Aprovecho el envío-regalo que hace Rosa Serdio, de un poema para celebrar el Día del Libro, para escribir brevemente sobre esta efemérides, hilvanando cuatro ideas. En primer lugar, reproduzco el poema de Rosa para poderlo leer mañana en la escuela con nuestros tablets (si la conexión a Internet es posible, claro):
“Para pasar este día / con alegría y humor / te daré una recetita / que me dijo don Ratón.Él es sabio y es alegre / porque vive en su rincón, / cerca de la Biblioteca, / donde roe inspiración.Sabe componer poemas, / cuenta cuentos a montón, / disfruta con las leyendas / ¡fisga en el ordenador!Sabe cantar mil canciones, / recita como un actor / en funciones que organiza / por la noche en el Salón.Para que seas como él / su receta me dejó:“Ama siempre la lectura / y escribe más y mejor.Así, cada día que pase, / serás como un escritor / que antes de contarte cuentos / habrá leído mil dos.Todos los días del año / del libro los días son./ Si tú sabes darles vida, / ellos te darán su voz.” Ésta es la simple receta / del sabio amigo ratón. / Espero que la disfrutes / y hoy te pongas en acción.” (Rosa Serdio)
También recibo mensaje de José Antonio Camacho, desde Guadalajara. Él ha elegido un poema de Antonio Machado, con una fotografía de un paisaje de Castilla, sobre el que se cierne un nublado amenazante que le proporciona una extraña belleza:
“Son de abril las aguas mil. / Sopla el viento achubascado / y entre nublado y nublado, / hay trozos de cielo añil.Agua y sol. El iris brilla. / En una nube lejana, / zigzaguea / una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana / y el cristal repiquetea.
A través de la neblina / que forma la lluvia fina, / se divisa un prado verde, / y un encinar se esfumina, / y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero/ sesgan las nacientes frondas, / y agitan las turbias ondas / en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares / y en las pardas sementeras; / hay sol en los encinares, / charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se obscurece / el campo, ya se ilumina; / allí un cerro desparece, / allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos / los dispersos caseríos, / los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza / van rodando en pelotones / nubes de guata y ceniza”.
Desde Santander, es Blanca Gutiérrez Morlote, quien también manda una fotografía de un libro semiabierto y el deseo de Feliz Día del Libro.
Editado por el CIDE, con el slogan "Con-vive-con libros", hemos recibido esta semana pasada un precioso libro apaisado, titulado "Biblioteca de libros fantásticos", de la titiritera, cuentista y educadora, Carmen Domech: una combinación de breves textos y de fotografías de objetos creados por Carmen en los que están presentes los libros o las palabras (muy difícil de explicar sin verlo... Y muy hermoso): "Las faldas de mi abuela, merengue y caramelo, frescos ríos de nata cuando me alisa el pelo. Érase que se era, mi abuela junto al fuego, el borde de su faldafrontera de mis sueños" - Anónimo.
Uno recibe estos regalos-recuerdo con alegría, porque siempre que se recibe una carta, una comunicación breve, una notita... (aunque sea electrónica), uno piensa que quien ha escrito esas líneas estaba pensado en nosotros y, aunque sólo sea por eso, el regalo ya es emotivo y valioso.
Un libro, más otro libro y otro y otro forman una biblioteca: un lugar donde poder cultivar la imaginación y la sensibilidad; un espacio donde se han reunido millones de palabras, convertidas en frases, en versos, en historias que hacen un poco más grande el mundo y pueden ayudarte a soñar... En el Día del Libro, pensemos en las bibliotecas, también en las bibliotecas escolares que deberían ser (y que para algunos lo son) uno de los primeros centros culturales en la vida de las niñas y de los niños.
Copio, para terminar, un párrafo del libro de Josefina Aldecora: “Historia de una maestra”: “Inicié lo que apenas me atrevía a llamar una biblioteca. Sobre un banco íbamos colocando los libros y periódicos que podíamos conseguir. Pocos, muy pocos, pero ya tenían su lugar especial en la clase. Me conmovía profundamente cuando uno de mis niños decía: ¿Puedo usar la biblioteca? Y le veía revisar ávidamente el montoncito de papel impreso que era un tesoro y sobre todo un símbolo de otros tesoros lejanos y difíciles de alcanzar”.
La primera biblioteca de aula que monté en 1982 se parecía mucho a la que describe Josefina Aldecoa en su libro, por eso guardo y he copiado ese párrafo.
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Autor: kamile
Fecha: 23/04/2007 21:47.
Autor: Santiago
Fecha: 24/04/2007 08:33.
Autor: BiblioLoco
Fecha: 26/04/2007 23:37.
Autor: Fina
Fecha: 30/04/2007 15:55.
Autor: yadi
Fecha: 11/04/2008 23:32.
Autor: yessy
Fecha: 17/04/2008 16:35.
Autor: carlos
Fecha: 20/04/2009 23:42.
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