Se muestran los artículos pertenecientes a Octubre de 2008.
Conocimos a Ana Pelegrín porque utilizamos los libros de poemas que ella había seleccionado para aprendernos muchas “contraseñas poéticas” durante el pasado curso. Ahora la conocemos algo más porque hemos buscado información sobre su vida, sus aficiones y su trabajo y hemos visto que era una persona muy conocida.
En este “Libro libre” hemos reunido informaciones que nos acercan a ella, además de algunas composiciones que hemos hecho de “nuestra cosecha”. Lo leeremos y lo guardaremos como recuerdo de una persona que trabajó mucho por la poesía y por la tradición oral.
Ana Pelegrín había nacido en San Salvador de Jujuy (Argentina), en 1938. El 11 de septiembre de 2008 falleció en Madrid, ciudad donde residía desde 1968. Obtuvo la Licenciatura en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). En España, se doctoró en Literatura Española por la Universidad Complutense de Madrid, con su tesis "Juegos y poesía popular en la literatura infantil y juvenil (1750-1987)".
Fue directora, hasta el año 2004, del Seminario Permanente de Expresión y Creatividad en el INEF-Universidad Politécnica de Madrid, donde ejerció como profesora titular de Expresión Corporal.
Dictó innumerables cursos y seminarios en diversas universidades de España e Hispanoamérica sobre literatura de tradición oral, juegos tradicionales y literatura infantil y juvenil del siglo XX.
Incansable defensora de la escuela pública, junto con otros colegas, fundó en 1976 el Movimiento de Renovación Pedagógica Acción Educativa.
La Tradición oral. Ana Pelegrín realizó un gran trabajo de recopilación de todo lo relacionado con los juegos infantiles: canciones, nanas, retahílas, formulillas para elegir, burlas, invocaciones, corros, etc. Ana pensaba que había que fijar y preservar la memoria, en éste y en otros temas relacionados con la tradición oral.
En nuestro colegio, desde la biblioteca escolar, promovimos la recuperación de todo ello. Fruto de aquel trabajo fueron cuatro publicaciones que se editaron y repartieron en su día entre todas las familias del centro (y pueden consultarse hoy en la biblioteca escolar): “Una bolita de algodón” (1997); “El patio de mi casa” (1999); “De ayer a hoy” (2001) y “Así nos lo han contado” (2002). En total, más de 150 páginas, llenas de sorprendentes aportaciones, extraídas de la memoria de abuelas y abuelos, de padres y madres, que ya no se perderán, porque quedaron recogidas y escritas.
BIBLIOGRAFÍA. A lo largo de su vida, Ana escribió muchas obras, colaboró con otras personas en varios libros, realizó varias antologías poéticas, escribió en muchas revistas diversos artículos… En Internet es posible encontrar hoy día amplias referencias de su obra. Estos son los títulos de algunos de los libros que escribió, en los que participó o que les dio forma:
“Cada cual atienda su juego”; “Libro de Estampas y almanaque del niño”; “Repertorio de antiguos juegos infantiles”; “La aventura de oír”; “La flor de la maravilla: juegos, romances, retahílas”; “Deditos y cosquillitas”; “Misino Gatino”; “Raíz de Amor”; “Poesía española para niños”; “Letras para armar poemas”; “Poesía española para jóvenes”; “Huerto del limonar”…
Coplillas dedicadas a Ana
Ana iba de pueblo en pueblo
recogiendo canciones y
preguntando a las abuelas
y a los abuelos.
(Alba)
Ana Pelegrín escribía
lo que en España conseguía,
y le parecía adecuado
recogerlo y guardarlo.
(Ainoa R.)
Ana,
yo no te conocí,
pero Mariano sí
y nos habla maravillas de ti.
(Ainoa J.)
Ana, Ana, Ana,
no te conocimos
pero Mariano nos contó
que los dos erais amigos.
(Marina)
Ana Pelegrín
estaba en su jardín
oliendo flores
de mil colores.
Una mariposa pasó
y en su hombro se posó.
(Judit)
(Aprovechando el título de uno de sus libros)
Cada cual atienda su juego…
El guapo con la guapa,
la fea con el feo.
Cada cual atienda su juego…
El sastre con la sastra,
Carmela con Mateo.
Cada cual atienda su juego…
Tú con la primera,
yo con el primero.
Cada cual atienda su juego…
Vosotros en noviembre
nosotros en enero.
Cada cual atienda su juego…
En las plazas y los parques
o en los patios de recreo.
Cada cual atienda su juego…
Ana con Pelegrín
y Coronas con Cabrero.
(Macoca)
Reescritura de retahílas tradicionales
A la una, mi mula.
A las dos, me entra la tos.
A las tres, muevo los pies.
A las cuatro, paseo a mi gato.
A las cinco, doy un suspiro.
A las seis, me caigo del revés.
A las siete, toco el clarinete.
A las ocho, preparo el bizcocho.
A las nueve, nadie se mueve.
A las diez, contaré hasta cien.
(Judit e Isabel)
******
A la una, mi mula.
A las dos, miro el reloj.
A las tres, montamos en el tren.
A las cuatro, me levanto.
A las cinco, pego un brinco.
A las seis, viene Mª Isabel.
A las siete, sale la luna creciente.
A las ocho, me como un bizcocho.
A las nueve, salto de repente.
A las diez, empiezo otra vez.
(Samara y Óscar B.)
******
A la una, mi mula.
A las dos, el mago de Oz.
A las tres, reciclamos papel.
A las cuatro, me voy al teatro teatro.
A las cinco, canto y brinco.
A las seis, no me pinchéis.
A las siete, me dan un billete.
A las ocho, juego con Pinocho.
A las nueve, jugamos con la nieve.
A las diez, nos lavamos los pies.
(Imane y Gyuzel)
Cuando yo era pequeño en cada era de Labuerda había un nogal, o dos. En torno a la era se levantaban los pajares e incluso las cuadras, en ocasiones. En la era se trillaba, pero también se esparcía la hierba para acabarse de secar, se almacenaba estiércol temporalmente, se descargaban maderos u otros materiales de construcción cuando había que hacer algún arreglo, era un lugar de paso para las dependencias anexas a la casa… Y siempre, presidiendo y en silencio, el nogal o los nogales que, además de dar nueces, daban y dan una amplia y fresca sombra, donde refugiarse del calor del verano en los descansos de las faenas agrícolas. La madera de nogal era y es una madera buscada y apreciada para fabricar muebles que tienen una textura y una coloración especial; no en vano, hay una tonalidad que es el color nogal…
En la era de mi casa había dos nogales: uno crecía impetuoso y tenía una copa inmensa, pero murió con rapidez cuando hubo que cortarle una vena bastante gruesa para ensanchar el “cubierto” próximo, y de eso ya hace más de treinta años. El otro, con mucha menor presencia entonces por estar plantado en un suelo con tierra menos favorable, sigue todavía vivo y cada año da su cosecha de nueces.
Este fin de semana de octubre, con las fiestas del Pilar de por medio, hemos estado pasando unos días en Labuerda y una tarde estuvimos con Mercè debajo del nogal de la era recogiendo las nueces que había dejado caer. En este tiempo de inicio del otoño, los nogales van soltando nueces… Si estás debajo, con una frecuencia que no responde a ningún parámetro matemático, oyes la caída de una nueva nuez sobre la hojarasca otoñal que ya cubre el suelo.
Sin poderlo evitar, me acordé de mi padre. Él decía que no había árbol más generoso que el nogal porque sin ningún cuidado y de manera imperceptible, va creciendo y va dando su cosecha de nueces, a cambio de nada. Cuando yo era pequeño, las nueces (como las almendras, las judías blancas, etc.) se vendían casi en su totalidad para obtener algunas pesetas con las que hacer frente a algunos gastos familiares: comprar zapatos a los hijos o una anorak o hacerse un traje… Coger las nueces solía ser una faena reservada para el fin de semana, así podíamos ayudar los hijos (porque no “teníamos escuela”). Mi padre vareaba el árbol con cuidado y pericia para no dañarlo y nosotros, agachados o de rodillas por el suelo de la era, íbamos recogiendo los frutos y depositándolos en una canasta; a veces, nos hacía gracia recibir, de vez en cuando, un golpe de nuez en las costillas o en la cabeza, nuez impulsada por el golpe recibido en la rama del nogal con la vara de mi padre. Recuerdo también, al hilo de esta tarde de octubre de 2008 (y así se lo explico a Mercè) que, cuando “escoscábamos” las nueces en la cocina de la casa, por la noche al calor del fuego encendido, guardábamos unas pocas, las más pequeñas y redonditas, para un menester especial. Éstas se colocaban en el “trujar” donde se pisaban las uvas y se realizaba la fermentación del mosto. Los días anteriores a comenzar la vendimia, se lavaba y se preparaba el trujar. En la parte delantera del mismo, en el interior, había un orificio por donde saldría el vino para ser trasladado a las cubas correspondientes. Ese agujero se tapaba con sebo macerado y con las nueces que habíamos guardado. Después del proceso de fermentación, las nueces, empujadas desde el exterior con la “punchadera” retiraban también el sebo y dejaban el paso franco al vino que manaba con fuerza hacia la canal que lo conducía a la cuba. Todos los años, mientras tuvimos abundantes uvas para usar el trujar (cuando la cosecha disminuyó las pisábamos en una “pisadera” de madera) retirábamos una docena de nueces pequeñas y redondas que había que colocar con pericia en el fondo del trujar (lagar, en castellano), como ya he explicado.
Mi padre, hace unos años, empezó a sembrar nueces en macetas pequeñas o directamente en la huerta. Posteriormente, cuando los plantones tenían ya una altura determinada, los trasplantaba o los regalaba a personas que querían plantar un nogal en su jardín, delante de su casa, en uno de sus huertos. Es significativo que Luis, el empleado del ayuntamiento que se ocupó de acondicionar y cerrar el nicho en el que fue enterrado mi padre, no aceptara ningún pago por sus servicios; solamente, un plantón de nogal, de los que sembró mi padre, para trasplantarlo cerca de su casa, como recuerdo del fallecido.
Hemos aprovechado también estos días festivos para viajar y pasear por el Valle de Escuaín y por el de Bujaruelo. En el primero, pasamos unas horas por la tarde, “disfrazados de gnomos” por entre pinos, abetos y hayas de porte extraordinario y superando los desniveles de las laderas que hay debajo de Castillo Mayor. Cogimos las primeras setas de la temporada, pocas; para servir una “tapa” generosa, en todo caso, pero de calidad. Esta vez no llegamos hasta el caserío de Escuaín. Al regreso, pudimos ver desde Puértolas el majestuoso valle del Cinca, la Peña coronada por un penacho espectacular de nubes que se elevaban hasta lo más alto y los bosques salpicados con manchas de colores que se abrían ante nuestra vista… En el segundo, en Bujaruelo, el otoño ya ha dejado su sello espectacular. Allí, el sentimiento es de plenitud, de sentirte un privilegiado al poder contemplar ese cuadro que ningún pintor será capaz de pintar; cuadro que la naturaleza va perfilando sin cesar a lo largo de todo el año y que ofrece composiciones y tonalidades distintas: bojes, rosales silvestres, acebos, tejos, abetos, hayas, pinos, arces, serbales, fresnos… se exponen a nuestra vista cautivándonos con un colorido maravilloso. No sabíamos dónde mirar ni qué rincón fotografiar. Seguro que dentro de diez días habrá todavía más contraste, pero pudimos apreciar el esplendor del otoño en toda su dimensión.
Y como unas hojas llevan a otras, hablaré también de las hojas de los libros… Empecé hablando de nogales y de mi padre y terminaré hablando de lectura y de mi madre. Está en Sarvisé, pasando una temporada con una de sus hijas. Allí hay muchos nogales y algunos con hojas muy amarillas, de una belleza y luminosidad extraordinarias. Mis padres, desde hace muchos años, leían el periódico (que recibían por suscripción) cada día. Mi madre, a sus 88 años ha empezado (y ha descubierto) la lectura de libros… Empezó con El niño con el pijama de rayas y cada pocos días empieza y se termina uno nuevo. Los últimos, obras de Lorenzo Mediano, José Mª Satué y ayer mismo, mientras nosotros dos estábamos paseando por Bujaruelo, comenzó “Pirineos, tristes montes” de mi amigo Severino Pallaruelo. Menos faena, menos preocupaciones, más tiempo y buena vista (lee sin gafas, cosa que yo no puedo hacer) la han empujado a la lectura. También porque dice que tiene la cabeza ocupada y así se evade momentáneamente de los pensamientos que la entristecen, desde que falta mi padre. Yo, que llevo media vida animando a leer, me siento muy contento con esta tardía afición de mi madre. Lectura que le consuela y le ayuda a vivir la ausencia de su compañero con menos dramatismo, mientras va pasando el necesario tiempo de duelo.
He asistido, como ponente, a dos sesiones de formación sobre “Competencias básicas a través de las bibliotecas escolares y del fomento de la lectura y de la escritura”: el día 15 de octubre en Huesca y hoy, día 22 del mismo mes, en Monzón.
En ambas sesiones, con la asistencia de un elevado número de personas: maestras y maestros y profesorado de Secundaria que, en tiempo lectivo, han acudido a escuchar reflexiones y propuestas desde la práctica cotidiana de trabajo en la escuela y en el instituto. En ambas sesiones hemos estado presentes Toni Martínez y yo mismo: él hablando principalmente para el profesorado de Secundaria, pues trabaja en el instituto y servidor para el de Primaria, que para eso trabajo en la escuela.
Creo que, en resumen, hemos llevado a los salones de actos, donde se han desarrollado ambas sesiones un significativo volumen de propuestas de trabajo con la finalidad de que cada cual encuentre ánimos para introducir alguna variante metodológica en su actividad que le permita transitar caminos nuevos o reafirmarse en aquellos que ya transita, sabiendo que hay otras personas que están en esa línea de pensamiento y de trabajo.
Toni es un profesor de verbo fácil, que tiene ya una importante experiencia detrás y que muestra un sentido del humor con el que adereza convenientemente sus exposiciones. No lo había escuchado nunca, pero ha sido muy agradable hacerlo; como agradable fue conocernos e intercambiar opiniones y poner en común ideas (que han resultado coincidentes) sobre muchos aspectos relacionados con este mundillo tan difuso, tan escurridizo (aunque pudiera parecer lo contrario) y donde tanta gente hace leña, como es el mundo de la animación y fomento de la lectura y la escritura.
Personalmente siento cierto cansancio cuando salgo por ahí a contar algo que ya vengo haciendo desde hace tantos años y, a veces, percibo que va a servir de poco, si el personal no va definiendo y perfilando su propio proyecto pedagógico de una vez, para saber qué quiere hacer con el tiempo escolar y el alumnado que tiene a su lado. La biblioteca escolar no es la panacea, no resuelve ningún problema sólo con citarla o ponerla en funcionamiento, pero es un equipamiento que abre infinitas posibilidades… Éstas hay que descubrirlas y para ello hay que ponerse a trabajar y ser constante, hacerlo con convicción y tratar de generar una red natural de contactos, de apoyos e intercambios, de la que tomaremos ideas y a la que trasladaremos también nuestras aportaciones.
Este nuevo lenguaje, uno más, que se está instalando ahora en las aulas de las escuelas e institutos, no debe hacernos perder el norte. Estamos como al principio: una maestra o un maestro frente o al lado de un grupo de niñas y niños… De nuestra relación e interacción dependerá que vivan una experiencia vital memorable y que acaben con el depósito lleno de un poso fértil que, posiblemente acabe fermentando y dando frutos inesperados.
Leamos cada día en voz alta, llevemos libros al aula con naturalidad, sin imposturas, sin sermones; leamos noticias del periódico (en papel o en versión digital), comentemos la actualidad, invitemos a reflexionar y a escribir, establezcamos relaciones epistolares con otros colegas de otros centros, editemos modestas publicaciones, intercambiemos, cooperemos a la hora de calcular e investigar, diversifiquemos nuestras miradas, acudamos a la biblioteca escolar con frecuencia y a la Infantil y a la Pública, visitemos exposiciones interesantes… Seguro que detrás de todas esas acciones están las claves de las “nuevas competencias”. Yo, por si acaso, te invito a leer y a reflexionar sobre un ABCdario de acciones que podemos estimular, potenciar y acentuar en nuestro alumnado, desde los libros, las fuentes documentales, la biblioteca escolar… Si quieres, puedes añadir o quitar (seguro que faltan algunos verbos y es posible que sobren otros) para redondear esta sencilla propuesta alfabética que, si te parece, puedes tener en cuenta:
Abrir, ampliar, argumentar…
“Bibliotequear”, bucear, buscar…
Compartir, comunicar, cooperar…
Debatir, dialogar, documentar...
Elaborar, escribir, escuchar…
Fomentar, formular, fructificar…
Generar, germinar, guardar…
Hablar, historiar, hurgar…
Imaginar, intercambiar, investigar…
Jugar, juzgar…
Leer, localizar, lograr…
Manifestar, manipular, mirar…
Narrar, negociar, novelar…
Obrar, observar, organizarse…
Pensar, potenciar, preguntar, profundizar…
Querer
Razonar, redactar, reflexionar, resumir…
Sensibilizar, sentir, sintetizar…
Tantear, transmitir, tratar…
Ubicar, unificar, universalizar…
Valorar, ver, vivenciar…
eXaminar, eXperimentar, eXponer…
aYudar
Zambullir, zarpar…
Para terminar, agradecer la asistencia de tantas maestras y maestros y el interés que han manifestado ante las ideas y los materiales mostrados. Agradecer, especialmente, a Enrique S. y a Nadia A., el que me hayan invitado a presentar ante tantos colegas, algunas fórmulas de trabajo un poco diferentes de la práctica habitual y/o tradicional. La voz de las maestras y maestros debe seguir presente en estos foros para poner en valor el trabajo y las aportaciones desde la práctica cotidiana, desde la escuela. Y una gozada reencontrarme con amigas y compañeras de trabajo en el aula o en la biblioteca escolar o en otros foros de intercambio: Mª José B., Ana A., Mª Paz B., Lucía, Raquel, Cristina B., Tere U., Pilar M…
Con ese titular, hemos montado una exposición de viñetas humorísticas, publicadas en los periódicos diarios, que tienen al libro, la lectura y las bibliotecas, como punto de mira y de reflexión. La exposición la hemos montado desde el Seminario de Biblioteca y Literatura Infantil del CEIP Miguel Servet de Fraga.
De entre todas las que teníamos recogidas, hemos hecho una selección de 31, atendiendo a criterios de comprensión, claridad de los dibujos, variedad de dibujantes… Sabemos que no están pensadas para niñas y niños en edad escolar, pero si la exposición se visita con un mediador (maestro o maestra) que va orientando y explicando, se pueden entender muchas más cosas que en una visita por libre.
Gente como El Perich, Ferreres, Chumy Chumez, Armengol, Caloi, Pablo, Máximo, Romeu, El Roto, Forges, Cano, Goñi, Krahn… escribieron breves textos y dibujaron con una mirada sugerente, con un punto de acidez, de crítica mordaz... Bueno, pues entre todos los nombrados, hemos seleccionado esas 31 que nos hacen sonreír pero que también nos hacen pensar y reflexionar.
Una vista cenital de la Feria del Libro nos presenta los estands vacíos de los libros y un stand abarrotado de gente con el rótulo de “Bocadillos” (dibujo aparecido en la revista El Jueves, en el 93). No hace falta ningún texto explicativo y los chavales lo entienden perfectamente. En una viñeta de El Perich, un personaje lee en el periódico esta noticia: “Un reciente estudio indica que dos de cada tres europeos lee libros…” y contesta otro: “El tercero debe ser español…”
Una pareja, frente a frente. Él con un libro abierto en las manos y ella sentada en el sofá le dice: “Yo, un día ojeé un libro, pero lo dejé porque ya lo había visto por televisión”, aunque la viñeta de Chumi es del 92, aún sigue pasando lo mismo con frecuencia… Forges dibuja muy frecuentemente en sus viñetas a personas leyendo libros o periódicos… Se presentan en el salón de su casa un niño y una niña. Sus padres están leyendo y los niños les gritan: “Hemos tirado la tele y el ordenador al patio: esto es una revolución… Exigimos que nos contéis cuentos… Y cosas. Eso”. Y ya que estamos en un otoño frío, no viene mal leer, de nuevo a Forges: una pareja camina por la ciudad y dice ella: “Es curioso que la gente se vacune contra la gripe y no contra la jilipollez que es mucho más grave”. “Y existiendo una vacuna tan simple: el libro”, añade él. “Pues nada, ni por esas”, remata ella.
Máximo nos interroga enigmáticamente, en ocasiones. Dibuja un libro e imprime en su portada el siguiente anuncio: “Cómo leer un libro”; en otra viñeta, de parecida ilustración, la pregunta que hace y nos hace es: “Leer, ¿para qué?” Son dos ejemplos de viñetas que permiten una reflexión y aventurar algunas hipótesis, algunas respuestas. En la visita podemos inducir a ello a chicos y chicas.
Dice El Roto, en febrero del 2001: “¡Pues Aznar leerá muchos libros, pero los debe cagar enteros!”, a la vista del efecto que producen en su comportamiento… Un paciente forgiano acude a la consulta del médico. Tras el oportuno examen, le dice el doctor: “Ese bloqueo que nota es porque necesita activar sus neuronas: durante tres meses se me va a leer un libro a la semana”, y contesta el paciente: “¿Grageas o inyectable?”; imaginamos al médico tirado por el suelo de la impresión producida por la respuesta.
En otro momento, un padre se encara con su hijo y su hija, que están sentados en un sofá leyendo un libro cada uno y que abren unos ojos como platos al escuchar de su progenitor lo siguiente: “Parece mentira… Se os deja ½ hora solos y apagáis la tele y el ordenador y os ponéis a leer… ¿Y queréis que confiemos en vosotros?” (Forges, 15-mayo de 2001).
En otra viñeta, Máximo decide desemparejar los verbos de los sustantivos con los que se les había relacionado tradicionalmente y escribe (o dibuja): “Plantar un hijo. Escribir un árbol. Tener un libro”.
La TV aparece en algunas viñetas. En una de ellas, se ve a un empleado de la compañía en la puerta de entrada. Hay un rótulo encima de su cabeza donde puede leerse: “Casting TV” y el “empleado” en cuestión se dirige a un grupo de personas que están esperando, en estos términos: “Buenos días a todos: para evitar esperas innecesarias, los que sepan leer y escribir pueden irse. Chas gracias”. De nuevo El Roto pone el dedo en la llaga al dibujar a un circunspecto personaje con un libro abierto sobre una mesa, mientras anuncia una noticia aparentemente intranquilizadora, pero que es real hace tiempo: “Hemos privatizado los diccionarios. Así que a partir de ahora, las palabras significarán lo que decidan sus dueños”. En 2002 era perfectamente posible que hasta la literatura infantil tradicional pudiera sufrir algunas alteraciones como la que plantea Forges: un niño está en la cama y su padre, con un libro abierto lee lo siguiente: “…Entonces Blancanieves cerró la mina, despidió a los enanitos y vendió el bosque a una inmobiliaria para adosados”.
En las ferias del libro caben todo tipo de personajes. Éste que nos ocupa, anda por allí con su hijo, y en un momento le grita: “Junior: como no dejes de incordiar con el dichoso globo, te compro un libro… Y de cuentos”, añade el bárbaro.
Hemos elaborado una especie de guía didáctica muy sencilla para que la visita se haga con algo más de aprovechamiento: una para el segundo ciclo y otra, algo más amplia, para el tercer ciclo de Primaria. Para los más pequeños bastará que sean acompañados y que se fijen en algunos detalles o busquen algunas imágenes concretas... Se proponen miradas detenidas, interrogantes creativos, respuestas imaginarias a algunas de las preguntas planteadas y poder echar unas risas leyendo, comentando, coloreando, dibujando…
La biblioteca escolar acoge estas muestras de ingenio e invita a su lectura e interpretación y, por otra parte, genera, con material propio, un punto de interés para el centro (y para más gente, porque ya nos la están pidiendo de otros lugares).
“Curioso tiempos en los que los cuentacuentos se ven obligados a denunciar por intrusismo a muchos gobernantes”, dice uno de los personajes de Forges. “Lo más desconcertante de los que queman librerías es que sepan leer los rótulos”, reflexiona un hombre maduro mirando las llamas que salen del interior de una librería, en una viñeta dibujada por Andrés Rábago, El Roto. Dos personajes caminan juntos y dice uno de ellos: “Cabe la posibilidad de que alguien aproveche este puente para leer…” “Tienes más moral que un estudiante de humanidades”, le contesta el compañero. Y el desaparecido y añorado Perich, le hace decir a su personaje favorito: “No seamos cenizos diciendo que 4 de cada 10 españoles no lee… ¡Digamos que 6 de cada 10 españoles lee! ¡Aún somos más los que leemos que los que no leen!”…
Si lees esto y estás cerca, vente a verla y si estás lejos, pídenosla para que te pongamos en la lista y te la podamos hacer llegar. Puedes exponerla en tu biblioteca escolar o en tu biblioteca pública o en algún rincón de la Casa de Cultura de tu ciudad.
P.D.: Hace dos años pusimos en marcha la exposición Animalectores (ver en este blog, el texto publicado el 13 de noviembre de 2006). Ha viajado por varias bibliotecas escolares y públicas, de nuestra provincia y de fuera de nuestra comunidad. Esta tarde (29 de octubre de 2008) la he visto montada en la Biblioteca Infantil Gianni Rodari de Fraga y os aseguro que me ha dado mucho gusto ver las ilustraciones y algunos de los los libros de los que fueron sacadas. Cuando pasen unos días, seguirá circulando por el resto de las bibliotecas de Fraga y nos sentiremos contentos de haber alumbrado una original idea de ¿animación lectora?
Plantilla basada en http://blogtemplates.noipo.org/
Blog creado con Blogia. Esta web utiliza cookies para adaptarse a tus preferencias y analítica web.
Blogia apoya a la Fundación Josep Carreras.