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POR TIERRAS DE JAÉN

Hay viajes que incorporan, sorprendentemente, un perfil circular; de modo que lo que quedó iniciado hace mucho tiempo se retoma y uno puede tener la sensación de que no ha pasado el tiempo al encontrarse cara a cara con algunas personas con las que coincidió en el pasado. Podríamos llamar a ese fenómeno “cerrar círculos” o completar itinerarios, que quedaron abiertos y difuminados hace muchos años y que, pasado el tiempo en grande o en pequeña cantidad, se presenta ante nosotros la posibilidad de retomarlos, rememorarlos y cerrarlos momentáneamente o realizar nuevas aperturas que se completarán en el futuro…¡Qué intriga!, ¿no?

 

Viajamos con Mercè al sur, con una reiterada información meteorológica desfavorable que nos tenía algo preocupados. Es posible que por esas tierras de Andalucía no hayan padecido una temporada de lluvias tan amplia e intensa como la que les ha azotado este otoño-invierno. Una vez finalizado el viaje, ya de vuelta en casa siguen las noticias de inundaciones sorprendentemente grandes e inesperadas, que causan enormes pérdidas y un tremendo dolor. No se han cebado en producir víctimas mortales, pero la pérdida de la casa y los enseres que uno ha ido construyendo y acumulando como parte de su propia historia debe producir un dolor hondo y desconsolado que te deja muy mermado de ánimo y energía…

 

El itinerario de salida siempre es movido: taxi hasta Lleida, tren hasta Barcelona, avión hasta Granada y taxi desde ésta ciudad, que no vimos, hasta Jaén… Ana Gómez puso todo el empeño para que fuéramos por esas tierras. Ya estuve hace un par de años y recibí un trato de alta consideración, de franca amistad, por tanto no hizo falta insistir mucho para convencerme. La ventaja y la novedad en este caso es que iba a viajar en compañía, cuestión siempre preferible, cuando las circunstancias lo permiten, claro.

El día 18 de este mes realizamos el viaje comentado y Ana nos vino a buscar al hotel para acercarnos al CEP de Jaén, que se halla ubicado en lo alto de la ciudad, muy cerca de un extenso castillo (castillo de Santa Catalina), devenido en Parador Nacional, desde el que se aprecia una vista magnífica de la ciudad. Pudimos comprobarlo horas más tarde, finalizada la sesión, cuando realizamos un curioso recorrido nocturno para poder apreciar una muy atractiva vista nocturna de la ciudad, en la que destacaban las dos “catedrales” de la misma  (si se me permite la broma): el edificio de El Corte Inglés y la Catedral de verdad, que es sorprendentemente grande, monumental, una pieza única del Renacimiento andaluz, construida entre los siglos XV y XVIII y en cuya construcción participó el arquitecto Andrés de Vandelvira.

 

Nada más entrar en el CEP tuvimos un encuentro inesperado, de los nombrados al principio. Una de las personas asistentes  a la Jornada era Paco Fuentes, maestro jienense, con quien compartimos los dos primeros cursos de nuestra andadura pedagógica en Canovelles (Barcelona), en la segunda mitad de la década de los setenta. Fue un encuentro inesperado que nos llenó de alegría porque tuvimos una estrecha relación, tanto personal como profesional. Y quedó para un próximo viaje (nuestro hacia Jaén o suyo hacia Huesca) poder estar más tiempo juntos (también con su compañera Gabri que ese día no estaba presente). A la vez saludamos también a Raúl Vacas (con quien vamos coincidiendo este curso en diversos sitios: Burgos, Mérida y ahora Jaén) y con quien tenemos ya una relación abierta y distendida, aderezada con componentes humorísticos de ida y vuelta y cultivada con el intercambio de cartas y materiales… Raúl está encantado con la publicación reciente de su libro “Esto y ESO” y sus amigas y amigos muy encantados también de verlo tan contento.

 

Comimos con todos los participantes a las “III Jornadas Provinciales para Coordinadores/as del Plan de Lectura y Bibliotecas Escolares” y conversamos también con Gloria Durban y con Ana, nuestra anfitriona, y nos echamos unas risas hasta la hora de comenzar la sesión de trabajo. A partir de las cuatro y media, Raúl con el profesorado de Secundaria y yo mismo con el de Primaria, tratamos de mostrar algunas posibles líneas de trabajo y algunos planteamientos animosos para que el personal encuentre caminos nuevos, creativos, más o menos sorprendentes a la hora de trabajar en el aula o desde la biblioteca escolar; ofrecer, en definitiva algunos recursos para potenciar el necesario proyecto personal que cada maestro, cada maestra debe ir definiendo a lo largo de su vida, como corresponde a cualquier persona que vaya perfilando y dominando su oficio.

Todo transcurrió sin problemas, funcionaron perfectamente las nuevas y las viejas tecnologías y las apersonas asistentes se mostraron receptivas, respetuosas e interesadas en lo que se les mostró, lo cual siempre deja un buen sabor de boca entre quienes “ponen” y entre quienes “sacan”…

 

Por la noche, paraguas en mano, iniciamos un recorrido por las calles de la capital, tendente a tomar unas tapitas para cenar; todo eso tras saludar a Jose, el compañero de Ana Gómez; un ejemplo de amabilidad y hospitalidad, quien ya me había acompañado en mi anterior viaje. Al poco de empezar el itinerario nocturno, una nueva sorpresa: conocer a Javier Milla, colaborador desde hace unos pocos números de la revista El Gurrión con una sección denominada “El fotógrafo y los pajaricos”. Javier, al margen de su actividad profesional, siente una atracción tremenda por el mundo de las aves y es capaz de recorrer varios cientos de kilómetros o cruzarse el país para poder fotografiar una especie, un “pajarico que aún no tiene”. Podríamos decir que es un coleccionista de fotos de aves. Sus fotos son realmente maravillosas. Estaba predestinado que en una ciudad –Jaén- donde hay una taberna desde 1888, llamada “EL GORRION”, un día, encontraríamos un fotógrafo que “trabajaría” para la revista “EL GURRIÓN” de Labuerda.

 

El día 19 amaneció como amanece en muchos puntos de Andalucía, últimamente, lloviendo. Aún así, nos desplazamos Ana, Jose, Raúl, Mercè y un servidor a Baeza y Úbeda, ciudades Patrimonio de la Humanidad desde 2003. Paseamos por sus calles, vacías de gente, con el paraguas abierto y los abrigos apretados porque no sólo llovía, también hacía un frío que pelaba. Interrumpimos nuestros paseos para echarnos al cuerpo bebida y comida caliente y contrarrestar el frío exterior en varias ocasiones. Las dos ciudades tienen mucho que ver y que disfrutar. Estando por allí era ésta una visita obligada. Además, en Baeza pudimos visitar el aula donde trabajó Don Antonio Machado, a quien profeso un amor poético viejo y consistente. Me acordé de la estancia en Baeza de hace un par de años y de la foto que nos hicimos con Antonio G. Teijeiro, flanqueando la imagen, el busto del poeta. Además de los edificios no puede irse uno de Baeza sin probar los “virolos”: “un poema comestible de hojaldre y viento” que lleva el nombre del mote de la familia que los fabrica.

 

Acompañamos a Raúl hasta Linares a coger el tren de regreso a su añorada y salmantina Rodasviejas y allí se produjo un nuevo reencuentro. En 1976, en el cuartel de Barbastro, coincidí haciendo la mili con José Faya, un maestro de Jaén. Desde la finalización del servicio militar no habíamos vuelto a vernos y ahora, las circunstancias han hecho posible retomar la conversación que dejamos aparcada hace 34 años. Allí, en Linares, frente a la estación de tren, recordamos brevemente algunos pasajes de aquella aventura que truncaba durante más de un año nuestro deseo de trabajar y nos sumía en “el tiempo de la inutilidad”, rodeados de unos mandos maleducados y gritones (la mayoría) que decían y nos hacían hacer cosas sin sentido… José es ahora director de un instituto y los dos nos vimos con la misma estatura, pero con muchas más arrugas, je, je.

 

Por la noche, tras pasar por la capital para recoger algunas cosas, estábamos ya en la casa de campo de Ana y Jose, en compañía también de dos “pequeñajas”, muy agudas, simpáticas revoltosas, que nos enseñaban palabras en inglés y que querían que les dijéramos palabras y frases en catalán (Y que traducían con sorprendente facilidad): Luna y Celia…Y de dos perritos, juguetes de las niñas, que aunque viven y se refugian en otra casa, cuando llega Luna y sus papás, acuden a ésta “ipso facto”. Al día siguiente salió el sol y aprovechamos el regalo para recorrer el monte. Estábamos frente a Martos (caserío blanco y muy atractivo en la distancia, al pie de una peña grande), aunque separados por varios kilómetros, en una casa rodeada de olivares colonizando las suaves y sucesivas colinas, en las que también quedaban restos de la vegetación original: coscojas, robles, encinas y otros arbustos. Un lugar precioso, en el que se apreciaban las manchas blancas de pequeños cortijos aislados donde, generalmente personas mayores, siguen trabajando esforzadamente para cultivar el olivo… El paseo nos regaló sensaciones y paisajes maravillosos: estar solos en el monte, rodeados de pequeñas colinas y vaguadas, todas cubiertas de olivos que, en filas interminables ascendían y descendían por ellas;  No escuchar ni un ruido estridente, sólo la cadencia de nuestras voces, acompañando el paseo o los breves descansos, más para mirar detenidamente que para descansar, porque los desniveles no eran fuertes; saludar a algunas de las personas que habitan los cortijos aledaños, personas que han vivido allí toda la vida y que nos hicieron sonreír con su visión de la vida, con su característico acento y que nos sorprendieron en algún caso con insólitas aficiones. Por la tarde llegó Javier de nuevo, el hombre de los “pajaricos”; venía de la Sierra de Cazorla de fotografiarlos. Nos mostró sus capturas fotográficas (www.javiermilla.es) y nos dejó boquiabiertos, una vez más. También llegaron los padres de Celia y me enteré que su padre –Jorge- ha trabajado e investigado en torno a los pozos de nieve en algunas zonas de Andalucía. Le regalé un “gurrión” y le hablé de que también en Huesca se han investigado y quedamos en ponernos en contacto y en intercambiar documentos. ¡De sorpresa en sorpresa, vaya! Fue un día intenso y muy agradable, haciendo fuego, paseando, comiendo, charlando y haciendo fotografías al entorno, aprovechando el sol inesperado que iluminó el paisaje y nuestra estancia.

 

Al día siguiente, domingo, amaneció lloviendo. Partimos a buena hora hacia Granada, parando a almorzar en Alcalá la Real, para iniciar el viaje de regreso: primero, avión hasta Barcelona. Allí aún pudimos comer con nuestra hija Ana y su abuela Leonor, y luego tren hasta Lleida y el taxi que nos dejó en Fraga pasadas las seis de la tarde...

 

Ana y Jose fueron unos anfitriones extraordinarios a quienes profesamos ya eterno agradecimiento y a quienes pensamos agasajar como se merecen cuando decidan explorar los rincones de Sobrarbe. Con ellos quedó abierto un nuevo itinerario, sembrado ya de sólidas sensaciones, de momentos inolvidables… A veces la vida es maravillosa porque te da la oportunidad de estar al lado de la gente que merece la pena; encuentros que organiza el azar y en los que descubres un montón de felices coincidencias… Por tierras de Jaén hemos realizado un hermoso viaje y vivido sensaciones “jondas”.

 

 

4 comentarios

Mariano -

Haces bien, Anny, porque ya tengo preparado el próximo para publicarlo mañana viernes, je, je.
Cualquier viaje proporciona momentos de todo tipo. A veces, la balanza se inclina hacia el lado de lo positivo y otras es al revés. Cuando te desplazas tomando varios medios de transporte que deben ir interconectados; cuando te mueves en una época con el tiempo muy cambiante o en el último momento te enteras que no podrás ver a fulanito porque ha tenido que ausentarse… O, es al revés, que todo va de maravilla, hay encuentros inesperados y agradables, el negocio que te llevó hasta allí ha sido redondo, el tiempo ha acompañado… Si pasa una cosa o pasa la otra el resultado es bien distinto y si hay días buenos y otros no tanto, pues la cosa finaliza en empate. Este viaje que he contado es de los agradables de recordar porque todo lo que nos pasó fue bueno y eso no se olvida fácilmente. Un abrazo y que vaya bien en el viaje de regreso…

Anny -

Hola Mariano

Justo a tiempo antes de que salga un nuevo post, me pongo ante el ordenador, después de admirar un ocaso perfecto con el cielo despegado y la nieve en las montañas colorando rozáceo. Me ha gustado mucho leer el relato del viaje en Andalucía y los encuentros con personas de tu pasado, del presente y posiblemente también del futuro. Es un texto que rezuma optimismo y felicidad, tanto durante la estancia misma como después, con los recuerdos que muy probablemente, quedarán para siempre en la memoria. La vida es así. Aunque, sabiendo que nuestro pasaje por el planeta no es eterno, deberíamos esforzarnos de hacer de cada día algo especial, muchas veces no logramos a eso y tenemos, por contrario, el sentido de "estar vividos". Pero afortunadamente, hay otros momentos, pueden ser cortos o de varios días, o hasta semanas, a veces inesperados, llenos de sorpresas y sensaciones, que vivimos a fondo y que nunca olvidaremos de la vida.
un abrazo

Mariano -

Hola, Silvialuz:

No es necesario viajar a lugares extraordinarios, porque el hecho de salir de tu entorno cotidiano y adentrarte en otro diferente, ya te proporciona posibilidades de nuevos descubrimientos: personas, paisajes, monumentos, trozos de naturaleza, un río, una laguna, un atardecer… una lista interminable. Para redondear los viajes hay que saber mirar y mezclarse un poco (o un mucho, cada cual que se dosifique con estas cosas). Bueno, Silvia, veo que tú también estás frecuentemente de viaje, ¡cuéntanos algo de ello!
Un abrazo.

Silvialuz -

Hola Mariano! viajero incansable (como yo). Me alegro mucho que hayas disfrutado tu estancia en Jaén, esas tierras que vi desde el tren y que quedaron en el "debe" de mis viajes. Lo que también me quedó en el "debe" es el recorrido por los pueblos en general, me hubiera gustado, desde la primera vez, ir con mucho tiempo para instalarme y recorrer a pie los pueblos, conversar con la gente, compartir sus vivencias, en fin, conocerlos. Creo que en eso me llevas años de ventaja, y no creo que pueda hacerlo como van las cosas. Bueno, me conformo con leer tus relatos, y ver las fotos. Un abrazo