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LEER PLACER - II Congreso de LIJ

 

Durante los días 26 y 27 de octubre se ha celebrado en Baeza (Jaén) el II Congreso de LIJ, organizado por la Editorial Edelvives, con el título de “Leer Placer”. El entorno arquitectónico de la ciudad jienense compensaba en buena parte, las dificultades que, quienes veníamos de lejos, tuvimos que vencer para llegar. En mi caso, partí de Fraga el día 25 por la tarde, pernocté en Madrid y continué viaje por la mañana del día 26, llegando a Baeza al mediodía. El regreso fue ya más continuado, con dos trenes: un TALGO y un AVE, con un intervalo de una hora de espera entre ambos.

  

Una de las primeras utilidades de un evento de estas características es la de reencontrarse con algunos amigos y conocidos; no es desdeñable este objetivo (aunque probablemente no se explicite dentro de los objetivos oficiales del Congreso). En mi caso, que ya llevo algunos años dando vueltas por el país con distintos tipos de jornadas, cursos, charlas, etc., me resulta muy gratificante porque aprovecho para poder saludar a un montón de colegas que andan pringados como yo en estas lides ¿formativas? Baeza supuso la posibilidad de saludar y repartir abrazos, entre otros muchos, con Antonio G. T., Rosa S., Juan M. y Andrea, Pedro C., Gemma Ll., Raquel L., Pablo B., Lidia O., Victoria F., Gonzalo M., Ricardo G., Ana G., Merche C., Jorge R., Eliécer C., Luisa M., Isabel S., Paloma de la C., Mari Cruz D., Mª José N., Alba… Luego estarían todas las personas que asistieron a los talleres, que se quedaron a hablar conmigo, que me pidieron consejo sobre algunos asuntos, que compartieron charla al finalizar el taller y cuyos nombre olvidé o desconozco (la tragedia de siempre).

  El taller que me encargaron lo titulé: “Biblioteca escolar. Donde anidan las palabras que serán leídas”. El encargo de la parte contratante era que repitiéramos el taller tres veces: la primera, el viernes por la tarde y dos veces el sábado por la mañana. Cada una de las sesiones duraba una hora y media. Claro, el asunto resulta (para el ponente) un poco pesado. Uno pretende, no obstante, no repetirse para encontrar alicientes, aún contando más o menos lo mismo. Les conté cómo trabajamos en nuestra biblioteca y les enseñé algunos materiales que hemos ido elaborando con el paso del tiempo. En mi caso, la cosa está bastante clara: hablo y cuento sobre lo que he vivido; enseño lo que he hecho, lo que hemos hecho y me refiero al futuro con una mezcla de ilusión, esperanza y escepticismo. No acabo de ver ni de creer que para este tema “vendrán tiempos –mucho- mejores”. De hecho, ahora que las administraciones van dando algunos pasos (inseguros y poco comprometidos, eso sin duda), parece como si el profesorado se echara un poco para atrás. Es posible que hayan caducado ya los tiempos en los que el compromiso personal con el trabajo excedía de los límites del contrato. “Malos tiempos para la lírica”, que diría alguno.

Además de la “presentación” que les iba proyectando y comentando, les repartí un cuadernillo, que había preparado para ese fin (16 páginas), con textos y sugerencias de lectura y escritura. La idea era trabajar un rato en el cuaderno, pero el tiempo era tan breve que escasamente nos daba para comentar a toda velocidad las razones de la elección de aquellos textos y cómo se podía proceder con ellos en la biblioteca o en el aula. Luego, si teníamos tiempo, miraban el rastrillo que había montado en el suelo, con una muestra de materiales y comentábamos el por qué de algunos de ellos, la financiación de los mismos, el papel que jugaban en el proceso que había explicado, el sentido de todo lo que allí se mostraba.

 

Visitamos parte del casco histórico de la monumental Baeza (Patrimonio de la Humanidad, junto con la vecina Úbeda) y nos hicimos fotos en el aula de Machado y junto a algunos de los monumentos que honran su memoria (con Antonio García Teijeiro y Rosa Serdio). Creo que los tres suspiramos un poco cuando leemos sus poemas:

  Poned sobre los campos/ un carbonero, un sabio y un poeta. / Veréis como el poeta admira y calla, / el sabio mira y piensa…Seguramente, el carbonero busca las moras o las setas. / Llevadlos al teatro / y sólo el carbonero no bosteza…  

Poned atención: un corazón solitario no es un corazón.

  

Al regreso, uno siente cansancio, pero también gratitud porque la organización contara conmigo, por lo que supone de reconocimiento; por las palabras escuchadas a los asistentes a los talleres; por las que intercambiamos con los amigos reencontrados, por el trato y el cuidado de los organizadores; por el espectáculo impresionante de los bosques de olivos… Y así, para terminar, voy de Antonio a Miguel, para recordar:

  “Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?

No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de los troncos retorcidos…”

  Siempre será un PLACER, LEER los poemas de Miguel Machado o de Antonio Hernández, porque tanto monta, monta tanto… 

2 comentarios

Mariano -

Gracias, Evaristo, por tus palabras. Ya puedes contar que el esfuerzo es considerable. Yo ya tengo una edad y estos desplazamientos y el trabajo realizado hacen mella. Es verdad que la gente y el marco arquitectónico ayudaron y las sensaciones acaban siendo fantásticas.

Evaristo -

Asistí a la tercera sesión de tu taller y quiero agradecerte la credibilidad, sencillez y ganas que transmites. A pesar del tiempo escaso, a pesar de que tuviste que repetirlo tres veces pero rodeado de una gente, una arquitectura y unos olivos que pagan el esfuerzo que realizamos.