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gurrion

131 gurriones

Mayo es un mes “gurrionil” por excelencia. Es el mes en el que se publica el segundo “gurrión” de cada año. No es fácil “construir” un ejemplar de esa revista, que ya lleva 131 números y camina hacia los 33 años de existencia. Resulta admirable la fidelidad de unos cuantos colaboradores y colaboradoras que nunca faltan a la cita trimestral con sus aportaciones. Esa actitud de cooperante gratuito y desinteresado es un caudal de energía positiva que sostiene al coordinador de la publicación, en esta especie de empresa voluntaria e interminable, a la vez.

Pues eso, que ya está la revista en la calle, que ya la están recibiendo en sus domicilios los suscriptores y suscriptoras, que también la podéis leer en “La cadiera de Macoca” y en la web de la revista y que para muestra un botón: seguidamente, os dejo con la presentación de la misma; un texto algo más extenso que otras veces, que transita por los mismos vericuetos que los anteriores. Un abrazo y nos vemos en agosto, cuando vea la luz el número 132.

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 Malos ejemplos

 Reiteradamente, no dejan de llegarnos desde el poder malos ejemplos... ¡Es tan desesperante todo lo que está pasando que dedicamos y consumimos un exceso de energía en pensar, reflexionar y –las más de las veces- entristecernos con lo que vemos y oímos, y con lo que no vemos e intuimos!

Lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a que todo lo inmoral sea ya natural...

Cada vez que escuchamos las declaraciones de algún “irresponsable” político, rescatadas de la videoteca, y, seguidamente, las contrastamos con lo que opina, dice o hace ahora, recorre nuestro cuerpo un fogonazo de rabia (por no decir otra cosa) que debe salir por algún lado porque, de quedarse dentro, nos abrasaría... Enseguida pensamos que seríamos incapaces de seguir saliendo a la calle si nos pillaran en semejante mentira o en semejante desvergüenza, pero con esta casta no pasa nada y todo sigue igual.

Cada vez que escuchamos a un irresponsable político valorar una sentencia judicial, nos damos cuenta de su catadura moral: si la misma roza sus intereses partidistas, la pone a caldo o, por lo menos, entre paréntesis; si se refiere a sus adversario, entonces pide respeto a las decisiones judiciales... ¿Se puede ser más indigno, peor persona?

Cada vez que escuchamos a un irresponsable político hablar de las protestas de los ciudadanos, ante tantas canalladas que nos están ahogando, dice que las considera excesivas y, en algunos casos, ilegítimas... Ya no se acuerda de cuando, estando en la oposición, se manifestaba alegremente cada fin de semana por las calles de Madrid “porque había que salir a la calle para que el gobierno cambiara su proceder”. ¿Se puede ser más sinvergüenza y más intolerante?...

Cada vez que escuchamos a un irresponsable político utilizar el lenguaje para explicar las cosas cambiando los nombres que siempre han tenido, nos sentimos profundamente insultados y tenemos ganas de vomitar... Llamar “movilidad exterior” a la necesidad de abandonar el país para buscarse el futuro porque aquí ha sido borrado del todo; llamar “ajustes” a  los interminables recortes en servicios básicos: asistenciales, sanitarios, educativos; denominar a la vergonzosa “amnistía fiscal” con el elaborado eufemismo de: “medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas”; o disfrazar el “rescate a la banca” como un “préstamo en condiciones extremadamente favorables”, por citar solamente algunos ejemplos, pueden dar una idea de cuáles son los niveles de perversión que manejan los gobernantes que tenemos la desgracia de padecer en estos momentos.

 En realidad, no tendríamos espacio suficiente con un monográfico gordo gordísimo de esta revista para relatar todas las infamias de esta gente, empeñados en gobernar de espaldas al pueblo. Es difícil hacerlo peor... Salvo los curas, las monjas y los obispos (encantados de la vida, imaginamos) y los votantes del PP (que ya están tardando), todos los colectivos del país se han manifestado en contra de las políticas impuestas por estos exterminadores. Actúan con premeditación y alevosía; con chulería y desvergüenza; con enormes dosis de cinismo y esa puta sonrisa que delata sus malas intenciones. ¿Alguien conoce algún arma de destrucción “+IVA”, más peligrosa que esa voz de “dibujos desanimados” y esa sonrisa gominosa en el rostro del ministro de hacienda?

 No parece que resulte muy complicado ser generoso desde la abundancia. Una mayoría absoluta debería servir para administrarla con respeto, con audacia y con compasión; propiciar encuentros y debates; aceptar aportaciones diferentes; poner sobre la mesa posturas distintas y luego discutir, valorar, consensuar..., lo que se pueda... Eso sería una lección práctica de democracia; lo que se está haciendo es una imposición monolítica y dictatorial de unos postulados ampliamente contestados por los colectivos sociales afectados. La arrogancia, la bravuconería y la imposición son lamentables ingredientes, que solo sirven para legitimar la venganza de los siguientes que podrán decir la triste frase de “cuando gobernemos nosotros, os vais a enterar”.

 Los que ya tenemos una edad, nos sentimos montados en la máquina del tiempo, pero impelidos claramente hacia atrás; es una máquina retrógrada que nos lleva a tiempos que creíamos superados y nos deja en peor situación... Cuando se vive una situación límite, precaria o difícil, pero se vislumbra un horizonte de cambio esperanzador y se tiene la clara sensación de que, aún con dificultades, se va avanzando, se sobrevive con más empuje, ilusión y ganas, que cuando se nos propone un viaje de regreso; casi nadie discute este postulado.  Ahora vamos claramente hacia atrás, en casi todo... Y somos muchos los que no queremos hacer ese viaje, los que lamentamos que se nos haga esa propuesta. No entendemos que se salven bancos en lugar de salvar personas; no entendemos que se sigan quitando viviendas a las familias que ya lo han perdido casi todo; no entendemos que se eliminen las ayudas a la dependencia y se quiera implantar una ley del aborto tan retrógrada y dañina para las mujeres; no entendemos que se siga financiando a la iglesia desde el estado y que la asignatura de religión vuelva a servir para promediar en los estudios; no entendemos que los responsables de debacles bancarias y de estafas preferentes cobren indemnizaciones millonarias y no vayan a la cárcel... ¿Esto es un país democrático o el cortijo del tío Paco y la tía María? Y, sobre todo, no entendemos que esta gente no entienda que las leyes están para regular la vida y la convivencia de todos, no para recoger e imponer el pensamiento de unos pocos a toda la población.

Tenemos una casta política que decide sobre lo divino y humano, que se permite la licencia de opinar sobre cualquier colectivo de personas, de trabajadores y tomar medidas muy negativas para ellos, pero que es muy inconsecuente. Si su llegada al poder no ha conseguido más que aumentar el paro, aumentar el número de personas que se han quedado sin vivienda; aumentar el número de personas que necesitan de la beneficencia para poder vivir... Si, desde su llegada al poder no hay ni un solo índice económico que haya mejorado, está claro que son unos políticos inútiles, cuyos índices de productividad (eso que tanto juzgan en los demás) están por debajo del cero... Si tuvieran vergüenza, presentarían la dimisión, se irían a casa después de pedir perdón y devolverían una parte de sus inmerecidos salarios... Pero, claro, estamos en Españistán y aquí lo que hay que hacer si te quedas sin trabajo y al borde de la miseria es rezar, que eso alimenta mucho y sosiega cantidad... Con estos ejemplos delante de nosotros, hace falta valor para mantener las concepciones éticas que heredamos de nuestros padres y que debemos enarbolar ante este desmoronamiento social. Debemos rearmarnos emocional y éticamente los ciudadanos para sobrevivir, pero no debemos dejar de denunciar los “malos ejemplos”, esos comportamientos que nos llenan de vergüenza y de indignidad.

 Por lo demás, con algún retraso inesperado, fruto de inoportunos catarros en una primavera que no lo parece, tienes en las manos un nuevo “gurrión” que, además, es capicúa. Esperamos que sus contenidos sean de tu agrado y que pases un rato agradable en su compañía. Salud y fuerza para vivir y nos vemos en agosto.

(Texto de Presentación del número 131 de El Gurrión)

2 comentarios

Anónimo -

Un abrazo, Ana. Me alegro que hayas recibido y leído la revista. Corren unos tiempos indecentes, en realidad, propiciados por gente sin escrúpulos, dotados de una única neurona programada para robar y enriquecerse... Y luego están los que no cejan de conspirar contra lo que habíamos construido para desmantelarlo: una pandilla de vulgares cabrones...
Mariano

Ana J. -

Hola Mariano. Después de bastante tiempo sin entrar por aquí, hoy quiero mandarte un abrazo y darte las gracias pues he recibido el nuevo "Gurrión" que me ha hecho pasar un rato muy agradable.
Por otra parte estoy completamente de acuerdo con tu editorial; corren malos tiempos para la gente decente.