Hoy, cenando en familia, escuchaba a mi hijo decir que iba a descargar no sé qué canciones y que también podía descargar tal o cual película, juegos para usar en el ordenador, imágenes, etc. y he sonreído ante esta nueva acepción del verbo descargar. He pensado que algunas palabras adquieren rasgos polisémicos con el paso del tiempo; significados que hace unos años nadie había previsto. Una prueba más de que el futuro es cada vez más incierto.
Me he sonreído, decía antes, porque he pensado en los significados que en mi juventud tenía el verbo descargar y, rápidamente, les he hecho una relación de las cosas que he descargado en mi vida. Cuando yo era pequeño descargábamos en el patio, en la calle o en la era las caballerías: burros, mulas, machos, caballos... cuando llegábamos del campo o de la huerta con fajos de hierba o de trigo, cebada, etc. para trillar y con productos hortícolas: patatas, cebollas, fruta, maíz...Incluso descargábamos el carretillo de estiércol, unas cuantas veces cada mañana, cuando limpiábamos la cuadra de las vacas o las zolles de los cerdos. Teníamos que descargar frecuentemente el carro, cargado también con fajos, con leña, con cestos (cuévanos) llenos de uvas procedentes de la vendimia o de sacos llenos de aceitunas (olivas). Nos cargábamos y descargábamos talegas (sacos estrechos y largos) de grano que debíamos subir hasta los graneros (¡qué afición a poner siempre los graneros en el piso superior de las viviendas!) y que al cabo de un tiempo había que bajar otra vez (cargando y descargando de nuevo)... Con la llegada de la mecanización al campo, no nos libramos, durante muchos años, de cargar y descargar el remolque del tractor de los más variados productos: fajos y pacas de hierba, pacas de paja, leña, sacos de trigo o de ordio (cebada) para llevarlos al Servicio Nacional... Descargar las remolcadas de estiércol que era necesario extender por los campos y huertas para abonar orgánicamente el suelo. Descargábamos remolcadas de arena o de piedras cuando se hacían obras en la casa familiar o en los pajares y almacenes anexos. Cargábamos y descargábamos vacas, terneros, cerdos y otros animales que debían ser transportados por alguna razón, con el tractor y el remolque.
Hace un tiempo ya descubrimos que había quien descargaba la rabia golpeando a puñetazos un saco de arena colgado del techo y que también era posible descargar la tensión laboral, tomándose unos días de descanso en un lugar a propósito.
Y yo, con este texto, me he descargado también porque andaba dándole vueltas al tema sobre el que escribir el texto de esta semana en el blog y, mira tú por donde, lo he encontrado a la hora de cenar. Así que ahora, muy descargado y bastante cansado me iré a la cama con mucha satisfacción. Buenas noches.
P.D.- Este pasado fin de semana he estado en Labuerda y las nubes descargaron con ganas, una apetitosa ración de lluvia otoñal. Daba gozo ver cómo habían resucitado los barrancos más pequeños y como el Cinca bajaba más animado que de costumbre. En un momento de tregua, cuando se alternaban algunas nubes con esforzados rayos de sol, mi madre recordó un dicho tradicional que dice: “Cuando llueve y hace sol, la vieja hace el requesón”. El que lo entienda, que me lo explique...
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Autor: Roble adulto
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Fecha: 29/09/2006 00:00.
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Autor: Boris Mir
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