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EL LIBRO Y EL ÁRBOL

Mis hijos Ana y Daniel me han regalado un libro, titulado “El árbol. Una maravilla de la naturaleza“ de Jenny Linford. Los dos conocen perfectamente mi devoción por los libros y también por los árboles y la naturaleza en general. Una de las imágenes más repugnantes que pueden ver mis ojos es la de árboles ardiendo, como consecuencia de algunos de los incendios forestales que se desencadenan cada año. Del mismo modo, una pira de libros ardiendo rivalizaría en repugnancia con la anterior y las dos serían objeto de clara condena, de deseos inconfesables para los responsables de barbaridades semejantes.


Sé que por cada libro (al margen de los que ya se confeccionan con papel reciclado o material semejante) que deposito en mis manos, los árboles han pagado un costoso tributo: han dado la vida para que ese objeto sencillo y antiguo (uno de los inventos más geniales de la mente humana) vea la luz y, en muchas ocasiones, aporte algo de luz a quien tenga la suerte y el hábito de leerlo. Por eso, que un libro se llame como el ser que “le ha dado la vida físicamente”, no deja de ser curioso y debe inducirnos, una vez más, a reflexionar sobre el papel de los árboles en el planeta y la necesidad de admirarlos y preservarlos, y de impulsar un desarrollo sostenible con ellos. Árbol y libro comparten algo vital: los dos tienen hojas; para el árbol constituyen factorías que hacen posible la realización de la fotosíntesis, proporcionándole el alimento necesario; las del libro, también son generadoras de una peculiar fotosíntesis, pues lo que en ellas se ha escrito activa la mente y remueve los sentimientos de lectoras y lectores.

Dice el libro: “los árboles son los seres vivos más grandes y vetustos de la Tierra. Se trata de los miembros más complejos y prósperos del reino vegetal, y pueblan nuestro planeta desde hace 370 millones de años”.
El libro que ahora tengo abierto sobre mi mesa y que voy mirando y leyendo tiene unas medidas poco convencionales: 34 x 27 cm y un peso nada despreciable. Está lleno de fotografías de gran formato; fotografías realmente preciosas, cuidadas, escogidas, actuales que convierten la lectura de los generosos pies de foto y la contemplación de las mismas en un ejercicio muy reconstituyente; uno se llena, casi sin querer de esa belleza natural, sorprendente y llena de color que las imágenes transmiten.

Desde que aparecieron por vez primera en el planeta, los árboles han desempeñado un papel fundamental en la regulación del clima, ya que absorben el dióxido de carbono de la atmósfera… Durante siglos, el ser humano ha recurrido a ellos para satisfacer sus necesidades físicas de combustible, medicinas, alimento y madera para construir sus casas, muebles y herramientas…”
“El primer árbol del que se tiene noticia surgió hace más de 370 millones de años y se denominó Archaeopteris”. “Los árboles son capaces de crecer en muchos entornos, desde el árido e inclemente desierto hasta los anegados manglares, y sólo retroceden ante el frío glaciar de las regiones árticas y antárticas
”.


Hay “árboles-memoria”, como el ginkgo de Hiroshima, situado a sólo 1,1 Km de donde se produjo la explosión de la bomba atómica que arrasó la ciudad en 1945. Éste árbol brotó la primavera siguiente a la de la explosión y se convirtió en símbolo nacional de la esperanza. Hay “árboles-ancianos”, como el tejo de Fortingall, que se halla en Escocia. Es el árbol más viejo de toda Gran Bretaña. O como un pino de Bristlecone, en la Sierra Nevada de California, a quien los científicos le calculan más de 4.000 años. Hay “árboles-monumento”, como las secuoyas gigantes que poblaban California, pero que fueron taladas sin piedad en el siglo XIX y que pasan por ser los árboles más altos del planeta. Hay “árboles mágicos”, como el fresno. Según la mitología escandinava, el fresno es “el árbol del mundo”, que mantiene unido el universo y tiene propiedades curativas. Hay “árboles-despensa”, como el arce (cuya inconfundible hoja palmeada aparece en la bandera de Canadá), cuya savia dulce se emplea para la obtención de jarabe de arce tanto en Canadá como en el norte de los Estados Unidos. Hay “árboles-medicamento”, como el eucalipto (árbol emblemático de Australia), cuyas hojas contienen un aceite con propiedades antisépticas. Hay “árboles-aljibe”, como el baobab, en cuyo voluminoso tronco almacena agua en la estación lluviosa. El árbol conocido más viejo de África es un baobab que se encuentra en Sagole (Sudáfrica) y supera los 5.000 años de edad. Hay “árboles-libro”, como el haya. Se cree que los primeros manuscritos y runas se escribieron en finas tablillas de madera de haya, por eso se ha relacionado esa especie vegetal con el conocimiento y el aprendizaje…


Creo que un árbol es una obra de arte única. Algunos ejemplares, con el paso de los años, se han convertido en fantásticas esculturas vivientes, incorporando a su tronco, corteza y estructura, profundas heridas producidas por rayos, tormentas, incendios, sequías, vendavales, hachazos… que van dejando huellas imborrables. Tradicionalmente nos han proporcionado combustible, medicinas, alimento, materia prima de construcción para casas, muebles y herramientas, sombra para el descanso y espacio para la reunión… Su contribución a la vida animal ha sido decisiva: nidos, alimento, refugio, posadero de caza, escondite… Su belleza ha inspirado a poetas y artistas y su silueta ha sido venerada por todas las religiones. Los árboles son protagonistas de muchos de nuestros mitos y leyendas… Por todo ello, debemos mirarlos como seres vivos que deben seguir a nuestro lado y procurar su pervivencia para que puedan ser admirados, respetados y queridos por quienes todavía han de nacer.

Sigo dándole vueltas a las 191 páginas de este libro y disfrutando de sus textos curiosos y de sus extraordinarias fotografías.

2 comentarios

Mariano -

Me alegro de que hayas escrito, Elena, y me alegra mucho más saber que todo te va bien por el "insti". Ya sabes quee ste blog se alegra cuando recibe escritos de quienes estuvisteis dos años colaborando de una manera muy activa, así que, en cuanto tengas algún rato, acércate a él y lee alguno de los textos. Tu comentario sobre la lectura es muy agradable. Bueno, yo también deseo que tengas un buen año 2008 y que todo te vaya bien. Dales saludos y recuerdos cariñosos a Silvia, Tiffany y Kamile. Un abrazo, Elena. Con las uvas no hubo ningún percance.
Mariano

Elena -

Hola, siento no haber escrito mucho en el blog, estaba muy ajetreada con todas las tareas del instituto.
Que tus hijos te regalen un libro, es algo maravilloso. A mí, también me han regalado algún libro por estas fechas.
Antes no sabía que la lectura te hiciese aprender tanto de la vida, ahora, cuando me mandan leer algún libro del instituto lo hago sin ninguna pereza.
En el colegio todo me va bastante bien y no me parece difícil, aunque matemáticas me han ido un poco justas, jejejeje.
Mariano te deseo un feliz año nuevo y que esta noche te lo pases fenomenal con tu familia, amigos,...
Aunque ahora no estén en mi casa ni Silvia, ni Tíffany, ni Kamile estoy segura que ellas
también te desean un feliz año nuevo.
posdata:
No te atragantes con las uvas jejeje...