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¡CHICO, ME QUEDÉ DE PIEDRA!

Es lo que suele pasar cuando uno se mueve reiteradamente entre montañas y valles… En pocos días, mis pasos y mi caminar, han transcurrido por tres itinerarios diferentes, en los que las piedras (así, en este formato genérico) eran las protagonistas principales. Han sido tres experiencias distintas, pero muy pedagógicas. Voy a tratar de resumirlas a continuación:

 

1.- Excursión geológica al “Biello Sobrarbe”. La subcomarca del Biello Sobrarbe está constituida por los territorios que quedan al sur de L´Aínsa, hasta Barcabo, con Arcusa como centro geográfico de la misma. Los núcleos de población que la forman (la mayoría de ellos con muy pocos habitantes o despoblados y algunos abiertos sólo en época estival o vacaciones) son: Guaso, A Torrocilla, Morcat, Santa María de Buil, Urriales, Castillazo, Arcusa, O Coscollar, Paúles, Sarsa de Surta, Santa Mª de la Nuez, As Bellostas, Mondot, Olsón, Javierre, Eripol, Almazorre, Hospitaled, Bárcabo, Lecina, Betorz, Abizanda, Escanilla, Lamata, Ligüerre de Cinca, Samitier, Mediano, A Pardina, Latorre, Castillón de Sobrarbe, Camporretuno, Coscujuela, Plampalacios, Morillo de Tou y unas cuantas pardinas o caseríos solitarios rodeados de campos y montes. Nombrados todos o casi todos los núcleos de población para que puedan leerse y saborear algunos sonoros topónimos, debo decir que la excursión comenzó en Samitier.

 Dos coches nos llevaron a los ocho miembros de la expedición, dirigida por el geólogo de la Universidad de Barcelona, Pau Arbués hasta la fuente de Samitier; una vieja fuente que recuerda de algún modo a la de Labuerda, con estructura circular del abrevadero y con cuatro caras esculpidas en el monolito cilíndrico del centro. Fuente de piedra con rostros enigmáticos que recibe al viajero y que ofrece un agua bastante fresca.

Desde allí, subimos caminando hasta los castillos de Samitier: el castillo propiamente dicho y la ermita de San Emeterio (habiendo pasado antes por la ermita de Santa Valdesca); las dos ermitas llevan ya unos años restauradas. La situación de los “castillos” es realmente espectacular. Desde lo alto se observa la presa y el pantano de Mediano y todas las tierras hasta el eje axial de los Pirineos y, hacia el otro lado, la cola del pantano de El Grado y las tierras del sur. Allí comenzó Pau, nuestro guía geológico, las explicaciones: tendió mapas en el suelo, sacó una pizarra ligera y el rotulador correspondiente y nos empezó a hablar del “Delta de Sobrarbe” y a dibujar estratos y a simular pliegues, fallas, cabalgamientos… Y a explicarnos las diferencias entre rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias, para empezar (como repasando algunas viejas lecciones de ciencias naturales del bachillerato). Nos enseñó el anticlinal de Mediano (bien visible, allí mismo a nuestro lado) y nos mostró a lo lejos el anticlinal de Boltaña. Entre uno y otro, el sinclinal por el que nos íbamos a mover durante todo el día. Hicimos fotos y vimos y recogimos algunas muestras de fósiles. La paleontología (la ciencia que estudia el origen y formación de los procesos de fosilización sufridos por organismos vivos) fue seguramente la precursora de la geología y sigue siendo una ciencia que complementa a ésta aportándole informaciones clave para interpretar algunos procesos. Pau decidió utilizar el aragonés como lengua vehicular para las explicaciones. Asinas que n´ixos cerros alteros se sentiba fablar n´aragonés y as biellas parolas tornaban ta os lugars ande naxieron y s´emplegaron n´atro tiempo.

Fue buena idea empezar por Samitier, pues esa misma subida por la tarde (con el calor extremo que hizo ese día) hubiera sido suicida. Bajamos calientes y paramos en el Mesón de Ligüerre a tomarnos unos refrescos, en la sombra de la terraza del único bar del "asentamiento sindical". Desde allí, de nuevo a los coches para atravesar Lamata y detenernos un poco antes de llegar a Olsón. Pau nos colocó en un corro, cerca de donde, hace ya unos años, se hizo una perforación de más de tres mil metros de profundidad para estudiar el subsuelo en busca de hidrocarburos y nos explicó la génesis y la composición de una serie de estratos especiales de la “Formación Escanilla” y de la “Formación San Vicente”. Llegamos a Olsón y comimos en la Plaza, en la sombra proyectada por una casa alta, con buen apetito y añorando poder tomarnos un café al finalizar “a chenta”.

Tras la comida y sobremesa, regresamos al tajo; nos dirigimos a Mondot, donde paramos a recorrer el pequeño caserío y a hacer algunas fotos. A la salida del pueblo, nos detuvimos en la carretera y fuimos caminando por ella mientras nuestro guía seguía explicando las claves para entender la forma de distinguir los medios acuáticos, de los terrestres; los marinos de los continentales; observamos marcadores fósiles, coloraciones de los estratos que delataban uno u otro origen y todo ello bajo un sol de justicia que ponía nuestras pantorrillas (al menos las mías) al rojo vivo. De allí a refrescarnos a un bar de Arcusa y luego a Urriales. Nos acercamos a éste núcleo a ver algunas casas, chamineras troncocónicas y la ermita de Santa Eufemia (“la ermita maldita”, según los vecinos) que tiene grabada una inquietante frase incompleta en el dintel de la puerta: “La maldición de la madre destierra de…” Paseo, fotos y miradas hacia la Peña Montañesa y el resto de las montañas altas que desde allí se divisan.

La siguiente parada, en el tozal de Guaso, al lado de la exconjuradera. Si comenzamos la mañana en los castillos de Samitier con vistas espectaculares, ¡qué decir de todo lo que se ve desde esta otra atalaya privilegiada que es el tozal de Guaso! Doce horas de excursión dieron para mucho y los ocho expedicionarios (Pau, Carlos, Alicia, Miguel, Isa, Robert, Alberto y el que escribe) regresamos a nuestros lugares de partida. Algunos de ellos aprovecharon que eran fiestas en Boltaña para ir a escuchar a La Ronda. Aunque el profesor Arbués se esforzó y trabajó de lo lindo durante toda la jornada, no sé yo si hubiéramos aprobado un hipotético examen sobre estratigrafía, sedimentología o geología estructural...

 

2.- Museo de Paleontología de Sobrarbe en Lamata. Hace unos meses, el amigo Jesús Cardiel, inauguró en Lamata el Museo de Paleontología de Sobrarbe. La tarde del pasado día 25 fuimos con Mercé hasta este pequeño pueblo, situado a escasos dos kilómetros del empalme de la carretera que une Barbastro con L´Aínsa. Jesús ha convertido una casa semiderruída en una vivienda de nueva construcción y buenas proporciones que, además, alberga el museo. Este hombre que trabaja de cartero en la Ribera del Ara, en Fiscal, que tiene estudios de geología y que le apasionó la paleontología, que sale con o ganau por as tardes, se ha pateado muchas zonas del Biello Sobrarbe y ha ido recogiendo una gran variedad de fósiles de distintas especies. Los ha colocado en vitrinas diseñadas para ese fin y los exhibe en tres emplazamientos: una sala en la planta baja (donde también muestra restos arqueológicos varios: hachas y puntas de flecha de piedra, molinos barquiformes, cerámicas, adornos metálicos…) y dos bodegas –una más amplia que la otra- que ocupan dos niveles distintos (sótano 1 y sótano 2, podríamos decir). Sorprenden los restos de caparazones de tortugas o la mandíbula del cocodrilo de Lamata, así como espectaculares moluscos (gasterópodos y bivalbos) por su perfección y tamaño; restos de madera fosilizada, erizos marinos, turritelas, costillas de sirénidos, corales, huellas fósiles…

Según podemos leer en el libro “Descubriendo el valle del río Susía”: “Hace 45 millones de años, en el Eoceno medio, el territorio estaba cubierto por el mar. El mar era más profundo cuanto más al norte. En esta zona hubo una plataforma en la que se depositaron sedimentos ricos en carbonato cálcico. Hace 43 millones de años se instaló un delta que se encontraba alimentado por un río que en un principio procedía del sur y con posterioridad vino del este…” Jesús nos fue explicando, vitrina a vitrina, los contenidos del museo y respondió amablemente a todas nuestras preguntas. Salimos de allí impresionados por el trabajo de este hombre que, poco a poco, ha conseguido reunir y exponer una parte del patrimonio desconocido de Sobrarbe. En su blog del museo va explicando el desarrollo del mismo, las visitas que recibe y los hallazgos nuevos cuando se aventura a “candaniar” por los estratos sedimentarios de los alrededores. Una iniciativa que merece todos los reconocimientos y la admiración por un trabajo tan callado y tan efectivo.

 

3.- Caminata a San Vicente y Fontanal. Al día siguiente de la visita al museo, subimos con Mercè a San Vicente y Fontanal, andando desde Labuerda. Con sendas mochilas, con “o recau” para almorzar donde nos viniese el hambre y botellas de agua, ascendimos hasta esos lugares pertenecientes al municipio de Labuerda. Hasta San Vicente, subimos por la carretera y paramos en la fuente, desde la que se divisa el complejo pétreo del pueblo: paredes que aterrazaban las laderas en estrechas fajas en las que aún pueden contemplarse centenarias oliveras y las fachadas de las viejas casas. Más viejas aún deben ser las piedras que dan forma a la preciosa iglesia románica, sin duda una de las joyas del románico de la comarca. Atravesando el pueblo, cogemos la pista que nos llevará hasta Fontanal. Nos detenemos en el barranco de la tosca y paramos un rato a mirar fósiles. Cogemos abundantes nummulites y varios gasterópodos de pequeño tamaño. Reanudamos la marcha, caminando por el sendero que asciende desde el barranco y que atraviesa una zona boscosa de árboles y arbustos tupidos que proyectan una agradable sombra y que nos permiten llegar al llano en el que se sitúa la pardina de Fontanal. Las fajas otrora cultivadas y limpias de “barzas y lastón” se hallan ahora en estado lamentable; en ese estado que produce el abandono reiterado de las labores de cultivo y que va convirtiendo un hermoso paisaje humanizado en un feo y lastimoso territorio repleto de maleza. Nos acercamos a la casa y fotografiamos la chaminera, los corrales, la ermita y luego los pajares de la era. Uno de ellos, con alero prominente de gran belleza, no parece que pueda aguantar mucho más tiempo de pie; probablemente no pueda con un otoño lluvioso más. Desde allí, la vista hacia el sureste es espectacular. Quienes construyeron estos edificios sabían bien cómo orientarlos y dónde situarlos, sin duda. Regresamos hasta el comienzo del camino, buscando sombra para almorzar con tranquilidad. Silencio absoluto, ningún ser humano visto en toda la mañana. Grandes paredes de piedra sujetan aún las fajas, antaño cultivadas. La pardina de Fontanal duerme su soledad en las faldas del tozal de su mismo nombre y rumia los recuerdos de cuando era un lugar habitado y “as esquillas de güellas y crabas tintiniaban cada maitín, cuan ixos animals saliban dos corrals y s´espardían por os campos y os mons pajentando”. Retomamos el camino, con parada en el merendero de San Vicente para tomar un refresco y llegamos a Labuerda con buenas vibraciones.

Díganme si, después de estas tres experiencias casi seguidas, no hay motivos para que uno se quede realmente de piedra…

 

6 comentarios

Mariano -

Hola, Alba:

Podrías escribir un texto (y dejarlo abierto para irlo completando) sobre los lugares a los que querías ir o podrías haber ido y cuyo viaje no pudiste hacer. ¿Qué te parece la idea? No sería solamente una relación de lugares, pueblos o ciudades; podrías también incorporar las sensaciones previas, cuando todavía existía la posibilidad de la visita; con qué ganas preparabas el viaje, qué sabías de cada sitio (si es que alguien te había contado algo), los motivos por los que habías/habíais decidido ir hasta ese lugar… Bueno, a lo largo de la vida, hay muchos viajes que se anulan o posponen, ya vendrán tiempos mejores y dile a “Antonié” que no trabaje tanto, ¡coño!, que aunque trabaje mucho nunca acabará con toda la faena que hay. Un saludo y buen comienzo.

Mariano -

Querida SilviaLuz:

Ya sabes que todo lo que no vemos cotidianamente solemos encontrarlo más atractivo que lo que tenemos alrededor. Bueno, igual no es una ley general, pero funciona en muchos casos. Hasta el punto que, por estas tierras cercanas a los Pirineos, quienes menos conocen las montañas y los valles y las enormes dimensiones de lo pequeño (dimensiones sensoriales varias: en las plantas, flores, frutos, reflejos y simetrías, rastros de fauna…) son precisamente quienes viven en esos lugares que, de tan próximo que lo tienen todo, no lo visitan nunca, dejándolo siempre “para mañana”.
Seguro que si yo viajara a tu tierra, quedaría asombrado ante estructuras geológicas o paisajísticas tan diferentes a las que conozco… De todos modos, alejados de la “civilización”, perdidos por los montes, recuperando la necesidad de mirar, escuchar, oler… se está maravillosamente. Me alegran siempre tus comentarios y saber que andas por ahí. Ya sabes que para escribir en El Gurrión tienes todos los permisos en regla. Si tienes un rato, puedes escribirnos las sensaciones de conocer esa revista por Internet, hablando de un territorio desconocido para ti (o parcialmente conocido a través, precisamente, de la revista) que se halla a unos cuantos miles de kilómetros. Bueno, Silvia, sólo quería comprometerte… Un fuerte abrazo.
Mariano

Silvialuz -

Hola Mariano! estuve tratando de seguir tus pasos en el Google, qué lugares más bonitos! Qué pueblos y edificaciones tan fascinantes! Me encanta seguir los recorridos en los mapas, nosotros vamos a menudo a la montaña por trabajo, pero no puedo darme el lujo de hacer esas caminatas por falta de tiempo, sólo vamos por un par de días, además, el paisaje es muy bonito pero le falta la historia de los tuyos. Estaba ansiosa de leer el último número del Gurrión, está hermoso como siempre, todavía no lo leí todo, sólo le eché una ojeada. Un cariño inmeso, Mariano, te sigo leyendo.

Alba Buisán Navas -

Hola Mariano, el otro día tenia que ir a la famosa cola de caballo, pero como tu ya sabes mi padre estava con mucha faena y no pudimos ir. Hace ya dos fines de semana los amigos de mi padre fueron a un tren de francia que ser llama le petit trein Artouste que hay un lago,... ¡Me han dicho que es precioso! pero tampoco pudimos ir.
Bueno me voy que hacen un acto porque hoy el consejo de la juventud hace 10 años

Mariano -

Hola, Alba:

Espero que ese "quedarte de piedra" esté motivado por la alegría de hacer un espacio para la cultura y la sensibilidad medioambiental, antes que unos lavabos públicos...
Con muchísimo retraso, parece que se van dando pasos para recuperar e integrar el río en la ciudad. Algo que, de modo natural, estuvo ya presente en el pasado. No podemos vivir de espaldas a nuestro ríos y covertirlos en cloacas.
Me alegra mucho la noticia. Te escribo desde la biblioteca del cole. He subido a saludar y a recogerme algunas cosas. Que vaya todo bien. Ya sabes dónde podemos encontrarnos.

Alba Buisán Navas -

Hola Mariano, yo me quedé ayer de piedra cuando me dijeron que en el sotet iban a hacer un centro de interpretación del río Cinca. La verdad, es que hace tiempo decian que si un quiosco, que si unos lavabos publicos,...
Hay mucha diferencia de una cosa a las otras.
Bueno espero que esteia todos bien y prerparados ya para empezar el curso con muchas energias.
Saludos a todos
Alba