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TRANSFUSIONES

La palabra transfusión solemos relacionarla con la donación sanguínea que hacen algunas personas, de manera altruista y solidaria, para poder paliar el estado físico en el que se encuentran otras personas con la salud quebrantada por una enfermedad, una operación o cualquier otra contingencia hospitalaria. Quien recibe esa transfusión, en muchísimas ocasiones, salva la vida o mejora paulatinamente su estado de salud y recupera con el tiempo el vigor y la energía.

Originariamente, según afirman los expertos ”los romanos usaban ese término (o similar) para referirse a cualquier trasvase, trasiego o transfusión, pero no de sangre, pues ni conocían ese concepto ni esa práctica”.

Más de uno estará ya mosca leyendo este comienzo y pensado hacia dónde quiero llevar al lector o la lectora.

 1. El caso es que, hace unos días, recibí un envío de pequeños libros que publica una entidad hospitalaria navarra, a través de una exalumna que trabaja allí. Cuando quité el envoltorio externo del paquete, apareció una caja con una leyenda impresa que me llamó la atención “Transfusión set”. El librito, varias veces repetido para poderlo regalar a las personas del Grupo de lectura “Nosotrasleemos” u otras, era una breve narración escrita por José María Merino, titulada “La batalla de todos los días”. Al margen de su calidad literaria o de la posible función propagandística para la entidad que lo edita, me quedé con el rótulo de la caja. Me pareció sintómatica esa casualidad de encontrarme con una caja que anunciaba transfusión y contenía libros…

 ¿Acaso la lectura de un libro no es un ejemplo claro y potente de transfusión o trasvase cultural? Es cierto que para que las transfusiones sanguíneas tuvieran éxito y fueran eficaces, hubo que descubrir algunos componentes de la sangre que, en un principio, las malograban, léase factor Rh; e, imagino, otras muchas peculiaridades descubiertas en los últimos tiempos que las han hecho más seguras si cabe… También, para que la transfusión lectora o el trasvase lector (si me permiten esta comparación) tenga efectos beneficiosos, es necesario seleccionar las lecturas y ofrecer o elegir libros de calidad que disparen nuestras emociones, que apunten a la inteligencia o que nos permitan ensanchar los horizontes de la imaginación.

 En este apartado debo incluir el trabajo relacionado con los Repertorios Alfabéticos Documentales (RAD) que estamos llevando a cabo en el aula. Nuestro particular “Arbolcedario” (en feliz denominación de una amiga) es un intento de conocer algunas especies arbóreas con algo más de profundidad. Para responder a ese desafío, hemos manejado libros de la biblioteca escolar, una singular “Hojiteca” de fabricación casera y diversas consultas en Internet. Todo ello para crear un ABCdario de árboles, con información plasmada en cartones que nos permitirán hacer uno o dos voluminosos libros y en los que cada chico y chica del aula se ha ocupado de dos de ellos (hemos seguido la propuesta que podemos encontrar en La Cadiera de Macoca, justo en esta dirección: http://macoca.org/b-de-bosque, en el apartado titulado “B de bosque”. La presentación oral de los trabajos al resto de la clase y la lectura, aunque no sea exhaustiva de cada cartón informativo suponen, nuevamente, un intento de trasvase o transfusión documental que debe incorporar algunos conocimientos nuevos o al menos ese es el deseo del impulsor de la actividad.

 2. Hace un par de semanas, tuve la oportunidad de acudir a Mequinenza, población de la provincia de Zaragoza, pero muy próxima y unida a Fraga (sin excluir una vieja y evidente rivalidad, como generalmente ocurre con los pueblos vecinos), para visitar dos de los tres espacios museísticos que han inaugurado a comienzos de este año de 2011. Visitamos el museo de la minería, para lo que las autoridades de ese pueblo han promovido la realización de una mina artificial que puede recorrerse con ayuda de un guía y donde se explica buena parte de la tradición minera de los mequinenzanos, pegados durante décadas a la explotación y comercialización del lignito, que era arrancado de las vetas internas de la tierra y trasvasado mediante barcazas “llauds”, a través del Ebro, hasta estaciones de venta a lo largo de ese recorrido fluvial. Jesús Moncada, lo contó de manera magistral en su célebre novela “Camí de sirga”. Ese trasvase mineral dio vida y pujanza a esta población, anegada luego por un pantano y revitalizada ahora con este espacio que explica parte de su historia geológica y económica y que supone una suerte de transfusión informativa hacia quienes nos acercamos con curiosidad a conocer su pasado minero.

No es menos didáctico su museo de prehistoria, en el que han sabido adecuar un espacio para reconstruir algunos de los yacimientos arqueológicos más importantes hallados en su término municipal; yacimientos que sería costoso proteger y mostrar al visitante y que, con esta instalación y las explicaciones pertinentes, dan una idea de la riqueza y de la singularidad arqueológica de que disponen. Enterramientos, construcciones, objetos de vida cotidiana, pinturas rupestres… e incluso un enorme mural alegórico que nos muestra escenas de la vida en diferentes épocas, así como los animales que pudieron vivir en ese tiempo… Un loable esfuerzo para contribuir a la transfusión o trasvase cultural, de nuevo, entre la historia y quienes se acercan, nos acercamos, a conocerla un poco mejor o a descubrirla por primera vez.

3. Este pasado fin de semana, hemos optado con Mercè por la transfusión natural. Hemos querido empaparnos, una vez más, de las sensaciones que uno tiene, vive o incorpora cuando se acerca a la comarca de Sobrarbe y recorre algunas de sus sendas interiores. En Labuerda, el paseo por las orillas del Cinca, tantas veces repetido, aporta siempre nuevos sonidos, nuevas imágenes y despierta nuevos sentimientos. Vimos, en el viaje de ida, los altísimos niveles de agua en los pantanos de El Grado y de Mediano. Ambos embalses se hallaban al máximo de su capacidad y no es de extrañar que deban abrir compuertas y desaguar algo de lo que embalsan, si el deshielo sigue a esta velocidad, acelerado sin duda estos últimos días por las altas temperaturas registradas.

El agua del Cinca bajaba algo “fosca”, debido a ese fenómeno natural de cada primavera, el deshielo, llamado por allí “mayenco”, que se ha adelantado algo con respecto a otros años. Es de esperar que las temperaturas desciendan, se estabilicen en otro nivel y se frene ese proceso de conversión de nieve y hielo en agua; algo que debería iniciarse más adelante para que las reservas duren mucho más tiempo.

 4. Y si esa proximidad al Cinca trasvasa hacia el interior, sosiego, silencio, fuerza, vida… la subida a los 1.400 metros de altitud de Tella nos acerca al mundo mágico, duro, poderoso y sorprendente de las montañas. Ya he hablado de Tella en otras ocasiones y en otros sitios, pero es que uno no termina nunca de descubrir la grandiosidad de su enclave y de digerir todos los componentes que asoman en su pequeña o gran historia. ¡Digo yo que una aldea como Tella, con ermitas, dolmen, brujas y espantabrujas, geografía inexpugnable, osos cavernarios, gigantes, cuevas y fuentes…, con tantos mitos, no se encuentra en cualquier sitio!

 La ascensión es potente, incluso con coche: las curvas y subida de Cortalaviña es de puerto de primera; luego, dejamos a la izquierda los caseríos de Arinzué y Lamiana y se produce la llegada a la explanada del dolmen. Estuvimos buen rato, solos, haciendo fotografías y contemplando el panorama que vieron, con toda probabilidad, los primeros seres humanos que deambularon por estos solitarios parajes, hace algunos miles de años; seres que construyeron ese monumento funerario, convertido ahora en monumento turístico. Seres que debieron vivir el rigor extremo de los inviernos y que nos regalaron, junto con el tiempo y el azar, este testimonio pétreo de su presencia.

Cuando yo era pequeño, y nevaba mucho más que ahora, veíamos desde Labuerda, con frecuencia, cómo la nieve llegaba por debajo de la línea de casas que constituyen la única calle del pueblo. ¿Cuántos inviernos y cuántos días cada invierno debieron quedarse aislados los aguerridos habitantes de Tella? Y seguro que no les irían a la zaga los habitantes de los otros caseríos o aldeas que hemos nombrado y otros también próximos, como Revilla, Escuaín, Miraval…

 Realizamos una vez más, el recorrido de las ermitas: Santos Juan y Pablo; Fajanillas y Virgen de la Peña. Construidas con materiales sencillos, pero llenas de equilibrio y belleza. La primera, del siglo XI, con cripta anterior, ejemplo de equilibrio y belleza, a pesar de su evidente sencillez y su reducido tamaño, escondida bajo el Puntón de las brujas. La segunda, del siglo XII, ya con torre campanario, en un enclave más altivo y visible desde más distancia y desde distintos puntos. Y la tercera, en lo más alto, del siglo XVI, con interesantes detalles arquitectónico también… Y para terminar el recorrido, la iglesia parroquial… ¿Qué sentido tiene que en una aldea como Tella se hallen a poca distancia estos cuatro templos religiosos? Siendo un lugar de economía muy limitada y pobre, ¿cómo explicar ese dispendio?... Si alguien sabe responder, ahí queda la invitación para hacerlo…

 Sólo una condenada neblina en el horizonte nos impidió disfrutar de un espectáculo aún más grandioso: peñas y abismos; cortados a pico; árboles creciendo en paredes verticales; barranqueras profundas y agrestes, aterrazamientos que nos hablan de la dureza extrema del pasado para sobrevivir y de la imposibilidad de hacerlo en el presente… Casas estrechas, pegadas a la montaña, trepando por ella, sujetándose unas con otras, con diminutas ventanas para evitar la pérdida de calor interior y evitar la entrada del de fuera… Y la gente, los turistas, sorprendidos ante tanta belleza natural y arquitectónica; ésta, con tan pocos medios, con tanta naturalidad, sin explicaciones para algunas cosas… Tella bien merece una y cien visitas, porque cada época del año nos ofrece una fisonomía diferente, siempre sorprendente y atractiva. Y, además, y esto podrían corroborarlo más de cuatro visitantes, subir a Tella es como recibir una transfusión energética, después de la prehistórica, la mitológica, la paisajística, la ecológica… y si no te lo crees, acércate una tarde o una mañana, camina y escucha y luego me lo cuentas.

2 comentarios

Mariano -

Muchos saludos, Silvia, hasta tu tierra argentina. Uno puede realizar grandes hallazgos que satisfagan su paladar de observador y “disfrutador” del entorno natural, sin salir casi de su tierra; simplemente aprendiendo a mirar.
Ya hablaremos más adelante, pero veo complicado ese traslado desde Valencia hasta mi tierra (no es posible hacerlo en transporte público sin invertir casi todo el tiempo en viajes…) Un abrazo, como siempre y gracias por escribir.

Silvialuz -

Hola Mariano!Qué lindo es pasear leyéndote!uno se imagina todo ese paisaje y comparte tus andanzas, claro que me ayudan las fotos que subes al "FACE", pero tu descripción es impecable.
En cuanto a las "transfusiones", cuántos significados podemos darle! si bien se nos viene a la mente la sangre, no es menos cierto que a través de tus escritos nosotros recibimos una transfusión literaria, paisajística y relajante. Como te dije en otra, pensamos ir entre el 6 y el 8 de octubre, casi al final de nuestro viaje, todavía no sabemos si alojarnos en Aínsa, Labuerda o Huesca, (estuvimos viendo hoteles en internet) y en qué viajaríamos hasta allá desde Valencia. El resto del viaje ya está todo programado y reservado. Me estoy "haciendo la cabeza" con este viaje y devoro cuanta cosa hable del Pirineo, es una manera de ir disfrutando desde ahora, y me da mucho gusto este artículo.
Bueno, basta de cháchara, como decía un personaje televisivo. Te sigo leyendo. Un abrazote