Hace ya unos años que elegí esa Comunidad para realizar esta salida especial que comienza un lunes a las seis de la mañana y termina el viernes de esa misma semana hacia las ocho de la tarde. Fernando y Ana (maestro y maestra del colegio), me acompañaron en esta ocasión. En mi caso, flotaba por ahí una sensación extraña, porque hace dos años, no pude salir de viaje ya que unas horas antes, el corazón me jugó una mala pasada y tuve que quedarme en Fraga...
Nos alojamos en el pueblo de Isla y en el hotel Benimar, donde nos tratan muy bien. Este año hemos estado solos en el hotel y, por tanto, con mucha tranquilidad y con mucha puntualidad en los desayunos, comidas y cenas. El tiempo ha sido bastante bueno. No hemos visto el sol, es verdad, pero tampoco ha llovido, mientras por gran parte del país han caído tremendas tormentas y aguaceros que han desbordado ríos y barrancos y causado múltiples daños. Las únicas incidencias destacables han sido la imposibilidad de subir en el teleférico de Fuente Dé, porque estaban revisando la maquinaria, los cables, etc. y un par de viajes a centros de salud para que les echaran un vistazo a dos o tres chicas y chicos que andaban con algo de fiebre y doloridos. Las noches han sido bastante plácidas y el personal ha dormido lo aconsejado.
En el viaje de ida (día 21), iniciado a las seis de la mañana, paramos en Burgos y visitamos la catedral gótica, ya sin andamios y con acceso (pagando) a casi todo el interior: coro, retablo central, tumba del Cid... Comimos en La Población, a orillas del Embalse del Ebro, lleno como nunca. Terminada la comida, subimos por el puerto del Escudo y nos introdujimos en territorio cántabro, ya sin parar, viendo valles, laderas pobladas de hierba o de bosquecillos de eucaliptus, ríos rápidos y caudalosos, vacas y caballos pastando o acostados sobre la mullida hierba. Llegados a Isla, ocupamos las habitaciones y salimos a reconocer el pueblo y sus playas.
El día 22 viajamos hasta Pedreña, para coger una barca y llegar por mar hasta Santander; estaba lloviznando levemente y cuando llegamos a la capital había cesado la lluvia. Allí nos recogió el autocar y nos llevó al Faro y de allí a la península de la Magdalena. Caminamos todo su perímetro disfrutando de un paisaje muy hermoso y atravesamos –ya de regreso- la playa del Camello, la de la Concha para llegar a la del Sardinero. Hacía un viento molesto y un ambiente fresco; todo ello unido a la plaga de medusas que vimos depositadas sobre la arena, nos hizo desistir de bañarnos. Comimos en los jardines cercanos y nos fuimos a Santillana del Mar. Recorrimos con algo de velocidad sus calles y regresamos apresuradamente al autocar para irnos a la Neocueva de Altamira. Hicimos la visita en dos grupos y visitamos también el museo que hay en las mismas instalaciones. Como la tarde seguía muy nublada y con amenaza de lluvia, volvimos de nuevo a Santillana para acabar de ver la población con tranquilidad y pudimos hacerlo sin más problemas.
El día 23 viajamos, cruzando Cantabria, hasta Unquera (famosa por las corbatas) y allí comenzamos la ruta del río Deva y el desfiladero de La Hermida. Llegamos hasta Potes, que es centro comarcal y población de regias construcciones y de excelente gastronomía. Seguimos viaje hasta Fuente Dé, para llevarnos la sorpresa menos agradable del viaje. Ese día y el siguiente, el teleférico no funcionaba porque lo estaban revisando. Es evidente que echamos a faltar un gran letrero a la salida de Potes que anunciase tal circunstancia, para evitar llegar hasta allí (hay que ir de propio) y darse la vuelta. Aprovechamos para caminar un rato adentrándonos en el bosque y pudimos fotografías, a la vuelta, el rótulo de un establecimiento comercial, cuyo nombre nos resultó curioso: “Farmacia Codorniu”, pensando en el principal componente de los jarabes que allí se venden... De regreso paramos en San Vicente de la Barquera y en el hospital de Torrelavega a hacerle una radiografía al pie de una niña. Lo del hospital acabó bien, pero por la noche, el Milan nos amargó a algunos la final de la Copa de Europa. Jugando como habitualmente hace, con bastante racanería, pero con la suerte de cara, derrotó al Liverpool y nos mandó a la cama contrariados.
El día 24 elegimos quedarnos en Isla e ir a la playa, a pesar de la bruma que tapaba las montañas de los alrededores y del intenso nublado. Chicos y chicas jugaron en la playa y se bañaron, a pesar también de que la temperatura del agua era fresquita. Comimos en el hotel (el resto de los días siempre comimos de pic-nic) y por la tarde viajamos al Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Pudimos ver una exhibición de vuelo de rapaces que nos dejó muy impresionados, por su majestuosidad y su dominio del aire (y lástima, porque las condiciones meteorológicas aconsejaron terminar antes de hora y ello nos privó de ver algunas otras escenas espectaculares). Con el resto de los animales tuvimos desigual fortuna: vimos trece tigres desde muy cerca; algunos osos pardos en posiciones divertidas; avestruces; jirafas cortejando; elefantes muy alejados; cebras, hipopótamos y rinocerontes; diferentes grupos de cérvidos; el pequeño zoo doméstico...
El día 25 salimos en dirección a Bilbao. Nos costó entrar en la ciudad por un atasco potente. El Guggenheim se ofreció, espectacular, ante nuestro ojos. Entramos dentro y nos acongojó también su grandiosidad, los espacios interiores. Visitamos la sala “La materia del tiempo” de Richard Serra y caminamos a través de su obra; a través de pasajes estrechos y anchos, comprimidos y amplios, modestos y colosales... Recorrimos con admiración varias salas en las que se exponían obras de gran tamaño del artista alemán Anselm Kiefer. Algunos de los temas representados tienen que ver con el sentimiento de pérdida y la melancolía y con la convicción de que la memoria debe preservarse como único modo de asimilar los traumas de la historia del hombre. Visitamos también otras salas con obra pictórica de Pablo Palazuelo (350 dibujos, gouaches, pinturas y esculturas). Comimos a la salida y emprendimos, ya sin más pausas que las reglamentarias, el viaje de regreso, llegando a Fraga, después de que hubiese descargado en la ciudad un tormentón de aúpa, a las veinte y cuarenta y cinco horas.
P.D. Para felicitar a mi hija Ana, por su cumpleaños. El año que hacía sexto de Primaria, conmigo como tutor, estábamos -tal día como hoy- en Cantabria también. Hoy no podemos estar juntos, pero nos vemos en breve.
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Autor: ana
Fecha: 27/05/2007 12:20.
Autor: Fina
Fecha: 27/05/2007 21:11.
Autor: kamile
Fecha: 27/05/2007 22:05.
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Fecha: 28/05/2007 13:51.
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Fecha: 28/05/2007 18:08.
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Fecha: 28/05/2007 21:48.
Autor: Paula
Fecha: 30/05/2007 21:06.
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Fecha: 02/06/2007 21:45.
Autor: Álex
Fecha: 05/06/2007 10:30.
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