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Libro: Una librería en Berlín

“Una librería en Berlín”. Françoise Frenkel. Barcelona, Seix Barral, 2017. 293 páginas

 

Acabo de leer este libro y sigo reflexionando sobre el planteamiento del mismo. Habla de la ocupación alemana de Francia, pero centrando su relato en lo cotidiano, en las dificultades, los miedos, la incertidumbre, etc. con la que viven las personas de origen judío, los refugiados de otros países que pasaron a Francia pensando que allí nunca ocurriría lo que está ocurriendo... Sorprende que el tono dolorido, en algunos momentos como es lógico, pero sin quejas sobre la dura situación en la que tiene que vivir, agradeciendo siempre de manera muy viva las ayudas que le prestan hombres y mujeres franceses que sienten vergüenza de lo que se está haciendo en su país, bajo el gobierno colaboracionista de Vichy y la ocupación alemana.

La autora, Françoise Frenkel, había nacido en Polonia, de origen judío. Estudió en Francia. Su vocación de librera la llevó, junto con su esposo -Simon Rachenstein- a abrir la primera librería francesa en Berlín: La Maison du Livre (1921). Librería que fue cambiando de lugar a medida que aumentaba el número de clientes, el fondo de libros y revistas y las actividades paralelas que tenían lugar en ella: biblioteca de préstamos, presentaciones de libros, escritores que acudían a ella y dirigían unas palabras a quienes asistían... F. Frenkel era una mujer apasionada por la lengua y la cultura francesa. Cuenta en el primer capítulo titulado: “Al servicio del pensamiento francés en Alemania”, apenas treinta páginas, los avatares que vive y sufre con su pequeño negocio, que se agravan sobremanera a medida que el nazismo se apodera de todos los aspectos de la vida en Alemania y comienzan a promulgarse leyes, decretos, anuncios que restringen movimientos y amenazan la vida diaria de quienes no pertenecen a la raza aria. A pesar de que la autora posee documentos que apoyan decididamente su negocio y tiene amistades que la avalan en diferentes países, llega un momento que considera insoportable y peligroso seguir en Berlín y cierra su negocio (julio de 1939) para trasladarse a París, pensando que allí estará a salvo.

La guerra avanza y la autora se va desplazando hacia lugares donde todavía no ha llegado, mientras tiene que lidiar con las renovaciones de sus permisos de residencia, documentos de identidad, etc. Soporta pacientemente interminables colas durante horas para realizar esos trámites o para conseguir los alimentos básicos que le permite la cartilla de racionamiento... Largas caminatas para huir de una ciudad a otra, esperas en los andenes a que pase algún tren para poder viajar a otro lugar... Todo ello encaminado a sus grandes objetivos en ese tiempo, pasar a Suiza para sentirse a salvo; ver si puede contactar con su familia polaca de la que no tiene noticia desde hace años (recuerda cada poco a su madre, a la que no ha visto hace tanto tiempo) y evitar la deportación a campos alemanes ... Abandona París en vísperas de la ocupación; se traslada a Aviñón; luego a Vichy; vuelta a Aviñón. Viaja hasta Niza; se refugia en algún lugar de la montaña; debe volver a Niza. Pasa a Grenoble y es detenida cerca de la frontera con Suiza. Acaba como prisionera en Annecy y es juzgada en Saint-Julien. Retorna a Annecy y se dirige a la frontera, donde es nuevamente detenida... Y finalmente, accede a Suiza donde termina un periplo vital cargado de incertidumbre y desasosiego, pero con un agradecimiento enorme a quienes, en todas esas idas y venidas, la escondieron, la ayudaron y pusieron en peligro su vida por salvarla. Françoise remarca o aporta en muchas ocasiones el estado de ánimo de hombres y mujeres franceses, que han establecido redes de protección de personas perseguidas, auténticos héroes anónimos que combaten la injusticia ofreciendo lo que tienen y algunos de ellos, maldiciendo a los ocupantes y a quienes se han puesto a sus órdenes de manera tan obediente. Muchos franceses que expresan un sentimiento de que algún día las cosas cambiarán y quienes ahora avasallan, detienen, amenazan y deportan a miles de personas, pagarán debidamente sus atropellos.

Y en esos capítulos que va contando con mesura y serenidad las dificultades para sobrevivir día a día, cuenta también, diversas historias de las personas que sufren a su lado las mismas inconveniencias para poder vivir. Pequeñas historias, detalles que enriquecen la obra, sin duda y dibujan, como ya he dicho, la situación que se vivía en Francia en la época de la ocupación alemana, lejos de los frentes de guerra.

El Nóbel francés, Patrick Modiano es el autor del prólogo. Parece ser que Françoise Frankel no escribió más libros que éste y que poco se sabe de su vida con posterioridad a lo que cuenta en esta obra. Había nacido en julio de 1889 y murió en Niza en 1975.

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