario.

 

3.. En la misma edición del periódico Público, leo que la escritora y ensayista marroquí Fátima Mernissi, ha estado en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP), en la sede de Santander, participando en un curso titulado “¿Por qué nos fascina la palabra amor? Las emociones como reflejo de los sueños infantiles”. Mernissi recibió en 2003 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, junto con la escritora norteamericana (recientemente fallecida) Susan Sontag. Las pequeñas casualidades tienen que ver con que, en el Grupo de Lectura “NOSOTRASLEEMOS” elegimos a esas dos autoras para leer algunos de sus libros en los primeros meses de 2005 y que algunos comentarios pueden leerse en el blog del grupo. La segunda, llamémosle también casualidad, es que, en dos ocasiones, he participado como ponente en sendos cursos impartidos en esa maravillosa sede de la UIMP, el Palacio de la Magdalena de Santander (reconozco en la foto el precioso parquet sobre el que se sienta Fátima y algunas alumnas). La primera vez, en junio de 2002, en el curso “La literatura infantil y juvenil, un recurso para el fomento de la lectura” y la segunda, en julio de 2007, en el curso “La Biblioteca Escolar como espacio de aprendizaje”. En este segundo me acompañó también Mercé. Las dos estancias en el Palacio, las recuerdo con satisfacción y, de la segunda, guardo una foto que hice desde la ventana de la habitación, en el momento del amanecer, con el sol reflejado en el mar, llenando de magia mis ojos y mis sentimientos.

 

4.. Sin salir del ejemplar del diario “Público”, me encuentro con un artículo de más de una página, titulado “El despegue español del libro electrónico”, escrito por Blanca Salvatierra. Leo, entre otras cosas, que “El Corte Inglés es la primera gran distribuidora que comercializa un e-book bajo una marca propia” y que “las tiendas que ya venden dispositivos de otros fabricantes aplauden la iniciativa como el impulso que necesitaba este nuevo formato”. “El Corte Inglés, que ha comenzado a vender esta semana su propio lector de e-books, es el protagonista de lo que algunos consideran la apuesta definitiva por el libro electrónico en España. El inves-book 600, que ha empezado a comercializarse tanto en tiendas como por Internet a un precio de 299 euros y que, según fuentes de la compañía, puede almacenar 3000 libros supone el primer paso de una gran cadena de distribución que, bajo una marca propia, se adentra en ese mercado”.

El problema más evidente en nuestro país es la inexistencia de un catálogo de obras digitalizadas actualizado; podríamos leer clásicos con más de 70 años de publicación, pero no es posible acceder a títulos actuales. Por ejemplo el dispositivo “kindle”, de Amazon, puede conectarse mediante Wifi a la tienda on-line de la compañía, dando acceso a un catálogo de más de 230.000 obras, además de periódicos y revistas… La primera parte de la casualidad es que ese artículo salga justamente en la edición de hoy de Público (si hubiera salido ayer, ni me habría enterado), un diario que yo compro muy de vez en cuando. Y la segunda parte de la casualidad está en que en el último número de Bibliotelandia (el Boletín de la Biblioteca Escolar del C.P. Miguel Servet de Fraga), el número 60, escribí un sencillo artículo titulado precisamente “El e-book o libro electrónico”, con la intención de ir tocando ya un tema que se me antoja será crucial en los próximos años, en el tema de la edición.

 

P.D. Y si de casualidades se trata, cuando estoy terminando este texto, puedo contemplar desde la terraza de la casa de Figols una luna llena espléndida, impregnada de tonalidades rojizas y amarillas, con minúsculas nubecillas interpuestas que enriquecen aún más esas coloraciones. Es el momento del crepúsculo que hoy, como digo, es realmente especial y además no se oye un ruido. Estamos en SILENCIO contemplando cómo se va el día y disfrutando de ese regalo lunar (para mí, que soy cáncer, aún más especial).

 

08/08/2009 16:50 gurrion #. sin tema Hay 5 comentarios.

1954: EL AÑO EN QUE YO NACÍ

Por cierto, ¡qué gran año!... ¿Que por qué?, pues porque nací yo, entre otras razones… ¡Ja, ja!

Hay unos folletitos en el mercado, publicados por ACV (Afers de Comunicació Visual) desde Barcelona que se titulan “El año que tú naciste”. Cada uno está dedicado a un año y la colección comprende 60: desde 1920 hasta 1979. No son nada del otro mundo, pero traen impresos algunos acontecimientos que se produjeron en el año de tu nacimiento (si se produjo en esa horquilla señalada de sesenta años).

 

Consultando el de 1954, me entero de que fue entonces cuando nacieron Bernard Hinault, John Travolta, Bibi Andersen y Antonio Resines o que murieron Henri Matisse o Jacinto Benavente; que Mao Tse-Tung fue elegido Jefe de estado de la República Popular China, o de que Pío XII avisó de los peligros que la televisión suponía para la familia el día antes de iniciarse las emisiones de la televisión italiana; que en el verano de ese año se constituyó en España la Cruzada de la Decencia “en pro del recato, la morigeración y la pudibundez”. En 1954, el Real Madrid ganó la Liga y el Valencia la Copa y Alemania conquistó su primer Campeonato del Mundo de Fútbol, celebrado en Suiza, al vencer en la final a la selección de Hungría, la que había deslumbrado con su juego y la favorita para todos los aficionados. También ese año recibieron el “Óscar”, Marlon Brando (mejor actor) y Grace Nelly (mejor actriz). François Sagan, con sólo 19 años, escribió “Bonjour, tristesse”, todo un acontecimiento. También se publicó “El señor de las moscas” de William Holding. Un periódico valía una peseta, una plancha eléctrica, 45 pesetas y un traje de lana, 445 pesetas. Ernest Hemingway ganaba el Premio Nobel de Literatura…

 

¡IDEA!.- Recuperación de acontecimientos ocurridos en el año de nacimiento. Actividad sosegada para cualquiera, pero especialmente propia para personas jubiladas, animosas lectoras de periódicos, de revistas y de libros, e incluso como actividad escolar. En este caso, a lo largo de un curso o de dos (que ese es el tiempo que dura un ciclo escolar), la tutora o el tutor y su alumnado van investigando los acontecimientos que ocurrieron a lo largo del año en el que nacieron casi todos los alumnos y alumnas de la clase, creando un documento electrónico o en papel, ilustrado probablemente con fotografías que será un buen recuerdo para los chicos y puede articularse como un pequeño trabajo de investigación…Podemos echar mano de los anuarios que van editando o que editaron algunos periódicos; de los anuarios que tiene editados “Difusora Internacional”; de alguna hemeroteca y, por supuesto, hoy día tenemos Internet para poder realizar búsquedas informativas que abunden en ese objetivo.

 

Yo llevo un tiempo, anotando en un cuaderno algunas de las referencias que encuentro en mis lecturas, que se sitúan en mi año de nacimiento: 1954. Debo confesar que, en ocasiones, he pospuesto la anotación de alguna de ellas (por no tener a mano el cuaderno) y luego perdí la referencia y nunca más se supo, pero voy a compartir unas cuantas, a la vez que hago votos firmes para sistematizar esta labor de caza y captura de referencias de ese tiempo. Las referencias las transcribo tal cual están recogidas y no pasan de ser curiosidades, en ocasiones sorprendentes, que uno encuentra de distintos modos, aunque las lecturas suelen ser la mejor fuente informativa, como es natural.

 

1.- Leo en El País de hoy (3-07-05) una crónica de los conciertos que ayer se celebraron en 10 ciudades del mundo para presionar a los países del G-8 con el fin de acabar con la pobreza en África. Bob Geldof es uno de los músicos clave en estos eventos. Él organizó en 1984-85 los primeros “Live Aid”. Geldof nació en 1954 en las afueras de Dublín, capital de Irlanda.

 

2.- En marzo de 1954, una barca de pesca japonesa, la LUCKY DRAGON, que faenaba cerca de las Islas Marshall, fue alcanzada por la lluvia radioactiva de una explosión producida en noviembre de 1952 en el atolón Bikini del citado archipiélago. La tripulación fue hospitalizada y murió el operador jefe. Hubo protestas internacionales contra los USA. Aumentaron las peticiones de total prohibición de pruebas nucleares y empezó a considerarse a los HIBAKUSHA (supervivientes de Hiroshima) como un grupo de personas que necesitaba una ayuda especial, y ellos comenzaron a organizarse. (El Semanal, nº 927, de agosto de 2005).

 

3.- En el libro “Así lo vimos”, publicado en fascículos por Heraldo de Aragón y lleno de fotografías, aparece una en la página 141 de la inauguración de la I Feria del Libro de Zaragoza, celebrada en 1954.

 

4.- El País (5.07.05) trae la noticia del fallecimiento del que fuera boxeador Fred Galiana. Veo que, en realidad, se llamaba EXUPERANCIO (nombre que no oí ni había leído antes en toda mi vida) y en 1954 fue Campeón de España de los pesos plumas, por primera vez. Al año siguiente se proclamó Campeón de Europa de los pesos ligeros.

 

5.- Contraportada de El País, de 24 de julio de 2008 (día en el que viajamos a Londres). Entrevistan a Anne Perry, escritora de novela negra que anda por España. Anne nació en Blackheath, Reino Unido, en 1938. NO siempre tuvo ese nombre. En 1954 se llamaba Juliet Hulme y era una niña enfermiza emigrada a Nueva Zelanda. Conoció allí a una amiga, Pauline Parker y, poco después, las dos con poco más de quince años mataron a golpes a la madre de Pauline. Fueron condenadas por asesinato y sólo la edad las salvó de la muerte. Finalmente fueron condenadas a cinco años de prisión. Anne ocultó esa identidad hasta 1994.

 

6.- Me regala Pedro R. algunos libros en Huesca. Uno de ellos, curioso, es una edición facsímil del que escribió el maestro Pedro Arnal Cavero. Se llama “Lecturas” y lo escribió en 1927 para que sirviera de libro de lectura en las escuelas. Además está ilustrado por algunos de sus alumnos (media docena de ellos, que aparecen fotografiados en la portada). La introducción del libro la escribe mi amigo Víctor Juan (actual Director del Museo Pedagógico de Aragón). Leyendo el minucioso y bien escrito texto de Víctor, me entero que Pedro Arnal Cavero se jubiló en 1954.

 

7.- Hoy, 6 de agosto de 2008, Mercé le ha comprado una prenda de vestir a mi padre (que se encuentra realmente desmejorado, como enfilando la recta final de la vida) en Almacenes Cinca Ara de L´Aínsa. En la bolsa de plástico que le han dado en el comercio, para colocar la mencionada prenda, veo que los citados almacenes se abrieron en 1954. Recuerdo, cuando era niños, las famosas “Quincenas Blancas”, en las que los dueños de los mismos, acudían por los pueblos, a bordo de un coche, lanzando octavillas con la publicidad, silbatos, pelotitas, etc. Era un “acontecimiento” anual. Las octavillas las cosíamos por un costado, en paquetitos de 20 ó 25 unidades, y formábamos libretas que nos servían para hacer cuentas o para escribir cualquier otra cosa, que utilizábamos en la escuela e incluso en los años de instituto. Fue ya un claro comportamiento de reutilización (tan en boga ahora) de materiales impresos.

 

8.- Nina Hagen, cantante alemana nacida en 1954, andaba buscando alienígenas en su programa de televisión; concretamente uno que se estrelló en 1947 en Nuevo México. Al programa asistirá, entre otros, Don Ray Walten, quien asegura ser mitad humano, mitad alienígena. “En 1954 mi madre fue raptada por un ovni en donde fue artificialmente fecundada”, asegura el tal Don. (Heraldo de Aragón, 10 de octubre de 2008).

 

9.- Información sobre una exposición de fotografía en el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña). Se titula “¡Esto es la guerra!” y son imágenes tomadas por Gerda Taro y Robert Capa, pareja en la vida real. Leyendo la información, me entero que Gerda murió atropellada por un tanque en la batalla de Brunete, cuando tenía 26 años y que esa muerte imprevista dejó en Capa una huella profunda. En 1954, Robert Capa estaba en Indochina cubriendo, como fotógrafo, la guerra de Vietnam, pisó una mina y saltó por los aires falleciendo en el acto. Trabajaba para la revista Life. (La Vanguardia, 7 de julio de 2009).

 

Mi amigo Pepe López, que también nació en 1954, fue el que me regaló ese folletito hace un tiempo y hoy le he sacado partido para hacer este post. No obstante mi intención ha sido la de compartir esa idea de ir reconstruyendo accidentalmente (pero sin accidentes) lo que pasó en un año concreto de nuestra existencia, con ese cuaderno de anotaciones. Si te gusta, te la copias, que es gratis.

 

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P.D.

A.- Ayer se presentó el equipo de fútbol del Fraga y asistimos a la presentación y al partido, para ver en acción a nuestro hijo Daniel.

 

B.- Hoy comienzan las fiestas de Labuerda. El año pasado para estas fechas estábamos acompañando a mi padre en esos momentos finales en los que se te escapa la vida. Es razonable que sea inevitable, casi un año después, acordarse de él con más intensidad. Dejó una estela significativa y nos acompañaron multitud de recuerdos.

 

C.- Esta semana hemos repartido y enviado el número 116 de la revista EL GURRIÓN, que sigue sobrevolando este territorio, una vez cada trimestre con bastante puntualidad.

13/08/2009 20:14 gurrion #. sin tema Hay 9 comentarios.

VEINTE DE AGOSTO

Hace veinte años, el 20 de agosto no tenía para mí el más mínimo significado. Era un día más en el calendario; un día que no me traía ningún recuerdo, ni alegre ni doloroso. En mi juventud, solía ser un día de transición entre las fiestas de Labuerda (recién terminadas) y las de Boltaña (que solían comenzar un par de días más tarde). En todo caso, recuerdo que en 1975 fue “el día después” de la primera actuación de José Antonio Labordeta en Labuerda (lo que, a la postre fue la primera actuación anunciada y autorizada del citado cantautor en un escenario de la comarca de Sobrarbe). Por la trascendencia de la época, podríamos decir que la primera vez que actuó Labordeta en Labuerda fue la víspera de un 20 de agosto; un poco forzado el uso de esa fecha, pero ahí queda como curiosidad.

 

Hace diecinueve años, en cambio, cobró ya un significado especial. Fue el día del nacimiento de nuestro hijo Daniel y, lógicamente, desde entonces, nombrar el 20 de agosto es nombrar ya una de las fechas más significativas de la vida de uno mismo. Desde entonces, unos cuantos cumpleaños celebrados con sus primos y primas y con los amigos y amigas de Labuerda, cuando eran más pequeños, han quedado fotografiados y ofrecen rostros infantiles manchados de chocolate o de harina; criaturas alrededor de una tarta con velas; niños y niñas practicando diferentes juegos: el de la cuchara transportista, el de comerse la manzana entre dos; el de llenar un cubo de agua con botellas; el de caminar con un ladrillo debajo de cada pie, el juego del pañuelo… Toda una ginkama que, cada año, organizaba su hermana para celebrar un cumpleaños que siempre tocaba en vacaciones y siempre en Labuerda. Ahora, con la edad, la celebración se ha hecho más sobria y sin parafernalias, como es de suponer. (Felicidades, Daniel).

 

Y si esa fecha empezó a adquirir significado en 1990, el año pasado lo multiplicó por dos, al ser el día “elegido” por mi padre para dejar este mundo, porque a estas horas tempranas del 20 de agosto del pasado año fallecía. Hoy, al cumplirse un año, el recuerdo se aviva de una manera especial y evoca aquellos últimos momentos, rodeado de sus familiares, entregando el aliento cuando ya la lucha era imposible. Uno evoca el último mes y medio en el que vio el deterioro paulatino de su salud y la progresiva pérdida de la noción de la realidad. Si repaso la libreta donde anoté algunas de sus expresiones, me sorprendo leyendo: “Pues entonces igual cierran este pueblo, porque ya no queda gente…”, después de informarle que algunas de las personas por las que me preguntaba ya habían muerto o, en pleno 16 de julio, cuando me dijo: “De todas formas, no hace frío este invierno… ¡Chico, yo al menos, no tengo frío!”. Uno de aquellos días le comenté que era el cumpleaños de Nelson Mandela, que cumplía 90 años, precisamente los que él tenía, porque eran quintos y me dijo, después de repetir su nombre, que “era un hombre muy grande, fuerte, un hombrón…”. Algunos días, insistía en que yo tenía más años que él. Yo le explicaba que no era así porque los padres “suelen” tener más años que los hijos y él era mi padre; entonces se quedaba pensativo y añadía: “¡Bueno, bueno…!”. En ocasiones mostraba momentos de una lucidez reflexiva notable: “Este año ya me he convencido, desde que me dio aquello, que nunca más valdré pa nada, ni pa estudiar, ni pa nada” o bien “Hay cosas que no las arreglarán ni los médicos ni nadie, así que me tendré que conformar”…

Fue una larga despedida que nos dejó conformados y tranquilos, sabiendo que pudimos cuidarlo hasta el final y que murió bien acompañado y sin dolor físico.

 

Miro frecuentemente las fotos en las que aparece con mi madre; especialmente las que les he ido haciendo estos últimos años. Veo su rostro esculpido por los fríos inviernos, por los amaneceres que lo sorprendían trabajando en el campo, por el sol inclemente que doraba sus facciones en la huerta, por la preocupación cotidiana de sacar adelante –junto a mi madre- a toda la familia…Un rostro en el que se reflejaban las huellas que deja el diario vivir, la larga y dura lucha por la existencia y en el que se reflejaba también la serenidad de quien ha vivido mucho y que lo ha hecho con unos hondos fundamentos éticos, respetando y exigiendo el estatus de dignidad que cualquier ser humano merece… Y también recuerdo sus manos; manos grandes y fuertes de tanto abrir surcos, de atar fajos de hierba y mies, de ordeñar vacas, de acompañar el arado, de varear almendros, olivos, nogales; de hacer leña para mitigar el frío de los inviernos…manos apretadas los últimos días, buscando el calor insustituible del afecto, la comunicación profunda sin las palabras que ya no podían pronunciarse.

 

Miro su rostro fotografiado y pasa fácilmente por mi mente una extensa película de tantos momentos de vida compartidos y sonrío y me siento agradecido por haber tenido la suerte de tener alguien como él a mi lado; alguien que aportó esa dosis necesaria de seriedad, dedicación, empeño, acogimiento, capacidad de trabajo, mirada solidaria…

 

Hoy, ahora, a las nueve menos veinte de la mañana, el sol se ha tendido por los tejados e ilumina completamente la torre de la iglesia de Labuerda. Bandos de palomas despegan desde lo alto de la misma y se posan de nuevo en los salientes que ofrecen algunas de sus piedras centenarias. Miro hacia la Sierra de San Vicente, desde el comedor de mi casa, y veo la sinuosa línea del horizonte que junta aparentemente el cielo y la tierra, el azul y los montes. Pienso en esa otra línea invisible que separa la vida de la muerte y que va produciendo esa dolorosa e inevitable separación entre quienes quedamos por aquí y quienes la cruzan definitivamente. Sólo el recuerdo es capaz de romper esa separación y traer a los seres queridos hasta el presente. Cada vez que los evocamos, que hablamos de ellos, los mantenemos “con vida” y seguro que nos ayudan con la fuerza de su ejemplo, con la contundencia emanada de la dignidad con la que vivieron.

 

Esta tarde acudiremos al cementerio, acompañando a mi madre, y pensaremos en mi padre y le mandaremos un abrazo allí donde las palabras son el consuelo ante la ausencia definitiva; allí donde las sonrisas quedaron congeladas en el tiempo; allí donde los afectos recorren las entrañas transformados en fuerza constructiva.

 

El 20 de agosto ya nunca volverá a ser una fecha sin más; en mi caso, en nuestro caso; está ya cargada de un profundo significado. Es difícil que puedan coincidir dos hechos más notables para la vida de una persona, en un mismo día del año: el nacimiento de un hijo y el fallecimiento del padre. El yin y el yan, la vida y la muerte… Hace un rato he leído los dos textos que escribí hace un año con el título de “La travesía de la vida” y que se publicaron en este blog. Quería comprobar qué efectos producían en mí aquellas palabras. Un año después, me apetece volver a escribir, con serenidad y con emoción, sobre aquellos días de un verano que pasó ya a ser inolvidable y que me dejó, nos dejó, en una situación de serena orfandad con la que deberemos y sabremos vivir el resto de nuestras vidas.

 

P.D.

1.- Estos días de agosto, algunas personas me han comentado que les gustó y emocionó el texto que escribí en la revista El Gurrión de noviembre de 2008, en memoria de mi padre. También, me han felicitado por el texto que recordaba a Luis Lanau (publicado en ese mismo número de la revista), compañero de juegos y que también falleció el pasado año, unos días antes que mi padre. Al margen de todo, lo que valoro mucho es esa posibilidad de dejar escritas unas palabras emocionadas dedicadas a personas significativas que se pueden leer con el tiempo y que quedan ya para siempre, como silencioso y sentido homenaje, como recuerdo de nuestro paso por este jodido mundo. Y que todo ello sea recogido por EL GURRIÓN que, adquiere de esta manera, una de sus razones de ser y de existir como publicación periódica, como testigo de un tiempo, de una existencia.

 

2.- Acabo de escuchar la canción de Celtas Cortos “20 de abril”. Me ha apetecido hacerlo porque se trata de una carta que escribe un chico (que se pone a recordar y le invade la melancolía) a una chica, en la que le dice “Hoy ya no queda casi nadie de los de antes…” Al final, el muchacho le dice un inquietante “espero que mis palabras desordenen tu conciencia”, para terminar algo más conciliador: “yo sigo con mis canciones y tú sigues con tus sueños”. Una canción que siempre me gustó y que también evoca un día 20, aunque en este caso se trate del mes de abril (mes de nacimiento de mi padre, por cierto, un 25 de abril).

 

 

20/08/2009 11:29 gurrion #. sin tema Hay 10 comentarios.

¡CHICO, ME QUEDÉ DE PIEDRA!

Es lo que suele pasar cuando uno se mueve reiteradamente entre montañas y valles… En pocos días, mis pasos y mi caminar, han transcurrido por tres itinerarios diferentes, en los que las piedras (así, en este formato genérico) eran las protagonistas principales. Han sido tres experiencias distintas, pero muy pedagógicas. Voy a tratar de resumirlas a continuación:

 

1.- Excursión geológica al “Biello Sobrarbe”. La subcomarca del Biello Sobrarbe está constituida por los territorios que quedan al sur de L´Aínsa, hasta Barcabo, con Arcusa como centro geográfico de la misma. Los núcleos de población que la forman (la mayoría de ellos con muy pocos habitantes o despoblados y algunos abiertos sólo en época estival o vacaciones) son: Guaso, A Torrocilla, Morcat, Santa María de Buil, Urriales, Castillazo, Arcusa, O Coscollar, Paúles, Sarsa de Surta, Santa Mª de la Nuez, As Bellostas, Mondot, Olsón, Javierre, Eripol, Almazorre, Hospitaled, Bárcabo, Lecina, Betorz, Abizanda, Escanilla, Lamata, Ligüerre de Cinca, Samitier, Mediano, A Pardina, Latorre, Castillón de Sobrarbe, Camporretuno, Coscujuela, Plampalacios, Morillo de Tou y unas cuantas pardinas o caseríos solitarios rodeados de campos y montes. Nombrados todos o casi todos los núcleos de población para que puedan leerse y saborear algunos sonoros topónimos, debo decir que la excursión comenzó en Samitier.

 Dos coches nos llevaron a los ocho miembros de la expedición, dirigida por el geólogo de la Universidad de Barcelona, Pau Arbués hasta la fuente de Samitier; una vieja fuente que recuerda de algún modo a la de Labuerda, con estructura circular del abrevadero y con cuatro caras esculpidas en el monolito cilíndrico del centro. Fuente de piedra con rostros enigmáticos que recibe al viajero y que ofrece un agua bastante fresca.

Desde allí, subimos caminando hasta los castillos de Samitier: el castillo propiamente dicho y la ermita de San Emeterio (habiendo pasado antes por la ermita de Santa Valdesca); las dos ermitas llevan ya unos años restauradas. La situación de los “castillos” es realmente espectacular. Desde lo alto se observa la presa y el pantano de Mediano y todas las tierras hasta el eje axial de los Pirineos y, hacia el otro lado, la cola del pantano de El Grado y las tierras del sur. Allí comenzó Pau, nuestro guía geológico, las explicaciones: tendió mapas en el suelo, sacó una pizarra ligera y el rotulador correspondiente y nos empezó a hablar del “Delta de Sobrarbe” y a dibujar estratos y a simular pliegues, fallas, cabalgamientos… Y a explicarnos las diferencias entre rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias, para empezar (como repasando algunas viejas lecciones de ciencias naturales del bachillerato). Nos enseñó el anticlinal de Mediano (bien visible, allí mismo a nuestro lado) y nos mostró a lo lejos el anticlinal de Boltaña. Entre uno y otro, el sinclinal por el que nos íbamos a mover durante todo el día. Hicimos fotos y vimos y recogimos algunas muestras de fósiles. La paleontología (la ciencia que estudia el origen y formación de los procesos de fosilización sufridos por organismos vivos) fue seguramente la precursora de la geología y sigue siendo una ciencia que complementa a ésta aportándole informaciones clave para interpretar algunos procesos. Pau decidió utilizar el aragonés como lengua vehicular para las explicaciones. Asinas que n´ixos cerros alteros se sentiba fablar n´aragonés y as biellas parolas tornaban ta os lugars ande naxieron y s´emplegaron n´atro tiempo.

Fue buena idea empezar por Samitier, pues esa misma subida por la tarde (con el calor extremo que hizo ese día) hubiera sido suicida. Bajamos calientes y paramos en el Mesón de Ligüerre a tomarnos unos refrescos, en la sombra de la terraza del único bar del "asentamiento sindical". Desde allí, de nuevo a los coches para atravesar Lamata y detenernos un poco antes de llegar a Olsón. Pau nos colocó en un corro, cerca de donde, hace ya unos años, se hizo una perforación de más de tres mil metros de profundidad para estudiar el subsuelo en busca de hidrocarburos y nos explicó la génesis y la composición de una serie de estratos especiales de la “Formación Escanilla” y de la “Formación San Vicente”. Llegamos a Olsón y comimos en la Plaza, en la sombra proyectada por una casa alta, con buen apetito y añorando poder tomarnos un café al finalizar “a chenta”.

Tras la comida y sobremesa, regresamos al tajo; nos dirigimos a Mondot, donde paramos a recorrer el pequeño caserío y a hacer algunas fotos. A la salida del pueblo, nos detuvimos en la carretera y fuimos caminando por ella mientras nuestro guía seguía explicando las claves para entender la forma de distinguir los medios acuáticos, de los terrestres; los marinos de los continentales; observamos marcadores fósiles, coloraciones de los estratos que delataban uno u otro origen y todo ello bajo un sol de justicia que ponía nuestras pantorrillas (al menos las mías) al rojo vivo. De allí a refrescarnos a un bar de Arcusa y luego a Urriales. Nos acercamos a éste núcleo a ver algunas casas, chamineras troncocónicas y la ermita de Santa Eufemia (“la ermita maldita”, según los vecinos) que tiene grabada una inquietante frase incompleta en el dintel de la puerta: “La maldición de la madre destierra de…” Paseo, fotos y miradas hacia la Peña Montañesa y el resto de las montañas altas que desde allí se divisan.

La siguiente parada, en el tozal de Guaso, al lado de la exconjuradera. Si comenzamos la mañana en los castillos de Samitier con vistas espectaculares, ¡qué decir de todo lo que se ve desde esta otra atalaya privilegiada que es el tozal de Guaso! Doce horas de excursión dieron para mucho y los ocho expedicionarios (Pau, Carlos, Alicia, Miguel, Isa, Robert, Alberto y el que escribe) regresamos a nuestros lugares de partida. Algunos de ellos aprovecharon que eran fiestas en Boltaña para ir a escuchar a La Ronda. Aunque el profesor Arbués se esforzó y trabajó de lo lindo durante toda la jornada, no sé yo si hubiéramos aprobado un hipotético examen sobre estratigrafía, sedimentología o geología estructural...

 

2.- Museo de Paleontología de Sobrarbe en Lamata. Hace unos meses, el amigo Jesús Cardiel, inauguró en Lamata el Museo de Paleontología de Sobrarbe. La tarde del pasado día 25 fuimos con Mercé hasta este pequeño pueblo, situado a escasos dos kilómetros del empalme de la carretera que une Barbastro con L´Aínsa. Jesús ha convertido una casa semiderruída en una vivienda de nueva construcción y buenas proporciones que, además, alberga el museo. Este hombre que trabaja de cartero en la Ribera del Ara, en Fiscal, que tiene estudios de geología y que le apasionó la paleontología, que sale con o ganau por as tardes, se ha pateado muchas zonas del Biello Sobrarbe y ha ido recogiendo una gran variedad de fósiles de distintas especies. Los ha colocado en vitrinas diseñadas para ese fin y los exhibe en tres emplazamientos: una sala en la planta baja (donde también muestra restos arqueológicos varios: hachas y puntas de flecha de piedra, molinos barquiformes, cerámicas, adornos metálicos…) y dos bodegas –una más amplia que la otra- que ocupan dos niveles distintos (sótano 1 y sótano 2, podríamos decir). Sorprenden los restos de caparazones de tortugas o la mandíbula del cocodrilo de Lamata, así como espectaculares moluscos (gasterópodos y bivalbos) por su perfección y tamaño; restos de madera fosilizada, erizos marinos, turritelas, costillas de sirénidos, corales, huellas fósiles…

Según podemos leer en el libro “Descubriendo el valle del río Susía”: “Hace 45 millones de años, en el Eoceno medio, el territorio estaba cubierto por el mar. El mar era más profundo cuanto más al norte. En esta zona hubo una plataforma en la que se depositaron sedimentos ricos en carbonato cálcico. Hace 43 millones de años se instaló un delta que se encontraba alimentado por un río que en un principio procedía del sur y con posterioridad vino del este…” Jesús nos fue explicando, vitrina a vitrina, los contenidos del museo y respondió amablemente a todas nuestras preguntas. Salimos de allí impresionados por el trabajo de este hombre que, poco a poco, ha conseguido reunir y exponer una parte del patrimonio desconocido de Sobrarbe. En su blog del museo va explicando el desarrollo del mismo, las visitas que recibe y los hallazgos nuevos cuando se aventura a “candaniar” por los estratos sedimentarios de los alrededores. Una iniciativa que merece todos los reconocimientos y la admiración por un trabajo tan callado y tan efectivo.

 

3.- Caminata a San Vicente y Fontanal. Al día siguiente de la visita al museo, subimos con Mercè a San Vicente y Fontanal, andando desde Labuerda. Con sendas mochilas, con “o recau” para almorzar donde nos viniese el hambre y botellas de agua, ascendimos hasta esos lugares pertenecientes al municipio de Labuerda. Hasta San Vicente, subimos por la carretera y paramos en la fuente, desde la que se divisa el complejo pétreo del pueblo: paredes que aterrazaban las laderas en estrechas fajas en las que aún pueden contemplarse centenarias oliveras y las fachadas de las viejas casas. Más viejas aún deben ser las piedras que dan forma a la preciosa iglesia románica, sin duda una de las joyas del románico de la comarca. Atravesando el pueblo, cogemos la pista que nos llevará hasta Fontanal. Nos detenemos en el barranco de la tosca y paramos un rato a mirar fósiles. Cogemos abundantes nummulites y varios gasterópodos de pequeño tamaño. Reanudamos la marcha, caminando por el sendero que asciende desde el barranco y que atraviesa una zona boscosa de árboles y arbustos tupidos que proyectan una agradable sombra y que nos permiten llegar al llano en el que se sitúa la pardina de Fontanal. Las fajas otrora cultivadas y limpias de “barzas y lastón” se hallan ahora en estado lamentable; en ese estado que produce el abandono reiterado de las labores de cultivo y que va convirtiendo un hermoso paisaje humanizado en un feo y lastimoso territorio repleto de maleza. Nos acercamos a la casa y fotografiamos la chaminera, los corrales, la ermita y luego los pajares de la era. Uno de ellos, con alero prominente de gran belleza, no parece que pueda aguantar mucho más tiempo de pie; probablemente no pueda con un otoño lluvioso más. Desde allí, la vista hacia el sureste es espectacular. Quienes construyeron estos edificios sabían bien cómo orientarlos y dónde situarlos, sin duda. Regresamos hasta el comienzo del camino, buscando sombra para almorzar con tranquilidad. Silencio absoluto, ningún ser humano visto en toda la mañana. Grandes paredes de piedra sujetan aún las fajas, antaño cultivadas. La pardina de Fontanal duerme su soledad en las faldas del tozal de su mismo nombre y rumia los recuerdos de cuando era un lugar habitado y “as esquillas de güellas y crabas tintiniaban cada maitín, cuan ixos animals saliban dos corrals y s´espardían por os campos y os mons pajentando”. Retomamos el camino, con parada en el merendero de San Vicente para tomar un refresco y llegamos a Labuerda con buenas vibraciones.

Díganme si, después de estas tres experiencias casi seguidas, no hay motivos para que uno se quede realmente de piedra…

 

28/08/2009 13:34 gurrion #. sin tema Hay 6 comentarios.


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