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Semana santa: días de fiesta

Las pasadas vacaciones de semana santa, las dividimos en tres bloques temporales: el primero lo pasamos en Barcelona; para el segundo, subimos a Labuerda y, finalmente en el tercero, bajamos a Sevilla.

 1. Es un enorme placer visitar Barcelona de vez en cuando: recorrer sus calles, caminar por alguno de sus barrios, mercados, plazas céntricas, acercarse al mar, visitar algunas exposiciones... Viví cuatro años en la ciudad. Eran otros tiempos y yo tenía otra edad (en realidad, menos de la mitad de la que tengo). Barcelona sigue siendo una ciudad cosmopolita, llena de posibilidades estéticas, con mucha gente en las calles y plazas y con múltiples focos de atención para un visitante esporádico.

Uno de los cambios más significativos que he visto en Barcelona, desde aquella época de mediados y finales de los setenta, ha sido la recuperación de su litoral marítimo. Definitivamente, se ha abierto al mar de una manera esplendorosa y hoy día, una multitud de personas camina, pasea, corre, se sienta, charla, mira, hace fotos... a la orilla del mar. La climatología de la ciudad ayuda mucho a esta fiesta ciudadana.

 En esta ocasión, aprovechamos una tarde de nuestra estancia, para acercamos hasta el recinto del CaixaForum con el fin de visitar dos exposiciones. La primera estaba dedicada a la arquitectura de “Le Corbusier. Un atlas de paisajes modernos”. Le Corbusier (en realidad, Charles-Edouard Jeanneret) nació en la localidad suiza de La Chaux-de-Fonds en 1887 y murió a orillas del Mediterráneo, en 1965. Fue arquitecto, urbanista, pintor, diseñador de mobiliario, escritor, editor y fotógrafo y cineasta aficionado. Asombraba la fuerza y la libertad poco convencional de sus ideas. (Puede verse hasta el 11 de mayo).

  La segunda exposición se titulaba “Mediterráneo. Del mito a la razón” y reunía 165 obras griegas y latinas: estatuas, relieves, cerámicas, frescos, mosaicos y joyas, procedentes de museos europeos. “Del próximo Oriente a Egipto y de allí a Grecia y más tarde a Roma, el Mediterráneo fue la vía de comunicación de creencias, ideas, conocimientos y formas culturales, cuya influencia se extiende hasta hoy”, podemos leer en el políptico editado. Esta exposición tenía un catálogo editado con fotografías de lo expuesto y los textos que las acompañaban. No son baratos estos catálogos, pero me gusta comprarlo para poder “volver a ver” la exposición con más tranquilidad. (Puede verse hasta el 15 de junio)

 2. De Barcelona, viajamos a Labuerda, que como contraste no está nada mal. De una populosa ciudad a un minúsculo pueblo de una comarca pirenaica: Sobrarbe. Subimos con Mercè e hicimos una parada en El Grado. Nos acercamos hasta un espacio nuevo, denominado “El molino de Chuaquín”, construido en memoria del que fuera alcalde de  dicho pueblo: Joaquín Paricio. Como el edificio no estaba abierto, no pudimos ver lo que se anuncia en un cartel respecto de su contenido. Sí dimos una vuelta por una especie de parque en el que encontramos paneles grandes con fotografías que recrean viejos oficios, hoy ya casi desparecidos, unos y olvidados, otros. Al lado de los paneles grandes, otros pequeñitos explican algunas peculiaridades de dichos oficios. Hago fotos y pienso que podría ser un lugar interesante para parar, cuando bajamos de las excursiones que hacemos con los chicos de la escuela a Sobrarbe.

 En Labuerda, como ya he contado en otras ocasiones, tengo uno de mis nidos. En el “viejo granero convertido en joven salón

(http://gurrion.blogia.com/2013/082601-el-viejo-granero-y-el-joven-salon.php)

me aposento y el tiempo pasa a otra velocidad. Ordeno los últimos materiales que he subido conmigo (en una “bolsa verde” de la que tengo que hablar un día) y luego ya mis tentáculos culturales se extienden por el recinto y fijan su atención en distintos armarios, en diferentes materiales que voy cogiendo, abriendo, ojeando, leyendo, guardando de nuevo... ¡Tengo tantos libros por leer; otros por releer!, ¡tantas revistas, periódicos, recortes, dossieres variados; colecciones, cajas llenas de objetos...! El día de viernes santo, viajamos hasta el valle del Ara, con Ana y Daniel. Teníamos intención de ir a comer con la familia de Sarvisé, pero antes nos acercamos a Bujaruelo. Sin duda, uno de nuestro rincones favoritos. Aunque ya sabíamos que habría mucha gente, por ser la fecha que era, empezamos a preocuparnos al pasar por Torla y ver la cola interminable de gente que estaba esperando para sacar billetes para los autobuses que debían llevarles a la pradera de Ordesa. Efectivamente, cuando llegamos a Bujaruelo, había ya coches a montones y “grupos vacacionales” típicos de estas fechas festivas, formados por 10, 12, 14, 16... personas.

 Hicimos el recorrido de siempre, tomando abundante fotos. El Ara bajaba con el deshielo incorporado; con un mayenco turbio y arrollador; espectacular en algunos tramos, como ya habíamos visto al subir, en el puente cercano al camping de Fenés. Los picos de los alrededores estaban cubiertos de nieve; hacía un día bueno, pero había que llevar al lado una prenda de abrigo para protegerse del viento. Nos sentamos a la orilla; echamos un bocado; nos mojamos las manos y seguimos haciendo fotos. Sólo faltaba un verde más intenso y brillante en la hierba, “quemada” todavía por la nieve invernal. Regresamos al cabo de hora y media al lugar donde habíamos dejado el coche y salimos del atasco antes de que se produjese: solo había un carril de entrada y salida, como consecuencia del aparcamiento de coches por los dos lados de la carretera. Realmente excesivo. Paramos en Broto a hacer unas fotos y tomar un refresco y llegamos a Sarvisé para comer. Tras la sobremesa, un paseo por los llanos de Sarvisé, jalonados por grupos de vacas y terneros pastando, praderas verdes, nogales con hojas...; paisaje idílico para el turista; paisaje lleno de trabajo y dificultades para el lugareño, como siempre.

 3. Este año, las vacaciones de semana santa se vieron incrementadas en dos días, debido a las coincidencias. Dos días después de haberlas terminado, se celebraba del día de San Jorge –fiesta autonómica-. La autoridad educativa colocó un día de fiesta entre el 21 y el 23 de abril y, por tanto, ya no regresamos al tajo hasta el jueves. Un mes antes, se había recibido en el colegio un e-mail desde Sevilla, preguntando por mí. Querían que participase como ponente en las III Jornadas Provinciales de Bibliotecas Escolares de Sevilla. Mi ponencia debía ser “conferenciada” el día 23, entre las 17:30 y las 19:30 horas. Acepté, solicité permiso oficial y nos fuimos a Sevilla. En 1998, en el mes de mayo, viajamos con Mercè a esa ciudad por primera vez. Había organizado el Ayuntamiento sevillano las Séptimas Jornadas de Bibliotecas Escolares y me habían invitado a participar contando el trabajo que veníamos desarrollando en el colegio. La ponencia se desarrolló en un barrio algo degradado de la capital (según nos explicaron), cuyo nombre no recuerdo, en un edificio público, conocido popularmente como “El Esqueleto”, cuyo nombre da idea del tiempo que tardaron en terminarlo. Posteriormente, he vuelto a Sevilla en otras ocasiones, siempre con motivo de participar en eventos bibliotecarios o relacionados con la escuela y la enseñanza.

 Volviendo al viaje reciente, tuvimos la oportunidad de encontrarnos, la noche de nuestra llegada, con Álex y su madre María Jesús, que vinieron a buscarnos a la estación de Santa Justa y nos acompañaron a tomar una cervecita cerca del hotel. Álex y María Jesús son ya como de la familia. El día 22 nos dedicamos a hacer turismo por lugares emblemáticos de la ciudad: el Guadalquivir, Triana, Torre del Oro, Giralda y alrededores... Por la tarde-noche nos encontramos con Maribel Vidaller (a quien hacía muchos años que no veíamos) así como con Carmen Moya quien –y aquí viene una de las “casualidades” asombrosas de la vida-, está precisamente en el mismo colegio que Maribel. Carmen estaba en un CEP hace unos años y fue una de las que me acompañó una de las veces que reclamaron mi presencia en la capital andaluza, como he explicado. Pasamos una muy agradable velada charlando y recordando. Con Maribel tuvimos frecuente y estrecha relación en sus años por la zona del Bajo Cinca, por ser compañera en Aula Libre, aunque luego la vida nos ha llevado por caminos divergentes que siempre acaban convergiendo; no hay más que verlo, je, je. Esa tarde, nos contaron, habían celebrado en su colegio el primer cumpleaños de su biblioteca escolar y estaban muy ilusionadas con la implicación de las familias en su funcionamiento.

 El día 23 por la tarde, en el pabellón Fujitsu de la antigua expo se inauguraban las Jornadas y debía exponer yo mi aportación. Los actos se retrasaron porque el político de turno llegó media hora tarde. Estábamos todos y todas los que teníamos que estar. Solo faltaba el único que era totalmente prescindible, pero condicionó el desarrollo de la tarde. No dijo nada relevante y se largó nada más terminar el acto siguiente, protagonizado por alumnos, conmemorando el Día del Libro (una “perfomance” que estuvo muy bien). A continuación, Mª Luisa Granados me presentó al auditorio y desde las seis y diez de la tarde hasta las ocho menos cuarto, traté de animar al respetable, señalándoles algunos caminos de dinamización de la biblioteca escolar. Había llevado mi maleta viajera y bibliotecaria, pero no hubo tiempo material para que, quienes quisieran, pudieran bajar de los altos graderíos y pudieran ver y tocar los materiales de manera directa. Aún ahora, cuando pienso en ello, me viene ese gusto agridulce de no sentirme del todo satisfecho con lo que hice, por falta de tiempo.

 Hacia las nueve nos reunimos con un grupo de maestras y maestros del colegio Aljarafe

(http://gurrion.blogia.com/2008/090401-he-vuelto-del-sur-i-.php).

Los “bauticé”, hace ya seis años como CRAP (Comité de Recepción y Acompañamiento al Ponente) y son un tipos y unas tipas geniales. Allí estaban, para acompañarnos a tomar unas cervezas y degustar unas tapas, en la noche sevillana. Antonia, José María, Charo, Águeda, Juan, Cristina... tenían que trabajar al día siguiente (el día que nosotros regresábamos a Fraga), pero no faltaron a la cita. Estuve en su colegio los días 2 y 3 de septiembre de 2008 (y esa noche hicimos memoria de ello y aún comentaban que, como ya se han jubilado unos cuantos, que debería volver para reafirmar aspectos de escritura y lectura entre los nuevos...) y me sentí tan acogido y bien tratado que no me los quito de la cabeza y, cada vez que he bajado a Sevilla, aviso a Antonio y ella ya se encarga de poner en funcionamiento al CRAP. Es un lujo tenerlos ahí.

 Cuando regresas de un viaje así, lo haces con un cúmulo de sensaciones positivas y reafirmándote en que, las personas comunes, somos grandes; tenemos una enorme capacidad de relacionarnos, de animarnos unos a otros, de hacer más llevadera la vida y tenemos en común y compartimos la mayor parte de lo que somos, hacemos y pensamos y que las diferencias son menores en cantidad y, seguramente, en calidad, que las cosas que nos unen... Porque lo cotidiano se articula en torno a ejes primarios: dormir, comer, trabajar, relacionarnos, pensar y amar... En la conjugación adecuada de esos seis verbos generales (cuya lista podríamos ampliar, sin duda) tiene lugar el hecho de vivir.

 Hace unos años, un texto descriptivo de este estilo lo escribía al día siguiente de haberse producido los hechos. El caso es que los años no pasan porque sí y uno se torna más perezoso para algunas cosas o necesita un tiempo añadido hasta encontrarle sentido a escribir. Solo entonces, las palabras fluyen a la vez que acuden los pensamientos-recuerdo a la mente... Las vacaciones de semana santa parecían ya olvidadas, pero este texto lo va a impedir, je, je.

2 comentarios

Mariano -

Je, je, Silvia. Me alegro que hayas viajado a Sobrarbe, desde la distancia. Yo sé que me repito, pero es que en esta comarca pirenaica del Alto Aragón, uno siente pulsiones especiales (como las que sienten otras personas en otros lugares, ni más ni menos, tampoco hay que exagerar). He visto el álbum de fotos que has publicado sobre Las Grutas y también compruebo que estuvisteis en un lugar bello, con grandes atractivos y un componente telúrico: esos acantilados, esa mareas que hacen desaparecer el mar y luego lo devuelven... Te confieso que nunca he entendido lo de las mareas; me sigue pareciendo magia... Como a magia me suena que me hables de que vuestro otoño se está acabando, cuando aquí caminamos hacia el verano y algunos días ya sentimos el calor... Cosas de este mundo “redondo”... Te mando un fuerte abrazo. Que tengamos salud y que podamos seguir leyéndonos.

Silvia Luz -

Hola Mariano!
Qué feliz me siento al recorrer esos lugares de la mano de tus relatos! Que no te quepan dudas de eso, viajé al Sobrarbe, ví y sentí su paisaje y por eso te agradezco que lo cuentes.
Por mi parte, para Semana Santa tuve la visita de mis hijos y nietos, que aprovecharon para verse ellos, compartir tradiciones familiares, pasear por los lugares de la niñez y disfrutar. Yo feliz, con mis adorados nietos, jugando, mimando y haciendo los gustos culinarios de todos. Crecen muy rápido y no me gusta! aunque cada edad tiene su encanto.
Por eso este puente de mayo nos fuimos con nuestros eternos acompañantes (un matrimonio amigo)a Las Grutas, un lugar a orillas del mar, muy pintoresco y por estas fechas bastante solitario, lo cual es de agradecer para poder disfrutar de largas caminatas por la playa y los acantilados. También fuimos al puerto de San Antonio, de donde parte la mayor cantidad de fruta que se exporta, un puerto de aguas profundas (San Antonio Este)que de todas maneras los barcos tienen que esperar que suba la marea para poder zarpar; y un puerto de pescadores (San Antonio Oeste)que está en la ría sobre la que está emplazada la ciudad, también muy pintoresco, ya que los barquitos están varados en la arena del fondo, apoyados en los muelles hasta que la marea los haga flotar y puedan salir. Creo que hay pocos lugares en el mundo donde se nota tanto el cambio entre altas y bajas. Ya subiré unas fotos para ilustrar el paseo en "feis". Total que pasamos cuatro días muy entretenidos, con un poco de viento frío pero lindos.
Hasta la próxima, Mariano, una abrazo desde este precioso otoño que ya va llegando a su fin.