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De cunas y nubes

Con este título: “De la cuna a la nube. Un itinerario lector que involucra a la familia”, se ha celebrado en Casa del Lector (antiguo Matadero de Madrid) un Seminario que comenzó el viernes 25 de octubre por la tarde y continuó hasta las 19:30 horas del sábado, 26 de octubre. En los enlaces siguientes, hay más información:

 http://casalector.fundaciongsr.com/story.php?id=762 

 http://servetbiblio.blogspot.com.es/2013/10/hemos-vuelto-de-madrid.html

 Como Coordinador del Seminario, conté con la ayuda de un experto en estas lides, como es mi amigo Kepa Osoro, estimulador de cerebros y provocador necesario con sus planteamientos y reflexiones. Participaron también, Teresa Corchete, con quien había compartido mesa en uno de los simposios que organizaba Felicidad Orquín; dos madres del colegio que colaboran con la biblioteca escolar desde hace 11 años: Nati Ibarz y Mari Carmen Díaz, dos madres que llevan diez años colaborando activamente con la biblioteca escolar del CEIP Miguel Servet, y el gran Antonio Basanta, un hombre con una energía y un modo de entrelazar palabras y conceptos que nos dejó profundamente cautivados: lo más parecido a un sabio.

 Para el documento de convocatoria de este evento formativo, escribí una breve presentación y para la finalización del Seminario, un texto de cierre. He querido recuperarlos para conformar esta nueva entrada en el blog.

  

 Presentación

 Parece razonable pensar que el núcleo familiar es el espacio adecuado para iniciar la construcción de un lector, ya desde la primera infancia. Sobre todo, teniendo en cuenta que es en ese tramo de edad cuando puede comenzar y asentarse la educación de los sentidos y de los sentimientos.

 De la misma manera, podemos considerar que es el momento adecuado para degustar la oralidad, aportadora de ritmo, afecto, complicidad…, y los primeros libros. Es tiempo de escuchar las palabras que arrullan, que duermen, que sanan; de ver, leer e interpretar las imágenes que proyectan sueños, que construyen historias.

 No podemos pasar por alto el hecho de que el estatus de padre o de madre ha ido cambiando con el tiempo, que atendemos a una notable variedad de familias, con una notable diversidad de compromisos ante las necesidades de las criaturas. La escuela ha asumido algunas de las funciones educativas a las que han renunciado los padres y las abuelas y los abuelos, suplen en muchas ocasiones a sus hijos y se ven obligados a desempeñar un papel que ya no debería corresponderles. Todo está cambiando.

A los padres, no obstante, podemos considerarlos como mediadores importantes en la aproximación de niños y niñas a la lectura, al conocimiento y la cultura y es necesario pensar en su formación o en desarrollar programas que los capaciten para realizar esa labor con algo más de eficacia; que sepan cómo seleccionar lecturas, qué recursos analógicos o digitales les pueden ayudar, qué programas bibliotecarios les permiten participar con mayor intensidad…

 Las bibliotecas escolares y las bibliotecas públicas son espacios de uso colectivo; recintos de acciones complementarias en los que las familias pueden participar: colaborando activamente y usando sus recursos, en el caso de las primeras y participando plenamente como lectores, aprovechando al máximo todos los programas que sean capaces de generar con esas intenciones, en el caso de las segundas. En general y en todos los casos creando una necesidad social de funcionamiento de las mismas y generando vías de participación y de reivindicación de servicios.

 Y a los viejos soportes –los libros- donde se ha venido codificando la ficción, la información, el conocimiento…, hay que unir las nuevas tecnologías que han dispuesto un panorama cambiante e incierto. Los soportes electrónicos de lectura y escritura van avanzando inexorablemente y forman parte de nuestras vidas. Convivimos con unos y otros, ¿con naturalidad?, pero ¿cómo se percibe toda esta revolución desde la librería?, desde ese establecimiento próximo al que acudimos a hojear novedades, a comprar nuevos títulos, a encargar futuras adquisiciones, a pedir asesoramiento o recomendaciones…

De todo ello se pretende hablar, contar y reflexionar en las jornadas que se organizan con ese fin.

 

(Tras el desarrollo, creemos que muy satisfactorio, del programa del Seminario y, como despedida del mismo, por parte del Coordinador, leí en voz alta estas reflexiones, a medio camino entre el humor y la vida)

 

De la cuna a la nube. Despedida

 En mi pueblo, la interpretación de las nubes y los nublados corría a cargo de los mayores. Salían a la Plaza o a la calle, pronto por la mañana, y con una mirada rápida y las manos en los bolsillos afirmaban categóricamente que aquellas nubes que venían por el norte solo traerían aire, pero las que asomaban por encima de la sierra de San Vicente eran señales de que se avecinaba agua segura… Algunas veces, acertaban en el pronóstico. Más tarde, cuando la televisión en blanco y negro llegó a nuestras casas y a nuestras vidas, el intérprete de todo lo anterior era “El hombre del tiempo” quien, por su parte, anunciaba qué zonas se verían afectadas por nubes de evolución y borrascas amenazadoras…

  Hubo un tiempo en el que los niños pequeños, recién bajados de la cuna, miraban con fascinación las nubes. Veían cómo éstas se desplazaban por el firmamento a diferente velocidad, dependiendo de aquella con la que el viento soplaba. Su fascinación tenía que ver también con las formas reconocidas que las nubes iban adoptando en su deambular caprichoso… Hoy, todavía se pueden practicar esos juegos de reconocimiento del agua condensada por encima de nosotros… Cuando eran un poco más mayores y acudían a la escuela, las nubes eran un refugio temporal para quienes no entendían la explicación del profesor o preferían desconectar de los asuntos tratados en ese momento. Eran el maestro o la maestra quienes le recordaban al pequeño ciudadano “que bajara de la nube” (en singular o en plural)… Ahora, en cambio, lo que se nos pide es que subamos a la nube y que nos quedemos allí para siempre.

 La distancia de la cuna a la nube cada día se acorta un poco más. Los artilugios que los fabricantes ponen en nuestras manos, relacionados con las tecnologías de la comunicación y de la información, son muchos y enormemente variados; de modo que tenemos a nuestro alcance, un amplio abanico de posibilidades de practicar o de desarrollar estrategias de trabajo, de comunicación, de información, de construcción... Y, ya desde la más tierna infancia, los nuevos seres están en contacto con un muestrario enorme de aparatos  que pueblan nuestro hogares y que, supuestamente, harán nuestra vida más cómoda, fácil, sostenible, rápida, descansada, globalizada...

 Hoy, es una necesidad ineludible trabajar en la nube tecnológica que proporciona Internet... Por tanto, es conveniente subir a la nube con frecuencia, pero no quedarse allí demasiado tiempo. La vida sigue a ras de suelo y es ésa la que debemos cuidar porque es la que nos regala sensaciones y experiencias cálidas y emotivas; también la que nos curte con momentos dolorosos y ausencias definitivas. El destino, o quien sea, va jalonando nuestra vida, que al ser algo en continua evolución, nos coloca frecuentemente en situaciones insospechadas. La nube tecnológica y las nubes meteorológicas es muy probable que no tengan casi nada en común (o puede que sí, no lo he reflexionado), pero al margen de todo ello, cuando regresamos del trabajo diario, cuando hemos cerrado la ventana por donde hemos estado asomados toda una jornada laboral,  todavía debe emocionarnos una conversación, un abrazo, una mirada, un apretón de manos, una narración, una lectura, la contemplación de un paisaje, la visión de unas arrugas que certifican una vida de experiencia y trabajo... Está bien que subamos nuestras cosas a la nube, pero que bajemos de allí en cuanto podamos para seguir viviendo....

 Por lo demás, espero que lo que hemos compartido estos dos días en este espacio físico privilegiado, como es Casa del Lector, os haga buen provecho.  Si habéis podido apropiaros de alguna o de varias ideas; si habéis notado que crecía vuestro ánimo al ver cómo otros superaban algunas incertidumbres; si notáis que os vais con más energía para insuflársela al funcionamiento de la biblioteca escolar y que se han despejado algunas incógnitas que teníais enquistadas en vuestros horizontes particulares, creo que habrá valido sobradamente la pena habernos encontrado. La dichosa nube, por otra parte, nos permitirá seguir conectados si ese es el deseo.

 Gracias por vuestra asistencia y en nombre de quienes hemos participado en el desarrollo del Seminario, suerte, salud y buenas lecturas.

2 comentarios

Mariano -

Luisa:
Me hubiera gustado verte, ¡cómo no! Estuvo bien, creo. Al menos eso manifestaron quienes asistieron. Creo que se ofrecieron suficientes aspectos para la reflexión y un listado de estartategias para echar a andar o para probar o para ver que la diversidad de caminos es amplísima y que nunca está justificado estarse quietos -si hemos elegido esta profesión- bajo ninguna excusa. Pusimos también un punto de humor para hacer el encuentro más agradable y el tiempo compartido más desenfadado y llevadero. Un abrazo.

Luisa M -

Excelentes tus dos textos de presentación y de cierre de ese seminario, Mariano.
Me hubiera gustado estar allí. Seguro que merecía la pena el viaje.