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BIBLIOTECA Y LECTURA... ¡UNA AVENTURA!

 He viajado a Palencia para hablar de bibliotecas escolares y lectura al alumnado de la escuela Universitaria de Educación: a las futuras y futuros maestras y maestros. La anfitriona era la profesora Mariemma García, directora del curso denominado “Leer para vivir y ser leyendo”.

 

 En estos casos, ya cuando te contratan suelen pedirte el título de la conferencia (sin tener en ese momento una idea clara del tema y de la orientación de la misma), por lo que se procura poner un título indefinido que dé cobijo a un amplio abanico de ideas y planteamientos (por si acaso, claro). En mi caso, no podía sospechar cuánto de “aventura” (como se señala en el título) iba a haber en esta experiencia.  

 

 Inicié el viaje el domingo, 25 de noviembre, por la noche, desde Lleida. El tren salió a las 23 horas, con 40 minutos de retraso, debido a las obras y desaguisados del entramado de cercanías en los alrededores de Barcelona. La noche fue “toledana”. Aunque en el vagón estaba escrita la expresión “Gran Clase”, no tenía esa pinta y la habitación menos. Me coloqué en la cama “enchufado” al último disco de Maná para intentar conciliar el sueño o, cuando menos, descansar un poco y mitigar el ruido constante del tren que, a ratos, era ensordecedor. La verdad es que no pude dormir; tuve algo de frío y llegué, por fin, a Palencia, cerca de las cinco de la madrugada. Salí de la estación cuando partía el último (¿o único?) taxi y allí quedé solo, esperando. ¡Qué frío! Decidí volver sobre mis pasos y entrar en el recinto cerrado de la estación para llamar por teléfono al hotel y rogarles que pidieran un taxi para que me recogiera donde estaba y me llevara, precisamente, al establecimiento hotelero... Tardó en entenderlo quien atendió mi llamada, pero, finalmente, pude montar en el taxi enviado, llegar al hotel y meterme directamente en la cama.

 

  Avanzada la mañana, volví a levantarme, almorcé y llamé a Mariemma, quien vino a buscarme con rapidez. Salimos en su coche dirección campus Universitario de Palencia, pero por razones desconocidas, la ciudadana García se despistó en la rotonda y enfilamos la autovía hacia Santander... Yo no podía creerme lo que me estaba pasando... Salíamos de Palencia y mi compañera y conductora no sabía por dónde había que ir para llegar al recinto universitario... Nos echamos unas buenas risas ante situación tan kafkiana. Yo le decía que indudablemente la lectura de un buen libro es una fascinante aventura, pero que subirse al coche con Mariemma también lo era. Tras preguntar a una brigada de cortadores de setos de autovía (quienes confesaron no ser de la zona) y en una gasolinera, pudimos dar la vuelta, reconducir la situación y llegar al campus universitario. Al rato llegó también el amigo Samuel Alonso y volvimos a reírnos con lo vivido durante la mañana. (Recordé intensamente una tarde noche en Madrid, hace unos seis o siete años, en la que no conseguíamos encontrar el hotel donde nos hospedábamos media docena de personas de los MRPs aragoneses y estuvimos dos horas dando vueltas por la capital y cogiendo todas las Ms posibles: la M-30, la M-40, la M-50 y caminos vecinales... Al final, me bajé del coche, me monté en un taxi y con el taxista indicando y los compañeros siguiéndonos en el otro coche, llegamos a nuestro incierto destino).

 

 Por la tarde, tras la inauguración del curso, intervine por espacio de hora y cuarto hablando de biblioteca escolar y de lectura, tratando de acercar a chicos y chicas de 1º y 2º de Magisterio algunas ideas y algunas sugerencias de trabajo. Tras una breve parada, intervino Samuel Alonso, con un discurso fresco y divertido, hablando de “la geometría de la lectura” (otro título puesto el día de la contratación y con amplio espectro, aunque pudiera no parecerlo) y allí quedó finalizada la primera jornada del curso. Samuel se fue a su pueblo, yo me fui al hotel, cené y me dirigí a la estación para iniciar el viaje de vuelta. Como el tren no venía de Barcelona, esta vez salió sin retraso. Me introduje en el camarote, ordené las cosas y con prontitud me metí en la cama, pues la llegada a Lleida estaba anunciada para las 6:30 de la madrugada. La odisea de la vuelta tiene que ver con el frío glaciar que se respiraba en el habitáculo: se había estropeado la calefacción, pero no se había detenido el generador de aire del aparato. Como no se calentaba, salía “acondicionado”, o sea helado, así que he pasado una noche terrorífica hasta que he llegado y he podido meterme en la cama en mi casa (por espacio de una hora escasa) para entrar en calor.

 

 Y tras este apresurado relato, ¿hay alguien que dude que la biblioteca y la lectura constituyen una fantástica aventura?

4 comentarios

El de antes -

Dile a Santi que ya perdonará por este intento de suplantarlo... Tienes razón, Fina, a ti te "tocó" Santi...

Fina -

¡¡¡EEEEEEHHHH !!!! QUE ME CAMBIAS A MI HOMBRE...jajaja....

José Mari es mi cuñaoooo, el hombre que a mi me toca (jajaja) es Santi.

Pero sí, los hombres rigen mi vida, no sé vivir sin ellos, todo me lo gasto en hombres...jajaja

Besos

Mariano -

Bueno, Fina, si no es con algo de humor, difícilmente se pueden hacer estas cosas. Este tipo de viajes en transporte público siempre proporcionan argumentos para escribir y para echarnos unas risas (después de habernos desahogado con un par de buenos cabreos). Y se agardece mucho que además de leerlo, haya alguien como tú que escriba unas líneas. Saludos a: la Fina, lo José Mari, lo Álex y lo Carlos. No sé, muchos hombres para ti sola.

Fina -

¡¡ Menos mal que el buen humor no te falta !!, porque... entre el retraso de el tren de ida, el frío del vagón sin calefacción y la Mariemma perdiéndose en el recorrido....vamos...esto parece la Ley de Murphy...jajaja...

Que conste que poner el artículo (la) delante de Mariemma ya sé que no es correcto, pero ya sabes que en Fraga se habla así: "lo Mariano, la Merçe..."

Un abrazo